Capítulo 23.
Desperté de golpe cuando sentí el agua caerme encima, miré hacia todos lados buscando algo, no había nada. Frente a mi estaba Brandon sentado en una silla, yo estaba atado a un árbol y sentado. Mi cabeza dolía mucho por el golpe que me habían dado.
—Que bien que despertaste Atuq, estaba esperando que lo hicieras.. Joder, aquí hace demasiado calor —bufó—. Es un infierno.
Yo solo miraba a los hombres que estaban con el yendo de un lado a otro llevando cosas.
Tenían a mis hermanos atados y obligados a trabajar pero también siendo tratados muy mal.
—¡Suéltenlos! —gruñí con rabia— ¡Dejenlos en paz!
—No grites —dijo el—, llegamos muy cansados por el viaje.. Necesitamos una ayuda extra —sonrió—, tus amigos son fuertes, podrán con ello.
Buscaba con la mirada a Freya pero no lograba verla, todos y cada uno de mis hermanos estaban atados, heridos por defenderse. Mi padre estaba ahí, me miraba con profundo odio, como si esto fuese mi culpa.
Si, si lo es.
No debí irme con Freya a ese lugar, debí quedarme aquí, así no hubiese pasado todo esto. Ahora mis hermanos y mi padre están siendo tratados como animales.
—Dejalos en paz —lo miré—. Mis hermanos no hacen nada malo.
—Tu no eres nadie para pedirme nada —el soltó una risa—, desde que te vi en casa de William, supe que eras un asqueroso nativo, iba a denunciarte para que te estuvieran pero estabas con William, cuyo poder era más grande que el mío.. Por eso lo asesiné —sonrió—. Por qué me estaba estorbando el camino, el era el único que sabía de esta ubicación, no iba a dejar que les avisara que venía.
Entonces fue el quien asesino al padre de Freya, lo había dejado tan mal herido que ni siquiera pudo decirnos para estar prevenidos.
—Yo quiero dos cosas y tu —me señaló—, me las vas a dar..
—¡No te daré nada!
—Oh si lo harás, la primera es muy sencilla nativo, tus habitantes, tus tierras que por cierto, son hermosas —rió—, aquí será un buen lugar para formar mi propio país —sonrio—.. Aunque, no creo que deba pedírtela, ya estoy aquí.
Tengo que asesinarlo ahora antes de que haga algo mucho peor.
—Lo segundo es el oro, las piedras preciosas que hay en estas tierras.
¿Como es que supo que aquí hay oro? No, esto no puede ser, esto no puede ser posible, claro que no. Yo no le dije a nadie mas sobre el oro, solo Freya era la unica persona que lo sabia, el padre de Freya no creo que haya sido, el no pudo haberles dicho nada sobre ello.
Quiero creer que no fue así.
—Me dirás en donde está, no te preocupes que tus hermanos se encargaran de hacer todo el trabajo de sacarlo por mi... Tu me dirás en donde está el oro, así que, habla ahora.
—No te dire donde esta —negué—, y cuando me suelten, yo mismo voy a asesinarte. Te mataré con mis propias manos.
—Lo dudo mucho —se puso de pie—, hay muchos de mis hombres que siguen mis órdenes, ustedes son más que insectos que podemos pisotear muy fácilmente, por algo nosotros dominamos gran parte de muchas tierras. Somos superiores a ustedes.
Uno de sus hombres me quito las cuerdas, a penas me soltó iba hacia el pero recibi un golpe en la espalda que me dejó en el suelo.
—Ni lo pienses maldito animal —escuche a alguien detrás de mi.
—De rodillas.
Me tomaron del cabello e hicieron que me pusiera de rodillas ante el. Uno de mis hermanos fue puesto frente a mi.
—E ke kaikaina, mai haʻi aku iā lākou i hea ke gula (Hermano, no les digas donde esta el oro)
—Mai hopohopo e ke kaikunāne, e hoʻokō mākou i kēia (Tranquilo hermano, saldremos de esto)
Su mirada me transmitía tranquilidad, pero yo no lo estaba, yo no estaba tranquilo, quería ponerlos a salvo a todos.
—Dime donde está el oro o, lo asesino —le colocó un cuchillo en el cuello a mi hermano.
No respondí a ello, yo solo miraba a mi hermano, no quiero que le hagan daño a ninguno de ellos.
—Veo que no quieres colaborar.
El cuchillo pasó por su cuello, el cuerpo de mi hermano cayó frente a mi, su sangre salpicó un poco en mi rostro. Habían asesinado a uno de mis hermanos frente a mi.
—Yo, voy a asesinarte.
—¿Tu a mi? —soltó una risa— No me hagas reir salvaje, todos ustedes son solo animales que pienso vender al mejor postor, sus mujeres y sus hombres, no serán más que esclavos.
—No me asusta un blanco. Todos ustedes son mas que bestias sin alma o respeto...
—Claro, traiganla.
Frente a mi apareció Freya atada, de sus ojos salian lagrimas y eso me destrozaba. Me odiaba a mi mismo ahora por haberme confiado de ellos. Lo único que quieren de nosotros son riquezas y nuestras personas para usarlas como esclavos.
Aquí todos somos libres y matare a cada uno de ellos va a pagar por haber entrado a mis tierras.
—Atuq, deja que se lleven el oro... —gimoteaba— los asesinaran, no puedo dejar que les hagan daño, por favor.
—¡No pienso dejar que se lleven nuestro oro! ¡Es sagrado!
—Te importa mas ese oro que tu amada —se poso detrás de ella y le colocó un enorme cuchillo en su cuello— dime, animal ¿ella vale mas que tu oro?
No podía decir nada, solo miraba los ojos azules de Freya, en ellos habían miedo. Tenía que decidir ahora entre la vida de Freya y todo el oro que había en nuestras tierras.
Mi pecho se oprimió cuando el cuchillo cortó un poco su cuello. No puedo, no puedo dejar que la maten frente a mi.
—Lo haré —dije rápidamente—, te diré en dónde está el oro.. Pero no le hagas daño a Freya.
—Al fin de cuentas todos tenemos una debilidad —se alejó de ella—, llevenla de nuevo hacia la embarcación, cuando tengamos el oro, ya saben que hacer.
—Pero señor..
—Obedezcan.
Ellos se volvieron a llevar a Freya, la perdí de vista hasta que se perdió por la selva. Ellos me pusieron de pie y me volvieron a atar. Estaba sindientome débil y comencé a sentir miedo, miedo por mis hermanos y por Freya.
Me hicieron caminar, al llegar a la tribu vi que todo estaba en cenizas, todo estaba desecho, habían cuerpos por todos lados, mis hermanos, los niños. Toda la tribu estaba desecha.
Habían demasiados hombres blancos destrozando los árboles, encerrando a los animales y todos mis hermanos siendo encerrados en cajas de madera al igual que algunos niños y los ancianos. No podía ver a Freya por ningún lado, necesitaba saber que ella estaba bien, que estaba segura.
Solo espero que alguno de mis hermanos hayan escapado hacia las otras tribus para decirles lo que está sucediendo.
Tenía que ganar tiempo, debía hacer algo para remediar esto. Necesito que ganar tiempo para poder escapar antes de que encuentren el oro que hay en estas tierras.
Las tierras eran grandes, podía llevarlos a las cuevas o al otro lado de la tribu, en donde esta el terreno baldío donde estan los muertos. Eso me llevaría tiempo para idear algo.
Las pólvoras están ocultas, mis hachas también lo están. Si me suelto de ellos, podré hacer algo para defenderme y defenderlos. Rezaba a los dioses para que no encontraran mis armas y la pólvora.
—Dónde está el oro, es un lugar sagrado —dije y el me miro—, no debe ir nadie más que nosotros.
—¿Esperas que te crea? —se acercó a mi— No es más que oro.
—Para nosotros es sagrado.. Nuestro oro es sagrado, nadie más que alguno de nosotros puede ir.. Tiene que ser en la mañana, cuando el sol se salga, la cueva se oculta de noche.
—Bien, iremos en la mañana.. Tengo todo el tiempo del mundo para extraer todo el oro necesario. Llevenlo con los demás.
Tengo mucho tiempo, tengo tiempo para hacer algo, hacer un plan o algo para sacarlos de aquí cuanto antes. Ya pudimos hacerlo una vez, estoy seguro de podremos sacarlos de aquí de nuevo, pero esta vez no habrá oportunidad de huir, tengo que asesinarlos a todos ellos.
Solo necesito tiempo.
(...)
No se cuanto tiempo ha pasado, pero ellos no han dejado descansar a mis hermanos. En tan poco tiempo, han destruido toda nuestra tribu, nuestra naturaleza, nuestra comida, nuestro entorno.
Han destruido a nuestras mujeres, todas están desnudas y no paraban de llorar por lo lastimadas que estaban.
Yo estaba molesto por que estaba atado, no podía hacer nada por ahora, no podía moverme ni levantarme, me tenían atado como si fuese un animal.
Brandon solo se reía y disfrutaba de como todos ellos seguían sus órdenes, mis hermanos estaban obedeciendo cada una de sus órdenes, puede que sea por miedo, ellos eran mucho más que nosotros.
Todo lo que hemos cuidado durante mucho tiempo estaba siendo destruido por todo este monton de blancos que no hacen mas que seguir llevándose a las mujeres. Y cuando creí que esto no podía estar mucho peor, venían más de las tribus, todos estaban atados y siendo empujados por los blancos.
Todos eran jóvenes y solamente los hombres.
Ellos fueron puestos lejos de nosotros. La mayoría estaban golpeados y con heridas que se veían demasiado graves, seguramente fue por defenderse o huir de ellos.
—Hermano ¿que haremos? —me susurró.
—Estoy pensando que hacer para sacarlos de aquí —respondí de la misma manera—, solo necesito saber si Freya está bien.
—Yo la vi que la llevaron a una especie de choza hecha con telas que estaba cerca del mar —lo mire—, ahí duerme el blanco que te golpeó.
Mi miedo se hizo más grande, no quiero que ese hombre toque a Freya o le haga algo como ellos le están haciendo a nuestras mujeres.
—Mis armas están escondidas, debajo de la choza.
—Todo está hecho cenizas, no podemos acercarnos.
—Lo se, pero tenemos que hacer algo —dije—, tenemos hasta el amanecer para hacer algo... Aún tenemos tiempo...
De pronto se escucharon los gritos de una de las mujeres de la tribu, todos la vimos correr frente a nosotros completamente desnuda, ella gritaba por ayuda pero ninguno de nosotros se movió para ayudarla por que estábamos todos atados. Ella siguió corriendo y vi como un hombre de ellos, alto y gordo alzó algo de metal.
De aquello salió un pequeño fuego que eso la dejo a ella en el suelo. Recordé lo que me dijo el padre de Freya, esa era un arma de fuego, que contenía pólvora y una esfera de metal pequeña que salía disparada, a eso se le llamaba rifle o algo así.
El padre de Freya me dijo que esas cosas llegaron hace poco a su pais. Que seria un muy mal uso de eso, por que eso lastimaría o asesinaría a una persona.
Al caer, todos los blancos celebraron como si estuviesen cazando algun animal.
—Nos van a matar como si fuésemos animales.
Los blancos son demonios que destruyen todo a su paso. Ellos lo estaban haciendo poco a poco con nuestras tierras, con nuestras mujeres, con todo lo que es nuestro y con todo lo que es sagrado para nosotros, lo peor de todo es que no puedo hacer nada por ahora.
Tengo que pensar bien que es lo que haré, no puedo arriesgarme en ponerlos a todos en peligro, simplemente no puedo hacerlo. Hace mucho que no sentía miedo como lo siento ahora, Pero se que debo mantenerme calmado y ganar tiempo.
—Malditos nativos —uno de ellos reía—, todos ustedes no son más que basura que no vale nada —volvió a reír—, ustedes valen mucho más que los negros.
—Si ¿cuanto crees que nos den por ellos?
—No lo se, pero los Franceses los venden el doble de caros que los negros, ya sabes, dicen que estos valen mas por que son más resistentes que los negros.
Se burlaban de nosotros así como en aquella reunión, para ellos nosotros no valíamos nada, para ellos nosotros no éramos nada. Lo peor es que confié en ellos, ellos fueron quienes vinieron con el padre con Freya aquel día, los dejamos aquí solo por que venian con el, ahora entiendo muchas cosas, todos ellos son capaces de venderse por pocas libras de oro.
Lo acaban de demostrar con su trato hacia nosotros.
Hola hola mis lectoras, espero que esten bien. No olviden dejar sus votos y comentarios para que la historia llegue a mas personitas. ✨❤
Gracias por todo el amor que le han estado dando a la historia.
Besos, Ross.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top