Amor
-Sana, quiero ir a un lugar diferente. Últimamente siento un calor insoportable.
-Príncipe, hay un río cercano. Si usted quiere, le preparo todo y lo llevo. Le va a encantar, y está dentro del territorio del palacio.
-Sí, vayamos. Pero no quiero un gran grupo acompañándome; contigo es suficiente.
-Está bien, príncipe. Iré a prepararle todo.
Te esperaré en el jardín, Sana. No tardes. Empecé a caminar y vi a Shin Junghwan pasar. No le hablé; es de ese tipo de persona que no me inspira confianza. En poco tiempo, llegó Sana.
-Listo, príncipe. Incluso le llevo algunos bocadillos.
-Está bien, guíame a ese lugar.
Observé a Sana llevar muchas cosas y caminar junto a Jimin. Con desconfianza, los seguía desde lejos, en silencio.
Luego de una larga caminata, llegamos a un río hermoso. Me quité la ropa pesada y me quedé solo con mi ropa interior. Poco a poco, me fui metiendo en el río, sintiendo cómo el agua fresca aliviaba el calor que me agobiaba.
Estando un poco lejos de ellos, mis ojos se posaron en la belleza etérea de Jimin. Sus cabellos negros, como hilos de noche, se adherían a su ropa blanca, ligeramente mojados por el agua del río. ¿Cómo puedo dejar de pensar en él? Lo amo con una profundidad insondable, y con cada mirada, él se incrusta más en mi corazón, como una flecha de amor eterno.
Me acerqué y seguí viendo a Jimin de espaldas, por lo que él no se percató de mi presencia. Le susurré a Sana que se marchara, y ella, con una sonrisa, asintió y se fue.
-Jimin, ¿estás disfrutando de tu baño?
-Yoongi, ¿qué haces aquí? -dije, sin voltearme para evitar mirarlo-. No sabes que ver a donceles bañarse es atrevido.
-Sí, ver a donceles es atrevido, pero no si se trata de mi esposo. ¿Me puedo meter al río también?
-Sí, así preguntarás por cada cosa que haces.
-Tomaré eso como un "Sí, amado esposo, muero porque entres al río" -dije con una sonrisa.
Rodé los ojos, conteniendo la risa por las ocurrencias de Yoongi, y lo vi entrar al agua.
Me sumergí y nadé hasta Jimin. Al estar cerca, salí del agua y puse mis manos en su cintura. Sentí cómo mi corazón latía con fuerza, cada latido resonando con la esperanza de ser perdonado.
-Te ruego que me perdones -dije, mi voz temblando con una mezcla de arrepentimiento y desesperación.
-Yoongi, no empieces. Dame tiempo, esto no es nada fácil para mí. Entiende, has cometido muchos errores.
Las palabras de Jimin eran como dagas, cada una perforando mi alma. Sabía que tenía razón, que mis errores habían causado un abismo entre nosotros. Pero también sabía que mi amor por él era más fuerte que cualquier obstáculo.
-Lo sé, y me arrepiento de haber tomado malas decisiones. Pero mira, esas malas decisiones nos tienen aquí. Sé que en tu interior me amas como yo te amo a ti. Tú actúas bien porque jamás has tenido que pelear por mí, pero si estuvieras en la necesidad, entenderías que una guerra contra un batallón es más fácil que pelear por el amor de tu vida. Porque sí, Jimin, para mí tú eres el amor de mi vida, y nada es más importante que tú.
Cada palabra que pronunciaba estaba cargada de emoción. Mi voz se quebraba al recordar los momentos felices que habíamos compartido y al pensar en el futuro que deseaba construir junto a él. Viendo a Jimin con el rostro cabizbajo, levanté su mentón y le di un beso, esperando que pudiera sentir la sinceridad y el amor que emanaban de mi corazón.
-Yoongi, por favor, dame tiempo -dije, separándome del beso-. Entiende, esto no es fácil para mí, más cuando no sé si te amo solo porque tú me apartaste de Namjoon.
Sus palabras me golpearon como un mazazo. La mención de Namjoon, su antiguo amor, era una sombra que siempre he temido.
-¿Vas a seguir pensando en él? Sabes que yo te amo y te amo con todo mi ser. Si no estás convencido de que tu amor es real para mí, entonces no insistiré más. Dejaré que seas tú el que me busque. Pronto es mi cumpleaños y vendrán todos. Aunque no dudo que le hayas pedido al emperador consorte que no los invite, yo sí los he invitado y les puse que era obligatorio asistir y limar asperezas.
Mis palabras eran firmes, pero mi corazón estaba lleno de incertidumbre. La idea de perder a Jimin era insoportable; sé que debo darle el espacio que necesita para descubrir sus verdaderos sentimientos, pero no sé si dejaré que él elija a alguien que no sea yo.
-Si te dijese que amo a Namjoon, ¿me dejarías ir? ¿Aceptarías mis sentimientos?
Lo miré, sintiendo una mezcla de dolor y resignación. -Creo que esta vez sí te dejaría ir. No quiero cometer más errores. Aunque no te niego que solo de pensarlo, siento que me arrancas el alma. Te amo más que a nada en este mundo. Preferiría perder el trono y todas las riquezas materiales antes que perderte a ti.
Mientras hablaba, el traje de Jimin se movió levemente, revelando el collar del león blanco, y yo decidí no reclamar y empeorar la situación. Entiendo que es parte del mismo proceso de saber lo que quiere.
-Gracias, Yoongi. Gracias por esa respuesta -dijo Jimin, con lágrimas en los ojos.
-Creo que es mejor irnos. Tengo asuntos que atender -respondió Yoongi, tratando de mantener la compostura.
-Tú puedes irte. Yo quiero disfrutar de la frescura del agua -dije, mirando hacia el lago con una sonrisa.
-¿Pero luego cómo regresarás? -pregunté, preocupado.
-Caminando. Ya sé por dónde vivimos.
-Pero le dije a Sana que se fuera -insistí.
-Yo me iré caminando, no te preocupes -repitió Jimin, con una calma que solo aumentaba la angustia de Yoongi.
-Está bien. Enviaré a Sana de regreso -hablé, resignado. Quería darle un beso a Jimin o una caricia, pero me contuve. Qué absurdo, respetando a mi esposo hasta de darle una caricia, como si fuese un extraño.
Caminé hasta el palacio y le dije a Sana que regresara con Jimin. Pasaron algunas horas y empezaba a oscurecer. Salí fuera del palacio a ver si veía a Jimin, pero aún nada. Fui a la parte de atrás del palacio y vi a una mujer con un vestido que parecía una campana, corriendo asustada. Me acerqué a ella y, en su prisa, tropezó, cayendo sobre mi pecho. En el impacto, sus labios casi rozaron los míos. La aparté suavemente y le pregunté:
-¿Estás bien? ¿Por qué estás tan asustada?
-Buenas noches, mi nombre es Dahyun y estoy huyendo. Han hecho un golpe de estado en mi reino y venía a pedirle ayuda al emperador -dijo ella, con la voz temblorosa.
-Cálmate, ya estás en el palacio. Guardias, lleven a esta señorita con el emperador y verifiquen que sea quien dice ser.
-¡Sí, alteza! Por favor, acompáñeme, señorita.
Regresé al palacio. Vi a Yoongi con los guardias y una hermosa mujer. Caminé hasta ellos e hice una reverencia.
-Príncipe heredero.
La mujer, visiblemente nerviosa, se disculpó rápidamente.
-Perdón, ¿es usted el príncipe heredero? Antes no hice la respectiva reverencia. Además, choqué tan cerca de sus labios que de verdad me da mucha vergüenza. Perdóneme.
-¿Cerca de sus labios? -pregunté incómodo.
-Sí, es que casi me caigo por venir corriendo.
Miré a Yoongi con seriedad y dije:
-No pierdes tiempo, Min.
Me sentí feliz de que Jimin mostrara algo de celos por mí y, mirando a la joven, dije:
-Le presento a mi esposo, el consorte Min Jimin.
La mujer hizo una reverencia y dijo:
-Un placer, mi nombre es Kim Dahyun.
-Bueno, Dahyun, sigue a los guardias. Ellos te llevarán con el emperador -dije sutilmente mientras tomaba la mano de Jimin.
Vi a la joven irse y miré a Yoongi. -Ella es realmente hermosa, ¿no te parece?
-Sí, lo es, pero no es más hermosa que tú -respondí de forma sincera.
-Me iré a descansar -dije, sintiendo el cansancio en mis huesos.
-¿No piensas cenar? -pregunté preocupado.
-No, estoy muy cansado y comí algunas cosas que trajo Sana para mí.
-Me gustaría... Feliz noche, Jimin.
-¿Qué ibas a decir? -pregunté, intrigado.
-No, nada, incoherencias -respondió con una sonrisa tímida.
-Está bien, descansa, príncipe heredero.
-Descansa, amado esposo -dije con una sonrisa.
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