Capitulo 4.- Despertar agitado.

Editado: 05/12/2020

Despertar agitado.

Sorpresivamente la mañana estaba mas agitada de lo habitual en el palacio real, la familia real se encontraba junta en la sala principal donde casi siempre el emperador se la pasaba divirtiéndose, aunque ahora los gritos de furia eran lo único que se escuchaba en todo el palacio.

Con una alegre sonrisa se presentaba al palacio un guardia real que pasaba saludando a la gente trabajadora del lugar, apenas el chico tomaba dirección a la habitación del príncipe cuando una joven de cabello mas negro que el carbón lo detuvo por el brazo inspeccionando su rostro.

—Ha... —se aleja mirándolo de frente —joven guardia, el príncipe Gaara ahora mismo no se encuentra en su habitación —sonreía sosteniendo la charola con tazas de porcelana sobre ella.

—Oh... —dudoso miraba por el pasillo — ¿Dónde... donde se encuentra? —peguntaba manteniendo su sonrisa.

—Mm... ahora mismo esta recibiendo un regaño por parte del emperador.

La sonrisa del joven se tiño rápidamente de preocupación mientras entreabría sus labios mirando y escuchando los murmullos a su alrededor, todos los sirvientes del palacio susurraban sobre el regaño que estaba siendo dado.

— ¿Dónde? —cuestionaba apresurado sosteniendo la muñeca de la chica — ¿En qué dirección?

—En la sala principal del emperador, ya ha estado ahí creo...

Con rápido asentimiento el joven guerrero avanzo hacia aquel lugar escuchando desde el pasillo los gritos de su furioso monarca, pero los guardias de la entrada le evitaron el paso.

— ¿Es la escolta personal del príncipe tercero? —lo observa asentir —bueno, como puedes escuchar ahora no esta disponible, no puedes entrar, deberías esperarlo aquí si no quieres enfadar aún más al emperador.

— ¿Puedo preguntar... —dudo colocándose del otro lado del pasillo —que hizo enojar tanto al emperador?

—La corte real, los miembros de la corte real han visto a la primer princesa ebria sobre los brazos de un desconocido, el emperador estaba furioso cuando pusieron en duda su dirección sobre el reino comparándolo con la crianza de sus hijos.

Dudoso volvió la mirada al guardia — ¿Y por qué el príncipe Ga... el tercer príncipe está ahí dentro?

—Eso... bueno, porque no se lo informo al emperador... por ello...

— ¡¡DEBISTE HABERME INFORMADO SOBRE LA CONDICIÓN DE TU HERMANA!!

La caída de muchos objetos hizo endurecer la pose de los tres guardias y Lee se estremeció preocupado por aquel chico detrás de la puerta, solo esa puerta lo alejaba de proteger a tan preciosa persona. Dentro de la enorme habitación un joven pelirrojo se inclinaba al igual que su hermana con la frente puesta sobre el suelo y las rodillas ya adoloridas de estar sobre la madera; la madre de ambos, sujeto de la mano a su segundo hijo dándose valor para seguir presenciando tal escena, y Kankuro solo sujetaba a su madre con fuerza mientras tragaba grueso con el odio y miedo sobre su cuerpo.

—Mis disculpas su majestad, lamento no haberle informado del vergonzoso estado de mi hermana mayor... pensé que no le resultaría necesario saberlo —el emperador elevo la mirada y el joven apretó la mirada aterrado —después de todo fue un avance con el joven guerrero Nara.

La sorpresa hizo desaparecer ese ceño fruncido y el hombre avanzo casi sonriente hasta ellos, ambos se tensaron sin despegar la mirada del suelo, la mirada de la emperatriz Karura subió llena de terror, pero la mujer fue detenida por su segundo hijo que miraba con impotencia el látigo en las manos de su emperador.

— ¡Rasa! —Decía duramente la emperatriz apartándose de las manos de su hijo y atrayendo la preocupada mirada de sus dos hijos en el suelo — ¡No te atrevas! —en su avance la furia dibujaba su rostro mientras sus ojos se volvían cristalinos, la frustración era tanta que apenas y podía pensar en emitir palabra, le estaba haciendo frente —A tocar a mis hijos!

Tanto la primer princesa como el tercer príncipe estuvieron por levantarse cuando el emperador sonrío de lado y tendió el látigo a su emperatriz, ella lo tomo con firmeza arrojándolo lejos mientras la mano de aquel hombre se posaba a la cara de su mujer sujetándola por el mentón.

—Nunca —acaricia las mejillas de su esposa que aun lo retaba con la mirada —lastimaría a nuestros hijos.

—No te creo —Dijo fríamente apartándose de aquel agarre —ya no te creo nada.

Con el levantar de su mano el emperador dejo avanzar a su segundo hijo quien rápidamente se aproximó a su madre llevándola lejos de la escena, aun molesta miró a su emperador regresar la mirada hacia esos chicos en el suelo, les pidió levantarse. Ambos jóvenes se miraron y se levantaron aun con la duda en la mirada, siguieron manteniendo la mirada baja pues no querían que su madre volviera a ponerse en peligro de ese modo... ese hombre era capaz de alejarla de ellos y no permitirles verla nunca mas. El príncipe menor apretó la mirada a punto de llorar ante aquella idea.

— ¿Qué avances tuviste Temari? —Decía con su fría mirada observándola directo.

—Estamos conectados por el odio que te tenemos —informaba fríamente —él piensa que gobiernas de mala manera al intentar luchar sin hablar con los otros reinos, piensa... que yo sería mejor emperatriz si tan solo... —sube la mirada —tuviera el trono.

El hombre asintió y camino hacia su trono —Pues pongan mas esfuerzo y algún día quizá no tú directamente, pero él podría tomar el trono y hacer caso a tus palabras... Gaara, sal junto a tu hermano, Karura —busca su mirada —necesito hablar de asuntos reales con tu hija, ¿podrías? —extiende la mano a la puerta.

—No —aclaro con prisa.

—Mamá —sonrío mirándola con calma —ve fuera, esto es beneficioso para nosotros, necesito oír sus palabras.

La mujer dudo, pero ante las manos de sus hijos que la sostenían por los hombros tomo camino junto a ellos hacia la salida, un fuera de aquella sala la mujer bajo la mirada al borde de sus lágrimas mientras sus hijos se miraban entre si vencidos por las cosas de dentro.

—El caballero Lee ha venido por ti —señalaba con una leve sonrisa —deberías ir a despejarte un poco, tomar el desayuno y tomar tus clases de cabalgar, él es apto para enseñarte.

—Kankuro —expresaba preocupado.

—Gaara —sujeta su brazo sonriéndole —hijo mío —acaricia su mejilla —esta bien, no necesitas estar en esto, Temari se hará cargo y yo... me ocupare de lo demás.

—Gaara —lo sujeta por el hombro —por favor.

El menor apretó los labios y con los ojos llorosos avanzo por el pasillo siendo seguido por la mirada de su caballero que con solo una mirada del príncipe segundo comprendió que debía seguirlo, el hombre azabache asintió y siguió de cerca a aquel príncipe que salía por las escaleras principales con dirección al pueblo, al pasar por el poblado muchas personas trataban de hablarle y saludarle, pero el siempre amistoso príncipe esta vez no regresaba ningún saludo y mucho menos tenía su enorme sonrisa de costumbre; luego de seguir aquellos pasos sin sentido ambos jóvenes se vieron llegando a la salida del reino. Sin fuerza el joven se recargo del tronco de un árbol, y de pronto se encogió comenzando a llorar, cubriendo su rostro dejo salir toda su frustración entre su llanto mientras su caballero le miraba preocupado, con el corazón triste de verlo así, Lee avanzó hacia una casa de cerca acariciando el rostro de un caballo que tomaba tranquilamente agua.

—Disculpe... —inclino la mirada hacia el interior del granero — ¿Podría... —un carpintero deja sus herramientas para mirarlo —permitirme su caballo?

— ¡Oh, caballero! —limpiaba su ropa —sí, claro que sí —se acercaba a prisa soltando al animal y tendiéndolo hacia el caballero, pero su mirada viajo al pelirrojo que lloraba a la lejanía —el príncipe tercero... —observa al guardia — ¿Él se encuentra bien?

—Mm... lo estará, son cosas de la familia real.

—Lo comprendo —sonríe mirando al pelirrojo —lo llegué a conocer hace algún tiempo, construí un kiosco en el palacio a su petición, él es... muy educado y amable, nunca volví a hablar con él, pero... siempre he tenido curiosidad por él, parece adolorido en su interior... —confesaba con la mirada perdida, pero suspirando volvió la mirada al azabache frente a él — ¿Sabes acaso si tiene a una persona especial? ¿Un doncel? ¿una pareja?

La sorpresa se hizo del azabache que dirigía la mirada hacia el joven príncipe y luego hacia el hombre delante suyo, era apuesto, su piel blanquecina y esos ojos raramente de color... algo en su cuerpo se enfrío por completo, trago saliva dudando con la mirada mientras el joven le sonreía, <vaya perfecta sonrisa> pensó el caballero, y rascando su nuca aquel carpintero tiñó sus mejillas de rojo.

—Oh, lo lamento, es decir... es hermoso y amable, es vergonzoso, pero creo que... —niega sonriente —me enamoré de él, nunca mas me pude acercar, pero ahora que lo veo ahí simplemente quisiera... consolarlo —decía con una sonrisa soñadora llevando su mano al pecho.

—Me parece —dudó dirigiendo la mirada a los verdes ojos delante suyo —que esta siendo comprometido con algún noble.

—Oh... —mencionaba cabizbajo entre una risa —era de esperarse, además jamás podría enamorarse de algún campesino... caballero, por favor, intente hacerlo sonreír.

—Sera un placer, entonces... —tomaba la correa —con su permiso.

El hombre sonrío despidiéndolo y Lee siguió su camino entre sus pensamientos, al llegar miró como aquel príncipe se levantaba a duras penas limpiando las lágrimas de su rostro, al ver esos ojos cian sobre él solo pudo sonreír para él.

— ¿Qué te parecería ir a montar a las lejanías?

Dudoso, parpadeo con sus hinchados ojos negando preocupado —No, te... seguro que el emperador te llamará la atención fuertemente, te... te podría quitar el cargo de mi caballero —mencionaba preocupado aferrándose a aquel brazo.

Con una sonrisa en cara aquel joven escolta llevo su mano a la cintura de su príncipe sorprendiéndole un poco, apenados se miraban de reojo sintiendo sus mejillas arder.

— ¿Ca... caballero Lee? —pronunciaba curioso.

Tomando un profundo respiró el joven azabache ayudo al príncipe a subir al caballo, el chico se miraba sorprendido aceptando la ayuda mientras evitaba aquel sonriente rostro.

—No le he pedido una silla al joven dueño del caballo, sujete las riendas, lo ayudaré a dirigir desde atrás.

— ¿Desde... —sorprendido sintió al joven subir detrás suyo —he... esto no es peligroso?

Con una sonrisa el caballero sujeto las manos del príncipe que tomaban las riendas, el pelirrojo suspiro de la sorpresa de sentir aquel cuerpo detrás suyo, y cerrando los ojos sintió una respiración sobre su oído.

— ¿Su alteza? Sería bueno que abriera los ojos para saber hacia dónde nos dirigimos —sonreía pegándose al cuerpo delante suyo —haré avanzar a la yegua.

El joven abrió los ojos con vergüenza mientras le daba la mejor vista a aquel caballero, con una sonrisa el joven caballero podía admirar la espalda blanquecina de su príncipe, se podía apreciar mas allá de su cuello desde esa posición, pero Lee se detenía de observar mas. El animal comenzó a avanzar y el príncipe, aunque algo asustado, sujetaba fuertemente las riendas siendo guiado por las manos de su caballero.

—Gaara —susurraba con tranquilidad —si el jinete se encuentra asustado el caballo lo hará por igual, estoy contigo, así que trata de mantenerte calmado... si tú te cayeras realmente me metería en problemas.

La mirada cian del príncipe regreso levemente sobre la sonrisa que se posaba al lado suyo, y solo trago saliva asintiendo. Unos pasos a la lejanía, y luego de pedir un favor a los guardias del alrededor, por fin ambos jóvenes bajaron del fuerte animal amarrándolo cerca de la laguna para que tomará agua y descansara, el caballero nuevamente había sujetado de la cintura al príncipe ayudándolo a bajar aun cuando el pelirrojo no quería aquello; después de tal vergüenza ambos caminaron por la orilla de la laguna y quitándose los zapatos se sonrieron entre sí.

— ¿Realmente haremos esto Lee?

— ¿Y por qué no? Ahora mismo nadie nos esta viendo.

Las sonrisas cómplices se encontraron y subiendo sus prendas ambos metieron los pies en el agua mojando y salpicando los ropajes ajenos entre un divertido juego; entre risas tomaron asiento en la orilla del lago dejando a sus pies secarse con las cristalinas aguas, el príncipe Gaara subía la mirada hacia el cielo azul que se podía observar entre los árboles, su sonrisa irradiaba clama y su caballero estaba perdido en ese rostro de porcelana.

—Dime Gaara —pronuncia tranquilo bajando la mirada

— ¿Sí?

Contestaba con tranquilidad dirigiendo la mirada a su caballero que observaba la laguna rodeada de árboles exhalando un suave suspiro.

— ¿Te encuentras bien? ¿has... llorado lo suficiente?

Sorprendido bajo la mirada mordiendo levemente su labio —Si... creo que ahora estoy bien.

— ¿Fue... porque no te quieren preocupar? Hacerte entrar en todos esos asuntos reales... —mencionaba inseguro.

—Sabes mi condición, ¿no es así? —el joven a su lado asiente —ellos piensan que las emociones demasiado fuertes me podrían hacer recaer, tengo... —posa la mano sobre su pecho —un problema en mi interior, mi corazón y mis pulmones son muy débiles... aunque me entrene con los demás, Temari se ocupa de llevar un ritmo lento conmigo, y Kakuro se asegura de que no me sobre esfuerce... —posa las manos sobre el pasto —mi familia esta pasando por muchos problemas y yo.. sigo sentado sin ser capaz de hacer nada.

El silencio reino entre ambos jóvenes y mientras Lee analizaba todo lo confesado Gaara mordía levemente su labio interno viajando de vez en cuando sobre el rostro de aquel azabache.

— ¿Puedo decirte algo en secreto Lee?

Sus miradas se encontraron solitarias en aquel bosque, y el caballero pudo notar esa mirada dudosa en el rostro de su príncipe, el azabache sonrío levemente mirando suspirar a aquel choco que suavemente tocaba la mano de su caballero manteniendo la mirada al suelo.

—Últimamente me he sentido... muy mal —confesaba dolido —esta mañana cuando mi padre me mando a llamar estuve... por desmayarme, y no quisiera preocuparte, pero... ahora mismo yo me siento mal...

La sorpresa lo lleno al ver como aquel chico vacilaba en su porte, lo sostuvo rápidamente poniéndose de rodillas para sostenerlo correctamente, y sacando sus pies del agua se percató de aquel rostro que ahora estaba mucho más pálido que de costumbre, esos labios carmesíes que ahora habían perdido su color, y esos ojos que no tenían el mismo brillo de siempre.

—Gaara —musitaba preocupado acariciando la mejilla del joven —venga... —lo sujeta por la espalda recostándolo —solo acuéstate un momento, ye voy a prestar mi regazo así que —se acomodaba acariciando sus rojos cabellos —solo descansa, no podemos volver contigo en este estado, debiste hablarlo antes conmigo... ¿Qué haría si... estuvieras herido?

—No te preocupes... —Decía con una leve sonrisa acostándose contra el pasto —si algo así llegara a pasar podrías solo culpar a mi enfermedad, solo debes mentir al decir que estábamos dentro del reino, sino... enserio te van a culpar, así que solo debes mentir sobre eso, estoy bien con ello, siempre quise... salir del reino, aunque fuera una sola vez.

El azabache sonrío y con tranquilidad seco los pies de su príncipe con sus propias ropas mientras lo observaban ahí sobre el pasto, pálido y tembloroso siendo acariciado por aquellas plantas que rodeaban su cuerpo; suspirando observo el alrededor sabiendo que no tenía mantas con las cuales cubrirle, inquieto hacia viajar su mirada por todas partes en busca de algo cálido, pero cayó en cuenta de que solo había una forma de calentar el cuerpo de aquel chico. Tragando grueso se acostó a su lado, y aquel chico al sentir aquel calor corporal solo se giró hacia él escondiéndose en su pecho mientras Lee sentía latir su corazón ante tal unión, dejando todo de lado rodeo el cuerpo de su príncipe brindándole el calor que necesitaba; en ese momento no le preocupaba ser exiliado, matado o lo que le fueran a hacer, estaba mucho mas preocupado por el chico que temblaba entre sus brazos; subiendo la mano hacia la nuca del joven lo pego mas a su cuerpo hasta poder suspirar sobre aquellos pelirrojos cabellos.

—Gaara... debes estar bien, acabo de conocerte hace muy poco, y no quiero perderte tan pronto, me siento confuso... desde que te vi... desde el inicio, creo que... tú me atraes.

Cerrando los ojos se sintió vacío ante laspalabras que había confesado a la nada, el chico en sus brazos se encontraba profundamentedormido así que no había escuchado ninguna de sus palabras, pero al menos habíadejado de temblar.

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