Cap8: La taberna y la anciana

Con el dinero ahorrado hasta por las nubes pero no gastando mucho por el pinche codo de Damián, neta Damián ya deja de ser tan tacaño que pareces regiomontano (yo también lo soy ogetes), ambos habían decidido darse cierto lujo ya que finalmente los días libres en sus trabajos habían coincidido ese día, aunque Damián quería seguir explorando la cuidad Javier gano para decidir a donde ir en un juego de piedra, papel o tijera bueno, originalmente lo había ganado Damián pero Javier le metió tal putiza que Damián le cedió la victoria, cada uno llevaba una bolsa con 70 Warles cada uno.

-Javier, entiendo que desde hace bastante rato no has experimentado pero no creo que sea necesario en estos momentos -Mencionó Javier con cierto nerviosismo y temerosidad en sus palabras mientras era arrastrado contra su voluntad por Javier -Además... ¡No quiero ir!

-Ya pinche herbívoro, no te preocupes, no creo que sea tan malo, además no te va a pasar nada ya que voy a estar cuidándote la espalda... O por lo menos siempre que me mantenga conciente -Diría Javier con emoción y sin muchas dificultades arrastraría a Damián hasta donde el quería ir.

Una vez nuestros dos protagonistas habían llegado al lugar destinado, mediante la pura memoria de mercante que tenía Javier, se encontraban frente a frente a lo que sería una taberna llamada "El grupo marrana"... Aunque Damián simplemente se encontraba bastante frustrado, Javier solamente se estaba riendo un poco por la coincidencia que había ahí.

Al entrar se encontraron con prácticamente un desmadre en todo el bar, al parecer varias personas habían coincidido con el "día libre", varios hombres salían disparados por los aires al igual que los tarros de cerveza lanzados con gran habilidad por los camareros como si no fuera la gran cosa, liquidos de dudosa procedencia desparramados por el suelo y paredes, marcas de quemaduras en los muebles y la madera, personas que se encontraban malheridas en el suelo por alguna razón, personas que aprovechaban para robar algo de comida de los demás, algunos incluso estaban apostando en una pelea entre yartarios que se dió por casualidad, los yartarios con una especie de rata del tamaño de una ardilla, estas son complemente ciegas y se guían por la sensibilidad de magía, son extremadamente salvajes, tienen marcas de color azul por todo su cuerpo iniciando desde su cabeza, su cola es mas pequeña y gruesa... Simplemente todo era un frenesí interminable aunque notablemente Javier no se veía tan preocupado, solamente se limitaba a esquivar los tarros de cerveza y los diferentes hechizos lanzados por magos ebrios, Damián por su parte... El no la estaba pasando tan bien.

-¡Te dije que era una mala idea! -Decía Damián mientras trataba de evitar todo eso aunque realmente solamente se agachaba y seguía a su compañero.

-¡No te escucho! ¡Los gritos de estos weyes son demasiado fuertes! -Gritó Javier con total serenidad y apesar de esto no se escuchaba mucho lo que quería decir pero sin perder mucho tiempo se sentaría en la barra.

-¿Qué quiere que le sirva jóven? -Preguntaría un hombre de al parecer unos 35 años, el cuál vestía una ropa sencilla como la de la mayoría de los del pueblo, solamente que tenía una especie de parche en un costado de su camiseta el cual era un cerdo con una botella de vino en el osico.

-¡Dame la chingadera mas pinche fuerte que se carguen! -Dijo Javier sin mas, soltando un notable acento ranchero, mientras dejaba caer la bolsa de Warles que tenía consigo sobre la barra.

Al oír eso por una pequeña fracción de segundo de calma en todo el bullicio, todos en el bar mirarón a Javier algo extrañados, unos se estaban cuestionando por su extraña forma de hablar mientras que otros solamente se querían hechar a reír por ver a alguien tan joven tratar de aguantar eso, a causa de todo esto Javier lo notaría y no hacía mas que aumentar mas y mas la tensión.

El cantinero miraría seriamente al joven pero no le daría ningúna palabra, solamente para así tomar 40 Warles de la bolsa y se iría a buscar al almacén, después de unos minutos este se dirige la barra para así poner sobre la mesa una botella pequeña de alcohol de color negro con el nombre de "El doird", los clientes miraban expectantes a Javier mientras que Damián se moría de la vergüenza estando a un lado de su compañero... pinche pu-.

Javier sabía que le estaban mirando lo cual no le molestaba mucho y simplemente les ignoro y comenzaría a beber directamente de la botella.

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Al día siguiente, Javier había despertado con una increíble resaca de la cual poco a poco se estuvo recuperando al estar acostumbrado a esto, lentamente comenzaba a observar a su alrededor, ya no se encontraba en el bar y era la madrugada de lo que se encontraba en ese mundo, estaba donde parecía ser las afueras de la cuidad, algo que realmente no se esperaba y no solo eso, sus ropas estaban rasgadas, tenía algunas cortadas por sus piernas y no tenía la bolsa de Warles en su cinturón, pero de todas formas Javier ya ha estado en situaciones similares por lo que logró mantener la calma.

El joven comenzaría a caminar a lo que parecía ser una de las casas mas alejadas del centro y preguntando no perdería nada, por lo que tocaría la puerta apesar de que es la madrugada.

Lentamente una mujer mayor comenzaría a abrir la puerta, esta parecía haberse despertado recientemente, medía un poco menos que Javier y parecía sonreír un poco por las canas de su vejez -¿Qué se le ofrece? -Preguntó ella con una voz desgastada y baja mientras miraba a nuestro protagonista.

-E-ehm, disculpe ¿Sabe dónde podría encontrar una "Sucursal Voi" o la "Asociación de Mercenarios"? -Javier se había desconcertado un poco al ver a la señora ya que por un momento vio en ella a su abuelita que era físicamente similar a ella.

La anciana miró con detenimiento el estado en el que se encontraba Javier –Sí, de hecho, yo antes era una mercenaria de hecho, pero en tu estado no creo que puedas durar mucho, te terminarán dañando mas de lo que estas, por favor, pasa unos momentos –Dijo la anciana mientras dejaba la puerta abierta para que Javier pudiera pasar.

Javier fácilmente podía irse sin mas pero incluso con su experiencia en combate callejero no podría defenderse fácilmente por lo que aceptaría la propuesta humildemente hecha por la anciana y pasaría hacía la casa de ella.

Después de un rato de ser atendido de sus heridas y de haber cosido su ropa, seguiría cona resaca por lo que estaría un poco irritado aunque le daba curiosidad aquella señora.

–Me sorprende que alguien como un mercenario haya llegado a tal mayoría de edad –Dijo Javier mientras se encontraba sentado en uno de los sofás de la sala.

–Bueno, cuando era mas joven era alguien demasiado dura y fuerte... –Diría ella mientras con lentitud empezaba a tomar un poco de té de algunas hierbas –Ademas yo tenía un dicho... Si te mueres... Eres gay.

–Pfft-  –Casi un segundo después Javier quería echarse a carcajear por lo que la señora acababa de decir, pero por respeto y además por qué le recordaba a su abuelita se mantuvo en silencio.

–No te preocupes por guardar silencio, ya se han reído antes –Esta diría con total honestidad mientras dejaba su taza en la mesa –Joven... Déjame preguntarte algo... –Pondría una mirada totalmente seria, dejando su faceta de anciana sabia.

Notablemente se pondría un poco nervioso, acababa de plantearse la idea de que posiblemente aquella señora era una clase de bruja o algo así, tensando su cuerpo y poniéndose alerta contestaría –Adelante...

–¿Las quesadillas son con o sin queso? –Diría seriamente la señora, usualmente las personas le contestarían con un "¿Qué es eso?" Pero si contestaba bien, confirmaría su teoría con el muchacho.

–Con queso, obviamente, si no, no se llamarían quesadillas en primer lugar –Contestó Javier casi por instinto, después de momentos se cuestionó porque ella lo había preguntado.

–Je... Así que si lo eres... –Esbozaría una leve sonrisa mientras mientras se levantaba y miraba seriamente a Javier –Escuchame bien, te tengo que contar algo... Yo era una joven enfermera en el año del 2018, nací en el estado de Veracruz pero por un extraño accidente perdí la vida, pero por alguna extraña razón renací en este mundo, si quieres sobrevivir y además entender lo que sucede en este mundo tendrás que hablar conmigo –Terminó de hablar la anciana mientras miraba como Javier comenzaba poco a poco a juntar las piezas en su cabeza, se tomaba su tiempo.

–¿Me esta diciendo que existen otros como yo? ¿Y cómo supo que soy mexicano en primer lugar? Nisiquiera hablamos mucho para que usted notara mi acento –Dijo Javier un poco desconcertado mientras se levantaba de golpe.

–Supuse que si, si ambos estamos aquí debe ser por algo y contestando tu última pregunta... Mira tu color de piel –Mencionó la señora mientras miraba a Javier.

–¿Qué tiene que ver e-? ¡Óigame! ¡¿Tiene algún pinche problema con mi color de piel?! ¡Estoy seguro que muchos se pelearían por este cuerpo mo-! –Javier seso sus palabras al notar como la anciana levantaba su mano para callarle.

–No tengo nada contra tu color de piel, solamente ese color es algo inusual en este mundo, casi todos aquí como ya has visto, son güeritos pero tu no lo eres y por eso lo noté –Dijo condescendientemente la anciana.

–Ahora que lo pienso bien... Es cierto –Dijo Javier algo extrañado mientras se miraba así mismo con mas detalle –¿Quién es usted?

–Soy Sonia, pero llámame por mi nombre dado en este mundo, Xarah –Dijo con una sonrisa la doña mientras miraba a los ojos a Javier.

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