Capítulo Único
Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.
"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena
La milicia, ese paraje de héroes que nos muestran desde temprana edad, también había sido el sueño de Kakashi cuando era joven... bueno, cuando era más joven. A sus veintiocho años podía decir que había cumplido sus metas, aunque nada resultó como pensó que sería, pues tuvo que hacer cosas a lo largo de su estancia de las cuales no estaba muy orgulloso.
Ahora, frente al campo de batalla junto a su compañero, se dedicaba a pensar en cada aspecto de su vida, dándose cuenta que había desperdiciado la mayor parte de ella. Estaban a punto de ser masacrados por parte de los demás soldados pertenecientes al bando enemigo, Naruto quien estaba a su lado esperaba órdenes del General con una mirada de terror, muchos de los demás estaban muertos frente a sus ojos mientras los sobrevivientes se mantenían escondidos esperando qué hacer.
— ¿Aún no dicen nada soldado? — preguntó al asustado chico.
— No señor, aún no responden — otros trataban de comunicarse por radio, pero no lograban comunicarse con el cuartel general — ¿Qué haremos Sargento? — preguntó el rubio, estaban en una situación crítica, y por lo que veían, dependería de ellos las acciones a tomar.
— Lo estoy pensando... — cada vez se podía escuchar más y más las pisadas del enemigo por el territorio, y si Kakashi no se equivocaba, estaban rodeandolos.
— No tenemos tiempo señor, debemos actuar — comentó Lee, que junto a Naruto, eran de los soldados más jóvenes pero con unas enormes ganas de luchar por su país.
— Bien — cedió después de soltar un pesado suspiro — Esto es lo que haremos... — les contó a sus subordinados de qué iba todo el plan, para que luego pasaran el mensaje a los demás
Lo primordial era cerrarle el paso al enemigo pero también salvar a su gente, por eso se dividieron en dos equipos, uno que se encargaría de ganar tiempo para que los otros pudieran escapar sin más problemas. Era arriesgado, pero no tenían más opción
— Escuadrón Alfa-α al campamento, Guy está a cargo. Escuadrón Delta-δ, se queda conmigo. Ya saben qué hacer —
— ¡Ya escucharon a su Sargento, a moverse tropa! — Guy, Sargento-segundo, se acercó a su amigo y posó una mano sobre su hombro — Vuelve con vida Hatake, más vale que vuelvas con vida — el peligris sólo asintió, y vio a sus hombres marchar.
— Naruto, Lee ustedes se van — no sería responsable de vidas jóvenes en el campo de batalla.
— Permiso para desafiar la orden, señor — pidieron ambos.
— Permiso denegado, ayudarán más evacuando los civiles y protegiendo el campamento — dijo sin admitir réplicas — Así que vayan —
— La sangre joven es fuerte — Genma tomó posición junto a él — Los novatos no saben cuándo retirarse —
— Ya aprenderán — reunió a los que quedaban y luego de palabras de aliento les ordenó — Soldados a sus posiciones, ¡Por Konoha! —
— ¡Por Konoha! —
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Todo estaba oscuro a su alrededor, no escuchaba nada más que sus propios pensamientos, lo último que recordaba era estar disparando con su arma a todo aquel que considerara una amenaza pero actualmente no sabría decir dónde se encontraba, lo único bueno era que nada le dolía. "¿Acaso estoy muerto?" se preguntó a sí mismo, pues no encontraba otra explicación para su estado, "Eso es, estoy muerto" pensó con pesar, esperaba poder reconstruir su vida luego de su última misión como soldado, pero parece que el destino no tenía los mismos planes.
Sus divagaciones terminaron cuando sintió un calor agradable sobre su piel acompañado de sonidos de agua corriendo. Abrió los ojos lentamente, el sol encandiló su vista por breves momentos, y cuando pudo ver de forma clara se encontró con un paraíso de ensueño. Sobre la colina en que se encontraba divisó un puente, que estaba ocupado por una persona, frente a él estaba su barca, descansando sobre el río que fluía a ritmo calmo. Se encaminó hacia allá, sin dejar de observar todo el paraíso alrededor. Era verde, basto y lleno de vida, al otro lado de la orilla se podía apreciar un bosque denso, cercado por altas vallas que deducía, eran de metal.
— Disculpe — llamó al encapuchado — Podría decirme dónde me encuentro — a pesar de estar confundido, no abandonaba su postura defensiva, puesto que no conocía el terreno en el que se encontraba.
— Señor Hatake — dijo aquel señor extraño — Qué bueno verle, le estábamos esperando — ¿Cómo?... ¿Me conoce? — preguntó confundido — Aguarde... ¿Estábamos? —
— Si me acompaña, entenderá — no tenía por qué confiar en él, pero necesitaba información, así que decidió acompañarlo.
— Bien señor... —
— Orochimaru — levantó su capucha y dejó su rostro al descubierto — Puede llamarme Orochimaru —
Algo en aquella sonrisa cínica lo llenaba de inquietud, pero tratando de aparentar tranquilidad, subió a la barca y dejó que el pálido hombre lo guiara hacia las puertas que se alzaban imponentes desde el otro lado. Hadas y otros animales extraños sobrevolaban el agua, mariposas y distintas aves adornaban el cielo, en su mayoría blancas palomas con ramos en sus picos. "¿Qué demonios es este lugar?" Kakashi no cabía en su asombro, pues no había visto nada parecido jamás, y eso que había estado en lugares bastante extraños a lo largo de su vida, todo debido a su exigente trabajo.
— Hemos llegado — lo escuchó decir — Ya puede bajar — sinceramente todo respecto a aquel hombre, incluso en su forma de hablar, era bastante desagradable.
— Gracias Orochimaru — el recién llegado le lanzó una brillante gema, para luego centrar su atención en el peligris — Bienvenido señor Hatake, por aquí por favor —
— ¿Y usted es? — aquel chico de negros ojos era bastante extraño, lo vio adentrarse en las puertas abiertas y no dudó en seguirlo. "Bienvenidos a su jardín" leyó el letrero de la entrada.
— Soy habitante de este páramo — señaló todo el lugar — Sasuke, a su servicio — detuvo su andar y señaló el valle que se alzaba ante él — Y mi hogar también, si me necesita puede llamarme, ahora puede disfrutar de él a conciencia — y sin más desapareció.
"Curioso..." pensó "Parece un circo de adefesios", pero paró sus quejas al divisar a un grupo de mujeres que rodeaban una mesa amplia y rectangular. Rodeadas de cerezos y otros árboles, comían de lo que tenían cerca, mientras jugaban coquetas la una con la otra. Siete hermosas mujeres en total, desde pelirrojas a castañas, incluso una pelirosa de delgada contextura. Pero fue una mata de cabellos azulados la que llamó su atención.
"Esto sí es interesante", caminó hacia ellas con porte seguro, contemplando a su vez todo el lugar. Rocas se disponían en el centro del paisaje en un extraño orden, las pequeñas alrededor de la más grande, formando un gran. Enfocó la del centro lo más que pudo e identificó en símbolo celta de la vida. También había animales diversos, como cabras, palomas, gatos. Flores adornaban los campos, de diversos y atrayentes colores, que dejaban sobreentendido el por qué aquel páramo era llamado jardín.
— ¿Eh? — escuchó la voz de una de las féminas — Es un recién llegado chicas, vengan, démosle la bienvenida — las miradas de todas cayeron sobre él. La hermosura de aquellas mujeres era atrayente y alucinante, ni su lectura erótica recurrente, podría describir lo perfectas que se veían aquellas con esos finos quitones, que envolvían aquellos voluptuosos y sensuales cuerpos.
— Saludos mi buen señor — habló la primera de ellas, una hermosa rubia de ojos ámbar llegando a su altura — Me presento ante usted, soy Tsunade, Ninfa de las montañas — la joven iba vestida de verde.
— Yo soy Mei, Ninfa del fuego y lava — dijo una pelirroja, colocándose junto a la primera, llevaba un quitón negro.
— Mi nombre es Tenten, Ninfa de la tierra — vestía de un impecable color marrón.
— El mío es Ino, Ninfa de los animales — la coqueta chica movía sus caderas seductoramente, envuelta en sedas naranjas.
— Yo soy Temari, Ninfa del viento — amarilla era la tela que cubría su desnudez.
— Y yo Sakura, Ninfa de las plantas y flores — de un hermoso rojo iba esta vestida.
— Y-Yo soy Hinata, Ninfa de las aguas — allí estaba la peliazul que captó su interés desde el principio, cubierta por aquel singular vestido, de un color morado suave.
— Kakashi... —
— Lo sabemos — interrumpió Temari, mientras las demás reían con inocencia fingida — Ven, acompáñanos —
Entre todas lo llevaron a la mesa, empezaron a atenderlo cual rey en sus aguas. Le daban de comer, uvas y otras frutas, le ofrecían vino y otros néctares, los cuales aceptó gustoso de tantas atenciones. Colocaron sobre su cabeza una corona dorada de laurel. Y charlaron de manera animada entre suaves caricias y miradas coquetas. A raíz de todo, el peligris olvidó su preocupación y se dispuso a disfrutar de aquello, pues era poco probable que le volviera a suceder.
Cada una tomó turno para llevarlo por un camino, que dejaba la vista aquel elemento que todas representaban. El camino de Tsunade guardaba un hermoso paisaje de altas e imponentes montañas. El de Mei era bastante atrayente, al igual que ella, una isla volcánica muy singular. Las demás hicieron lo propio, hasta que llegó el turno de la tímida chica del flequillo, tal era su vergüenza que no lo había visto a los ojos ni una vez. El paisaje al que conducía su camino era una gran confluencia de aguas dulces, con riachuelos y lagos, rodeados de auroras celestes. Este último fue su favorito, y luego de esto volvieron a la mesa, donde Sasuke los esperaba.
— ¿Con cuál te quedas? — le dijo después de un rato.
— ¿Disculpa? —
— Lo que escuchaste — dijo convencido — ¿Cuál eliges para que se quede contigo? —
— ¿Puedo escoger una de ellas... para mí? — preguntó sin creérselo.
— Así es — miró a las chicas que afirmaron felices, esperando ser una de ellas las escogidas.
— Pues yo... — el sonido de una campana en la entrada del jardín, interrumpió sus intentos por decidirse y dar una respuesta. Vio como Sasuke daba orden para que el extraño hombre de la barca entrara al lugar.
— ¿Sucede algo? Orochimaru — el joven de negros cabellos se acercó.
— Sí mi señor — respondió inclinándose ante él — El Hatake debe irse, tiene que volver —
Al escuchar eso Kakashi decidió levantarse, y con pesar dejó la copa que tenía en las manos, estaba listo para volver a casa. Sasuke no parecía muy feliz con la noticia, las ninfas mientras, rodearon al peligris enseñando sus generosos escotes y suplicando que no se fuera de allí.
— Lo lamento chicas — se disculpó deshaciéndose de su abrazo — Tengo que volver — pero estas no querían dar su brazo a torcer.
— Ya basta, vuelvan a su sitio — mandó el pelinegro, y sólo entonces las chicas lo dejaron ir — Eres bienvenido cuando quieras Hatake — Kakashi se limitó a asentir — Llévalo de vuelta, Orochimaru —
Ambos hombres salieron del jardín e hicieron el recorrido para regresar a la colina donde Kakashi había despertado. Bajó de la barca al llegar a la orilla y agradeció al extraño señor por el viaje. Subió la colina, no sin antes mirar de nuevo al jardín, cuando llegó a la cima sintió el cuerpo pesado, sus latidos se aceleraron, su piel empezó a sudar, todo le temblaba y, sin previo aviso, cayó desmayado en el suelo.
●●●●
Despertó en la enfermería de la base, lo supo por la lámpara desgastada en el techo y el color de las paredes. La primera persona que sus ojos distinguieron fue a la doctora Chiyo, aquella noble pero intensa anciana, que siempre se preocupaba por la salud de todos. Miró el suero en su brazo y los vendajes manchados en su torso, realmente lo habían herido gravemente. "Debió ser un sueño" pensó, pues era lo más seguro.
— Al fin despertaste compañero — dijo emocionado su mejor amigo, que se encontraba sentado a un costado, con algunas heridas y un brazo vendado.
— Guy — sentía la voz rasposa — ¿Qué me pasó? — al terminar la oración, sintió un golpe sobre su cabeza.
— No debes hablar — regañó Chiyo de mal humor — Estuviste al borde de la muerte, así que ahorra energías —
El peligris abrió grande los ojos al escuchar esa palabra, "¿Muerte?" pensó aterrado, él era muy joven y hermoso para morir aún. Volvió su mirada confundida hacia su compañero, que retenía a duras penas las lágrimas en sus orbes, y al ver su cara de angustia supo que la anciana llevaba razón.
— Dice la verdad Kakashi — empezó a explicar — Luego de asegurar la base, un grupo volvimos para apoyarlos. Al llegar todo era un desastre, terminamos con los pocos enemigos que faltaban y socorrimos a nuestra gente — aquel valiente soldado hizo una pausa para continuar — Escuchamos un grito de ayuda así que nos acercamos al lugar, ahí nos dimos cuenta que Naruto se había quedado, pues lo encontramos tirado en el suelo contigo en brazos —
"Naruto..." pensó Kakashi, vagamente recordaba estar luchando junto a él, hasta que le vio en peligro y decidió ayudarlo.
El mencionado entró a la sala en ese momento, también se le notaba herido, una pierna enyesada y varias muletas eran la prueba de eso, además la expresión de aflicción que adornaba su rostro demostraba que sabía la gravedad de lo que había hecho. Desobedecer la orden de un superior era algo que se pagaba con sangre si las cosas salían mal, o en dado caso, con la baja definitiva del soldado en cuestión.
— Señor, yo lo siento — cómo pudo realizó una marcada reverencia, se sentía culpable por todo, pues por salvarlo a él su Sargento casi perdía la vida — No debí desobedecerle señor, merezco cualquier castigo que decida imponerme, pero por favor... —
— Basta ya — ordenó Kakashi — No ha pasado nada, sólo no lo vuelvas a repetir, no serás reportado. Puedes retirarte —
— ¡Sí señor! ¡Gracias señor! — el joven salió del lugar algo más tranquilo, y seguido de él se retiró la doctora, no sin antes advertir descanso para Kakashi.
— Bueno compañero, parece que yo también debo dejarte — dijo Guy con la intención de abandonar la sala — Más tarde te contaré la decisión de los altos mandos sobre tu futuro —
— Espera Guy, necesito decirte algo — debía compartir su experiencia con alguien más, Guy era un tipo bastante inteligente y de creencias no convencionales, así que pensó que sería buena idea hablar con él respecto a lo que le ocurrió.
Y así lo hizo, le explicó desde que cómo se veía aquel lugar a las cosas extrañas que le sucedieron. Le habló de las Ninfas, del joven de negra cabellera y sobre el extraño señor de la capucha. Comentó todo con lujo de detalles, mientras su amigo escuchaba atento. Cuando terminó, este le observaba con una expresión, tanto de preocupación como de reconocimiento.
— Existe una teoría que puede explicar todo lo que has vivido — habló luego de un rato de silencio — Pero no creo que te guste lo que vas a escuchar —
— Suéltalo ya Guy, necesito respuestas —
— Mi padre solía contarme sobre leyendas antiguas. Una vez me contó algo sobre almas perdidas —
— ¿Almas perdidas? —
— Sí, son esas que están corrompidas por las maldades que han realizado - afirmó el pelinegro - Según la leyenda, las almas perdidas visitaban un paraje donde eran tentadas con un sin número de cosas, que dependería de las fechorías cometidas por el sujeto en vida. En tu caso fuiste tentado con hermosas mujeres, que representaban siete pecados fundamentales en tu vida -
— ¿Pero qué cosas dices? —
— Aunque sea difícil de aceptar, es lo más cercano a lo que te ocurrió — ignoró sus réplicas y siguió con su relato — Los colores de sus vestimentas te dan una idea del pecado que representan. El verde es la avaricia, el negro la soberbia, el rojo la ira, el amarillo la envidia, el naranja la lujuria y el marrón la pereza. Por último está el morado, que representa la gula, para un total de siete pecados. Las Ninfas de tu sueño, custodiaban siete caminos que guiaban a lugares específicos, representados por las guardianas del mismo. Según el camino y la Ninfa que escogieras, ibas a ser juzgado por el pecado que representa y sufrirías el castigo por dejarte influenciar —
— Suena absurdo — bufó el peliplata — ¿Qué me dices del hombre del barco, y del chico extraño? —
— El hombre del puente representa al barquero, aquel que une ambos mundos. El joven que te recibió en el jardín, representa al verdugo de la almas, encargado de hacer cumplir el castigo — reflexionaron sus palabras, y Guy supo que era hora de decirle a su amigo aquel asunto importante — Los jefes han tomado la decisión de elevar tu rango, estarías al mando de más tropas y harías misiones más arriesgadas —
— Después de todo esto, no sé si aceptar —
— Deberías —
— ¿Con qué objetivo? — se quejó — Somos asesinos Guy, con pintas de soldados, escudando nuestras malas acciones en nombre del patriotismo. ¿Acaso has contado cuántas vidas hemos destruido pensando que hacemos justicia y que tenemos la verdad absoluta? — lo vio dudar — Estoy harto de desperdiciar mi vida de esta forma, quiero vivir de manera ordinaria, esto de jugar al héroe ya no es para mí —
— Lo que sea que decidas yo estará bien, tienes mi apoyo —
— Gracias... Guy —
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Los años pasaron y fueron provechosos para él. Dejó la milicia ese mismo día, alegando querer vivir una vida normal, seguido de su fiel amigo. Guy se dedicó a la enseñanza de artes marciales, mientras él optó por una vida más sencilla. Trabajó en el campo, donde encontró al amor de su vida, una bonita joven que llevaba por nombre Shizune, y la convirtió en su esposa, llevaron una vida humilde y sencilla, ayudando a los demás en lo que podían. Kakashi trataba de redimir los errores del pasado, haciendo buenas acciones, sólo uno de sus demonios lo perseguía y era aquel libro de contenido prohibido del que no se podía apartar. Cada vez que lo leía, recordaba a aquella Ninfa de cabello azulado, aquella de mirada tímida que lo había cautivado.
Ahora, en su lecho de muerte y rodeado de familia y amigos, se lamentaba no haber vivido como hubiera querido desde un principio. Cuarenta años era poco tiempo para él, pues de esos, había malgastado veintiocho detrás de un sueño que terminó por decepcionarlo. Posó su mirada en los presentes, y después de asentir mientras les sonreía, exhaló su último aliento de vida y pereció al orden natural de las cosas.
Abrió los ojos y se encontró con el mismo paisaje de antaño, lo único diferente era que, de ser un lugar alegre y mágico, pasó a ser un lugar frío, carente de color y de vida. El barquero estaba en el mismo lugar, con aspecto demacrado, y su barca lucía deteriorada. Hasta el río había perdido su encanto. Kakashi siguió sus instintos y subió a la barca, para esperar que guiara su alma hasta donde debía ir, sabía que esta vez sí estaba muerto y no volvería a casa. Orochimaru ni siquiera le dirigió la palabra y se puso en marcha.
Al pasar frente al bosque y las puertas del jardín, vio todo cerrado y las Ninfas suplicar por ayuda. Tenían sus ropas rasgadas y desgastadas, su cabello lucía enmarañado y su expresión de angustia tocó la fibra sensible del mayor. Pero fue la mirada triste de la ojiperla, lo que le hizo sucumbir a sus peticiones y pedirle al barquero que detuviera su andar. Se acercó a ellas y le indicaron dónde estaba la llave para abrir la gran verja del jardín, cosa que Kakashi hizo sin pensarlo demasiado. Le contaron cómo fue que tras su partida, Sasuke las había encerrado sin compasión, dejándolas sin nada.
Las desencadenó de sus ataduras, volviendo un poco de color a sus cuerpos, y se adentraron en el jardín, que también estaba marchito como todo lo demás. Kakashi divisó la enorme piedra y notó que el símbolo de la vida había abandonado a la misma, siendo este reemplazado con el símbolo celta de la muerte. Las Ninfas lo distraen, y es Hinata quien le invita a festejar su regreso, este acepta su oferta declinando la de las otras mujeres. La peliazul lo toma de la mano y con una tímida sonrisa lo lleva por su camino hasta su valle, donde lo anima a danzar con ella. Mientras bailaban, la menuda chica lo seducía más y más, hasta que sucumbió a la tentación y enredó sus labios con los de ella, en un beso que clamaba por necesidad.
Mientras él disfrutaba de sus pasiones, las demás Ninfas se unieron a su danza, y de un momento a otro el Hatake se encontró en el centro del círculo formado por ellos, siendo testigo de la gracia en sus movimientos y la elegancia de su cantar. A medida que el cántico se elevaba, Kakashi sintió su sangre arder, todo su cuerpo estaba colapsando y ellas sólo se reían de él mientras repetían aquella frase una y otra vez:
✿ Flama ardiente yo te invoco, que a tu forma vuelvas tú, haz que la noche brille como el día y arde mi amor, arde ✿
Los gritos del peliplata no se hicieron esperar, era tan grande su agonía, que lágrimas de sangre salían de sus ojos adornando su sufrimiento. Trató de resistirse y salir del centro de aquella extraña danza maldita, pero sus esfuerzos fueron en vano. Cuando ya no pudo más, se rindió y se entregó a su pecado, siendo consumido por las brasas de un cántico antiguo. Y junto a ellas, fue prisionero de sus maldades por toda la eternidad.
Acabado el ritual las Ninfas volvieron al centro del jardín, donde todo cobró el color y la magia atrayente de la cual Kakashi fue testigo la primera vez. El barquero y su amo allí las esperaban, mientras preparaban otro festín. Pues otra alma en pena sería víctima de sus debilidades, donde su mayor pecado los condenaría a las brasas de las Ninfas del jardín.
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Me pasé todo el día en esto XD espero que sea de su agrado. Es algo un poco diferente a lo que he tratado hasta ahora, así que disfrútenlo.
El quitón es esta vestimenta griega:
El símbolo celta de la vida o árbol de la vida es este:
Y este el símbolo de la muerte, aunque también representa el proceso de nacimiento, vida y muerte:
Con todo de mí, para ustedes (✿◡‿◡)
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