Ceremonia A Los Malos Recuerdos

Kaudan: ¿En serio capturaste a Tapu Koko?

Yo: - pensando - ¡Tilo! ¡Deberías de haber mantenido la boca cerrada! Él no estaba allí.¿En qué momento se lo conté? ¿Habrá sido Lylia? Sinceramente, lo dudo. ¿Ahora que hago? ¿Qué pensará? ¿Estará enfadado? ¡¿Me odiará?!... Tranquilízate, eres el campeón, has viajado a otra dimensión y estás trabajando con la Interpol, puedes con lo que vaya a venir.

Asentí levemente la cabeza, aún asustado. Hubo unos largos segundos de silencio, hasta que Kaudan estalló en carcajadas.

Kaudan: Vaya, vaya Tilo. Parece que tienes una fuerte competencia para convertirte en Kahuna.

Tilo: - asiente - Me esforzaré para conseguirlo - se gira hacia mí -, aunque volver a tenerte como rival no me molesta en lo absoluto.

Yo: Entonces... ¿No estás enfadado?

Kaudan: ¿Por qué iba a estarlo? Creo que Tapu Koko se lo pasará en grande viajando contigo. Además, ya lo vi cuando combatiste contra Guzmán.

Yo: Supongo que tienes razón - observando atentamente la Masterball donde capturé a Tapu Koko.

Tilo: ¿Puedo preguntar a que viene el cambio de look?

Yo: Intentaba pasar más desapercibido. En cuanto llegue a casa me pondré mi ropa habitual.

Tilo: Lo entiendo con la ropa, ¿pero de verdad crees que era necesario dejarte barba?

Yo: Simplemente se me olvida.

Tilo: Bueno, vayamos al grano. Yo también quiero hacerte una pregunta: ¿Tú sabes que es lo que está pasando? En las noticias no paran de salir cosas raras, que si árboles partidos a la mitad, que si Æther cerca de lugares con actividad paranormal, un extraño cohete, gente siendo hospitalizada en Æther...

Yo: No, no se nada.

Tilo: Muy bien, te creo.

Estuvimos un buen rato hablando. Cuando ya empezaba a anochecer, volví a mi casa y pude dormir bien gracias a las pastillas contra el insomnio. Estaba demasiado ocupado, pero ya iría al médico cuando acabase todo esto de los Ultraentes.

Ya al día siguiente, me despertó mi madre avisándome de que Tilo quería verme. Me puse mi camisa blanca de rayas azules, mi gorra negra con azul y el resto de mi vestuario característico, aunque lo hice algo malhumorado, no me gusta que me despierten y menos viniendo de una temporada sin dormir.

Se ve que lo único que quería Tilo, era ir a Ciudad Hauoli a por malasadas. Aún algo molesto, decidí acompañarle.

De camino, se encontraba la escuela de entrenadores. Me quedé quieto en aquel lugar, recordando como empezó todo. Nadie hubiera pensado que aquel chico, que ni siquiera tenía un pokémon para combatir, acabaría convirtiéndose en el mejor entrenador de Alola. La satisfacción de ver todo mi recorrido rápidamente fue eclipsada por los dolores de cabeza.

Tilo: Que, ¿te trae recuerdos?

Yo: Sí, y no me gusta.

Tilo: Vamos, aquí me conociste a mí, a Selene y a... ¿Cómo se llamaba el que te entregó a Sauron?

Yo: Istvan.

Tilo: Sí, ese. Tampoco estuvo tan mal, ¿no crees?

Yo: No, mal no estuvo pero...

Mi visión poco a poco se iba oscureciendo. Aún cuando Tilo me llamó, sentí que estaba medio dormido, ausente mentalmente.

Tilo: Venga, vamos a dentro.

Yo: ¡Espera! ¿Por qué íbamos a ir aquí? Ya hemos cumplido los 14, la edad para convertirse en entrenador y nos hemos graduado, no tenemos ningún motivo para volver aquí.

Tilo: ¿No te acuerdas? Al empezar cada curso se hace una ceremonia para los graduados.

Yo: ¡Traidor! ¡Sabías de sobra que no quería venir! Ya te lo dije en su momento.

Tilo: Vamos no te pongas así - me agarra del brazo y me arrastra con él hacia dentro -. ¡Venga! Te están esperando. ¡Vas a ser la estrella de la ceremonia!

Recorrí las instalaciones dejándome arrastrar por Tilo. Siendo sincero, mi mente estaba en otro lado, en mis recuerdos, el punto de encuentro con la sombra informe.

Yo: Tenía ganas de verte.

Sombra: Lo sé.

Yo: ¿Por qué me haces esto, Darkrai?

Sombra: ¿Cómo pretendes engañarme si no puedes ni engañarte a ti mismo?

Yo: ¿A qué te refieres?

Sombra: Yo no soy Darkrai, y lo sabes mejor que nadie.

Yo: ¡Claro que lo eres!

Sombra: ¿El pokémon que sumerge a las personas en una pesadilla eterna causándote insomnio? Es más que obvia la contradicción y tú no eres alguien tan idiota como para no darte cuenta. Sólo te estás creyendo tu propia mentira.

Yo: ¡Cállate! ¡Estoy cansado de necesitar una pastilla para dormir y de que el recordar me cause dolores de cabeza! ¡Detenlo de una vez!

Sombra: Elio, creo que los dos sabemos la verdadera causa de eso.

Al menos yo no la sabía.

Sombra: Elio, sí lo sabes.

Yo: ¡Ya he tenido suficiente! ¿¡Cómo salgo de aquí?!

Sombra: Cálmate. Eres una bomba de relojería. Ahora descargas tu rabia sobre mí, pero puede que en un futuro te desquites con una persona.

Yo: ¡No me digas que me calme cuándo estoy así por tu culpa!

Sombra: No me refiero a eso. Tienes que relajarte y dejar a tu mente descansar. La estás destrozando y te niegas a aceptarlo.

Yo: ¡Es ella la que me está destrozando a mí!

Hice un esfuerzo por calmarme y me senté a respirar con tranquilidad.

Sombra: Busca recuerdos que te hagan sentir bien contigo mismo. Tú deberías saber cuáles son.

Yo decidí hacerle caso. La mayoría de recuerdos solo me causaban una angustia sin que yo supera porque...

Sombra: Eso no es cierto.

Yo: ¡Silencio! Y deja de interrumpir mi narración, por favor.

Pensé en mi rivalidad con Gladio y Tilo y en todas aquellas veces que ayudé a Lylia y conseguí relajarme y empecé a escuchar la voz de Tilo llamándome. Estaba empezando a despertar, pero justo entonces la sombra informe decidió decirme su frase característica.

Sombra: No debes olvidarla, no debes olvidarte, no debes olvidarme y, sobre todo, no debes olvidarles.

Yo: Sí, sí, lo que tú digas.

Logré despertar y vi como Tilo y Sauron, que había salido de su pokeball me zarandeaban para intentar despertarme de mi trance. Me costó unos minutos convencerles de que estaba bien y sólo entonces me detuve a mirar a mi alrededor. Aún seguía sin gustarme estar allí, pero mi cabeza ya no me dolía. No entiendo por qué la sombra informe decidió ayudarme, pero sin duda se lo agradezco.

Una vez ya ambos estábamos en condiciones, entramos a la sala con nuestros antiguos compañeros de clase. Fue bastante incómodo ver como todos me llamaban campeón. Hacía tiempo que no los veía, y tampoco tenía intención de verlos. Me hicieron muchas preguntas que yo evadí con respuestas cortas, no me apetecía charlar con ellos. No sé cuál era la intención de Tilo, me decía que no los tratará así, pero después me ayudaba a alejarlos y a evitar preguntas.

Llegó el momento. Uno a uno, todos subían, eran felicitados y se sentaban en unas sillas colocadas al fondo del escenario. Poco a poco el número de personas en la sala se reducía, hasta que sólo quedamos Tilo y yo.

Yo solo estaba presente en cuerpo, mi mente divagaba en este corto y largo recorrido. La ilusión de obtener a mi primer pokémon a manos de Istvan, la satisfacción de defenderme en algunos combates en la escuela, mi incorporación al Team Skull, la amistad que formé con Tilo, la vez que conocí a Lylia y Nebulilla y Tapu Koko me salvó de una muerte segura, la primera vez que vi caer a un compañero, la primera prueba que superé, la primera Gran Prueba que superé... Todos esos recuerdos invadían mi mente. Sin duda, es una experiencia inolvidable pero... ¿Valió la pena? Aún sufría un poco de dolor al recordar eventos del pasado, pero al menos ya no es nada grave.

Aún sin encontrar la respuesta, volví al mundo real tras un pequeño balanceo provocado por Liam. Él nos acompañó al escenario. Caminábamos hacia el centro, donde estaba la directora, en un sorprendente silencio. Sólo se podía escuchar a los más jóvenes hablar y a los más mayores susurrar. Pude ver varias caras conocidas y varias caras nuevas. Detrás de nosotros, estaban mis compañeros de clase y de curso. Nos mandaban ánimos a través de gestos como el imprescindible pulgar hacia arriba. Sonreí de la manera más natural que pude, que apuesto a que se seguía viendo muy forzado, y llegamos al centro con la directora.

Todo pasó más rápido de lo que pensé. No hubo ningún contratiempo. No hubo ninguna molestia. Antes de que siquiera me diera cuenta, ya estaba sentado atrás con el resto.

Poco después, la ceremonia acabó y pudimos salir de aquel lugar. Tilo y yo caminábamos por uno de los pasillos, a punto de llegar a la salida. Entonces, escuché a alguien mencionar mi nombre y me acerqué a ver.

Chico: Sí, Elio estaba muy raro la última vez que le vi.

Chica: Ya... No sé que le pasa.

Chico: Yo tampoco. Pensé que igual a ti te lo contó cuando Guzmán lo dejó en tu casa.

Por lo que dijo el chico, la chica con la que hablaba debía ser Selene.

Selene: No. ¿Cómo sabes que estuvo en mi casa?

Chico: ... Me lo contó él. Luego deberíamos preguntarle a Tilo. Si no se lo ha contado tampoco a él, lo más seguro es que no se lo haya contado a nadie.

Entonces pude ver como Tilo se acercaba a mí, por lo que, antes de que desvelase que yo estaba espiando la conversación, me acerqué e hice como si no hubiera escuchado nada.

Yo: ¡¿Istvan?!

Istvan: ¿Qué tal pequeñajo?

Yo: Pues... Bien, ¿pero qué haces aquí?

Istvan: ¿Qué crees que hago en una escuela? Aunque no lo parezca, estoy estudiando.

Yo: ¿A sí?

Selene: Sí. Está preparándose para ser profesor de combate.

Yo: Estoy seguro que serás el mejor.

Istvan: ¿Tú crees? Ojalá mis alumnos sean tan buenos como lo fuiste tú.

Yo: Gracias.

Istvan: El año que viene me voy a no se qué región para trabajar junto a un profesor de combate. Dicen que es una gran escuela. ¿Crees que allí creerán que entrené al campeón?

Selene: No quiero faltarte el respeto, pero no, y menos si mencionas que es el de Alola.

Yo: Es verdad. A los de Alola nos tienen olvidados.

Tilo: Oye, ¿os apetecería venir a Hauoli a por malasadas?

Selene: Claro que sí.

Istvan: ¿No os importa que vaya?

Tilo: ¡Claro que no! Los amigos de Elio también son nuestros amigos, ¿verdad Selene?

Selene: Yo no lo diría así, pero no me importa. Elio me ha hablado muy bien de ti, Istvan.

Yo: ¿Lo de las malasadas era verdad?

Tilo: No, pero os he visto tan charlatanes que creí que sería buena idea comer algo todos.

Yo: Ah, vale. Y tú, ¿no estás estudiando?

Istvan: Es la ceremonia, nadie se dará cuenta.

Selene: Pero yo... Yo no tengo excusa y en mi clase sí les importará. Tendrá que ser otro día.

Yo: Vaya, es una pena.

Istvan: Pues nada, vamos para allá.

Y así, los tres fuimos tranquilamente a Ciudad Hauoli. Estar junto a ellos me hacía sentir en calma y me relajaba, por lo que incluso en la caminata pasé un rato agradable.

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