Capítulo 18: Desasosiego
Kim Seok-jin subió a la oficina del jefe, decidido a insistir respecto a su idea de recuperar a Chlorine. No obstante, volvió a darle una negativa rotunda, aunque con mayores fundamentos y un tanto más sereno esta vez:
―Entiende. Ese bastardo ya ha hecho esto antes, y no es la primera vez que ella se ausenta por un largo período tampoco. Muchas de las chicas lo hacen también. Así que ya basta, no volveré a discutir esto ―ultimó, prácticamente echándolo de la habitación.
Una vez fuera, Jin suspiró y bajó desganado las escaleras. Incluso ya estando en su área, restregando el paño contra el vaso de cristal, haciendo que éste rechinase, tenía la mirada perdida, inmerso en sus pensamientos, sin poder dejar de reproducir en su cabeza las palabras que le había dicho Nam-joon la otra noche, como una cinta descompuesta: «No es bueno invertir tus emociones en un demonio... Es lo peor que le podrías hacer a tu yo humano». Seok bajó la mirada, dejó el maldito vaso en paz y apoyó con firmeza sus manos sobre la mesa, perpetuando las otras palabras que le había dedicado antes de abandonar su oficina: «Si por mí fuera, me olvidaría de la maldita deuda y te enviaría de una patada en el culo a tu mundo. Pero el velo está más fuerte que nunca debido a la aparición de Astarot y toda la energía irradiada por el entorno, causado por los portales que conectan con su dimensión al abrirlos. Pasará un buen tiempo hasta que se debilite de nuevo y puedas cruzar. Así que por favor, Seok-jin. No hagas estupideces ¡y facilítame la tarea de mantenerte a salvo, mierda!», espetó, dando un golpe con el puño sobre su nuevo escritorio negro.
Jin exhaló curvando el cuerpo hacia delante, casi tocando la mesa con su frente. En su interior comenzó a emerger una sensación extraña que le generaba conflicto.
―Hola hyung, ¿cómo te portas?
El barman levantó la cabeza, encontrándose al otro lado de la barra a Jung-kook, justo a tiempo para interrumpir sus pensamientos.
―Yo debería ser el que pregunte eso, mocoso malicioso.
―Relájate, no he venido a hacerte la noche pesada. ―Tomó asiento ―. Por hoy. ―Levantó el dedo índice ―. Solo quiero un trago, estoy sediento.
Y no exageraba, estaba empapado en sudor y un poco agitado, debido a que apenas bajaba del escenario. Ya era costumbre suya acercarse a beber luego de sus shows.
Se quitó con fastidio su chaqueta negra y tomó la parte superior de su camisa del mismo color, sacudiendo la tela para otorgarle algo de aire a su cuerpo, en lo que el mayor le preparaba algo refrescante, que a los pocos minutos depositó al lado de su mano, haciéndolo sonreír. Cualquiera que no lo conociera diría que es inocente e inofensivo, hasta tierno. Pero Jin ya no caería con esa fachada. Sabía que, incluso con esa carita, podría apuñalarte en la frente con un picahielos de repente si eso le placía. Le gustaría poder quedarse con ese Jung-kook que lo defendió a puño limpio de aquel demonio despiadado, pero noche tras noche, el desgraciado hallaba cualquier oportunidad para romperle las pelotas, figurativa, y no dudaba que literalmente pudiera ocurrir. Desde algo tan trivial como arrojarle alguna cosa al rostro o subir sus prendas para exhibir su torso desnudo, hasta esconder pequeñas chinches en su ropa o empujarlo por la espalda a algún vórtice para que no pudiera llegar a su trabajo ni tampoco al baño. Eso sin mencionar que parloteaba con otros demonios en su nombre, que luego venían a buscarlo. Jimin, Ho-seok y Taehyung habían tenido que auxiliarlo más de una vez. Del mismo modo, los dos primeros mencionados correteaban al menor de una punta a otra tratando de atraparlo para castigarlo, pero siempre se las ingeniaba para perderlos, hasta que Nam-joon decidía intervenir cuando la situación se volvía algo insoportable; de él sí que no tenía escapatoria. No fallaba. Y sabía que lo que realmente detestaba Jung-kook era estar quieto en un solo sitio y aburrirse, por lo que empleaba eso como castigo principal.
―Hyung, quiero preguntarte algo ―dijo de repente, luego de dejar el vaso vacío sobre la barra ―. Cuando tienes sexo, ¿siempre llegas al orgasmo?
Seok detuvo lo que estaba haciendo y se desestabilizó por unos segundos, mirándolo con los ojos bien abiertos, mientras que sus orejas tomaban color sin control. Hubiera esperado que soltara cualquier mierda, pero no eso en concreto.
―Ehm... sí ―respondió tímido, arqueando una ceja.
―¿Cuántas veces?
―¿Cuántas veces? ¡Una! Dos, con mucho tiempo y empeño. P-Pero eso puede variar tambié...
―¿Variar? ¿Cómo? ―indagó, alzando las cejas y posando sus grandes ojos curiosos en los suyos.
―Bu-Bueno... Hay distintos tipos de orgasmos. ―Desvió la mirada mientras hablaba. ―¿Por qué tanto interés? Eres un chico joven, ¿te estás volviendo impotente?
―¿Qué? ¡No!
Jin notó cierto rubor en sus mejillas, cosa que lo hizo reír a carcajadas, y es que no podía creer que había actuado de manera cínica ante él por primera vez, lo que redobló sus carcajeos, al punto de casi tentar al menor, quien se reprimía, llevando su lengua contra su mejilla dentro de su boca. En todo el tiempo que llevaba ahí nunca lo había escuchado reír, mucho menos imaginó que fuera tan contagiosa y estrepitosa, haciendo gran diferencia con su aspecto. Eso estaba bien por él, ya que últimamente lo veía deprimido por lo ocurrido con Astarot y Chlorine, y no le sentaba bien. Pensó que si lo fastidiaba más que antes podría distraerlo, pero dejar que se liberara de ese modo tampoco estaba mal. Después de todo, Seok-jin le caía muy bien, aunque nunca se le cruzaría por la cabeza decírselo. No era su estilo.
―Mira, ¿sabes qué? Dame otro trago y me iré a hablar con alguien más sucio y menos cruel que tú, ¿de acuerdo? ―Expuso con cierta sátira en su habla.
Jin meneó la cabeza y se aclaró la garganta, apagando la risa, aunque mantuvo su sonrisa: «¿Jeon Jung-kook diciendo algo como eso? Irónico», pensó.
Preparó luego no una, sino dos bebidas, ¿por qué? ¿Por qué no? Se relajaría y «no pensaría demasiado», como había expresado el chico frente a él con anterioridad.
Teniendo el cristal frente a él, dejó caer una pastilla rosada que pronto empezó a disolverse. Al igual que Seok-jin, también quería relajarse y disminuir su impulso así como su obsesión por la búsqueda de esa chica. Fue entonces que, de manera súbita, un mesero arribó, apresurado y trastabilló en el último paso. Jin por poco se ahoga en su primer pequeño sorbo, temeroso porque cayera, y se apresuró a dejar el vaso sobre la mesa, mientras que Jung-kook se giró y por poco le da un puñetazo en la cara al recién llegado por ese empujón que le había dado. El muchacho se disculpó, aunque depositó de manera descuidada la bandeja sobre la barra, que empujó los vasos de ambos. Le entregó una pequeña lista al cantinero en la que solicitaba unas cuantas bebidas exóticas y le rogó que se apresurara. Todavía con el ceño fruncido, Jung-kook desvió la mirada, y su semblante cambió radicalmente: había visto a una chica de cabello azulado, motivo por el cual se levantó de inmediato y corrió tras ella. Al mismo tiempo, Seok-jin ponía el último vaso sobre el recipiente del camarero, quien le agradeció, sonriéndole con dulzura y acariciando su mejilla, dejándolo congelado por unos segundos ante ese sorpresivo toque. En definitiva necesitaba beber YA. Resopló y sin mirar siquiera la barra tomó uno de los vasos e hizo fondo blanco, relamiendo sus labios después.
Al girar la cabeza vio que el joven demonio regresaba con gran frustración en su rostro. Se dejó caer en uno de los asientos frente a la barra y se llevó el vaso que todavía estaba medio lleno a los labios, e ingirió todo el contenido de una sola vez. Los tragos de ambos eran exactamente el mismo, fue por ello que ni siquiera protestó, solo bebió. Le dio una palmada un poco fuerte en el hombro a Jin, que lo hizo refunfuñar de dolor desde luego, y se marchó. Jin lo observó irse a paso desganado cuando percibió que ligeramente empezaba a ver doble. Restregó sus ojos y se palmeó una mejilla, consiguiendo recobrar la compostura. Paseó la mirada, y se sintió pequeño en ese lugar de repente, sin embargo, no se sentía alterado o adormilado, por el contrario, se sentía muy bien, animado y receptivo, tanto que una sonrisa calmosa se dibujó en su cara.
Jung-kook, por otra parte, no podía sentirse más ansioso. Recibió una propuesta de sexo por parte de una de las meseras, la cual aceptó, pero más tarde rechazó otras dos. Se sentía irritado y acucioso, incluso después de haberse enfriado con una ducha.
Si no podía encontrar a su chica de ensueño al menos podría intentar responder sus incógnitas respecto al orgasmo. Necesitaba platicar con alguien tan discreto como sucio, que, aunque pasara desapercibido, supiera al respecto.
―Oye, V. ―Abrió la puerta que conectaba con el callejón.
Plañidos y golpeteos fueron lo primero que acaparó los oídos y la vista de Jung-kook, dirigiendo su entera atención hacia un extremo, donde su compañero se encontraba teniendo relaciones con su Baby Doll contra uno de los grandes contenedores de la basura, enterrándose profundo y perseverante en ella, mientras encerraba su cuello con sus largos dedos adornados por varios anillos, y lamía por momentos la sangre que escurría, producto de las mordidas previas. Los ojos furiosos, frenéticos de ambos relucían débilmente en la penumbra de la noche y bajo la suave caricia de la llovizna.
―¿T-Te importa? ―Suspiró él, mirándolo con enfado y dando una embestida por cada palabra emitida.
―La verdad no.
―A... A mí tampoco, teddy bear.
―V, ¿a ti y a Baby Doll les cuesta trabajo llegar al orgasmo?
Los amantes se miraron por unos segundos, sin detener lo que estaban haciendo.
―Depende de muchos factores, Jung-kookie ―respondió ella entre suspiros.
Taehyung relamió sus labios y bajó los párpados, meneando la cadera y dando contra el punto exacto, haciendo que su chica jadeara, abriendo gratamente la mandíbula y volteando a verlo; él imitó su expresión juguetonamente. Ella se mordió el labio y tomó su cabeza para acercarlo y besar sus labios, pero un carraspeo por parte del espectador los detuvo.
―¿Sigues aquí? ¡Lárgate! ¡Vete a buscar tu orgasmo al baño! ―Le señaló la puerta con furia.
―¿No prefieres que hagamos el trencito del amor? ―dijo, trasladándose detrás de su amigo mientras silbaba, imitando el pitido de una locomotora ―. Te puedes quedar en medio ―le dijo con una voz más gutural, con los párpados bajos y reposando sus manos sobre sus hombros.
―¿Y por qué tengo que quedar yo en el medio?
―¿Pero qué dices, V? ―Colocó su dedo debajo de su mentón y atrajo su rostro hacia él ―, si te encanta estar en medio. Engullir por adelante y por atrás ―masculló sobre su boca y lamió toda la circunferencia de ese pequeño hoyo para estrellar lento sus labios contra los impropios.
―Ko-Kookie, no... ―Le dio vuelta el rostro.
―¿Qué...? Oye, ¿por qué me rechazas últimamente?
Hubo un breve silencio.
―¿Acaso es por...? ―Indagó, y abrió sus ojos de par en par al instante siguiente ―. Oh, rayos... E-Entiendo... ―Le dio una suave palmada en los hombros y se apartó.
―Lo siento ―dijo en voz baja.
―No. Yo lo siento.
Lo palmeó una última vez, en la espalda, abrió un portal frente a él y se marchó. La pareja por su parte, se apartaron el uno del otro. Baby Doll se giró y apoyó los codos sobre el contenedor de la basura.
―Teddy... Es raro verte rechazar a Jung-kookie. ¿Estás bien?
―Hagamos una pausa, ¿sí? La tengo flácida ahora mismo ―dijo, subiendo sus pantalones.
―Claro, hermoso. ―Acarició su mejilla ―. Iré a traerte algo para beber, ¿quieres?
Taehyung se sentó en el piso, sin importarle lo sucio o mojado que estuviese por la lluvia. Asintió ante la propuesta de su diablesa con una sonrisa apenas perceptible, y en cuanto oyó el golpe de la puerta estrelló su nuca contra el contenedor de basura a su espalda, y suspiró con frustración.
Al unísono, Jung-kook caminó por el cuarto piso en busca del resto de sus compañeros. Se filtró sigiloso en la habitación de Ho-seok, donde efectivamente lo encontró en su cama, aunque ya dormido, apegado a Melisa por la espalda, rodeándola con sus brazos y descansando gentilmente su cabeza contra su hombro, tocando su piel con los labios, por lo que optó por marcharse y probar con otra puerta.
―¡Suga-hyung! ―exclamó con euforia y una gran sonrisa, abriendo la puerta de par en par.
El referido estaba desnudo, con sus manos masajeando las caderas de su chica, a punto de adentrarse en su dulce agujero, mientras que ella posaba para él sobre la cama.
―Suga-hyung, ¿tienes orgasmos seguido?
―Número uno: ¿Quién carajos te dijo que puedes entrar así a mi dormitorio? ¡Y número dos...! ―Se quedó callado con su dedo en alto ―. ¿Qué mierda estaba diciendo? ―Meneó la cabeza, estacionando su dedo sobre su ceja.
―Jung-kookie-ssi te preguntó sobre los orgasmos, cariño ―lo ubicó Tellurium, acomodándose sobre el colchón.
―Cierto. Tengo muchos orgasmos, respiro orgasmos, me apodan orgasmo. ¿Es suficiente para ti?
Jung-kook frunció y apretó los labios. Sabía que si sonreía siquiera se le echaría encima para golpearlo.
―¿Estás pensando en mi gato muerto?
―¡¿Qué carajos, hyung?! ―Bajó los párpados, poniéndose a la defensiva.
―¿Y quién mierda eres a todo esto?
―Es Jung-kook, gatito.
―Cierto. ¿Puedes largarte de una vez? ¡¿Por qué todos parecen acordar para joderme cuando estoy por ponerla?! ―Expresó con fastidio.
―Tranquilo gatito. Entraremos en ambiente de nuevo, ¿sí? ―Habló Tellurium, abrazándolo por atrás y dejando un beso justo detrás de su oreja. Jimin le había dicho que eso siempre lograba apaciguarlo y hacer que se sintiera bien. Movió discreta su mano, haciéndole una seña gentil al joven para que se fuera, cosa que no demoró en hacer.
En el instante que Jung-kook cerró la puerta, la del cuarto de Jimin se abrió. Un muchacho a medio vestir salió despedido y se estampó contra la pared.
―¿Cómo te atreves a no decirme de antemano lo precoz que eres, hijo de puta?
Los ojos amarillos de Park Jimin brillando en la oscuridad del cuarto, eran un claro reflejo de su ira. Se asomó al pasillo, tronando los dedos de sus manos; llevaba puesta una camisa holgada, blanca, mientras que en la parte baja no tenía absolutamente nada. El menor lo observó con grandes ojos, atónito; era inusual verlo disgustado. No obstante, una sonrisa se ensanchó en su rostro al instante siguiente.
―¡Jimin-ssi! ―exclamó, corriendo hacia él y dándole una palmada en el hombro, que lo hizo quejarse un poco.
―¡Kookie! ―Cambió por completo la expresión en su rostro, apagando sus ojos también.
El chico que había sido arrojado logró levantarse y huyó de ahí tan rápido como pudo.
―Fuiste malo. Ser precoz es un problema grave.
―No me molesta que lo sea, me molesta que me mintió el muy infeliz. ―Se cruzó de brazos ―. ¿Y tú qué? ¿Haciendo de las tuyas de nuevo?
―Jimin, tu coges todo el tiempo, ¿verdad?
―Habló el international playboy.
―Ese título es reciente.
―Ay por favor, lo susurras siempre en tus sueños, embustero.
―Tú debes llegar siempre al orgasmo, ¿no?
―Oh sí. ―Alzó las cejas un momento ―. Aunque a veces no es tan fácil. Todo depende del estímulo y de la persona. ¿Por qué la pregunta? Después de la terrible orgía que tuviste en tu cuarto cómo no saberlo, international playboy. ―Meneó la cabeza de manera burlona, aunque Jung-kook prefirió ignorarlo.
―Las veces que tuve sexo no llego al orgasmo. Y si llego, no es pleno.
―Mmm... eso es un problema. ¿Chicas?
―Sí.
―¿Y con chicos? Aguarda. ¿Ni siquiera lo has tenido conmigo?
―Casi, pero como te digo, no a pleno.
Jimin se llevó una mano al pecho y se mostró sulfurado.
―Pero ese no es el inconveniente. Ambos géneros me excitan, es solo que...
―No llegaste a un orgasmo conmigo, me siento estafado e insuficiente. Arreglemos esto en mi cuarto ahora mismo. ―Lo tomó con firmeza de la muñeca.
―Me haces daño, sexópata desquiciado. ―Frunció el ceño ante el rudo agarre.
―¡Me ofrezco como voluntario de prueba! Por el bien de la sexología.
―¿Me estás siquiera escuchando, hijo de puta? ―Soltó su mano ―. Creo que estoy obsesionado con una chica. No he visto su cara, solo sus pechos.
―Vaya primera impresión. ―Se burló, conteniendo la risa ―. Pero ¿no es tierno? Jung-kookie, quien juega con la mente de todos, ahora alguien juega con la suya.
―No seas un imbécil.
―Soy franco, que es diferente. ―Continuó, apuntándolo con el dedo―. ¿Conoces algo llamado karma? Es delicioso.
―Púdrete, Jimin.
―Solo bromeo, idiota ―dijo entre risas ―. Todo está en tu mente, Kookie. Por lo pronto encuentra a esa chica y... no sé, cojan.
―Me dan ganas, sí.
―Oye, ¿no lo has intentado con Tae? Ustedes tienen mucha piel.
―V no ha querido jugar conmigo recientemente.
―¿No quiere? ¿Por qué?
―Tú sabes por qué... ―Lo miró circunspecto.
―Ya veo... ―Bajó la mirada.
―Ahora solo lo hace con Dolly, porque siente que con ella puede tener control de sí mismo.
―¿Estás celoso? ―preguntó, y sonrió travieso.
―¡Claro que lo estoy! Yo también quiero hacerlo con él, es divertido.
―Las cosas se han puesto difíciles en estas últimas noches, se han abierto viejas heridas... Dale un poco de tiempo, ¿sí? ―Posó su brazo sobre el hombro de su compañero ―. Lo que tú debes hacer es relajarte. ¿No me asaltas mis cosas a diario para robarte mis drogas? Tómate algo.
―Ah, tu pastilla rosada no resultó. Tomé una y no me hizo ni mierda.
―¿Hace cuánto la tomaste?
―Unos veinte, veinticinco minutos.
―Es imposible. Ya debería haber hecho efecto hace rato. O no la tomaste o...
En ese momento algo hizo clic de manera inmediata en Jung-kook, desviando la mirada y abriendo sus ojos cuan tarsero.
―Su... ¡PUTA MADRE! ―exclamó, llevándose una mano a la cabeza.
―Por Satán, ¿la madre de quién?
―Estaba con Jin-hyung y...
―Ay no... ¿Otra vez?
―Jin-hyung preparó un trago para mí, y uno idéntico para él también. Luego llegó el mesero de mierda... ¡Claro! ―Estrelló el puño contra la palma de su otra mano ―. Tenemos que encontrarlo, ¡YA! ¡Ponte los pantalones! ―Le dio un manotazo al hombro ―. Mierda. ¿Lo habrán violado ya? ―Se llevó una mano a la boca, preocupado.
―Tranquilízate. ―Rio entre dientes mientras se vestía ―. Ese narcótico no lo adormecerá ni lo dejará indefenso. ¿Qué puede salir mal? ―expuso, sonriéndole.
Y en cuanto al susodicho, se encontraba de pie sobre una de las tantas mesas, empapado en sudor después de tanto bailar. Sostenía lo que era su segunda botella de licor, haciendo fondo blanco poco a poco, mientras recibía ovaciones de los miles de demonios a su alrededor, maravillados y enardecidos. Jimin y Jung-kook lo veían a unos metros de distancia con la boca abierta, sin poder creerlo.
Al terminar la botella, Jin liberó un gruñido, arrojándola y estallándola en el suelo, mientras que el bullicio se volvían gritos hacia él. Bajó a ver su ropa húmeda, medio desprendida y con un botón ausente.
―¿Quieren que me quite la camisa? ―bramó eufórico. Todos gritaron un inmediato «sí».
―Fantástico. Está drogado y ebrio. ―Comentó Jung-kook, bajando los brazos y dejando que sus manos se estampen contra sus piernas.
―¡¿Quieren que me la quite?! ―repitió Jin, abriendo su mano cerca de su oreja para oír los gritos con claridad, acompañados esta vez por obscenidades.
Incluso Jimin se acopló a los gritos, ganándose un golpe al brazo por parte de su compañero para que se callara.
―Ah, ustedes se han portado muy bien conmigo, se merecen una miradita, ¿no? ―Sonrió Seok-jin, tratando de agarrar el botón inexistente de su camisa. El pobre estaba perdido ―. ¿Pero qué mierdas estoy diciendo? Ustedes han sido unos acosadores peores que los paparazis. ¿Qué más da? Me quitaré la camisa de todas formas. ―Meneó un poco la cabeza, insistiendo en desprender, pellizcando con sus dedos, lo que no estaba ahí en primer lugar.
―Hay que bajarlo de ahí.
―Espera a que se quite la camisa.
―¡JIMIN-SSI! ―Apretó los dientes y un puño en alto.
―¡Está bien! Carajo, está bien. ¡Ya voy! ―Lo siguió.
―¡Hyung! ―Movió los brazos entre la multitud para llamar su atención.
―Ah, ¡Jung-kookie-ah! ―Extendió sus extremidades y sin aviso previo se le tiró encima.
Por fortuna, el otro poseía bastante fuerza, por lo que, pese a tambalearse unos segundos, pudo sostenerlo en sus brazos.
―¡RUN! ¡RUN! ―Exclamó, estirando un brazo alzando un puño y retorciéndose un poco.
―Estás mal. Te llevaré a tu cuarto para que descanses ―dijo, dándose la vuelta mientras lo cargaba.
Jimin le siguió el paso; tal vez podrían encontrar algo que lo hiciera volver en sí o directamente dormirlo para que no cause problemas. No obstante, a medio camino dos muchachas lo interceptaron.
―¿Quieres divertirte un rato, chaparrito?
―Claro que chi. ―Se detuvo de inmediato frente a ellas.
―¡Claro que no! ―Intervino Jung-kook, tomándolo del brazo, cargó a Seok sobre su hombro ahora y lo sostuvo con su otra extremidad ―. ¡No quiere, en serio! ―Se lo llevó sin más ―. ¡¿Quieres bajarle la calentura a tus huevos?!
―Estás celoso porque no te invitaron.
―Aguarden un momento ―protestó Jin, haciendo que frenaran el paso ―. Yo no he terminado ―agregó, sacudiendo su dedo en alto y se bajó de un salto.
Se aproximó y curioseó la mesa más cercana, y bebió de todo vaso que se encontró sobre ella.
―Quiero seguir tomando y divertirme un poco más.
Jung-kook intentó alegar, pero fue sobrepasado con brusquedad por los demonios que lo alejaron de él.
―Oigan, ¿puede alguien llenarlo? ―preguntó Jin, agitando en lo alto el vaso ya vacío que sostenía.
Su petición no solo fue atendida de inmediato, sino que varias manos treparon por su espalda y sonrisas llenas de dientes lo incitaron a continuar bebiendo y divertirse, tal y como él quería.
El joven demonio suspiró fuerte y con mucha frustración, inflando sus mejillas por un momento.
―Jimin, ¿qué carajos hace esta droga exactamente?
―Nada extravagante, tan solo libera más endorfina de lo usual y también una pequeñísima pizca de morfina... entre muchas otras cosas, claro. Recuerda que él siente los efectos casi diez veces más fuertes.
―Me cago en mis muertos. La próxima vez fumaré opio y ya.
―Tenemos que dispersar a los demonios o se lo van a devorar. Hay que llamar su atención.
―¡¿Cómo?!
El muchacho de cabello castaño bajó la mirada y meditó por unos segundos hasta realzarse y chasquear sus dedos frente a su compañero.
―¿Recuerdas cuando bailamos juntos en el escenario? Esa canción de...
―¿Coming of age ceremony?
―¡Esa! ―Lo apuntó con el dedo ―. Corre al escenario. Yo hablaré con el DJ.
Y así lo hizo Jung-kook, subiendo a la tarima de un ágil salto. Su amigo se incorporó a los pocos minutos. El escenario estaba en un negro total. Jimin hizo un gesto con su dedo en alto en dirección al disyóquey, estando en posición, los reflectores dejaron caer su luz sobre ellos, entonces la música comenzó así como lo hizo también su baile. Más pronto que tarde, la gente empezó a voltear y arrimarse al pie de la plataforma. Sin embargo, todavía quedaban muchos demonios en la lejanía, cerca de la atrayente aura del humano entre ellos.
―Público exigente, ¿eh? ―masculló, dando un paso al frente, intensificando su baile.
La camisa que llevaba Jimin no tenía botones, tan solo una pequeña V que apenas dejaba ver un poco su clavícula, y dos pequeñas cuerdas cruzadas que decoraban el cuello de la prenda. Tomó los extremos superiores y rasgó la tela hasta abajo, despojándose al poco tiempo de ella y arrojándola con arrebato al piso. No solo atrajo a mucha más gente, sino que comenzaron a gritar y aplaudir.
―¡Está funcionando! ―Exclamó su compinche.
―Quítate algo tú también. ―Le dijo casi como un comando.
Jung-kook captó de inmediato y, al compás de la música, deslizó despacio su chaqueta de cuero negra, arrojándola después con descaro hacia el público, luciendo y sacudiendo con cada paso la remera de tirantes del mismo color que llevaba debajo.
Seok-jin por su parte, disfrutaba de la buena música y del espectáculo que aquel par estaba brindándoles a todos, aunque apenas conseguía distinguirlos debido a la lejanía del escenario.
―¡Oh, qué bien lo hacen chicos! ¡Es de los mejores de esos que haya visto! ―Balbuceó.
Se dejó caer sobre uno de los asientos para así tomar un respiro y beber lo que le quedaba en su vaso. Sintió unos ojos sobre él que lo llevó a girar la cabeza, encontrándose a una chica que lo saludó agitando sus dedos delicadamente.
―Ah, tu... tú eres la hija de puta que intentó violarme con aquel otro sujeto alto. ―Expuso, con los ojos entrecerrados y apuntándola con el cristal que sostenía en su mano ―. ¿Cómo estás? ―Cambió por completo su tono y expresión.
―Sí... eso... Disculpa. No volverá a pasar.
―Lo sé. Porque Chlorine literalmente te dijo que te comerá cruda. ―Acentuó orgulloso y dio un sorbo a su vaso.
―Ella y el jefe también.
―¿Nam-joon los regañó?
―Por supuesto. Mi compañero todavía se está reponiendo del «castigo». Nos ha dejado muy en claro que el único que podría tocarte incluso si gritas es él y nadie más.
―Ah, ese «Nuan-yum»... Qué agradable sujeto ―dijo, sin siquiera entender del todo lo que expresaba ―. Él y Chlorine son un dúo temerario, ¿eh?
―Lo son. Y lo serán siempre, si es que ella vuelve, claro.
―¿A qué te refieres?
―Bueno, no sé si lo notaste, pero Astarot no es el tipo de demonio que calificarías como... sosegado. ¿Me explico?
―Sí, si lo sabré yo... ―Meneó la cabeza y dio otra aspiración a su bebida ―. ¿Dices que no devolverá a Chlorine?
―Digo que lo hará, pero no traerá a la Chlorine que se llevó. ¿Me entiendes? ―Arqueó una ceja ―. Como cuando se lleva a otras chicas, o al chico de la basura también.
―¡¿Taehyung?! ―Se exaltó de repente ―. ¿Qué le hizo a Taehyung?
La chica se arrimó a su oído y conforme le iba narrando los ojos de Jin se abrían más y más. Acabó por dejar el recipiente transparente en la mesa y salió corriendo hacia las escaleras, subiendo con esa misma prisa.
Con la pequeña presentación concluida, Jimin se quedó hablando con la gente, que no paraban de regalarle adulaciones, acompañados de algún que otro comentario obsceno, aunque no era nada que al coqueto demonio no le gustase oír. Por otro lado, Jung-kook evadió a todo ente que se le acercase y se dispuso a recuperar su chaqueta. Fue en ese momento que se la colocó que vio a Jin corriendo por la primera planta.
―¿Y ahora a dónde va ese loco? ―Lo siguió con la vista.
Al mantener la cabeza en alto, discernió mucho más arriba, una silueta asomada por los balcones. Ésta, al percatarse de su mirada, se dio la vuelta dejando ver sus cabellos azulados. Los ojos del muchacho se abrieron palmariamente.
―¡Jimin, es la chica! ¡Estoy seguro! ―Apuntó con el dedo, sin desviar la mirada.
―No te quedes aquí, ¡ve a buscarla! ―le respondió desde el pie del escenario, donde se había quedado, rodeado por un pequeño tumulto de demonios.
Jung-kook ni siquiera se molestó en abrir un portal. Estaba tan deslumbrado y ansioso por llegar a ella que solo se impulsó con gran agilidad y fuerza, alcanzando el barandal y trepando por él al primer piso.
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