Capitulo 14.- En Marcha.
Editado: 31/ 01/ 2021
En marcha.
La noche ya caía en el reino Uchiha, las farolas de la calle eran encendidas al igual que las velas dentro del castillo; en el comedor se podían apreciar tres personas que terminaban su cena, un príncipe pelirrojo, un príncipe azabache y un emperador. Ambos príncipes se dedicaban miradas cómplices de vez en cuando, mientras intentaban por todos los medios no ser atrapados por el hombre mayor del lugar.
—Bueno, fue una buena comida, la habitación que arreglo especialmente para nosotros es encantadora —sonríe con disgusto —y claramente cuenta con todo lo necesario, pero... —deja la servilleta de lado mirándolo —como le platique durante la comida, esto solo es una visita para comprobar que estaré a salvo una vez decida aceptar el compromiso con su hijo...
El hombre sonrío levemente dando un asentimiento mientras el pelinegro de menor edad por igual dejaba la servilleta de lado dirigiendo la mirada hacia su padre.
—El emperador Subaku, ya sabes, desconfía —pronuncia sin importancia.
—Pero no se preocupe, es solo que mi padre quiere saber que yo me encontrare bien al vivir aquí, a pesar de cuanto odiamos esta idea... solo así se evitara una guerra, ¿No es así?
—Estas en lo correcto —pronunciaba sumido en su grandeza.
—Y ya hemos dejado claros mis puntos ¿No es así? Lo de mi grupo de caballeros por parte de mi reino, no mas de tres caballeros según usted pide —Decía con una sonrisa obteniendo un asentimiento como respuesta —Además de que claro, no tendré intimidad con su hijo cuando a él le plazca, deberá hablar antes conmigo y yo veré si accedo a ello.
—Que yo sigo teniendo quejas con esa regla —interrumpe el azabache.
—Sasuke —sube la mano deteniendo el habla de su hijo —SI, está bien por mí, además hijo, tienes miles de damiselas y corceles que accederían a tu pedido sea cual sea la hora y situación.
—Además —prosigue con tranquilidad —podre seguir hablando con mi padre y hermanos así sea solo por cartas.
—Ya, ya —se pone de pie —estoy de acuerdo con todos tus puntos... —los observa a ambos — ¿Partirán ahora? Ya es muy tarde.
—Su padre es inquieto —responde entre un suspiro de molestia —cuando venimos ya lanzaba ordenes de alistarse para una guerra si él no volvía hoy mismo, —tomaba un poco de vino poniéndose de pie —además es Shisui quien nos llevará así que no tienes de que preocuparte.
Con un leve golpe al hombro de su caballero pelinegro, el príncipe Uchiha tomo camino fuera de la sala dedicando una leve mirada de reojo al rubio que permanecía en el lugar; el príncipe Gaara se levantó por igual de la mesa y tomo camino hacia su caballero, Naruto se giró hacia su príncipe en su espera.
—Está evitando derramamiento innecesario de sangre, debes estar orgulloso —pronunciaba con gracia el emperador.
—Y de verdad lo estoy —deteniéndose regresa levemente la mirada al emperador —pero el hecho de volverme un prisionero me inquieta un poco.
El hombre sonrío —Me agradas, en otras circunstancias esto pudo ser mejor.
—Lo mismo digo —agrega con una sonrisa antes de salir.
Una vez las puertas detrás suyo se cerraron, el joven suspiro mirando la luna ya bien puesta en el cielo, con la inquietud llenando su estómago y pecho dirigió la mirada hacia su caballero, Naruto le dedico una leve sonrisa de calma.
—Vamos a la entrada Naruto, ¿Sabes a dónde fue Sasuke?
—Si, mi príncipe, Shisui dijo que se adelantarían por el carruaje.
—Mm, bien... —pronunciaba preocupado —Ya es tarde.
Una vez estuvieron fuera del palacio el joven príncipe miraba con algo de impaciencia que trataba de no hacer notar mucho, paso poco tiempo para que el príncipe de los Uchiha llegará al lugar y se aproximara hacia el pelirrojo tomándolo por los hombros.
—Vayamos a dar una vuelta...
El pelirrojo empujo rápidamente el brazo que lo rodeaba y solo exhalo un suspiro comenzando a avanzar a su lado mientras observaba los puestos y las calles durante su avance al centro de la ciudad; al llegar al centro de la ciudad podían ver a un montón de gente viajando por todos lados entre algunas leves risas.
—Hay un puesto de vino por aquí, es delicioso, así que llevaré un poco a tú padre como regalo, seguro que le encantará.
—Mi padre no es mucho de beber, pero si quieres intentar convencer a alguien mas de mi familia... la verdad Temari es muy buena bebedora.
—Se que te atraigo, aunque no quieras decirlo —menciona con seguridad.
El joven pelirrojo desvío la mirada de su acompañante y se dirigió a otra pequeña tienda mientras el príncipe pedía unas botellas de vino, los guardias del reino seguían con la mirada al príncipe pelirrojo que los estaba ignorando por completo y solo se centraba en las joyas que le estaban ofreciendo. El carruaje se detuvo frente al príncipe Uchiha dejándole ver brevemente a la emperatriz Tsunade y compañía, rápidamente cerró la puerta movilizando a su gente para subir unas cajas de licor mientras él se inclinaba mostrando el licor al caballero rubio al lado del príncipe pelirrojo.
—Mi príncipe —se acercaba interrumpiendo la conversación — ¿Está listo para partir?
— ¿Nos vamos? —tendía la mano al pelirrojo más naturalmente.
—Si, —sonreía tomando la mano del azabache —es hora de irnos.
El pelinegro le cedió la botella de licor al caballero rubio y ambos príncipes tomaron camino al interior del carruaje notando de reojo a dos personas que se escondían bajo sus asientos, con una sonrisa en cara el pelirrojo tomo asiento cerca de las piernas de su caballero que se cubría con algunas prendas y objetos de regalo, por su parte Sasuke tomaba asiento del otro lado, cerca de la mujer rubia que se escondía bajo su asiento de igual modo que el azabache de los Subaku. En la parte de fuera, la chica azabache terminaba de atar las cajas de licor y los regalos enviados por el emperador, al terminar la joven tomo un caballo y dedico una sonrisa a su compañero que tomaba lugar en la parte de adelante del carruaje; Naruto a su lado observo por última vez a los guardias del lugar y tranquilamente miro a Shisui que hacía avanzar los caballos.
— ¿Estamos bien hasta el momento? —cuestiona algo inquieto ante la idea de ser descubiertos.
—Si, estamos bien —contestaba calmado.
En el imperio Haruno ya todas las mujeres se armaban dispuestas para participar en la futura guerra, hacia unas horas que un grupo de tres caballeros había sido enviado al imperio Hatake en aviso del primer triunfo y futura guerra, por igual tres hombres estaban en camino al imperio Subaku. La princesa se miró junto a los otros mandamás en una gran habitación, con un leve suspiro ella avanzó hacia el balcón del lugar; las Haruno eran conocidas en su reino por las ropas que trasladaban en son de paz, pero la joven de cabellos rubios, la primer princesa Temari jamás había estado en aquel imperio que no parecía tan diferente al suyo, pero aun así... de cierto modo se sentía mas libre en ese lugar; entre su vista relajada sobre las luces de la ciudad, la rubia se veía llegando al balcón.
—Es oro, ¿Cierto? —sonreía admirando su poblado —es diferente a cualquier otro reino —recargándose del pequeño balcón le dirigía la mirada —Te sientes más libre... —extendía los brazos dejando a la brisa acariciar su cuerpo —aquí puedes hacer lo que desees, solo somos nosotras... nosotras creándolo todo como siempre.
La rubia sonrío mirando esa tranquilidad en la mirada de la chica a su lado, y con una leve risa se acercó unos pasos hacia ella para dirigir sus miradas hacia la ciudad.
—Hace mucho que me pregunto... ¿Enserio no hay ningún hombre aquí? —comienza a reír divertida —Lamento si es una mala pregunta, pero comentarios como esos son los que llegan a mi reino sobre ustedes.
—Lo supongo, al menos no es aquel sobre cómo nos comemos a los hombres —ríe divertida.
Entre risas y leves empujones las chicas seguían divertidas con su conversación, pero se detuvieron de sus risas ante la entrada del hombre peliplata que con una sonrisa las miraba y pasaba directo al balcón para mirar el jardín de aquel palacio.
— ¿Qué es tan gracioso? No quiero hacerlas perder sus ánimos, pero estamos por ingresar a una guerra.
La sonrisa de ambas disminuyo, pero la pelirosa se giró hacia ambos —Vamos a ganar, aun si Tsunade no llega esta noche... de verdad estoy dispuesta a luchar con ustedes, ellos nos atacaron de noche y la raptaron... de verdad tengo una cuenta pendiente con esos sujetos —sonreía extasiada con la idea de venganza —Estábamos hablando de todas esas historias sobre este reino Kakashi, ya sabes —sonríe divertida —sobre que comemos hombres y todo eso.
Con una sonrisa el hombre bajo la mirada —Bueno, no son tan malos esos rumores... al menos gracias a ello los ladrones no se acercan más aquí.
—Aunque si se acercaran definitivamente nosotras podríamos con ellos —Decía con seguridad —Pero todo aquello no es verdad, cuando mi maestra inició esta rebelión contra los hombres apenas y salíamos de la guerra territorial, ella y su pareja iban recogiendo niños y niñas que habían quedado huérfanos durante aquella catástrofe, quizá nuestra forma de iniciar con este reino no fue la mejor... —sonreía nostálgica —Tsunade me recogió de un pequeño poblado de cerca que había quedado hecho cenizas, nos trajo hasta aquí con ayuda de su amigo y un grupo de personas que estaban de acuerdo con sus ideas, juntos iniciaron este reino, así que... —admira a ambos —al inicio si había hombres, pero entonces el hombre que había pasado por tanto junto Lady Tsunade, aquel que era mas que su amigo... un día simplemente desapareció, Tsunade estaba destrozada pues... realmente lo amaba —se detiene tragando grueso —No hecho del reino a los hombres solo porque sí, ahora ella era la emperatriz, y eso no estaba bien visto así que hubo unos cuantos ataques contra ella, fue por parte de caballeros y aldeanos, así que antes de que la sacaran del trono y uno de ellos se hiciera del reino, ella decidió poner un alto. Con la mayoría de las mujeres apoyándola, exilió a los hombres enviándolos a donde su suerte los llevará; con los niños el trato era distinto... —explica con tranquilidad —luego de entrenar a sus guerreras comenzó a enviarlas a los reinos vecinos donde ellas pedían asilo para los menores dando vestimentas y provisiones para los primeros años de vida de ellos, y una vez el reino solo estuvo conformado por mujeres nosotras seguimos avanzando. Creamos nuestra forma de coexistir con los otros reinos y desde entonces éste ha sido un reino solo de mujeres, pero igual... —suspira —si alguna de ellas desea contraer matrimonio, su pareja solo podía venir de visita, o la otra solución era que ellas se marcharan con ellos, pero... aquí viene lo malo —informa con un suspiro —el hecho era que si la mujer que había dejado el reino tenía una hija... la niña debía venir con nosotros —informa con pena —y formar parte de nuestras guerreras, la madre y el padre podrían visitarla y ella tenía el derecho de ir a verlos, pero... ella era nuestra.
— ¿Y todas estuvieron de acuerdo con ello? —cuestiona curiosa.
—No, claro que no —niega —... dejar ir a un hijo para que otra gente lo tomé como suyo, yo pienso que no debe ser fácil, y aunque Tsunade tenga un gran odio por los hombres, la verdad es que ellos son los únicos que nos pueden hacer concebir vida, los únicos que nos harán seguir existiendo... —sonriendo se aleja un poco del balcón —Las otras comprendieron eso, y bueno... allá afuera solo nos tratan como ganado, nuestra opinión no importa. Hay hombres buenos, pero también los hay malos así que... si una de nuestras mujeres se marcha, y su ahora esposo le hace daño, ella es libre de volver, la recibiremos con los brazos abiertos y cuidaremos a su familia, hasta la mayoría de edad del chico, si es que tiene un varón.
—Bueno... al menos las dejan elegir, y parecen tener una buena vida en este lugar, además, una emperatriz sin tanta muerte, traición y drama familiar suena muy bien —pronuncia divertida.
Entre una risa la joven asintió —Si, sin dramas, la emperatriz es la que elige a su sucesora, ella misma la entrena desde pequeña para que algún día ella suba a gobernar todo... esto —Dice maravillada —pero... —bajando los ánimos observa al horizonte —ya es tarde...
—Aun no nos avisan nada de ellos —pronunciaba a lo bajo ante el asentir de las dos chicas a su lado.
Con un suspiro profundo la joven rubia cerro los ojos pensando en la peor opción, pero apenas la pelirosa notó aquella mirada decaída se aproximó con una leve sonrisa en labios hacia aquella chica, sujetando su hombro obtuvo su mirada.
—Si no llegan... Iremos por ellos, ganaremos esta guerra, todos juntos.
La rubia sonrió dando un asentimiento a la voz de la mas joven, apenas suspiraba un poco mas calmada cuando la joven guerrera rubia entro por la puerta de la habitación con una sonrisa en cara.
— ¡Han vuelto!
Y con esa sentencia todos salieron a la entrada del reino, apenas se vieron frente a sus seres queridos se aferraron a ellos con fuerza; la pelirosa se aferró a su maestra con total euforia.
— ¡Tsunade Sama!
—Calma, calma... —sonreía conteniendo las lágrimas —ya estoy aquí —apretaba la mirada aferrándose a su pupila con el cuerpo tembloroso —ahora estoy bien —acaricia su rosado cabello sujetándola con fuerza —Sakura, ahora estoy bien.
Temari se alejó del abrazo a su hermano menor, y entre un exhalar lo sujeto por los hombros analizando su rostro, sonrío orgullosa y calmada, y se acercó para besar su mejilla con cariño abrazándolo nuevamente, el chico se sonrojaba, pero permitía aquella unión; apretando los labios el pelirrojo sonrió pidiendo a su hermana un momento con su caballero pues durante todo el viaje no había podido abrazarlo, ni besarlo, ni hablar como se debía con él.
—Emperatriz Haruno —limpiando sus lágrimas le daba la cara a la pelirosa — ¿Podría mi hermano pasar a descansar?
— ¿Tú tienes el plan de ataque? —cuestionaba curiosa acercándose a las caras nuevas que habían llegado.
—Si, mi hermano nos lo planteo a todos así que no hay necesidad de tenerlo en la reunión.
—Claro que si tienen cualquier duda estoy dispuesto a contestarles, pero —baja la mirada algo incomodo —quisiera tomarme un momento.
—Si —pronuncio sin duda —No hay problema, entra y toma la habitación que te parezca.
Con una leve sonrisa en cara, el joven toco levemente la mano de su pareja quien mas tranquilo lo siguió adentrándose al palacio, los presentes apartaron la vista de los que se adentraban al lugar y regresaron la mirada a los representantes del reino Subaku que se sonreían entre sí, estaban listos para idear un ataque sumamente bien elaborado con ideas de todos los presentes; Temari regreso la mirada a su pareja abrazándolo por el hombro.
—Bueno, es hora de que te presuma —Decía divertida haciendo reír a su pareja.
—Los mensajes han sido enviados —se acerca a la pareja —y mis guerreras se están alistando para la guerra.
—Esa es mi chica —Decía entusiasta la mujer rubia.
Con una sonrisa, el peliplata avanzo con ellos hacia el jardín del lugar donde tendrían su reunión con el reino de mujeres y los Subaku.
Una vez encontraron una habitación, ambos amantes se abrazaron a puerta cerrada, Gaara apretaba la mirada con desespero y a punto de llorar, mientras su caballero se aferraba a aquel pequeño cuerpo entre sus brazos aferrando sus manos contra aquella piel que no había podido ver ni sentir durante todo un largo día lleno de angustia.
—Estaba realmente preocupado... pensé que no podrías salir, que él te haría su esclavo y contigo nos haría bajar la cabeza... pensé que te heriría.
Abriendo los ojos, el menor se separó con delicadeza mirando esos enormes ojos carbón que brillaban con suma preocupación al ver al pelirrojo frente a él, sonriendo levemente, Gaara hizo avanzar su mano a la mejilla del contrario acariciando con un dulce toque la piel de su amado, y haciéndolo acercarse... entre un leve beso sentían mezclar sus almas, se entregaban por completo. Al separarse permanecieron cerca del otro sin abrir los ojos, ambos acariciaron la cara contraría con cariño, y en un profundo suspiro se miraron.
—Yo también tenía miedo Lee... de no volver a verte, temí lo peor y... sentí que no podría mas con esa farsa, —confesaba con dolor —no paraba de mirar por los pasillos esperando no encontrarte ahí... pero a la vez quería hacerlo, quería verte y sentirte a mí lado... que tomarás mi mano para darme valor.
Sus miradas se entrecruzaron con necesidad de comprobar la vitalidad del contrario, de saber que la persona frente a ellos realmente se encontraba a salvo, instintivamente ambos buscaron los labios contrario hundiéndose en un sinfín de besos profundos y alargados a la espera de no terminar; sus pasos fueron en retroceso por la habitación mientras ambos sacaban la estorbosa armadura del caballero de cabello azabache, y cuando las piezas de metal cayeron, las manos del caballero se encontraron paseando entre los rojizos cabellos de su pareja, acariciando con cariño su piel en un intento de acercarlo aún más a su cuerpo; suavemente suspiraron sobre los rostros contrarios, por un segundos examinaron la cara delante suyo, y fue Lee quien recostó a su pareja sobre aquella cama bien hecha, arrugándola un poco; ente jadeos deseosos el azabache subió a horcajas sobre su pareja, y se detuvo antes de probar nuevamente aquellos labios color durazno.
—Te amo, Gaara —pronunciaba entre un suspiro.
—Lee... —musitaba sujetando las mejillas de su pareja.
Con un suspiro dejó viajar sus dedos entre aquellos cabellos color ébano, suavemente beso la frente de aquel hombre que permanecía encima suyo y lo abrazo contra su cuerpo; Lee no dudo, lo estaban abrazando, pero no lo suficientemente fuerte como para evitarle seguir con lo que estaba. Las prendas del pelirrojo se abrieron suavemente manteniéndose, por partes, aun sobre aquella piel algo pálida; sus manos se apartaron del cuerpo del azabache que se erguía sobre él, con la vista perdida en la maravillosa escena del cuerpo contrario desnudo ante sus ojos, Lee poso las yemas de sus dedos sobre el vientre del pelirrojo que se contraía ante su toque, y suavemente escalaba por aquella piel hasta abrir la palma de su mano y tocar aquel pecho blanquecino que subía y bajaba entre su profunda respiración.
Sin palabras, sus ojos volvieron a encontrarse con un anhelo de quien muere de sed y encuentra un grifo de agua en pleno desierto; descendiendo al hombro del pelirrojo, Lee dejaba viajar a su mano por la línea natural del cuerpo de su pareja, con un suspiro profundo poso suavemente sus labios sobre la piel contraría, depositando así el primer contacto entre su cuerpos desnudos; y luego volvió a erguirse, esta vez con un sonrojo bajo su mirada llena de deseo, suavemente deshizo los nudos de sus prendas y por igual manera le permitió a su pareja admirar su cuerpo ante la luz, brillante, de la luna. Gaara no dudo, e incorporándose sobre su antebrazo, palpó con su mano derecha desde debajo del ombligo de su pareja, subiendo con dirección a su pecho entre su incorporar para mirarlo y tocarlo mejor, sus manos tomaron camino sobre aquellos grandes y fuertes hombros hasta poder rodear su cuello y atraerlo a él. Entre besos y el fundir de sus cuerpos contra la cama, el miembro de Lee se endurecía frotándose contra el trasero de su pareja, y haciéndolo estremecer con cada acercamiento; las prendas comenzaban a salir poco a poco entre un baile corporal de placer, aquellos roces íntimos, besos sobre su piel, caricias llenas de ilusión y anhelo. Entre respirares pesados, luego de haber preparado cuidadosamente el cuerpo del pelirrojo, Lee se encontraba listo para unirse de forma carnal a él, nuevamente besaba los labios de su amado mientras su mano sostenía con fuerza su pierna en un intento de sentirlo aún mas cerca, y entre un suspiro entrecortado ambos sintieron completar aquella unión.
— ¡Mngh!... —se reprimió aferrándose fuertemente a su pareja.
—Aah... —suspiro entre aquellos cabellos rojos.
Deteniéndose por un momento, dejaron fluir el sentimiento de aquella unión, y suavemente se separaron para encontrar sus bocas en un nuevo desliz de cariño, entre respiros profundos se sintieron con profundidad amando el roce del cuerpo contrarío. Pasado el momento, las embestidas comenzaron a llegar en un vaivén lento y profundo, lleno de esperanza sobre sostener el cuerpo contrarío para siempre entre sus brazos; se amaban demasiado y la simple idea de no volver a verse comenzaba a destruirlos. Los leves gemidos que escapaban de la boca del príncipe iban destinados directo al corazón y mente de su caballero que los recibía con anhelo, esperando más. Entre su lagrimeo y excitación, el príncipe miraba la cara de su pareja y deslizaba suavemente su mano por aquel rostro, desde su mejilla hasta su frente mientras repetía una y otra vez su nombre, y la palabra que mas amaba escuchar el azabache.
—Te amo... Lee... Te amo de verdad... Aah... Lee... Mngh... Te amo.
No quería detenerse de decirlo, quería que su pareja lo supiera, cuan loco se había vuelto por él. Los vaivenes profundos siguieron y aumentaron por un momento el ritmo; el rechinar de la cama entre la noche se podía escuchar por los pasillos cercanos del lugar, pero ni siquiera pensaban en ello, solo podían pensar en sentirse con mas profundidad, en recordarse sin esfuerzos.
La luna se encontraba en su mas alto esplendor, y por fin la reunión se veía terminada mientras todos pensaban por separado en lo vendría luego de esa noche, una guerra, muertes... no solo de los contrarios, ellos también tenían la posibilidad de morir en el campo de batalla, y debían tenerlo claro. Con un suspiro, un azabache de ropa extravagante se dispersaba en sus pensamientos mientras permanecía en el mismo lugar que había tomado cuando aquella reunión inició; con preocupación en la mirada, Naruto se adentró en la escena de aquel azabache sin la necesidad de decir nada, sonriendo con levedad, el rubio tomo asiento al lado de aquel hombre azabache causando que un suspiro escapará de sus labios, por un momento poso los ojos sobre aquellas gemas azules a su lado, y luego se dejó caer sobre su hombro cerrando sus ojos.
—Tengo... un poco de miedo.
Aunque sorprendido, sonrío mas tranquilo —Yo también... es normal —suavemente entrelazaba sus manos con las del azabache.
—Es estúpido, —pronuncio mientras observaba sus manos unidas —pero... no es por traicionar a mi familia y pueblo, es... por pensar que podría no volver a verte.
Algo avergonzado, el rubio dudo un segundo y luego sonrío —No seas tonto, es claro que nos veremos... si cualquier cosa llegara a salir mal, yo no lo dudaré, huiré a tu lado sin importar nada.
El azabache sonrío, y Naruto se sintió enamorado de nueva cuenta, le gustaba verlo sonreír con tal naturalidad, era imposible que su cara siempre fuera seria. Con un leve suspiro el joven pelinegro se alejó llamando la atención de Naruto.
— ¿Qué pasa Sasuke?
—Es solo... —le mira de frente con la duda en la mirada — ¿Realmente huirías conmigo en plena guerra?
Divertido, acarició la mejilla de su pareja y se acercó besando aquellos labios rojos, al separar sus labios abrió los ojos permaneciendo cerca del rostro contrarío, con la seriedad pintada en su rostro siempre sonriente.
—Claro... soy capaz de hacerlo, y mucho más.
El joven azabache sonrío, y se aferró al cuerpo de su pareja envolviéndolo en un abrazo que le sorprendía, pero no se rehusaba a aceptar. Ya todos se encontraban partiendo a sus respectivas habitaciones con las ideas claras en su mente, mañana por la mañana todos se verían en el punto acordado, los tres reinos se unirían en espera de ganar y pelear por su libertad.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top