Capítulo 20.




Estaba acostado en la cama con mi perla, estaba por amanecer, habíamos estado juntos durante casi toda la noche y ella estaba cansada, yo, por más que quisiera no podía dormir.

Me sentía intranquilo por alguna razón y no entendía el por qué.

Estar aquí fue una mala idea, fue una decisión tonta, Pero quería venir solo por verla a ella feliz, pero resultó todo lo contrario, descubrí que este lado del mundo y no me gusta, aquí de este lado las personas son crueles y nos tratan como si fuésemos lo peor que existe, me parece injusto que no puedan tener libertad, que tengan que ser tratados de esta manera cuando de dónde vengo somos personas libres.

Mi odio hacia los blancos cada vez se reafirmaba más y más, se creen mejores que nosotros. Se creen Dioses y con derecho de dañar lo que les rodea.

¿Por qué?

¿Cuál es su fin?

¿Cuál es su necesidad de tenernos de rodillas ante ellos?

Ni siquiera tienen el poder de crear, solo el de destruir.

Lo único que quería era irme a mi tribu, quería estar en paz, en mi paz. Estar en este lugar me inquieta demasiado, todo lo que he visto esta mal, todo esta mal..

Aquí las personas no hablan más que de si mismas, de cuántas casas tienen, cuántos esclavos poseen, entre otras cosas que me hicieron sentir molesto, además del dolor de estómago que me daba al escucharlos decir que ellos no valían nada.

Que triste es, es demasiado triste ver a muchos de ellos y que no tengan voz propia para poder hablar y defenderse.

Miré de nuevo a Freya quien dormía plácidamente, deseaba poder regresar a mi tribu y ponerla a salvo de estos cuervos, quiero que ella esté lejos de ellos, lejos de tanta maldad, lejos de tanta avaricia.

No quiero que mi descendencia crezca aquí de este lado, quiero que crezca lejos de todo esto.

Odio a los blancos, pero no puedo odiarla a ella, por algo los Dioses me la enviaron, la escogieron para mí, para que fuese mi compañera, no puedo siquiera tratarla mal, eso a mi me lastima, lo único que quiero y deseo es protegerla, nada más.

La amo, la amo con todo mi ser, amo cada cabello que tiene, cada marca de su piel, cada cosa que ella tenga, la amo y estoy agradecido con haberla conocido por qué ella es mi vida.

El sol estaba por salir, me pare de la cama y me vestí para caminar hacia el balcón, que ahora se cómo se llama.

No iba a mentir, este lugar es bonito, pero no sé siente como un hogar, no se siente como la libertad, no se siente así.

—¿Atuq?

Miré hacia la preciosa voz de mi mujer, estaba sentada en la cama tallando sus ojos mientras las sábanas descubrían su lindo cuerpo.

—¿Qué haces ahí? Ven a la cama.

Camine hacia la cama y me senté en ella.

—No podía dormir mi perla, ya está el sol por salir.

—Lo se —me sonrió—, pero no te sentí en la cama. No me gusta dormir sola.

—Ponte algo ¿Si? Iré a buscar algo para ti para que comas.

—Es muy temprano.

—Pero se que te dará hambre dentro de poco, ya conozco a mi perla —bese su frente—, vístete.

Me puse de pie y camine hacia la salida de la habitación, baje las escaleras para ir hacia la cocina, a esta hora ya las personas que trabajan aquí están comenzando sus labores, no entiendo por que lo hacen pero creo que es por que le deben mucho al señor Smith por salvarlos de sus antiguos dueños. 

Antes de llegar a la cocina el padre de Freya apareció. 

—Atuq, buenos días. 

—Señor. 

—¿Dormiste bien? 

—Si, dormimos muy bien, iba por comida para mi perla. 

—Ya están preparando el desayuno. 

—Quería preguntarle por el muchacho —el asintió— ¿Está bien?

—El está bien, se queda en una de las casas de mis empleados, le dieron ropa limpia y comida, el estará bien aquí. 

—Cuando nos vayamos ¿le molesta si lo llevo conmigo?

—¿Quieres llevartelo? 

—Su tribu fue invadida, el es de muy lejos y no tiene a nadie mas, si el quiere ir a mi tribu alla sera bien recibido. 

—En ese caso, claro... Puedes llevartelo. Por cierto ¿Cuando quieren irse? 

—Si fuese por mi, mañana, pero debo hablar con Freya, ella lo extraña por eso estamos aquí. 

—Lo se, pero ustedes no pueden estar aqui, tu tienes a personas que dependen de ti, yo ya estoy viejo y pues lo único que me queda es ir a visitarlos de vez en cuando. 

—Si en mi tribu no odiaran a los blancos, se viniera, pero no quiero que lo maten, eso pondría a mi perla muy triste. 

—Lo se, tu solo dime cuando se van para ir preparando el barco y algunas cosas que pueden llevarse. 

—No necesitamos nada señor, en la tribu hay todo lo que mi perla necesita ¿como se dice?—me puse pensativo— Ah si, tendré que rechazar su oferta. 

—Has aprendido muy bien —me sonrió—, aprecio mucho tu sinceridad Atuq. 

—Iré a la cocina —el asintió. 

Camine hacia la cocina, todas las mujeres que estaban ahí me miraban de manera rara, no me incomoda que me miren pero ahora me siento asi. 

—¿Podemos ayudarlo?

—Vine por la comida para mi esposa. 

—Oh si señor, aqui esta la bandeja con la comida —su nana se acercó a mi para entregármela—, es todo lo que ella come. 

—¿Hay algo con coco? —la mire— Es que mi perla le hace daño el coco por si no lo sabía. 

—Lo se —ella rió un poco—, puede irse, seguro debe estar hambrienta y no le gustara que ella este asi ¿verdad? 

—No, no me gusta —negué—, me iré y... Gracias, gracias por la comida. 

—No hay de que. 

Sali de la cocina y camine hacia la habitacion de mi perla, todo lo que había en la bandeja tenía un olor muy bueno, entre a la habitación y la encontré sentada en la cama usando esa cosa para el cabello. 

He visto a mi perla de muchas maneras, pero jamas me cansare de entrar a un sitio y que ella este ahi, es mas brillante que el mismo sol mañanero, ella es realmente hermosa. 

—Tu comida —me miró. 

Camine hacia ella y deje todo en la cama. Ella sonrio al ver toda esa comida en la bandeja. 

—Seguro no esta tan bueno como el pez que preparo yo —me miro—, o los conejos. 

—El pescado que preparas es delicioso —sonrió— ¿Comerás? 

—Un poco, no quiero meterme nada de eso en mi cuerpo.

—Oh vamos Atuq, lo que mi nana hace es delicioso, vamos come —tomó la cuchara y lo lleno con algo de un color extraño. 

—¿Qué es eso? 

—Mermelada de moras, se hace con moras frescas y azúcar, es deliciosa y muy dulce..

—No quiero eso —hice una mueca, se veía como huevos de rana. 

—Yo si quiero —ella se sentó en mis piernas—, Ups, lo siento —rió, la cosa esa cayo en mi pecho ella se inclinó hacia mi para pasar la lengua por toda esa cosa hasta quitarla de mi cuerpo. 

—No hagas eso —susurré—, no hagas que Atuq te monte ¿No fue mucho anoche? 

—Jamás sera suficiente cuando se trata de ti —nos miramos—, no sabes lo loca que estoy por ti Atuq. 

—Yo lo estoy por ti, nada vale más que tu mi perla. 

—Quiero que tengamos un hijo —dijo. 

—¿Eh? ¿Dijiste un hijo?

—Si, estamos unidos, nos queremos y tenemos una vida en la tribu... Creo que es momento de tenerlo ¿No lo crees?

—Atuq no quiere —negué. 

—¿Por que? —preguntó en tono de voz muy bajito. 

—Por que si tienes a mi hijo, no podre montarte, cuando un hombre, deja en cinta a su mujer no se toca, es regla importante y yo no quiero dejar de tocarte. 

—Oh es por eso —suspiró de alivio—, bueno pero podemos seguir haciéndolo, no creo que eso le haga daño al bebé. 

—No se, Atuq es brusco, podría hacerte daño.. Mejor no, ahora no. 

—Pero yo quiero un bebé, que se parezca mucho a ti, así de hermoso como tu. 

—No, yo quiero un bebé que parezca una tu —toque su cabello—, que sea hermosa como tu. 

—¿Niña? 

—Si, que sea así de perfecta como tu, tus ojos, tu cabello, todo de ti... Seria muy hermosa. 

Mi descendencia siempre han sido hombres siendo los primogénitos por que estaran llevando la batuta como Inca, para mis ancestros eso era importante y no debía romperse el ciclo, pero desde que estoy con Freya, quisiera que mi primer bebé fuese una niña. 

De solo imaginar a una pequeña como Freya me hace sentir contento y cálido. Quiero tener una bebe con ella. 

—Le pediré a los Dioses que nos otorguen el deseo de ser papás de una niña —sonreí. 

—¿Crees que te lo concedan? 

—Si lo pides con fe, claro que si.. —toque su mejilla— Quiero a una pequeña Freya con nosotros. 

—Eso sonó tan lindo —sonrió—, entonces hagamos un bebé —besó mi cuello—, quiero que vayamos practicando. 

—No —la aparte de mi—, no si no has comido, descansa más para que puedas soportarme ¿bien?

—Que aguafiestas eres —se bajo de mi regazo y comenzó a comer—, Dios, esto sabe horrible.. 

—¿Eh? Pero dijiste que.. 

—Lo se, pero me sabe horrible —hizo una mueca—, creo que la mermelada no está tan fresca. 

—Iré a decirle.. —me tomó de la mano, no me dejó ponerme de pie. 

—No, no harás nada Atuq, no es culpa de ella asi que tranquilo —comió del pan y el queso—, eso si esta bueno, come conmigo ¿si?

—Está bien, comeré contigo —ella sonrió. 

Ella me hace sentir cómodo, alegre y fuerte. Ella es todo lo que necesito ahora, pero antes de que podamos tener un hijo, necesito sacarla de aqui, por que no pienso dejar que nadie se acerque a ella y a mi hijo. 

Como Inca de mi tribu, es mi deber protegerla a ella y a todos de cualquier peligro que esté al acecho. Ahora que ella quiere llevar a mi hijo en su vientre, debo sacarla de aquí cuanto antes. Desde que apareció en aquel mar y supe que seria mia, me juré ante los dioses protegerla y eso pienso hacer. 

No estaré del todo tranquilo hasta que nos vayamos de aquí. 

Se que en la tribu están bien, todo esta bien alla por que los Dioses los van a proteger. 

—Ven. 

Salí de mis pensamientos cuando la escuche, ella me tomó de la mano para ponerme de pie, camine con ella hacia el área de baño, que es donde ella se baña, no me gusta el espacio, es demasiado pequeño para que ella se de un baño. 

No hay nada mejor que el río y la cascada. 

Ella cerró las puertas y camino hacia la tina, que así se llama. Se terminó de quitar la bata de dormir hasta quedar desnuda, su piel estaba muy blanca, pero habían marcas que yo le hice cuando la monte. 

Debo controlarme más, fui muy bruto. 

Con cuidado se metió a la tina que tenía flores. Ella me miró y sonrió. 

—¿Que esperas? Ven aquí cariño. 

Cariño.

Ella me llama siempre por mi nombre pero cuando me dice Cariño, me hace sentir como alguien valioso y me gusta, me gusta cuando me llama así, me siento un hombre valioso y que se siente amado por alguien. 

Me quite la ropa y quede desnudo, cada vez que estaba desnudo ella me miraba de una manera que no se explicar, pero que a mi me gusta. Me acerque a ella y me metí a la tina, me senté detrás de ella, el agua estaba caliente y bastante bien. 

—Extraño el río —le dije a ella mientras pasaba mi mano por su pierna. 

—Yo igual.. Cuando quieras, podemos irnos. 

—Eso queria decirte a ti, sobre irnos —ella tomó mi otra mano—, yo extraño la tribu. Quiero irme pronto de aquí. 

—Lo se, se que extrañas la tribu —suspiró—. Yo si quiero irme, no pensé que estar aquí ya no me fuese a gustar, amo a mi papá pero, debemos estar en la tribu, juntos. 

—Nos iremos. 

Me quiero ir de aquí, siento que algo no está nada bien, algo no lo está y eso me preocupa mucho. Quiero estar alejado lo más posible de este lugar. Siempre le hago caso a mis instintos, así que debo estar aún más alerta. 



Hola hola lectoras, les dejo otro capítulo de El Inca, ya pronto comienza la cuenta regresiva para el final de esta historia, así que espero que le sigan dando mucho amor, ya que me esfuerzo mucho por traerles las historias. ✨❤❤

No olviden dejar sus votos y comentarios. 

Besos, Ross. 

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