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"No soy extraño, ni loco. Mi realidad es simplemente diferente de la tuya."

Lewis Carroll

En ese profundo sueño en el que había caído Agnes. Los recuerdos se habían hecho más vívidos. Como si su pasado le recordara que no era la primera vez que había matado.

Había tenido una infancia difícil, ya que sus padres se peleaban casi todas las noches. El motivo de esas peleas, era precisamente Agnes. Su comportamiento al principio era como el de cualquier otro niño. No quería ir a la escuela, y si iba no quería hacer los deberes. Sus compañeros de la escuela la llamaban la niña rara.

Era antisocial y en clase no prestaba atención. Le gustaba dibujar. Pero no cualquier dibujo. Sus dibujos eran de personas que eran lastimadas y les salía sangre en los ojos. A la maestra le empezó a preocupar este comportamiento. Y decidió llamar a sus padres para que llevaran a su hija a un especialista de la conducta.

-¿Está diciendo que me hija está mal de la cabeza?

-No, sólo dije que tiene que hacerla ver con un psiquiatra.

Aunque sus padres lo negaban, notaron los comportamientos extraños de su hija. Había días que no salía de la habitación. Se quedaba encerrada. Rompió todas las muñecas que le habían regalado. Le clavaba lápices en los ojos.

Entonces sus padres decidieron llevarla a un psicólogo. Pero hablar con un desconocido no era algo que se le daba, así que la psicóloga le pidió que dibujara algo que le gustara.

Agnes dibujó a sus padres.

-¿Quiénes son?-Indagó la psicóloga

-Son mis padres

-¿Y por qué tienen cruces en los ojos?

-Porque están muertos

-¿Y quién los mató?

-Yo-respondió la niña mientras seguía dibujando abstraida en su arte.

La psicóloga vió esto como algo que tenían que ver sus padres.

Anotó en su historial médico:

La niña presenta tendencias homicidas, perturbaciones mentales y psicopatía de un asesino.

-Su hija tiene problemas mentales-argumentó la psicóloga-Deben llevarla a un psiquiatra para que la vea y la medique.

Los padres la llevaron al psiquiatra y este comenzó a medicarla y algo más.

-Es hora de la pastilla -dijo el psiquiatra
Una vez que Agnes tomaba la pastilla, quedaba completamente sedada, aunque no recordaba nada, sabía que algo no estaba bien.

Lejos de mejorar su situación Agnes había empeorado. Viendo esta situación sus padres decidieron tener otro hijo, comentaban que Agnes les había salido defectuosa. Que podían tener otro hijo más sano.

-Nunca seremos felices con una hija así-se quejaba la madre-Es tu culpa, te drogabas de jóven.

-Querrás decir " nos drogábamos".-apuntó contra la madre. Buscando una excusa.

Las peleas eran constantes, todas las noches se hablaba de lo mismo.

-Entonces, ¿que quieres?

-Quiero tener otro hijo.-respondió la mujer.

Y así lo hicieron, ambos padres tuvieron otro hijo.
Y era una niña también. Aunque los padres al principio tuvieron miedo de que sea igual que Agnes. Esa beba comenzó a ser la preferida de la casa, la mimaban día y noche.

Mientras que a Agnes la tenían medicada día y noche para que no hiciera nada malo. Pero un día, los padres se habían olvidado de darle la medicación de la noche a Agnes.

Esa noche Agnes no podía dormir, bajó hasta la cocina por un poco de leche... Cuando volvió a su habitación, escuchó el llanto de su hermana. Y esa noche pasó lo que podía esperarse. Agnes mató a su hermana. Después del suceso traumático Agnes no pudo recordar lo que había hecho.

Agnes salió en las noticias. Sus padres la internaron en un instituto de menores y jamás volvieron por ella.

En ese profundo sueño en el que había caído Agnes, volvió a ver a su hermana.

-¿Ahora lo recuerdas? -preguntó su hermana

-Si, no quise hacerlo, lo siento.

-Si, lo sé

-Perdóname.

-Ya te he perdonado. Cuando mueras estaré aquí esperándote para jugar juntas.

Agnes asintió. En un intento por querer abrazarla su hermana con la cara cadáverica y sin ojos, desapareció.

-Volveremos a estar juntas-susurró Agnes y se despertó de aquel extraño sueño.

Abrió los ojos, ya no estaba sola.

Alguien la alzaba en brazos. Era Abbadón quien la sujetaba y la llevaba.

-¿Sigo soñando?

-No. Lo hemos logrado Agnes, hemos logrado escapar -dijo mostrando una sonrisa.

-Gracias Abbadón.

-No soy Abbadón, él se ha ido. Soy Dorian.

-Te extrañé-dijo con las pocas fuerzas que tenía.

-Yo también te extrañé. Pensé que jamás te volvería a ver.-¿Qué ha pasado con el doctor?

-Lo maté.

Dorian hizo silencio pero en el fondo sé había alegrado por aquella noticia.

-Bueno, ahora sólo tienes que descansar.

-Pensé que estabas muerto-comentó Agnes

Dorian le explicó lo que había sucedido.

-Cuando desperté tenía una aguja clavada en el cuello. Supuse que Abbadón tuvo una pelea.
Quise hablar con él, pero ya no me respondía. Tampoco sentía su presencia y por ende tampoco tenía su fuerza. Estaba débil.

Miré a mi alrededor, y ví el hospital en llamas.

-¿Samuel y Victor se encontraban en el lugar?-preguntó Agnes interrumpiendo su relato.

-No, no los ví. Quizás habrán escapado.

Agnes pensó en los perros. Y un escalofrío recorrió su cuerpo.

-Espero que sí.-contestó finalmente Agnes

- Despertar y ver aquel hospital en llamas fue un verdadero espectáculo, aplaudo a quién lo hizo.

Agnes solo hizo silencio.

Luego ví el auto del doctor pero a él no lo ví, me subí. Manejé un largo rato. Y te ví acostada con un rifle en la mano.

-Bueno, estaba a punto de rendirme con la búsqueda, hasta que te encontré. Tendida en un árbol, recostada. y con un rifle en la mano, supuse te estabas protegiendo.

-Si, es que hay perros hambrientos sueltos.

-Que bueno que no te rendiste.

-Jamás me rendiría y menos por tí

-¿Lo hiciste por mí?

-Claro que lo hice por tí. Yo te amo- confesó mirándola a los ojos.

-¿Me seguirás amando sabiendo que soy una asesina?

-Te seguiría amando aunque ardiéramos en el infierno.

Agnes vió como la luz del amanecer reflejaba la cara de Dorian. Jamás se sintió tan feliz.

Canción: Mad hatter- Melanie Martínez