Capítulo 51
Roberto estaba sirviendo el té en la sala. Amalia se retiró a su hogar para que Clara pueda conversar tranquilamente.
Clara no tomaba asiento, ya que Roberto tenía una mirada extraña después de escuchar lo que le dijo a Amalia en la entrada.
— Por favor mi amor, toma asiento ¿Quieres pastel? — dice Roberto con una mirada seria, pero su voz era calmada.
— Roberto... solo vine para aclarar todo lo que ha pasado — responde Clara, decidida — yo te recordé y recordé lo importante que fuiste para mí. Pero ya tomé una decisión y esa es regresar con Aeolus al Jardín de la Inocencia.
Roberto se mantenía inmutable a lo que acaba de escuchar y bebe un sorbo de té, sin responder. Clara esperaba una respuesta, pero el silencio era incómodo, así que continúa hablando.
— Yo solo quería agradecerte por siempre ser comprensivo, por esperarme y por quererme tanto, puesto que estos recuerdos, eran las últimas piezas en el puzle que tenía en mi vida y ahora puedo unir mi pasado tranquilamente con mi presente y con esto puedo formar mi futuro, y el de mi familia
Roberto sin expresión, deja la taza de té en la mesa y sirve un poco más.
— Estás confundida Verónica, tú estás enamorada de mí. El Guardián solo fue un momento en tu vida — termina diciendo de manera seca Roberto sin mirarla.
— No, Roberto, estaba confundida, pero ya no lo estoy
— Sigues confundida, piensas que le debes fidelidad porque te casaste con él, pero tu matrimonio no es válido, ya te lo he dicho,
sin saber quién eras no puedes comprometerte.
— Sin embargo, ahora que ya lo sé, tomaría la misma decisión...
Roberto se levanta rápidamente y se acerca a Clara, la toma por la cintura y la atrae hacia él.
— No Verónica, estás cansada, a mí me conoces por más tiempo.
Ante aquella súbita reacción, Clara asustada se trata de alejar, pero Roberto la mantenía presionada de manera firme que la hacía daño.
— Basta, Roberto... yo... — trata de decir, pero él la interrumpe para que evite hablar.
— Siempre he pensado en ti...
— Es que...
— Me dijiste que te ausentaría por dos días...
— Pero no quería...
— ... Y llegaste después de 3 años...
— Es que...
— Tú me olvidaste, tú me engañaste... pero lo resolveremos...
— No es eso...
— No te sientas culpable, ya lo he visto... podemos casarnos y dejar todo como un mal recuerdo
— ¡¡ESCÚCHAME!!!
— NO QUIERO... NO PUEDO ESCUCHARTE, NO PERMITIRÉ QUE ME ABANDONES
Abruptamente Roberto la besa desesperadamente a pesar de la negativa de Clara.
— No... Roberto... Por favor... no puedo respirar
Clara sentía que le lastimaba, tenía miedo, la apretaba con tal fuerza que le impedía respirar y sus labios eran agresivos.
— Tú serás por siempre mía, siempre fuiste mía y estás predestinada a mí
— Roberto... tú fuiste mi primer amor, pero estás en mi recuerdo. Ahora en mi mente está Aeolus...
— Él lastimó a tu padre, te robó de mi lado y ESO NI SIQUIERA TE IMPORTA
— No quiero lastimarte Roberto, pero es lo que siento y es justo que tú lo sepas, para que no sigas ilusionándote de algo que no es y nunca será
— Eres una egoísta, solo piensas en ti, en lo que tú sientes y que es mejor para ti... pues es obvio, él es un semidiós, es poderoso y se cree superior que todos, pero en el fondo es un cobarde, al igual que tú
— Roberto ya tengo que irme — Clara trataba de zafarse
Roberto desesperado la vuelve a abrazar, sus ojos no podían contener las lágrimas que brotaron como ríos caudalosos.
— No Verónica... perdóname... solo dame una oportunidad...
— Roberto, déjame por favor... para mí esta decisión no es fácil, me duele demasiado verte, así... por favor, no sigas — Clara comienza a sollozar al ver al que alguna vez amo, llora desesperadamente por su culpa.
— TE LO SUPLICÓ, QUÉDATE CONMIGO, HARÉ LO QUE TÚ QUIERAS, NO ME IMPORTA HUMILLARME...
Por unos minutos, Clara lo mantuvo abrazado, acariciando su espalda y sintiendo cómo él seguía llorando encima de su hombro. Ya Roberto dejo de forzarla, y ahora sufría por él, no esperaba ver esa reacción. Toma una de sus mejillas y las acaricia.
— Perdóname Roberto, quiero que seas feliz, tú continuarás y me olvidarás.
— Verónica, si tú te vas, te llevas mi vida, porque tú eres el amor de mi vida, si me dejas, ya no quiero seguir
— Por favor Roberto, no me digas eso, sé que esto es doloroso, pero el tiempo te ayudará a sanar...
Roberto súbitamente deja de llorar, tenía una mirada seria y triste. Clara aprovecha este momento para marcharse y se dirige a la puerta, era mejor que estuviera solo y pueda digerir lo ocurrido.
Roberto la deja ir y al verla cercana a la puerta vuelve a decir.
— Preferiría morir a tener una vida sin ti...
— Adiós Roberto — Responde Clara y cierra la puerta)
Al estar en el carruaje, ella vuelve a llorar, decirle adiós a su primer amor, fue muy difícil y dolía más de lo que pensaba, pero se sentía tranquila en que fue lo correcto. Pero su mente seguía pensando en las palabras de Roberto.
Ya por la noche, Clara se paseaba por los pasillos de su casa, estaba preocupada, la mirada de Roberto le transmitía algo malo, algo peligroso, pero no creía que pudiera cometer una locura... ¿O sí?
— ¿Qué pasa Clara?, deberías ir a dormir — dice su madre al ver a su hija rondar por el pasillo.
Madre, tengo un mal presentimiento, Roberto no se tomó a bien lo que le dije esta
tarde.
— Si te hace sentir mejor, vamos a su casa, pero te aseguro que está bien... pero un mal presentimiento es mejor escucharlo.
Tomaron el carruaje y viajaron de manera rápida a la mansión de los Leduc. El padre de Clara fue con las mujeres, a pesar de que desconocía el motivo de estas, creyendo que su hija quería visitar a su antiguo prometido porque lo extrañaba.
Al llegar a la mansión, el Señor Leduc los recibe con bata de dormir y saluda a sus amigos.
— Señor, no vengo en visita de cortesía, estoy preocupada por Roberto, pienso que algo malo le ocurre — dice rápidamente Clara y de
manera desesperada.
— Mi pequeña, al fin recuerda lo enamorada que estaba de tu muchacho — Sonríe Jorge a su amigo.
El señor Leduc se ríe a carcajada.
— Tranquila, vamos a verlo, está en su habitación, estará muy feliz de verte
Clara sentía que todos estaban tan tranquilos y solo estaban bromeando, ella era la única que sentía desesperación, quería que caminaran más rápido, pero no apresuraban el paso, así que ella comienza a empujar involuntariamente al Señor Leduc.
— Calma muchacha, realmente estás desesperada por verlo, eso le gustará mucho a Roberto — ríe el señor Leduc
Todos queda en un silencio terrorífico cuando se están acercando a la habitación de Roberto y escuchan un ruido seco de madera y un corto quejido. Pronto todos corren a la habitación y abren la puerta rápidamente. Lo que vieron aterrorizó a todos los presentes.
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