XXII (último capítulo)


No sentir su nen era desesperante. Había estado corriendo por la ciudad sin rumbo fijo, guiada solo por un impulso irracional de encontrarlo. Mi mente era un torbellino de pensamientos: ¿Y si llego tarde? ¿Y si ya no hay forma de cambiar las cosas?

Finalmente, mis piernas no dieron más. Me dejé caer en una banca del parque central, agotada tanto física como emocionalmente. Miré a mi alrededor, buscando algún indicio, algo que me guiara hacia él. Pero no había nada.

Con manos temblorosas saqué el libro de mi cartera. Tal vez encontraría algo que me ayudara a entender, una pista que me condujera a Chrollo. Al abrirlo, un pequeño papelito cayó al suelo.

Lo recogí y leí las palabras escritas con una caligrafía firme y elegante:

"En el día sombrío, tus pensamientos caerán por el tiempo, y te quedarás estático frente a los que quieres."

Esas palabras resonaron en mi mente como un eco inquietante. Entonces lo entendí. De alguna manera, sabía dónde estaría Chrollo. Me levanté rápidamente, ignorando el dolor en mis piernas, y caminé con decisión hacia una zona de la ciudad que apenas conocía. Las calles estrechas y desiertas me llevaron a un campanario, una estructura imponente que parecía retar al cielo.

Desde abajo, distinguí tres siluetas en el borde del edificio. Mi corazón dio un vuelco.

Es él.

Subí las escaleras del campanario, ignorando el peso de mis pasos y el frío sudor que me recorría la espalda. No corría porque mi vida dependiera de ello, sino porque la suya sí lo hacía.

Al llegar al reloj, la escena me golpeó como un puñal. Chrollo estaba de pie al borde del edificio, su mirada perdida en el vacío. A su lado, Machi intentaba razonar con él, mientras Feitan observaba en silencio, con una expresión inescrutable.

—Danchou... No se precipite. Existen muchas más mujeres.

—Pero ninguna como ella.

—Podemos conseguirle a alguien más.

Machi parecía desesperada, pero Chrollo ni siquiera la miró. Su voz, fría y decidida, me hizo estremecer.

Fue Feitan quien me vio primero. Sus ojos se clavaron en mí como dagas.

—¿Eh?

Machi también volteó, con una mirada desaprobatoria que parecía capaz de atravesarme.

—¿Qué demonios haces aquí? —gritó.

La ignoré por completo. Mis ojos estaban fijos en Chrollo.

—¡Chrollo! —grité con la voz quebrada—. ¡Por favor, no hagas algo de lo que te puedas arrepentir!

Él giró lentamente hacia mí, y por un instante nuestras miradas se encontraron.

—Yo... Yo... ¡NO SOPORTO MÁS ESTO! ¡ES UNA MALDITA FARSA!

Las palabras salieron como un torrente incontrolable, y con ellas, las lágrimas que había estado conteniendo durante tanto tiempo. Chrollo sonrió, una sonrisa llena de resignación, y sin decir nada más, se dejó caer de espaldas desde el borde del edificio.

—¡NOOOOO!

Mi cuerpo reaccionó antes que mi mente. Me lancé tras él, sin pensar en las consecuencias. En el aire, saqué el libro y lo abracé contra mi pecho, aferrándome a la única esperanza que tenía. Podía sentir la tensión en el cuerpo de Chrollo cuando lo alcancé. Sus ojos estaban muy abiertos, como si no pudiera creer lo que estaba pasando. Luego, de repente, se desmayó.

—Maldita sea, Chrollo...

Abrí el libro en busca de algo, cualquier cosa que pudiera ayudarnos. Encontré un conjuro, pero sabía lo que significaba. Si lo usaba, perdería para siempre mi capacidad de transmutar mi cuerpo.

—Si es por ti... Lo haré.

Activé mi nen, y sentí cómo mi piel cambiaba, volviéndose aguamarina y escamosa, como aquella vez que lo deslumbré. Extendí mis manos, y cuerdas de energía se dispararon desde ellas, aferrándose a una de las ventanas del campanario. Con un esfuerzo monumental, logré atravesarla y aterrizar en el interior, llevando a Chrollo conmigo.

Estábamos rodeados de vidrios rotos, pero no me importaba. Me moví lo suficiente para abrazarlo, protegiéndolo con mi cuerpo.

—¿Qué pasó? —murmuró Chrollo, abriendo los ojos lentamente.

Cuando se dio cuenta de dónde estaba y conmigo, se incorporó rápidamente, ayudándome a ponerme de pie.

—¿Qué hiciste? —preguntó, con una mezcla de confusión y preocupación en su voz.

Sin decir nada, me lancé hacia él y lo abracé con todas mis fuerzas.

—No me vuelvas a asustar así, Chrollo...

Él dudó por un momento, pero finalmente me devolvió el abrazo.

—¿No que esto era una farsa? —susurró.

—Es una farsa... porque estoy ocultando unos sentimientos que jamás debería haber tenido.

Chrollo suspiró, y nos quedamos así, en silencio, mientras el mundo seguía girando a nuestro alrededor.

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Seis meses después

Una mujer de piel aguamarina avanzaba por un altar adornado con flores blancas. Sus pasos eran firmes, aunque su corazón latía con fuerza desbocada. Al final del camino, un hombre de mirada intensa la esperaba con una serenidad que solo él podía transmitir.

Feitan, visiblemente nervioso, oficiaba la ceremonia. Incluso más que los propios novios.

—... Ya pueden decir sus votos.

Chrollo tomó la palabra primero, su voz profunda resonando en el aire.

—Yo, Chrollo Lucilfer, soy el arma que te acompaña en tu camino. Haré desaparecer a cualquier enemigo que intente alejarnos, y las balas que dispare mi amor por ti nunca se agotarán.

Ella tomó aire, sintiendo la mirada expectante de todos los presentes.

—Yo, Venus Arellys, soy el libro que llevas contigo y que te protege de aquellos que osen separarnos.

—Ya pueden besar a la novia.

—No hace falta decirlo.

El beso que compartieron fue tan profundo y lleno de emoción que muchos de los presentes no pudieron contener las lágrimas.

Al lanzar el ramo de flores, este cayó, inesperadamente, en manos de Gon, quien lo sostuvo con una sonrisa nerviosa mientras todos reían y aplaudían.

—¡Felicidades!

Después de la ceremonia

El salón estaba lleno de risas, conversaciones y música suave que creaba un ambiente cálido y relajado. Las mesas estaban adornadas con centros de mesa hechos de nen, una combinación de flores brillantes que parecían flotar en el aire. Todo era mágico, casi irreal, pero para mí, lo más irreal era estar allí, junto a Chrollo, como su esposa.

Mientras caminábamos entre los invitados, Chrollo no soltaba mi mano. Sentía su calidez, una conexión que parecía más fuerte que nunca. Feitan, todavía nervioso, nos miraba desde un rincón, mientras Machi se cruzaba de brazos con una expresión que oscilaba entre la aprobación y la resignación.

—Nunca pensé que esto realmente sucedería —dijo Machi, acercándose con su tono sarcástico habitual—. Pero debo admitirlo, hacen una buena pareja.

—Gracias, Machi. Creo que eso es... un cumplido, ¿verdad? —respondí, intentando no reírme.

—Tómalo como quieras —respondió, desviando la mirada, pero alcancé a notar una pequeña sonrisa en sus labios antes de que se alejara.

Chrollo se inclinó hacia mí y susurró:

—No les hagas caso. Todos ellos, incluso Machi, están felices por nosotros.

—¿Incluso Feitan? —pregunté, levantando una ceja.

—Especialmente él. Aunque no lo demuestre, apreció que confiaras en él para oficiar la ceremonia.

Miré hacia donde estaba Feitan y asentí. A su manera, él también era parte de esta historia, aunque siempre en las sombras, observando.

De repente, Gon se acercó con el ramo todavía en las manos, acompañado de Killua.

—¡Esto fue increíble! —exclamó Gon con entusiasmo—. ¿Cómo se siente estar casados?

—¿Así que crees que estarás casado pronto, Gon? —bromeó Killua, dándole un codazo mientras ambos reían.

—Bueno, no lo sé... Pero si pasa, quiero que sea tan especial como esto. —Gon sonrió ampliamente, mirando el ramo que sostenía.

La conversación ligera y las risas nos hicieron olvidar por un momento todo lo que habíamos pasado para llegar a este día. Pero entonces, sentí la mirada de Chrollo. Era suave, cargada de algo que iba más allá de las palabras.

—¿Estás bien? —me preguntó, acercándose un poco más.

—Sí, solo... Estoy intentando asimilarlo todo. Esto, nosotros... —Mi voz se quebró ligeramente, pero una sonrisa apareció en mi rostro—. Es más de lo que alguna vez imaginé.

Chrollo levantó mi mano y la llevó a sus labios.

—Lo mereces todo, Venus. Y haré lo que sea necesario para proteger lo que hemos construido.

Sus palabras eran serias, pero también había ternura en ellas. Asentí, sintiendo que por primera vez en mucho tiempo, estaba exactamente donde debía estar.

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Más tarde esa noche

El salón se fue vaciando poco a poco, y finalmente nos encontramos solos en una pequeña terraza que daba al jardín. Las estrellas brillaban con fuerza, y el aire fresco de la noche nos envolvía.

Chrollo se sentó en uno de los bancos y me atrajo hacia él, haciendo que me sentara en su regazo.

—¿Qué sigue ahora? —pregunté, dejando que mi cabeza descansara en su hombro.

—Lo que queramos que siga —respondió, acariciando mi cabello—. Por primera vez, no tengo un plan maestro. Solo quiero estar contigo.

Sus palabras me llenaron de calidez. Durante tanto tiempo, Chrollo había sido un líder, un estratega, siempre pensando en el siguiente movimiento. Saber que ahora estábamos simplemente viviendo, sin agendas ocultas, era algo liberador.

—Entonces, hagamos una promesa. —Levanté mi mano, entrelazando mis dedos con los suyos—. Pase lo que pase, estemos juntos.

Él sonrió, una sonrisa genuina que rara vez mostraba.

—Lo prometo.

Y bajo el cielo estrellado, con el murmullo del viento como único testigo, sentí que habíamos encontrado nuestro propio pedazo de felicidad.

Fin.

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No puede ser... Terminé está historia!!!!!

No es que me alegre terminarla por qué será siempre parte de mi, extrañaré romperme la cabeza para seguirla.

Muchas gracias a todas las personas que estuvieron conmigo hasta el final.

Y si la respuesta del enigma era... El nombre de la protagonista.

Hasta pronto.

Las quiere
Una recién salida del manicomio

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