Capitulo 3.- ¿Como fue su infancia?
Editado: 05/12/2020
¿Cómo fue su infancia?
La mañana florecía como cualquier flor en primavera, y entre un estiramiento largo, el joven de cabellos pelirrojos abría sus ojos cían admirando con pereza la luz de su habitación, observó miles de regalos y complementos para sus ropajes reales acomodados debidamente por doquier; tomó un profundo respiro y se levantó tomando pie frente a su espejo para enseguida sonreír con sus pensamientos «La persona más hermosa» sonrío negando con diversión, eso era tonto, nadie lo conocía de verdad... ¿Qué tal si fuera una mala persona? ¿Aun así se le acercarían y le darían tantos regalos?
— ¿Tercer príncipe? —el toque en la puerta fue dado.
—Adelante... —expresaba con calma tomando asiento en el borde de su cama.
La mujer entro en la habitación y con una sonrisa avanzo hasta los ropajes reales, el chico la observó, esa mujer era la hija de su antigua cuidadora que había enfermado hacia poco tiempo, trabajar con la familia real podía darte mucho, pero también podía quitarte todo.
— ¿Qué tal ha estado tu madre? —cuestionaba curioso poniéndose de pie.
— ¿Mi madre? —cuestionaba sorprendida, tragando grueso avanzó al probador del príncipe sosteniendo sus ropajes —ella ha estado mejor, me ha pedido... que le informe de usted mi príncipe, ella dijo... —agachaba la cabeza —que tiempos difíciles caerían sobre la familia de la emperatriz real.
Colocando sus ropas observo la blanca pared, las pinturas de su infancia, su padre, madre y sus hermanos junto a él que se encontraba al centro de la foto, cuando apenas era un simple niño.
—Dile... —salió del probador real —que deje de preocuparse por una familia que no es la suya —la chica bajo aún más la cabeza —pero... si ella realmente lo quiere oír, dile... que los problemas ya han iniciado y que la extraño.
Sorprendida observo ese rostro triste con una sonrisa melancólica sobre su alteza, su mirada bajo nuevamente —Si, le haré llegar el mensaje mi príncipe.
Con una sonrisa sobre el rostro el chico extendió los brazos sobre sus costados dejando que la joven hiciera su trabajo colocándole la última prenda que ella amarro con delicadeza frente a él; con una sonrisa la chica se despidió como cada mañana, su trabajo consistía en atender cada paso del joven príncipe, pero éste se negaba queriendo hacer las cosas por su cuenta. Tomando asiento frente a su espejo la sonrisa en su rostro disminuyó... ¿Por qué tenía que sufrir todo en silencio? Él no era un príncipe, su familia no era de la realeza.
— ¿Tercer príncipe?
La puerta se abría mostrando a un curioso azabache, la mirada del príncipe se dirigió a la puerta a través de su espejo; el caballero sonrío más tranquilo adentrándose a la habitación mientras su príncipe se colocaba los pendientes, y tomando asiento a su lado solo observaba aquel rostro algo desanimado que terminaba de ponerse los pendientes, suavemente regreso la mirada a aquel joven que le sonreía tranquilamente.
—Caba... —cubría suavemente sus labios —Lee —sonreía — ¿Puedo preguntar cómo fue tu niñez?
Aunque dudoso, el joven asintió en espera de algo más específico, pero al no ver mas palabras por parte del pelirrojo solo arreglo su voz, listo para iniciar su relato.
—Mi niñez... —sonríe —bueno, la verdad es que no soy de aquí, mi maestro en las artes de la lucha me comento que quizá mi madre era de una aldea pequeña donde no había víveres y solo existían problemas... me encontró a mis tres años en un pequeño claro en los alrededores, dijo que venía de una misión de guerra cuando me observo... —sujetando su nuca con algo de vergüenza dirige una sonrisa a su príncipe —simplemente no pudo dejarme ahí, así que me acogió, me cuido y me entreno desde pequeño, pero cuando cumplí trece años él partió en busca de algo mas que guerra... quería encontrarse a sí mismo luego de todo lo que había pasado —aprieta los labios recordando —el tiempo que viví con él fue divertido, reíamos a carcajadas y entrenábamos hasta vomitar, pero ese hombre siempre me pareció increíble, siempre tendrá mi eterno respeto y gratitud, no lo he visto en un tiempo, pero definitivamente cuando lo vuelva a ver le agradeceré con el mejor tazón de cerdo preparado por mí —lo mira con orgullo —he practicado.
El joven príncipe asintió sonriente y se levantó de su asiento mirando al caballero seguir sus pasos, pero de pronto aquel caballero se detuvo algo inseguro.
—Ha... mi príncipe —eleva la mano en su dirección obteniendo su mirada —su cabello...
— ¡Oh! Estoy algo... —pasa la mano por sus desreglados cabellos —lo siento.
El chico tomo camino frente a su espejo tomando con rapidez su peine, pero apenas lo paso por sus rojos cabellos el peine se atoro causando su vergüenza, aun cuando lo intentaba varias veces y con fuerza aquel peine no salía y una leve risa podía llegar a sus oídos avergonzándole más, sonrojado y algo molesto se giró hacia aquel caballero que avanzaba entre su sonrisa hasta sostener el fino peine en mano.
—Permítame... —con delicadeza logro desatascar aquel cepillo y siguió peinando al príncipe —Nunca creí que el cabello real fuera tan testarudo, y eso que parece la misma ceda...
La vergüenza le llenaba, pero aun así dirigió su mano sobre algunos cabellos detrás de su oreja tocando suavemente aquellas puntas, su mirada fue al espejo delante suyo donde podía mirar al chico que con una sonrisa ponía toda su atención en aquel rojizo cabello.
—Y eso... —sus ojos se encuentran en el espejo —que no has visto el cabello de mi hermana.
Una leve risa se hizo sonar mientras ambas miradas se reencontraban en aquel reflejo; quizá era porque ese caballero era la primera persona fuera del palacio con la que hablaba, pero... se sentía a gusto y feliz de hablar con él. Luego de un cepillado rápido el príncipe se puso de pie dispuesto a salir de la habitación.
—Pero... dígame mi caballero, —dirige la mirada al hombre a su lado — ¿Cuál era el nombre de su maestro?
—Might Guy —Decía con orgullo.
La sonrisa del príncipe desapareció — ¿El guerrero Migth Guy? —la sorpresa de su rostro fue seguida por una enorme sonrisa — ¿Cómo... como fue su entrenamiento? ¿En qué se basaba?
La sonrisa del joven azabache relucía con orgullo mientras comenzaba a contar su experiencia de entrenamiento. En un restaurante de fideos se podía observar a dos personas que resaltaban mucho del resto, una chica rubia portando un vestido muy adornado por telas finas, y un joven guerrero que incomodo dejaba ir el humo de su tabaco.
— ¿Qué estamos haciendo... mi princesa? —suspiraba enfadado —esto es... estúpidamente molesto, princesa Temari —la chica elevo la mirada sorprendida —ahora mismo yo debería estar patrullando el pueblo y no aquí sentando jugando a la "cita" —exhala un suspiro apagando su cigarrillo —si yo te gusto simplemente supéralo, las citas y noviazgos no son lo mío.
Su mirada totalmente sería sin rastro de importancia sobre lo que ocurría se mantenía firme sobre aquella mujer, la mujer que antes estaba sorprendida sonrío incrédula y algo ofendida, posando los brazos sobre la mesa lo miró retadora.
— ¿Me has llamado por mi nombre? Pero vaya atrevimiento... ahora veo que efectivamente, nos llevaremos bien.
El azabache dudó, pero evito mostrar su sorpresa claramente ante esa mujer y solo se recargo del respaldo de su asiento mirándola.
—Para una dama de la realeza... —sonreía a lo bajo tomando un trago de cerveza —puedes verte muy vulgar en ocasiones.
Ambos sonrieron retándose con la mirada, y con un solo alzar de la mano de aquella joven todo el lugar se vio vaciándose para dejarlos solos.
—Ayame —informaba sin apartar la vista del hombre frente a ella —mañana y por el resto de la semana las rondas para los caballeros del reino serán pagadas por el emperador, espero con eso... pague lo que he hecho hoy.
—Mi princesa, eso sería mucho mas de lo que debería... lo agradezco.
La mujer agacho la cabeza agradecida y simplemente sonrío entusiasta para marcharse, la rubia le siguió con la mirada y apenas la vio irse subió su vestido para poder cruzar sus piernas, mas cómoda arrebato el nuevo cigarrillo del joven para dar una larga y profunda calada, lo dejo descansar y entonces soltó el humo como si fuera nada para ella.
—Mi nombre es Temari, Subaru Temari, hija de Karura que era una simple campesina que sobrevivía de sus cultivos, fui criada junto a mis dos hermanos menores los cuales adoro y cuido con mi vida, fuimos recogidos a mis diez —se señala —nueve y seis años... —mirando la mesa toma un trago de cerveza para dejar caer el tarro con la mitad del contenido sobre la mesa —fuimos... acogidos —menciona molesta —por el emperador Rasa quien fue nuestro padre y nos abandonó hace mucho... pero aun así fuimos traídos al reino y obligados a comportarnos como perfectos idiotas —escupió con odio a lo que el hombre frente a ella bajo su dura mirada.
—Shikamaru Nara, Hijo de un Erudito muy reconocido por tu emperador, ante la inteligencia de mi padre herede la mía haciéndome un reconocido estratega en pequeñas misiones para el emperador, aunque mi familia... ellos están en contra del derramamiento de sangre innecesario, y yo... yo estoy a favor de quedarme recostado bajo la sombra de un árbol.
Ella sonrío y él hizo lo mismo relajándose por primera vez desde el inicio de aquella cita; entre bebidas y peleas que terminaban en risa ellos siguieron platicando, conociéndose mas profundamente, dándose cuenta de que, de alguna forma rara, ellos pensaban igual. La tarde ya llegaba sobre el reino y un chico salía con la princesa a rastras sujetándola por la cintura para salir del pequeño restaurante.
—No puedo creer que te embriagaras tanto —reía a lo alto entre los efectos del alcohol.
Entre la gente que comenzaba a susurrar por su escena el joven azabache de coleta pudo notar a alguien conocido que platicaba con una señora de edad adulta a lo lejos.
— ¡Lee! ¡Rock Lee! ¡Échame una mano por aquí Lee!
Pronunciaba con dificultad elevando el brazo para llamar su atención, el nombrado regreso pidiendo un momento a la mujer de edad adulta al notar a aquel chico con una princesa a cuestas, Lee avanzó rápidamente y al girarse el pelirrojo comenzó a buscarlo con la mirada bajando los brazaletes que tenía en mano, al no encontrarlo pago rápidamente para comenzar a avanzar entre la gente buscándolo con la mirada; poco falto para que el pelirrojo tomara carrera perdiendo su porte al percatarse de su caballero que cargaba con una perdida princesa ebria en brazos, Temari golpeaba la cabeza de aquel chico mientras el caballero de coleta caía de cuclillas al suelo descansando entre su ebriedad.
— ¡Temari! —pronunciaba molesto sosteniendo por los brazos a su hermana — ¿Quién te dio de beber?
Cuestionaba preocupado admirando el lamentable estado de su hermana, su atención se poso casi enseguida sobre el azabache de coleta que levantaba la mano, sus ojos cian notaron con prisa el estado casi igual de lamentable de aquel caballero y solo suspiro buscando los ojos de su propio escolta.
— ¿Podrías ayudarme a cargarla en mi espalda?
Peguntaba avergonzado obteniendo un asentimiento de parte de su caballero que le ayudo enseguida, el príncipe la sostuvo por las piernas aun cuando su enorme vestido estorbaba, Lee suspiró dirigiendo la mirada a su amiga que le sonreía sosteniéndose del suelo ante su mareo.
— ¿En qué mundo vives Shikamaru? Todo el mundo sabe que la princesa es sumamente sensible al alcohol.
— ¡No... hic... no lo soy! —gritaba animada yéndose hacia atrás.
El caballero con corte de tazón se apresuró a sujetarla mientras el pelirrojo solo cerraba los ojos en espera del gran golpe que se daría su hermana si ambos caían, pero al sentirse ayudado el joven solo apretó el agarre a su familiar.
— ¡Temari, debes mantenerte tranquila o me molestaré! —le reprendía mirándola sobre su hombro.
—Mmm....
Se quejaba como si fuera una pequeña niña regañada aferrándose al cuello de su hermano; soltando un suspiro dirigió la mirada hacia su caballero que asentía tocando el hombro del chico de coleta que seguía en el suelo.
—Regresa a casa Shikamaru, tu padre no estará nada contento con tu estado —tiende su mano en ayuda.
— ¿Mi padre? —ríe negando entre tomar la ayuda —estoy mas preocupado por mi madre.
Una vez estuvo de pie se tambaleo un poco hasta sujetar a aquella rubia por el hombro, sonrío ante la joven ebria semidormida.
—Nos vemos luego mi princesa... fue... —se aleja sonriente — ¡Una divertida cita!
Ante el grito cubrió por sí mismo su boca y comenzó a pedir disculpas por el disturbio que había hecho mientras la mirada de ambos jóvenes lo seguía mientras avanzaba por su camino, pero de pronto una risa los sorprendió, la princesa reía aun cuando mantenía los ojos cerrados y se encontraba casi dormida, sin más el pelirrojo siguió su andar, pero fue detenido por el azabache que se inclinó un poco sobre él.
—Permítame ayudarle mi príncipe.
—Ha... no quisiera molestarte —expresaba con pena —además... mi hermana es un poco pesada...
—Nho... pesooo —se quejaba — ¡eres malo Gaara! —pronunciaba entre su sueño.
Lee sonrío y sin esperar mas la cargo en su espalda con la ayuda de su príncipe, ambos comenzaron a andar por el pueblo mientras las farolas eran encendidas iluminando las calles, la sonrisa en el rostro del pelirrojo ilumino aun mas la noche, era la primera vez que ese chico estaba fuera tan tarde.
—Es hermoso ¿No lo creé? —Decía con una sonrisa mirándolo de reojo.
—Es... increíble, —niega encantado —siempre lo había visto desde mi ventana, pero jamás... así de cerca, es... es muy lindo —pronunciaba con la mirada perdida en las luces y gente.
—Y esto no es lo mejor, mas tarde comienza un pequeño baile de celebración por la paz, lo hacemos cada inicio de estación, todos bailando con todos, es... —ríe divertido notando la mirada sobre él —hermoso.
El príncipe sonrío dulcemente mientras de nueva cuenta esa sensación al verse por primera vez recorría su cuerpo, esas ganas de tocar a la persona frente a ellos; para Lee podía sentirse como algo normal pues se encontraba todo el día al lado de la persona mas hermosa del reino, pero Gaara... Gaara siempre se preguntaba por qué de esa sensación, su caballero era un chico guapo, fuerte, pero no era tan distinto a otros caballeros, de hecho, si alguien debía llamarle la atención era un guardia nacido de una unión no permitida... un chico rubio inconfundible que por igual se hacía notar entre los caballeros del palacio.
Al entrar en el castillo Lee se dirigió primero a la habitación de la princesa quien rápidamente fue atendida por su madre, así que el joven pelirrojo y su caballero salieron de la habitación en dirección al aposento del príncipe. Una vez dentro de la habitación las velas fueron encendidas por su caballero y por él mismo, ambos se miraron entre un suspiró.
—Yo... mi príncipe —Decía a lo bajo.
—Gaara —recalcó algo incomodo sujetando sus manos entre sí.
La mirada del joven azabache bajo un poco para notar la perfecta cara del chico frente a él, y apretando sus puños contuvo sus ganas de tocarlo nuevamente así que simplemente tomo una rápida respiración y asintió.
—Gaara... ¿Puedo preguntar... que es lo que carga sobre sus hombros que lo lastima tanto?
Su cuerpo se tensó lleno de sorpresa, apenas y sus labios se abrían levemente cuando desvío la mirada pensando las cosas.
—Eso... —trago saliva cubriendo su boca —Lo lamento Lee, ¿podríamos vernos mañana?
El chico asintió y haciendo una leve reverencia solo se retiró cerrando la puerta que les permitía suspirar con alivio, ambos regresaron la mirada a esa puerta mientras una duda les comía la mente, ¿Qué era ese sentimiento que los rodeaba? Se sentía... una necesidad por saber del otro, por tocarlo, algo que nunca antes ninguno de los dos había sentido. Subiendo la mirada a los anchos pasillos, el azabache comenzó a avanzar recordando cada facción de la cara de su príncipe mientras se reprendía internamente por hacer tal pregunta que lo había hecho sentir incómodo.
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