Poeta en lienzo blanco
ADVERTENCIA: Ni yo me imagine el final que escribiría... Les recomiendo escuchar a Tchaikovsky conforme pasan las escenas y al final a Beethoven con la Sonata claro de luna, miren que no se si llega más pero me llego bien cabrón el final gracias a Beethoven
...
Aquel día fue la primera vez que tuvo un milagro, si pues para el pequeño Atsushi aquello era un milagro... miraba a su alrededor, llovía pero no, no era agua lo que caía, eran pétalos de distintas flores, cientos de diferentes flores caían a su alrededor un espectáculo digno de ver, al final, una camelia roja cayo entera frente al albino y se quedó allí, de frente
"cuenta la leyenda, que un dios del viento se vio profanado por una serpiente de ocho cabezas, y un hombre digno de la pureza quiso salvar a su pueblo exigiendo cada año el sacrificio de la más bella doncella"
Aquel chico escuchaba mientras el otro relataba, llegando hasta quedan de frente y con aquella camelia de media
"pero un día Susanowo, cansado de esa vida de abuso, decidió liberar al país del monstruo, y entró en el reino de ultratumba, donde creó una espada, encerrando en su interior un rayo de sol. Cuando regresó a su tierra, fue con su espada a la entrada de la cueva del monstruo, para esperarlo en calma, mientras una larga procesión acompañaba a la princesa Kushinada-Hime "princesa del arroz" a sacrificarse por su pueblo. La espera no fue larga porque al amanecer, la serpiente apareció desde el fondo de su cueva; en ese momento todos los habitantes del reino temblaron y huyeron ante su rugido, pero Susanowo, que continuaba manteniendo la calma, aguardó el momento adecuado para abalanzarse sobre la serpiente y empezar una terrible lucha. Después de varias horas de combate Susanowo venció a la serpiente, se acercó entonces a la princesa y, pidiéndole matrimonio, apoyó su espada ensangrentada en la hierba, que comenzó a ponerse roja. De esa mancha apareció un arbusto con hojas brillantes y flores de color blanco con algunas pequeñas manchas rojas."
Era la historia que el joven siempre relataba a su pareja ¿motivo? Quien sabe...
― Chuuya, siempre me relatas esa leyenda – sonrió el joven chico
― Es porque eres mi hermosa camelia – sonrió Chuuya – Atsushi
Las tardes al lado del ejecutivo de la Port Mafia eran secretas, ni si quiera el albino le había comentado aquello a su jefe Osamu Dazai, requería de un gran esfuerzo el encontrarse de esa manera y aunque Atsushi era feliz, también vivía con incertidumbre.
Chuuya muchas veces presentaba momentos gratos, pero ¿Cómo se conocieron? Bueno, Chuuya acostumbraba ir por las calles, pues aun siendo un ejecutivo de la Port Mafia era poco reconocido, pues claro era bien sabido que Chuuya se dedicaba más a las relaciones extranjeras.
Cada que se veían el pelinaranja encantaba al albino con un nuevo poema, uno recurrente y a veces doloroso, bellos y trágicos, amargos y dulces, Atsushi simplemente vivía encantado de aquel mafioso y sus sabiduría al rimar
Una vez más, se reunían en el pastizal, era un jardín secreto, uno que nadie podía conocer pues Chuuya era el único dueño y el único que cuidaba de aquellas flores, para llegar, había un laberinto que atravesar y al lograrlo, había que atravesar un bosque extenso y justo con el roble más grande, doblando hacia la derecha, podrían encontrar aquel enorme y precioso jardín. Claro que Chuuya tenía pasadizos secretos para llegar a él y Atsushi ya conocía la mayoría.
¿Cómo era? Bueno, pueden imaginarlo de la siguiente manera: es aquella sensación que tienes al ver un nuevo lugar, un lugar únicamente sorprendente, con paredes de enredaderas y ladrillos y una reja de oro, era prácticamente la entrada al cielo ¿el camino? Bueno, el camino tintaba con rocas de flores, el pasto era verde, un verde tan puro como el roció de cada mañana, las flores, oh las bellas flores, de colores y tamaños, no tenían un orden ni un jurado que las quejara, solo eran lo que eran flores y por lo consiguiente eran hermosas. Claro está que también había árboles, uno que otro cerezo, acompañados de una cascada en el centro que alimentaba aquel jardín por su misma ser.
Al tras fondo de la cascada, entre las pilas de roca y la mala fachada, una hermosa caballa se encontraba también, allí Chuuya se quedaba cuando prefería tener sus ratos de descanso y bueno ¿Por qué no? Atsushi también la había llegado a usar con singular alegría, solo constaba de una habitación, y una sala de estar repleta de libros, hojas, un escritorio y mucha música, desde clásica hasta el rock más pesado, detrás de las balas, insultos y muertos, Chuuya era un gran artista, uno que disfrutaba del solfeo, de la poesía, la música y de la pintura. En su bodega, una colección de vinos y un añejadero de quesos, definitivamente Chuuya le gustaba tener clase en pocos modos, es decir, no era ostentoso más si la vestir.
En aquella cita planeada por Atsushi, pues claro, era un día importante aunque no quisiera admitir su emoción, lo estaba, estaba emocionado, Atsushi había optado por querer lucir mejor en presencia del pelinaranja y aunque su sueldo no le alcanzaba, solo se aseguró de verse mejor, se aseguró de usar zapatos y no botas, de usar un pantalón largo y no uno corto, se aseguró de ajustar bien su camisa y peinar su cabello dejando su frente al descubierto, se aseguró de usar colonia y sobre todo se aseguró de no ser seguido.
Llego una vez más al precioso jardín abriendo la reja que ya perfectamente conocía, desactivo la alarma que ya conocía, saludo a algunos animales, como el conejo "Yuki" que vivía allí y uno que otro pájaro que se postraba entre las ramas, miro a las tortugas que descansaban en las rocas y sonrió, atravesó la cascada deleitándose de algunos peces y un par de mantarrayas que descansaban ¿Cómo? Bueno, olvide decir que debajo de la cascada el descanso no se quedaba allí, obviamente debía fluir y eso era atreves de un túnel marítimo que conectaba con el océano, otra de las salidas de emergencia de Chuuya.
Llego hasta la cabaña donde su precioso chico de cabellos en atardecer lo miro y sonrió – Atsushi, justo a tiempo – sonrió el pelinaranja – realmente te vez increíble hoy – menciono y el albino con un ligero sonrojar saco ligeramente su cadera del lado derecho, mientras subía su cabello para peinarle un poco más por la vergüenza
― ¿en-en serio? Yo... so-solo intente a-arreglarme un poco – menciono Atsushi
Chuuya notó su nerviosismo, se levantó para alcanzarle y beso su mejilla – entiendo, es nuestro aniversario, claro que ibas a querer arreglarte
― Oh, - expreso Atsushi como si ignorase la situación - ¿en serio nuestro aniversario?
― En serio ¿no lo recuerdas? – sonrió Chuuya burlón
― N-no, so-solo quise arreglarme
Chuuya no evito sonreír aún más de la situación, realmente era adorable el albino, acaricio sus cabellos y ambos sonrieron. Fue cuando Atsushi pudo admirarle un poco más, Chuuya lucía un pantalón negro y zapatos, era normal, pero su camisa color vino dejaba su cuello ligeramente abierto, sus mangas era del mismo largo, y fue cuando sus oídos se llenaron de aquella hermosa melodía - ¿Tchaikovsky? – pregunto Atsushi alegre
― Quería ponerme algo romántico – sonrió Chuuya mirando al albino
― Siempre lo eres Chuuya – respondió en gran alegría Atsushi
― Atsushi ¿te gustaría salir al jardín?
― Claro – respondió
Y aunque lo conocía bien, está vez fue diferente, la melodía de Tchaikosvky acompañaba aquel precioso umbral pues, la habilidad de Chuuya estaba activada, y como el día que Chuuya le pidió al albino unirse en pareja, Atsushi disfruto una vez más de aquel milagro que tanto recordaba con cariño, esta vez habían diferencias, ¿Por qué? bueno, Las cobas de los árboles se habían juntado formando una oscuridad, una que se vio opacada por el espectáculo, quizá no opacada, quizá debería decir, a completada con el espectáculo pues los pétalos volvían a caer del cielo, pero muchas otras se quedaba bailando entre sí, las mantarrayas flotaban encima de ellos, las gotas de agua les acompañaba, las luciérnagas habían sido levantadas por Chuuya y adornaban con sus luces el lugar – Atsushi – le llamo y el albino miro a sus espaldas, Chuuya estaba inclinado con su mano extendida - ¿gustas bailar el Waltz of the flowers conmigo? – sonrió y el albino sosteniendo sus propias lágrimas de felicidad respondió lo más alegre posible
― Será un eterno gusto
El vals significo la apertura del show, la música se escuchaba desde la cascada, los animales no se quedaba atrás, pues Chuuya no les controlaba solo su habilidad los hacia mantenerse sin gravedad, las luciérnagas andaban a sus alrededores, iluminando el caño del agua, las mantarrayas iban y venían, las tortugas andaban tranquilas y uno que otro pez pasaba a sus lados, así como uno que otro ángel, si refiriéndome al pez, pues aquello era casi como lo dije al principio, las puertas al cielo. EL Waltz of the flowers termino, pero el Pas de Deux le siguió, entre pasos juntos y sus manos firmes en un entrelazar de dedos continuaron dando vueltas, un pequeño reclinar convenzo un beso y una vuelta del revés hiso a ambos sonreír – mi preciosa y pura camelia – menciono Chuuya al albino y esté sonrió
― Y tu mi jardinero – sonrió Atsushi
En ese instante el Pas de Deux había terminado y dando alegría con The Nutcracker suite el cual hizo reír a Atsushi con cambio tan brillantemente drástico y Chuuya obviamente no se quedó atrás, disfrutando de las maravillosas melodías bailaron hasta que el cansancio llego a sus pies, se dejaron caer juntos en el pasto o bueno, era un decir pues Chuuya también podía sostenerlos a ambos en un ligero ir pues el albino no estaba acostumbrado a flotar – siempre haces cosas increíbles para este tipo de cosas Chuuya
― No hago cosas increíbles Atsushi, tu eres el único increíble
― ¿de qué hablas? Chuuya, escribes poesía, pintas, y tienes este precioso jardín, puedes ser un líder sin convicciones y un hombre fuerte y delicado
― Podre ser todas esas cosas pero no quita el hecho de tener mis manos manchas de rojo y mi cuerpo más oscuro que la ropa de Akutagawa
― Por favor no lo menciones – se quejó el albino
― A mi cambio, tu eres tan puro como una rosa blanca, tan alegre como un girasol y tan impresionante como una bella camelia
― Chuuya yo no
― Cocinas no solo para mí, también para ti, me cuidas y – sonrió – no sé cómo aprendiste a hacer vendajes tan buenos
― Dazai-san
― Eso explica mucho – dijo alegre Chuuya y entre risas lo miro – eres bello y perfecto, así, puro
Atsushi trago saliva y volteo a ver a Chuuya – Chuuya
― ¿mmm?
― Esa es la razón... por la cual ¿jamás me has tocado? – pregunto avergonzado y el pelinaranja se sonrojo para mirar al albino
Su rostro, ese era el principal caso, estaba sonrojado si pero en su mirada todo lo que pedía era atención – Atsushi... yo...
― Es nuestro aniversario – dijo tomando la camisa color vino del pelinaranja – y yo... quiero ser tuyo
― Atsushi si dices ese tipo de cosas no podré contenerme
― Si, ese es mi deseo – menciono tragando saliva
Chuuya se sentó en el pasto, y miro fijo a Atsushi - ¿estás seguro? – pregunto
― Co-completamente – dicto el albino y Chuuya sonrió – en-entremos – pidió
― ¿Por qué? – pregunto sugerente – tenemos un precioso escenario aquí ¿no?
Atsushi miro a su alrededor, sonrió sonrojado y asintió con su cabeza
No estaba en sus planes, mucho menos en los de Chuuya, pero si hablamos de un jardín que llevaba al cielo quizá era Dios el que se había puesto de acuerdo, pues Beethoven había llegado y la "Sonata claro de Luna" comenzaba en aquel acto.
Con el albino nervioso, Chuuya se aproximó a besarle, eran besos dulces y tiernos los cuales el albino no quiso esperar y acelero, Chuuya comprendía, Atsushi llevaba un año entero esperándole y esté solo se había renegado a tocarle ¿Por qué? bueno, cuando un poeta ve sus manos tan manchadas, duda de tocar el blanco papel para no llenarle de mala tinta, pero no, allí tenía el lienzo solo para él, Atsushi su eterno lienzo.
Sostuvieron sus manos en un fuerte sujetar pues sus dedos una vez más cruzados debían estar, usando su concentración, Chuuya logro exitosamente el quitar de las ropas de su precioso lienzo, su camelia ahora era desvestida por sus manos desnudas, no vio ningún parche, ni una tinta mala llegar, simplemente era aquel amor que tanto habían profesado que ahora podrían unir en un solo cuerpo.
Deslizo sus labios por el cuello desnudo, provocando a Atsushi gemir al compás de la melodía, subía y bajaba de tono, su acto era el principal de la noche y el poeta el jardinero más experto. Jugo con sus pezones como si estos se tratasen del más caro e ilimitado vino, saboreo su dulzor con finos roces de pasión, Atsushi le abrazaba reposaba en un edén de amor, pues no, Atsushi no se detenía tampoco, llevaba un año deseando aquella sensación que solo aquel perfecto mafioso podría concederle. El blanco lienzo de camelia tomo entre sus brazos al jardinero, enredando sus hebras de cabello entre sus dedos y sus labios en sus mejillas y por detrás de sus orejas, no olvidemos sus manos, tan delicadas y diestras quienes tomaban la camisa color vino, retirándola, y dejando así a Atsushi tocar la espalda, desearla, y simplemente era por ser la misma piel del pelinaranja.
Acomplejo su sentir en cuanto sintió al de ojos zafiro tocar sus quemaduras, preocupado le soltó ligeramente y el chico le miro - ¿Qué ocurre? – pregunto
― Había olvidado... aquellas marcas – dijo nostálgico
― Por favor, incluso la más bella camelia necesita tener uno que otro pétalo marchito para verse más hermosa
― Pe-pero Chuuya
― No hay un pero que valga Atsushi, si estas incomodo me detendré pero ten presente, me encanta cada parte de tu cuerpo – menciono
Estaba dispuesto a soltarme a un a pesar con el dolor en su corazón, pero no fue así, Atsushi tomo la muñeca del chico y lo miro justo con aquella mirada que le enamoro, seria y llena de pasión pero al mismo tiempo inocente y curioso, era la mirada fija y cazadora de un tigre y la de un curioso y tierno felino – Por favor, no te detengas –pidió
Chuuya suspiro, ¿ahora cómo iba a poder dar marcha atrás si ocurría algo más? simplemente había tocado fondo con aquellas palabras.
El gemir de Atsushi creció, sus pantalones habían volado a la estratosfera, y dos dedos como tijeras de podar jugaban en los adentros de Atsushi, con su mano libre, intentaba mantener al albino abierto de piernas, tomándole de la parte trasera de estas para sostenerle en alto y abierto, no era que Atsushi no lo quisiera, es por ser una nueva sensación que oprimía todo su ser que necesitaba la ayuda para quedarse abierto.
Chuuya sonrió en cuanto vio al albino gritar más y terminar con un fluir expenso, había encontrado el punto con sus dedos, había en entrar sería más fácil y placentero para ambos – debo ir despacio pero prometo ser cuidadoso
― Está bien Chuuya, confió en ti – sonrió el albino
Dejo sus dedos salir y tomo la otra pierna de Atsushi para colocarse en medio, levanto su cadera para darle una mejor entrada, Atsushi abrazo la cadera del mafioso con sus piernas, esperando que con esto le ayudará solo un poco más. Chuuya en aquel acto decidió recostarse encima del albino, tomando su cabeza como si quisiera abrazarlo por completo – te dolerá un poco
― Es-está bien, lo resistiré
― Deberás acostumbrarte
― S-sí, lo haré
― Bien – Chuuya le beso
Acto seguido entró, ahora Atsushi entendía el por qué tanta preparación, cerro sus ojos con fuerza por aquel dolor, claro que dolía, por supuesto que dolía, no era cualquier cosa, repito ¡obvio que dolería! Cualquiera puede llenarse del sentimiento del miedo al dolor, del dolor a ser penetrado sin control o simplemente el miedo de ser dejado, el miedo de ser profanado o simplemente... un miedo irracional, pero ese no era Chuuya.
Atsushi podía confiar en Chuuya, confiaba eternamente en Chuuya liberándole de cualquier cadena de miedo, de cualquier espina en su caminar, ese era Chuuya.
Dejo su miembro quieto en lo más profundo de Atsushi, no soltó las mejillas del albino para que esté no se perdiera la concentración del beso por el hecho del dolor, Atsushi en un beso gemía y deja ligeros gemidos por el dolor causado del placer, Chuuya se sentía ligeramente mal por tener adolorido pero egoístamente estaba disfrutándolo como nunca.
Minutos después, Atsushi abrió los ojos vio el rostro de Chuuya, sus ojos azules combinaban con las gotas de agua que bailaban en su show, las mantarrayas pasaban así como los veces y tortugas, los pétalos bailaban dando claridad a las luciérnagas quienes iluminaban el cabello de Chuuya ¿acaso si era el edén ese lugar? Chuuya sonrió al ver el rostro más aliviado de su pareja – Atsushi – le llamo para sacarle de su trance – me moveré – menciono y Atsushi asunto con la cabeza
El movimiento lo sintió, pero sus ojos estaban en los de su pareja, tan azules y llenos de vida, era... el momento perfecto.
Los movimientos comenzaron a acelerarse, Atsushi gemía más rápido o más bien al par de las entradas del pelinaranja, las embestidas eran firmes y delicadas, dándole el cuidado que una flor necesitaba más con el suficiente placer que podía controlar el pelinaranja, no quería lastimarle, continuaron hasta que Chuuya logro una vez más encontrar aquel punto pero ahora con su miembro, disfruto de ver los ojos de Atsushi expandirse, los animales les voltearon a ver por aquel rugir, algunos peces se alejaron mientras otros curiosos se juntaron. Las luciérnagas se asentaron pero no dejaron de dar luz, las mantarrayas se habían marchando, Chuuya ya no aguantaba más, llegaron al clímax, con un acto seguido, y gracias a que los animales habían vuelto a sus respectivos lugares, Chuuya desactivo su habilidad dejando caer todos los pétalos en flor encima de ellos, las copas del árbol se despegando dejando ver el claro de luna, y las luciérnagas volaron en un remolino de pasión creada por los mismos anfitriones del jardín.
Sus respiraciones se asimilaban, Atsushi se relajaba, y Chuuya sonreía – Está vez, también somos uno en cuerpo – dijo el pelinaranja
― Chuuya... Te amo – sonrió Atsushi y el pelinaranja se sorprendió, si, no había esperado aquello pero devolvió la sonrisa
― También te amo Atsushi – respondió alegre y con un hilo de voz chillona, era el mejor día de su vida.
"Cuenta la leyenda que un claro de luna se escuchó en presencia de un amor, entre guerras y sangre se marchito pero aun como lienzo el blanco, la camelia volvió... Con cada claro de luna, el atardecer bajo y el jardinero llego una vez más a postrarse a su camelia que siempre amo"
...
¡Hola a todos!
supongo que leyeron la advertencia de arriba, así que ya no tengo más palabras, simplemente.
Gracias por leer
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