10. Agarrando el toro por los cuernos

En ese momento solo faltaba hacer un buen plan para que Lucho invitara a Lina a salir. ¿Pero cómo lo lograrían? 

A Camila se le ocurrió la idea de conocer un poco más a su prima y sacarle más información sobre Lucho, así que después del salón, invitó a las gemelas a Patti Gelatería, aprovechando que sería la ocasión especial para que ahora fueran ellas las que probaran algo nuevo.

Al llegar no había muchas personas, como era normal un jueves en la tarde. Ella ordenó un frappé de Baileys y sus primas un bocato di cardinale y un tiramisú

—Seguro que si ahora Crusho te ve, se muere —dijo Camila.

—¿Crusho? —preguntarón las gemelas al unísono. 

—Cuando tu crush se llama Lucho, es inevitable.

Todas rieron por la ocurrencia.

—¿Te parece? Yo creo que quedé muy normal, ¿no?

—Ay, no digás eso, que volví a quedar en la ruina en ese salón.

—¿Digás? Ya estás hablando como un valluno que se respete —se burló Luna.

—Ah... pues... ¿de dónde soy? —se defendió Camila.

—Es que es muy raro oírte hablar así. Antes eras como muy modosita, hablando con palabras raras en inglés y ahora toda valluna poniendo acentos en la última sílaba —rio Luna.

La mesera llegó con el pedido y lo acomodó sobre la mesa. Todo se veía tan bien presentado y delicioso que a todas se les hizo agua la boca.

—Bueno, ya yo probé las delicias de Cali, ahora ustedes prueben las delicias del sur de Cali —dijo Camila.

Muy contentas, las gemelas metieron sus cucharas en sus postres y al probarlos, su lengua se deleitó en el sabor de postres que no habían probado jamás. 

—Delicioso, ¿no?

—¡Uy, sí! ¡Riquísimo!

—¡Ay, cuánto te extrañaba frapecito! —le dijo Camila a su bebida como si se tratara de un novio al que hace mucho tiempo no veía. 

—¿Hace cuánto no venías?

—Desde que me fui a vivir con ustedes. Antes venía acá una o dos veces por semana, con mis amigas o mi novio.

—Nunca nos has contado de ese novio —dijo Lina.

—Es que ni vale la pena. No fue un novio, fue una pérdida de tiempo.

—Y tampoco te han ido a visitar tus amigas...

Camila dejó de escuchar cuando descubrió el por qué de esa afirmación. Alejandra acababa de entrar con Thiago a la gelatería, y se sentaron en una mesa en la parte de afuera. Camila sintió como si le hubieran echado encima un balde de agua fría al ver que su ex y su supuesta mejor amiga se besaban.

—¿Estás bien? Como que te pusiste pálida —señaló Luna.

Camila pensó si sería correcto contarles qué era lo que estaba pasando, o solo arruinaría la agradable tarde que estaban disfrutando. Sus primas insistieron en preguntarle si todo estaba bien, estaban realmente preocupadas, así que Camila se conmovió por ellas y se enterneció con dicha preocupación.

—Afuera acaban de sentarse mi ex novio con mi ex mejor amiga. ¡Pero no miren!

Demasiado tarde llegó esa advertencia, pues Camila no había terminado de decir «afuera» cuando las gemelas ya habían girado sus cabezas como si fueran lechuzas.

Alejandra se dio cuenta, claro, y al ver que quien estaba sentada con las gemelas que la miraban con ojos de tarsero era Camila, le rogó a Thiago para que se fueran de ahí. 

Lento como él solo, el muchacho no entendió que era lo que su nueva novia le pedía, pero tuvo el impulso de mirar al rededor y encontrarse de frente con la mirada fija de Camila, que tenía tanta rabia que no fue capaz de apartar la mirada.

 —¡Ya nos vieron! ¡Y se pusieron nerviosos! —afirmó Luna, conteniendo su voz para no levantarla demasiado por la emoción.

—Pues ¿cómo no nos van a ver? Si ustedes están viéndolos como si hubieran comprado tickets VIP para el show... —dijo Camila nerviosa y algo molesta.

—Se están levantando... La mesera se acerca... Seguro van a cancelar el pedido y se van a ir... —interrumpió Lina.

—¡Deja de narrar todo! 

—¿Vas a dejar que se vayan así no más? ¿Ni si quiera vas a ir a ponerlos incómodos?

—¿Incómodos? Morados, es que les voy a poner los ojos de la rabia que tengo...

Las gemelas rieron, aunque no mucho pues la mirada de Camila tenía toda la pinta de comprobar que sí sería capaz de ir a pegarles.

Alejandra y Thiago empezaron a alejarse de la mesa y Camila se levantó de golpe de su asiento, aunque no se movió. Sabía que era su única oportunidad para ir a enfrentarlos y estaba decidiendo si valía la pena hacerlo. 

Sí, claro que valía la pena. 

—Mi mejor amiga y mi ex... sí debí suponerlo —dijo en voz alta cuando se acercó a la pareja.

—¡Cami, hola! No te habíamos visto... —se disculpó Alejandra separándose inconscientemente del muchacho.

—Me imagino que es difícil ver a quien se volvió invisible para ti ¿no?

—¿De qué hablas, amiga?

—Yo ya no soy tu amiga. Y ni siquiera les preguntaré si andan juntos porque es evidente. ¿Después de decirle idiota, amiga? ¿No que se le notaba lo perro desde lejos y que se metería con cualquiera? Sí, ya veo que tenías razón, sí se metería con cualquiera —dijo Camila recordando lo que habían hablado en el salón de clases, cuando su amiga habló pestes de Thiago.

Alejandra se puso visiblemente nerviosa, volteó a mirar a Thiago a ver si la defendía o por lo menos la apoyaba, pero el muchacho ya estaba a veinte metros de ellas, subiéndose en su carro.

—Ay, amiga... Cálmate... Veo que vivir con los pobres te ha vuelto muy agresiva.

A Camila le hirvió la sangre. Apretó los dientes con fuerza y se clavó las uñas dentro de su puño. 

—Agradece que ser pobre me ha abierto los ojos y me ha enseñado que la gente como tú no vale la pena. Gracias a ti y gracias a ellas, —Señaló a sus primas quienes la miraban estupefactas—, ahora puedo diferenciar qué personas valen la pena y quienes no. Suerte en la solitaria vida que te espera. 

Alejandra quedó petrificada viendo cómo su antigua amiga regresaba a su mesa. Se disculpó con la mesera por cancelar el pedido y salió corriendo para subirse al carro de Thiago. 

Camila se sentó con sus primas y se dio cuenta de que su frappé se había derretido, y eso sí la hizo llorar.

Sus primas la consolaron, abrazaron y pidieron otro frappé que pagarían ellas. Aunque no dijeron nada, ambas pensaron que lo que le había dicho a la otra muchacha era lo más bonito que le habían escuchado decir desde que la conocieron, y se alegraron un poquito por eso. 

El ascensor ya estaba llegando al noveno piso y las muchachas iban en silencio, como habían estado desde que salieron de la gelatería. Las gemelas estaban preocupadas por que Camila perdiera otra vez el buen ánimo que había tenido los últimos días, y regresara a encerrarse en el baño por largas horas, pero tendrían que esperar para ver qué pasaba. 

Luna sacó las llaves del apartamento y al abrir la puerta, gritó del susto al ver a Sebastián en la cocina.

—Hola, niñas —las saludo de buen humor. 

—¿Qué hacés aquí a esta hora? —preguntó Luna.

—¡Hola, papi! —A Camila le dio alegría verlo, aunque luego se preocupó pues faltaban varias horas para que su papá saliera del trabajo. —¿Está todo bien?

—Sí, y de hecho te tengo una sorpresa.

Tomó a su hija de los hombros y la giró para que viera quién estaba parada en el pasillo que llevaba a las habitaciones.

La muchacha sintió una felicidad genuina que se expandió por todo su cuerpo y borró los recuerdos de hacía un par de horas.

—¡Tía! —Dio unos cuantos pasos y le dio un abrazo a Alicia—. ¡¿Qué haces aquí?!

—Adelanté mis vacaciones unos meses para venir a visitarlos —contestó la mujer sonriendo.

Camila había sido siempre como una hija para ella, y durante el tiempo que vivió en Colombia pasaba más tiempo con la niña que su propia madre.

—¡Qué bueno! —Volvió a abrazarla—. Ay, perdón. Mira, te presento a Luna y Lina, mis primas.

Alicia se acercó a cada una y le dio un beso en la mejilla para presentarse. A las muchachas les cayó bien de inmediato.

—¡Qué bonitas! Ya veo que es de familia —dijo Alicia yendo de Lina a Luna, lo que hizo que les cayera aún mejor—. Bueno, pero sentémonos acá y te muestro lo que te traje. —Regresó a hablar con su sobrina.

Camila dio unos cuantos brinquitos emocionada, su tía siempre le traía regalos hermosos. Pasaron toda la tarde charlando, riendo y contando historias, poco a poco fueron llegando los demás miembros de la familia y la cena de esa noche fue la más divertida de todas. A todos les agradó Alicia, lo que no era para sorprenderse. Era una mujer alegre y amable que no había dejado que su estatus o dinero la volvieran arrogante. 

A Sebastián le encantaba tenerla en la ciudad, a pesar de que su presencia lo ponía un poco nervioso. Sin embargo, no era algo malo, era como volver a sentir las mariposas que hace mucho no sentía. Además era la influencia positiva que le hacía falta a su hija para que siguiera mejorando y adaptándose a su nueva vida. Y con su ayuda sería mucho más fácil darle la noticia que tenía que darle.

—Muchas gracias por la comida, estuvo deliciosa —agradeció Alicia.

—Ay, mija, y eso que si hubieras llegado un fin de semana habríamos preparado algo más especial —dijo Cecilia con sinceridad.

—No, si así fue entre semana, creo que un fin de semana me reviento.

Todos rieron ante el comentario y las gemelas se despidieron para alistarse para dormir. Sus padres también lo hicieron hasta que en la sala solo quedaron Sebastián, Alicia y Camila.

—¿Y qué planes tienes mañana? Podríamos hacer algo cuando salga del colegio.

—Claro, amor, vine a dedicarle todo el tiempo a ti y a tu papá. Me mandas la nueva dirección de tu colegio y paso por ti. ¿Te gusta la idea?

Camila saltó emocionada y acompañó a su tía hasta el parqueadero de visitantes, donde se despidieron con un fuerte abrazo. La muchacha se quedó un momento viendo como el carro de alquiler de Alicia se alejaba, y se alegró mucho de tenerla con ella un tiempo. 

Cuando iba de regreso al apartamento, se encontró en el ascensor con Lucho, y recordó su plan. Era momento de ponerlo en práctica.

—¡Hola! ¿Cómo estás? Tú eres Luis, ¿cierto? —le preguntó al muchacho con mucho entusiasmo y alcanzó a darse cuenta de lo nervioso que se puso.

—Sí, hola, Camila.

—¡Te acuerdas de mi nombre! ¡Qué buena memoria tienes! Me imagino que eres buen estudiante. ¿Cuál es tu materia favorita?

Luis tragó saliva. Eso era mucho menos de lo que había estado soñando en los últimos días, cuando Camila se colaba en sus sueños húmedos, pero a pesar de eso bastaba para ponerlo nerviosísimo. ¿Al crecer se le quitaría eso? Porque si no era así, podía ver su futuro de soltería claramente. 

—Eh... Matemáticas. Soy muy bueno con los números y...

—¡Ah! ¡Qué bien, eres justo la persona que necesito! —A Luis le temblaron las piernas—. Mis primas y yo estamos teniendo problemas con un trabajo de matemáticas, ¿será que tú nos puedes ayudar? Podríamos ir a tu casa, o tú venir a la nuestra... ¡sí, mejor en la nuestra! ¿Si puedes? Nos ayudaría mucho unas clases extra, incluso podemos pagarte...

—S... Sí... yo puedo, no hay problema.

—Súper, dame tu teléfono entonces y coordinamos. —Camila sacó su teléfono y guardó el contacto del muchacho.

Al llegar al piso nueve se despidieron, Camila iba feliz de poder hacer de Cupido y Luis caminaba entre nubes sin poder creer que Camila le hubiera pedido su teléfono para coordinar una cita, así fuera solo una cita de estudio.

La felicidad podía ser tan sencilla, se sorprendió Camila, aunque a veces sea tan difícil de alcanzar, como estaría a punto de comprobar.

Hola!!! Cómo les está pareciendo la historia?

Bueno, como la idea es que conozcan mi Cali bella a través de esta historia, y ya varias me han preguntado que son ciertas cosas, voy a darles una pequeña explicación en este apartado para que entiendan mejor y se contextualicen.

Lulada: Bebida hecha de limón y trozos de lulo. Súper deliciosa y buenísima para la sed (y más ácida que comentario de suegra)

Lulo: Fruta típica de Colombia (aunque también se da en otros países latinos). Ideal para hacer jugo.

Tarsero: Primate pequeñito y de ojos muy grandes que habita principalmente en Indonesia.

(jajaja la mismita cara que estaban haciendo las gemelas al ver a Camila peleando con sus ex)

Champús: Delicioso menjurje típico del Valle del Cauca, donde se encuentra Cali, que tiene maíz y piña principalmente. 

(Sí, sé que se ve como vómito pero de verdad es delicioso jajaja)

Bueno, creo que con eso abarco las preguntas que puedan tener, pero si tienen más, me cuentan. 

Besitos!!

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