XI
Me desperté con los primeros rayos de luz colándose por las cortinas. Aún sentía el leve cansancio en mi cuerpo, pero el sueño se desvaneció rápido, como siempre cuando la realidad me golpeaba en forma de deberes o responsabilidades. Me incorporé lentamente, viendo cómo el espacio a mi alrededor se iba haciendo más claro. El aroma a café recién hecho flotaba en el aire, mezclado con el murmullo lejano del agua corriendo en el baño.
Chrollo ya no estaba en la cama. Sabía que debía haber salido temprano para hablar con los clientes, como siempre hacía antes de las misiones. Su naturaleza de líder, calculador y encantador, lo hacía indispensable en esos momentos. Ya no me sorprendía que fuera el primero en levantarse para gestionar los detalles de las operaciones.
Me estiré un poco, dejando que la suavidad de las sábanas se deslizara por mi piel. Miré el reloj de la mesita de noche. Era tarde. No tenía mucho tiempo.
Me levanté de la cama y me dirigí al ropero, eligiendo un conjunto sencillo pero elegante, adecuado para el día que se avecinaba. Mientras me cambiaba, el silencio en la habitación se volvió opresivo, y una pequeña punzada de ansiedad recorrió mi estómago. La misión de hoy era algo importante, y aunque ya había estado en situaciones complicadas, nunca había estado tan involucrada en una. Mi papel como "esposa" de Chrollo iba a ser crucial.
Justo cuando terminé de vestirme y me dirigía hacia la ventana, escuché un leve golpeteo en la puerta, seguido de una entrada silenciosa.
¡Ah! Ya estás despierta -dijo Feitan, entrando en la habitación con una bandeja de desayuno en sus manos.
Al principio, me sorprendió verlo. Siempre tan callado, tan enigmático. Pero lo que me llamó la atención fue la forma en que su rostro se veía ligeramente sonrosado, como si estuviera conteniendo algo, un sentimiento que no lograba ocultar completamente. Se acercó a la cama, y sin decir más, colocó la bandeja sobre mis piernas, su mirada evitando la mía, pero sus manos temblando sutilmente.
Pensé que tendrías hambre... -murmuró, casi como si estuviera preocupado por mí.
Lo miré detenidamente mientras tomaba un trozo de pan y le daba una mordida. El sabor era delicioso, pero en ese momento, no podía concentrarme en la comida. Mi mente estaba ya en otro lugar, anticipando lo que nos esperaba en el día.
Gracias -respondí, mi voz más suave de lo que me hubiera gustado.
Feitan no se movió, su expresión permanecía seria, pero había algo en su postura que me decía que no estaba tan tranquilo como pretendía.
Hoy tenemos una misión... Y tú tendrás que ayudarnos -dijo, sus ojos fijos en los míos.
Su tono era grave, y aunque trataba de mantener su indiferencia, pude ver la ligera incomodidad en su rostro. Aquel tipo de misiones siempre me había atraído por su naturaleza peligrosa, pero ahora, involucrada directamente, las cosas se veían diferentes. Algo me decía que no iba a ser tan fácil como antes.
Lo miré calmada, o al menos traté de hacerlo, aunque dentro de mí las preguntas comenzaban a acumularse.
¿Qué tengo que hacer? -pregunté, tapándome la boca para hablar mejor, el pan todavía en mis labios.
Feitan comenzó a explicarme. Teníamos que robar a una pareja de coleccionistas. La fiesta en conmemoración al eclipse, que se celebraba esa misma noche, sería el escenario perfecto. Ellos no sabían lo que les esperaba, pero nosotros sí. Y yo, como esposa de Chrollo, debía ser la pieza clave de esa farsa.
Mis palabras salieron sin pensar.
¿No que ya lo era? -dije, mirando a Feitan con una mezcla de irritación y confusión. No podía evitar sentir que algo no encajaba del todo en este nuevo papel que estaba empezando a jugar.
Feitan me observó en silencio por un momento, como si estuviera evaluando mi respuesta. Luego, retiró la bandeja vacía y, antes de salir, su voz resonó de nuevo, esta vez con un tono más ligero, casi burlón.
Esposa... No concubina.
Esas palabras quedaron flotando en el aire mientras se dirigía hacia la puerta. Sentí una leve presión en el pecho, como si de repente todo el peso de la situación se me viniera encima. No era solo un rol en una misión. Esposa... Esposa de Chrollo. El término resonó en mi mente una y otra vez, pero no podía entender si realmente significaba algo, o si solo era parte de un juego macabro.
Me quedé mirando la bandeja vacía, pensativa. La misión ya había comenzado en mi cabeza, aunque aún no había salido de la habitación. Sabía que no podía retroceder. Las piezas estaban en su lugar, y ya no había forma de salir de esta partida.
Decidí vestirme más cómodamente, pero sin perder la imagen que debía proyectar. Me miré al espejo. Había algo extraño en cómo me veía. No era la misma persona que había llegado aquí, pero tampoco sabía si alguna vez volvería a serlo. De todos modos, había algo en esta vida que empezaba a sentirse familiar, incluso cómodo. Aunque todo fuera una mentira, algo dentro de mí comenzaba a adaptarse a este nuevo rol.
Si les gustó, voten para mas!!! 💜
-una recién salida de manicomio.
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