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"Me volví loco, con largos períodos de espantosa cordura"

Edgar Allan Poe

Mi nombre es Agnes y si me preguntan cómo es que terminé en este lugar no sabría bien que contestar. Más bien tienes que obedecer. Hay varias reglas que uno debe cumplir. Porque sin reglas no se puede vivir.

Desde que entre al instituto de menores tuve que obedecer extrañas reglas. Como rezar antes de comer. Teníamos media hora para todo. Bañarnos, comer, jugar. Si, aunque no lo crean podíamos tener un pequeño recreo. Luego seguíamos con las actividades diarias. Íbamos a la escuela. Hacíamos un oficio o hobby. Yo armaba animales de papel.

Ahora que cumplí los dieciocho y me consideran mayor de edad, me trasladarán a un psiquiátrico para jóvenes adultos. Estoy aquí cumpliendo una condena injusta. No me considero capaz de hacer lo que se me acusa que hice. Pero a los locos nadie les cree.

Sabemos que en la vida hay cosas buenas y cosas malas, pero los locos no sabemos diferenciar ninguno de los dos. Por eso si alguien hace algo malo queda justificado por la locura. Entonces, ¿Todos pueden hacer daño? Si, Claro. Sólo tienes que tener cuidado de que no te apuñalen por la espalda.

Pero Los que están menos cuerdos permanecen encerrados y con camisas de fuerza la mayor parte del tiempo.
Puedes acudir a la protección si es necesario. Pero es una forma de decir, porque nadie te protege, sólo te cubren las espaldas para que hagas lo que tienes que hacer. ¿Y qué tienes que hacer? Lo que sea para sobrevivir.

Dicen que el psiquiátrico al que me van a llevar es uno de los más peligrosos de EEUU, aunque no quisieron decirme exactamente dónde quedaba, pero por lo que pude averiguar, este lugar se encuentra en una zona protegida porque tienen encerrados a personas peligrosas con enfermedades mentales como yo. Por otro lado dicen que está rodeado de bosques y naturaleza. Es algo que me tranquiliza y me pone de buen humor.

No me considero una persona inestable y la mayor parte del tiempo estoy cuerda. Casi que parezco alguien normal que puede vivir perfectamente en sociedad. Pero me han mantenido encerrada, medicada y aislada del mundo.

Guardé la poca ropa que tenía en un bolso. Un documento. Y un cuaderno, me gusta dibujar cuando estoy aburrida. Y otras cosas más para el aseo personal. como un cepillo de dientes, un peine de madera, un espejo y un perfume.
Tenemos prohíbido tener cosas cortantes y objetos con la que podamos hacernos daño.

Ya han pasado diez años y pasar de un instituto que ha sido como mi única familia, aunque no he hecho ningún amigo, sólo conocí a los doctores que venían a ver cómo estaba, o mis tutores, que tampoco conocí sus nombres reales, pero al menos los veía todos los días, podía considerarlos como familiares lejanos, me trasladarán a otro lado donde no conozco a nadie.

Por un lado, me sentía triste y desanimada, dejar aquella institución en la que viví la mayor parte de mi infancia. Por otro lado, tenía un halo de esperanza de que conocería nuevas personas con quién trataría de llevarme bien. Me dijeron que por mi evolución en la salud mental, me bajarían las dosis de los medicamentos que me habían recetado.

-¡Agnes! ¡Ya es hora! Baja por favor-me gritaron los tutores- Te están esperando.

Miré por la ventana. El autobús había llegado. Parecía de esos con el que vas a la escuela. Era de color amarillo. Estaba lleno de chicos que se dirigían al mismo lugar que yo. Quería pensar que sólo me iba de vacaciones. Pero la realidad no era esa.

-¡Enseguida bajo!- grité pero no me escucharon

Uno de ellos subió a buscarme.

-Agnes, por favor, no lo hagas más difícil, quieres que te llevemos a la fuerza- dijo el tutor impaciente, sabía que Agnes se demoraba mucho en hacer las cosas. Le había costado asimilar que se tenía que ir. Por eso los tutores le habían avisado con anticipación.

-Dije que ya bajaba ¿Por qué me tengo que ir?- pregunté mirando lo que fue mi habitación por muchos años

-Ya hablamos de esto. Son las reglas del hogar. No se pueden quedar mucho tiempo aquí. Además ninguna familia quiso adoptarte.

-¿Por qué piensan que estoy loca?

-Es que tu historial. Estás manchada de por vida.

-Yo no me acuerdo de eso. Fue hace mucho. Es injusto

-Solo toma tus medicamentos y estarás bien.

-Lo haré ¿Cómo es el nuevo hogar al que me llevarán?

El tutor hizo silencio. La pregunta era incómoda para responder. No quería decirle la verdad. No era nada parecido al hogar. La mayoría permanecían encerrado entre rejas.

-Ya lo conocerás - comentó el tutor-Pero ahora debes irte, tu nuevo hogar te está esperando.

Agnes puso las últimas cosas que le quedaban por guardar. Tomó su bolso, casi ni miró al tutor, y bajó las escaleras. Había dos hombres bastante robustos con ropa de militar y con armas, custodiando la puerta del autobús. Los tutores le entregaron el expediente de Agnes y estos a cambio le entregaron un sobre.

Antes de subir los hombres le mostraron unas esposas para las manos.

-¿Es en serio?- preguntó Agnes

-Es por precaución- dijo uno de los hombres y se las colocó.

Ya esposada subió al autobús y sintió la presión de las miradas de los chicos que estaban sentados, la observaban en silencio. Agnes se dió cuenta que no había otra chica. Todos los que se encontraban ahí eran chicos. Eso también le pareció muy extraño. Pero no le dió importancia y buscó un lugar libre y se sentó al lado de un chico que miraba fijamente la ventana y no había notado su presencia.

La puerta del autobús se cerró, Agnes miró por última vez lo que fue su hogar pero se fue desvaneciendo a medida que el autobús se alejaba.

-¿Y tú de dónde vienes?- Se animó a preguntar Agnes, mientras trataba de peinar con sus manos esposadas su cabello largo castaño.

El chico de ojos marrones claros, pelo negro ondulado y una cicatriz en la mejilla izquierda seguía en silencio. Tenía cara de no ser tan amigable. O eso era lo que a simple vista le había parecido.

«Creo que esto va hacer muy aburrido» Pensó Agnes. No hay nadie con quien hablar.

El chico dejó de mirar la ventana y la miró.

-Te quedan bien las esposas ¿Qué has hecho?- preguntó el chico después de unos minutos en silencio.

-¿Yo? Yo no hice nada- respondió finalmente Agnes

El chico comenzó a reírse.

-Me hiciste reír. Vamos, todos hicieron algo. Nos encerrarán de por vida por eso.

-¿Cómo? Nunca me dijeron eso.

Al decir verdad, nunca me dijeron ese detalle. Pero como podía saberlo. Nosotros sólo obedecíamos.

-No es un reformatorio. Es una especie de cárcel disfrazado de psiquiátrico en dónde nos dejarán encerrados y nos torturarán hasta que ninguno de nosotros quede vivo.

-Eso no puede ser cierto. ¿Por qué querrían hacernos eso?

-¿Y por qué no querrían hacerlo? No les importamos a nadie.

Todo lo que decía aquel chico muy en el fondo parecía tener algo de lógica. Y si sólo era una forma más rápida de deshacerse de nosotros. Para los que tenemos problemas mentales y nacimos bajo esta condición que no tiene cura. Que llevamos el mal dentro de nosotros. Lo más probable era que tuviera razón.

-Podemos escapar- dije esperanzada

El chico me miró. Hizo un gesto con la mano de que bajara la voz.

-Con mucha suerte podrás hacerlo- comentó pero dudo que puedas hacerlo sola. Pero si haces lo que yo te diga podrás escapar. Y por qué no, huir lejos juntos.

Asentí.

La idea me agradaba. Y era lo único que podía hacer.

-¿Cómo puedo confiar en ti?

-Si no puedes confiar en un loco, entonces no puedes confiar en nadie

-Confiaré. Por cierto no me has dicho tú nombre y de dónde vienes

-Son muchas preguntas. Sólo te contestaré una. Me llamo Dorian. Pero me dicen Abbadón.

-¿Y por qué te dicen así?

-Piénsalo así, Dorian es Mr Jekill y Abaddón es Mr Hyde- contestó y sonrió con una sonrisa maliciosa.

No entendí la referencia.

-¿Y eso que significa?

Uno de los hombres armados, se volteó a vernos y se acercó.

-Lo siento pero no se permite hablar durante el trayecto

-Pero no estamos haciendo nada malo- susurró Dorian

El hombre le clavó una mirada para nada amigable.

-Evitemos problemas y obedezcan las reglas por favor.

Agnes y Dorian tuvieron que callarse por fuerza mayor.

Parecía que las cosas no estaban bien y que le esperaba un verdadero infierno.

Canción: Gasoline — Halsey

*Nota*

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