Una tarde en el karaoke
— ¡Anímate Ichiroo-kun, vamos al karaoke!
Quien así le hablaba era YamadaAtsushi, su compañero de preparatoria y lo más cercano a ser su amigo a pesar de lo poco sociable que era el joven alumno ShimizuIchiroo.
Alejó su mirada del ventanal que mostraba el campus con el movimiento hormigueante del fin de clases, y pensó qué no estaría mal ir a cantar un rato. Cantar era la única actividad que parecía hacerle sentir algo de vida en esa vida de estudio tan agobiante. Último año de preparatoria y ni siquiera sabía que hacer de su vida en adelante, ni siquiera se decidía a postular a universidades aunque a estas alturas del año debía ser el único indeciso.
— Eemm — asintió con una gesticulación casi gutural.
Mucho más motivado, Atsushi siguió reclutando compañeros mientras Ichiroo esperaba cerca de la puerta de salida, sosteniendo el bolso de útiles por encima del hombro. WatanabeSayuri, su amiga de la infancia, en su pupitre cercano a la puerta recogía sus libros para retirarse.
— Llevas pocas cosas — le preguntó como al pasar — ¿tenías pensado ir al karaoke de todas maneras?
Poco más allá tres compañeras miraban con poco disimulo a Ichiroo, mientras comentaban lo afortunada que era Sayuride poder hablar hablar sin problemas con el joven, juntando sus puños y mirándole con brillo en sus ojos. Sayuri no pudo menos que sonreír al escucharlas, le conocía de tanto tiempo que para ella era normal dirigirse al chico más codiciado del tercer curso. A su vez Ichiroo hacía caso omiso de ese tipo de comentarios, a los que también estaba acostumbrado de alguna manera pero frente a los cuales solo los ignoraba por no saber a ciencia cierta como actuar.
— ¡Ven con nosotros también, Sayuri-chan! — preguntó el desenfadado Atsuchi al acercarse con dos compañeros reclutados — ¡Nos falta la compañía femenina!
— Si va a cantar Ichiroo-kun no me lo quiero perder — respondió Sayuri, y volteando a las tres estudiantes que seguían mirando encantadas al joven — ¿Nos acompañarían? No puedo ir sola con tantos chicos.
La tres afirmaron con la cabeza sin dudarlo, con cara de felicidad. De inmediato se pusieron en marcha, y una vez fuera de la universidad aprovechó Sayuri en acercarse a su amigo.
— Todavía no recibo respuesta de las universidades a las que solicité ingresar ¿tuviste suerte con las tuyas?
— Aún no — respondió parcamente.
— Puede que este sea nuestro último año estudiando juntos, sea la universidad que sea es seguro que nuestros caminos se separarán por primera vez en diez años. No sé si sentir alivio o pena por ello.
— Gracias por decir que podrías estar aliviada, eso dice mucho de lo que opinas de mí.
— No lo malinterpretes, no es por ti, pero el no poder tener amigas reales y solo se me acerquen compañera que me quieren usar de puente para llegar a conocerte prácticamente arruinó toda mi juventud.
— ¡Oh! lo siento, no sabía que fue siempre de ese modo— respondió Ichiroo sin evitar mirar de reojo a las tres compañeras, que les miraban conversar a cierta distancia murmurando entre ellas con sonrisitas.
— No es algo por lo que debas disculparte, en definitiva no es tu culpa. ¿A todo esto qué deseas hacer en adelante?
— No lo tengo decidido aún.
— Mmmh, eso no está bueno, déjame ver qué puedo hacer... — dijo misteriosamente.
En la sala del karaoke comenzaron a cantar al tiempo que pedían las bebidas y reían animadamente. Los temas más populares del momento comenzaron a sonar uno tras otro, y de acuerdo al nivel de entusiasmo a veces cantaban en duos o tríos. Al llegar el turno de Ichiroo eligió un tema de apertura de un anime algo antiguo, y a pesar de conocerlos todos nadie se animo a hacer el dueto. La voz de Ichiro era potente pero melodiosa, y más allá de que ninguno de los presentes podía animarse a acompañarla, escucharle y verle cantar era tan magnético que solo podían quedársele viendo embobadamente, tanto chicas como chicos. No era para menos, la cadencia de las partes suaves se hacían sentir como los pétalos de cerezo que acariciaban la piel al punto de hacerles sentir un cosquilleo agradable, mientras que los tramos potentes les llenaban de energía y transportaban a escenarios multitudinarios imaginarios.
Cuando terminó estallaron todos en aplausos, haciendo que Ichiroo se ruborice al tiempo que se abría la puerta y entraba la asistente con las bebidas solicitadas.
— ¡Vale, ya era tiempo que nos atendieras Aya-chan! — reclamó Atsushi.
La joven asistente sonrió mientras descargaba la bandeja de vasos.
— ¡No me atrevería a interrumpir un tema cantado por Ichiroo-kun, me quedé escuchándolo desde la sala de monitores!
— ¡No es de sobrepasar la confianza decirnos eso, además cómo sabes su nombre! — reclamó algo molesta Sayuri.
— ¡Ara, ara, no quería ofenderles, me disculpo por ello! — inclinó la cabeza sin dejar de sonreír alegremente — ¡Pero como no conocerlo si el joven es nuestro mejor cliente, a pesar de verlo venir casi siempre solo y registrándole por su nombre, luego no pude evitar escucharle y convertirme en su fan número uno!
— ¡Excelente Ichiro-kun, ya tienes tu primer fan, aunque tu imaginario club ya debe tener fila para anotarse varios más! — y agregó levantando la mano — ¡Yo me anotaría!
— ¡Sí, nosotras también! — gritaron a coro las compañeras de Sayuri
El avergonzado Ichiro solo pudo quejarse.
— ¡Qué molesto es esto!
Sayuri sonrió maliciosamente.
— Creo que hay algo que debo hacer por ti, ahora estoy segura.
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