VI


El enfrentamiento comenzó antes de que pudiera procesar lo que estaba ocurriendo. Machi era un torbellino de movimiento; saltaba por el gimnasio como un destello, casi imposible de seguir. Había algo hipnótico en la forma en que los hilos de Nen brillaban a su alrededor, reflejando la luz como pequeñas cuchillas suspendidas en el aire.

La presión llegó sin previo aviso. Algo invisible rodeó mi cuello, apretando con fuerza. Intenté moverme, pero sentí el aire escaparse de mis pulmones. Instintivamente, busqué camuflarme. Mi cuerpo reptil reaccionó antes que mi mente; las escamas cambiaron de color, fusionándome con el suelo mientras me mantenía inmóvil, esperando que Machi no pudiera distinguirme entre el humo que comenzaba a liberar.

Su presencia era abrumadora. Incluso cuando no podía verla directamente, podía sentirla. Los hilos tensos cortaban el aire, cada movimiento suyo era preciso, como si estuviera trazando un mapa invisible en el espacio.

-¿Crees que puedes esconderte? -Su voz resonó, cargada de determinación.

Machi no solo era rápida, también era metódica. Sabía que no podía vencerla en fuerza ni velocidad, así que debía jugar con algo que ella no pudiera prever. Continué liberando humo, más denso, cubriendo cada rincón del gimnasio. Mi veneno se mezclaba lentamente con el aire, buscando encontrarla antes de que ella lograra atraparme nuevamente.

De repente, sentí el tirón. Su hilo había encontrado mi pie, y la presión se intensificó. La fuerza me arrastró, pero reaccioné rápido, transformando mi rostro con mis escamas. Mi semblante adoptó las facciones de Lucifer, su jefe.

-¡Ah! -El grito de Machi fue inmediato, casi visceral. Me soltó como si mi piel quemara.

Aproveché su desconcierto para desaparecer nuevamente en el humo. El veneno estaba haciendo su trabajo; podía escuchar su respiración más rápida, más pesada. Su silueta empezó a tambalearse.

-Ah... ah...

Finalmente, cayó al suelo, jadeando. Mi lengua reptil salió de manera instintiva, degustando el aire cargado de mi triunfo. Aspiré rápidamente el humo venenoso que había llenado el lugar, devolviendo la claridad al gimnasio.

El silencio fue absoluto. Miré alrededor y noté que, aunque algunos miembros del séquito estaban inconscientes, Lucifer seguía allí, inmóvil, observándome desde su posición.

-No los voy a matar -anuncié, rompiendo el silencio con un tono que intentaba ser indiferente-. Tengo la cura.

Me acerqué primero a Machi. Aún respiraba, pero sus labios estaban pálidos. Me incliné hacia ella, dejando que mi aliento cargado de humo blanco reparador envolviera su rostro. Sus músculos se relajaron gradualmente, y su respiración volvió a la normalidad. Sin perder tiempo, repetí el proceso con los demás, uno por uno.

Cuando finalmente llegué a Lucifer, me detuve frente a él. Su semblante seguía igual de estoico, como si todo lo ocurrido no hubiera tenido ningún impacto en él.

-¿La necesita? -pregunté, dejando escapar un toque de sarcasmo.

Una sonrisa ligera curvó sus labios.

-Déjame probarlo.

Antes de que pudiera responder, se inclinó hacia mí, tomándome de la nuca. Nuestros labios se rozaron, y el contacto fue tan inesperado que me separé bruscamente, todavía soltando pequeñas nubes de humo blanco.

-¡No! -exclamé, sintiéndome expuesta y vulnerable por primera vez desde que comenzó el combate.

Lucifer no respondió. Su mirada seguía fija en mí, intensa, pero enigmática. Detrás de mí, escuché movimientos. Los demás comenzaban a despertar, confusos, pero recuperándose rápidamente.

-Gané -anuncié, levantando la voz para que todos pudieran escucharme-. Así que tengo derecho a mis peticiones.

Me giré, ignorando las miradas de todos, y salí del gimnasio con pasos firmes, aunque mi corazón aún latía con fuerza.



Si les gustó, voten para mas!!! 💜

-una recién salida del manicomio.

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