XIII


Cuando terminé de cambiarme, salí en busca de algo por hacer. No quería quedarme en el cuarto sin nada que hacer, así que decidí ir a la biblioteca. Necesitaba despejar mi mente un poco, y la lectura siempre había sido una forma de hacerlo.

Al llegar, me sorprendió la calma que se respiraba en el lugar, las estanterías llenas de libros que no había tenido tiempo de explorar. Me acerqué a una mesa y me senté, mirando al rededor. Decidí que, si no podía hacer nada más, al menos podría leer algo.

Si no puedo hacer nada... leeré algo.

Me incliné sobre la mesa, pasando las páginas de un libro al azar. No me concentraba mucho; mi mente seguía vagando, pensando en lo que había pasado y lo que aún estaba por venir. En realidad, no quería pensar en lo que implicaba estar atrapada en este mundo.

Hola.

Levanté la vista y vi a Machi acercándose. Su cabello rosado destacaba entre los demás, y sus movimientos eran seguros y firmes. En ese momento me di cuenta de que ella no solo tenía buena resistencia, sino también una calma que yo envidiaba.

Estás en un muy mal estado físico, debes saber cómo defenderte y empezar a usar armas. – dijo mientras se sentaba a mi lado.

La miré, algo sorprendida. Mi cuerpo aún sentía el peso de los entrenamientos pasados, y aunque había hecho algo de ejercicio antes, sabía que aún me quedaba mucho por mejorar.

¿Podrías enseñarme? – le pregunté, esperando que tuviera algo útil que ofrecerme.

Claro. Pero antes de eso, tenemos que repasar el plan para la misión de hoy. – respondió Machi, sin darle mucha importancia a mis dudas.

La miré algo confundida, pero acepté. Sabía que las misiones nunca eran sencillas, y mientras más preparada estuviera, mejor. Machi sacó un pequeño cuaderno donde había anotado los detalles del plan. Comenzó a explicarme lo que íbamos a hacer.

Hoy, tenemos que infiltrarnos en una fiesta de alta sociedad. El objetivo es robar ciertos objetos de valor pertenecientes a una pareja de coleccionistas. – dijo, mientras señalaba en el cuaderno.

Escuché atentamente, intentando retener cada palabra. No era mi primera misión, pero cada vez el nivel de complejidad aumentaba, y las expectativas también.

El anfitrión de la fiesta es un importante hombre de negocios, y nuestra entrada será fácil, ya que te presentarás como la esposa del jefe. El evento tiene lugar a las 7:00, y necesitamos estar ahí antes de que todos se acomoden. – continuó Machi, pasando una página de su cuaderno.

¿Y qué pasa después de eso? – le pregunté, queriendo saber los detalles sobre la retirada.

Después de obtener los objetos, simplemente salimos por la puerta trasera. La parte difícil es no ser detectados durante el robo. No habrá mucho tiempo para dudar, así que necesitamos mantenernos en movimiento. – explicó, con una seriedad inquebrantable.

Me sentí algo nerviosa, pero traté de mantener la calma. Aunque sabía que lo que hacía no era sencillo, de alguna manera siempre terminaba sobreviviendo a cada misión.

Entendido. ¿Hay algo más que deba saber? – le pregunté, alzando una ceja.

Machi sonrió levemente, como si ya lo supiera.

Sí. Aunque no lo mencioné antes, es muy importante que no hagas nada que ponga en riesgo nuestra cobertura. No puedes revelar que estás aquí por otro motivo, ¿me entiendes? – dijo, su tono algo más severo ahora.

Asentí rápidamente, entendiendo la gravedad de la situación. No quería que nada saliera mal.

Claro, no te preocupes. – respondí, intentando tranquilizarla.

Antes de que pudiéramos hablar más, Machi se levantó, mirando el reloj con atención.

Tenemos que prepararnos. Asegúrate de estar lista a las 5:00, a esa hora partimos. – dijo, y se alejó, dejándome sola con mis pensamientos.

Pasaron unas horas, y cuando llegó el momento, comencé a arreglarme. Tomé una ducha rápida y me puse el vestido que me habían dado. Aunque no era lo que más me gustaba, reconocía que tenía un cierto estilo que me ayudaba a mezclarme con el ambiente de la fiesta.

Oye, te traje esto. – dijo Machi, interrumpiendo mis pensamientos mientras me acercaba con una caja.

La reconocí al instante. Era la caja donde guardaba lo necesario para terminar con las vidas de las personas. Las pistolas, las municiones... todo lo que necesitaba en mi trabajo.

Ya llegué, querida. – dijo, con ese tono de siempre que me ponía los pelos de punta.

No podía ser cierto. Seguía llamándome con esos motecitos. Pero al menos, con las dos pistolas automáticas que tenía en mis manos, me sentía un poco más segura.

Si les gustó, voten para mas!!! 💜

-una recién salida del manicomio

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