XVII
El dolor de mi cuerpo era insoportable, pero lo que más me dolía era el peso del silencio. No podía moverme, ni hablar. Mis pensamientos se mezclaban con imágenes de momentos lejanos, todo lo que había sucedido parecía estar borroso, desdibujado. Lo único que podía sentir con claridad era el calor de las lágrimas de Chrollo sobre mis manos y su sufrimiento que me envolvía como una niebla densa. No podía escapar de él, ni de lo que estaba pasando en mi mente.
De repente, los pasos a mis pies me sacaron de mi trance. La voz de Dawne, entrecortada, hizo que mi corazón latiera con más fuerza. El sonido de su voz era como un ancla que me mantenía conectada a la realidad, al mismo tiempo que me sumergía más en el dolor de saber que estaba viendo a mi hermano después de tanto tiempo.
Te encontré… Por fin… Pude encontrarte… ¿Por qué te fuiste? Hermana… ¿Por qué me ocultaste esto por tanto tiempo? Mira… Ya puedo caminar, he conocido muchas personas... – La voz de Dawne estaba llena de angustia, y sus palabras se quebraban en mi mente, invadiéndome con la presión de su dolor.
Escuchaba cómo la tristeza se filtraba en su tono, y a pesar de todo lo que había pasado, no podía evitar sentir una mezcla de emociones encontradas. Él había estado lejos, tan lejos, y ahora parecía que todo lo que había hecho desde su ausencia no era suficiente para sanar el vacío que nos había separado.
Su presencia me estaba aplastando, pero no podía evitarlo. Estaba allí, de pie junto a mi cama, mirándome como si estuviera perdido, como si la situación no tuviera sentido para él. Mi hermano había crecido, se había convertido en un hombre, pero los recuerdos de la infancia seguían ahí, vivos.
Mi corazón se apretó al escuchar su dolor.
Gon… No sé qué hacer... Es mi hermana… No puede ser… ¿Quién le haría esto? ¡Voy a encontrarlo... a ese... ese bastardo! – El grito de Dawne fue desgarrador. Había una furia y desesperación que nunca había escuchado antes, como si su alma estuviera a punto de romperse por no poder protegerme.
Pero su confusión me hizo más daño. No sabía lo que había pasado, no entendía quién había sido el verdadero culpable, y por eso se aferraba a la idea de que todo esto era obra de Hisoka. Yo no sabía cómo decirle la verdad, cómo explicarle que lo que él pensaba no era lo que había ocurrido. ¿Cómo podía decirle que el hombre que probablemente creía ser su enemigo, su peor pesadilla, estaba involucrado en todo esto? La verdad era tan cruel como absurda, y el dolor de ver su sufrimiento crecer me destrozaba.
Dawne, tranquilo... – Su voz se desvaneció mientras sus palabras se entrelazaban con la incomodidad de no poder dar una respuesta clara. Me dolía verlo tan perdido, tan frágil.
Me sentí incapaz de consolarlo. ¿Cómo podía? Si yo misma estaba rota.
De repente, su voz se elevó nuevamente, llena de orgullo, pero también de incertidumbre. Lo que dijo siguiente cambió algo dentro de mí. Algo que no esperaba escuchar.
Hice el examen de cazador, hermana... – Dijo con algo de emoción en sus palabras, como si la noticia tuviera el poder de reconectarnos de alguna forma, de unirnos en una realidad diferente. – Ahora soy un cazador… y he hecho muchos amigos. He aprendido tanto, pero aún no puedo entender por qué todo esto… ¿Por qué te fuiste?
Dawne no sabía lo que me hacía falta saber. Mi hermano había dado el paso que tantos deseábamos en nuestra infancia, pero esa victoria se veía empañada por la tragedia que nos rodeaba. Ahora, como cazador, había dejado atrás la inocencia, el niño que una vez fue, y eso lo estaba convirtiendo en alguien diferente, más fuerte, más determinado.
He conocido a gente increíble, hermanita... He hecho amigos que me han ayudado más de lo que puedo decir... – Su voz sonaba decidida, pero también se percibía su vulnerabilidad. – Y he visto tantas cosas, tantas personas... Pero aún no puedo entender quién fue el monstruo que te hizo esto. Creí que sería Hisoka… siempre creí que era él... pero ahora...
Pude sentir el dolor de su confusión, cómo se debatía entre el resentimiento y la preocupación. Su mente estaba llena de imágenes de cosas que no podía comprender, y yo deseaba poder explicarle, pero mis palabras se habían quedado atrapadas en mi garganta, incapaces de salir.
Voy a encontrarlo... – Sus palabras resonaron en mi mente, pero algo en su voz cambió. Ya no era solo un hermano preocupado, ahora era un cazador determinado. – Voy a encontrar a ese bastard… ese monstruo que te hizo esto. Nadie te va a hacer más daño, hermana.
La idea de que él no sabía la verdad, de que pensaba que Hisoka era el culpable, me rompía. No podía culparlo, pero también me dolía saber que la verdad sobre Chrollo quedaría oculta en las sombras, sin poder ser revelada. Sin embargo, en ese momento, mientras mi hermano hablaba con tanta determinación, algo dentro de mí despertó.
No quería que Dawne sufriera más, no quería que él siguiera buscando a un culpable equivocado. Pero mi situación era más compleja de lo que él podía entender.
La enfermera volvió en ese instante, tomando mi temperatura de manera mecánica, como si todo lo que había pasado no significara nada. Pero mientras ella se ocupaba de mí, sentí la mirada de Chrollo, que seguía vigilándome con una intensidad que no podía ignorar. Sabía que él también estaba allí, en la esquina, esperando algo.
El silencio de la sala era pesado, y el futuro que se desplegaba ante nosotros era incierto. Sin embargo, en ese momento, aunque no podía moverme ni hablar, algo dentro de mí despertaba. La necesidad de proteger a Dawne, la necesidad de enfrentar la verdad, de finalmente salir de este laberinto de confusión y dolor.
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-una recién salida del manicomio .
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