Extra 4

Narra Agustín

Mis puños estaban listos para actuar en la mandíbula del hombre perverso que estaba a unos pasos de Carolina. Mi presencia pareció no incomodarlo ya que continúo examinando su cuerpo de arriba a abajo lo que provocó que la ira no disminuyera. 

―Será mejor que dejes de mirarla o te golpearé hasta que pierdas la vista ―espeté furioso. 

Carolina frunció el ceño, preguntándose a quién me dirigía. Llegué hasta a ella, posicionándola detrás de mí y encaré al tipo, que ahora me veía con atención. 

―¿Disculpa? ―arrugó la frente. 

Quería reírme en su cara. No se lo iba a repetir dos veces. Y si seguía haciéndose el idiota, no dudaré en enfrentarme a él sin importar que tuviera que hacerlo también con sus dos amigos, que me miraban desde el otro lado del auto. 

―Bien, muchas gracias por ayudar a solucionar el problema del auto ―intervino Valentina, sonriendo forzadamente por la tensión que comenzaba a formarse. 

―No es nada, sólo recuerda llevarlo a algún taller antes de que dejé de funcionar por completo ―contestó uno de ellos. 

―¿Él es tu hermano? ―volví a enfocar mi mirada al tipo que estaba frente a mí. Carolina sonrió ¿Creía que yo era su hermano? Bueno, ahora quería matarlo. 

―Soy su novio ―respondí, haciendo énfasis en la última palabra. 

―Oh ―dijo un poco decepcionado. 

Toma esa, maldito. 

―¿Nos vamos? ―habló Michael, caminando hacia Valentina. 

Me fui calmando cuando los tres hombres robustos se dirigieron a su auto y se despidieron educadamente. Bufé. Actuar de manera caballerosa no les pegaba, de seguro así conseguían unas cuantas mujeres. Estúpidos. 

―Nos vemos en la noche ―dijo Valentina antes de entrar al lado pasajero de su auto mientras que Michael se ponía al volante. 

Me volví hacia a Carolina, sujeté su rostro y la besé suavemente. 

―Me tenías preocupado ―susurré en sus labios. 

―No tengo la culpa que nos hayamos quedado averiadas en un lugar donde no hay señal ―se defendió, acariciando mi mejilla. 

―Buen punto ―la abracé y besé su frente para luego regresar a la camioneta. 

―Lo que le dijiste a Luis fue muy grosero ―la escuché decir mientras conducía al departamento. 

―¿Ese era su nombre? Entonces, supongo que le diste el tuyo. Carolina, no debes de darle información personal a desconocidos ―comenté apretando el volante, alrededor de mis manos. 

―Le dije un nombre falso ―la miré de reojo y me guiñó el ojo. Sonreí y negué con la cabeza. 

―Qué inteligente eres ―dije, volviendo mi vista al frente. 

―Y tú un maleducado ―replicó, divertida pero mi expresión cambió seriamente. 

―¿Maleducado? Estaba viendo tu trasero e imaginando como te veías desnuda. No dudo que vaya estar masturbándose toda la noche con esa imagen ―dije girando el volante y rebasando a varios autos que  avanzaban con lentitud. 

―Agustín, que asco ―la vi negar con la cabeza mientras miraba por la ventanilla. 

―Es la verdad, los hombres a esa edad lo hacen muy a menudo. 

―Ni siquiera sabes cuántos años tiene ―me volví hacia a ella. 

―¿No me digas que también te dijo su edad? ―alcé las cejas, frenando la suburban ante el semáforo en rojo. Suspiró y me miró. 

―No, pero uno de sus amigos sí. Tiene treinta y seis ―dijo, indiferente.

―Por lo que veo hablaron bastante antes de que apareciera ―fruncí el ceño. 

―No mucho, sólo lo básico ―se encogió de hombros. 

―¿Qué es lo básico? ¿Pidió tu nombre, teléfono, y te propuso tener sexo con él? ―comenzaba a enfurecerme sieso hubiera hecho. 

―Me pidió mi número pero obviamente no se lo dije y tampoco mencionó lo último, así que tranquilizate ―se acercó y depositó un beso en mi barbilla. Asentí y volví a conducir. 

―¿A dónde quieres ir a comer? ―cambié el tema. No teníamos que involucrar a ese idiota en nuestras conversaciones. 

―¿Pizza te parece bien? ―le sonreí en modo de respuesta y aceleré. 

Narra Carolina

Después de comer, volvimos al departamento donde Bobi nos esperaba. Lo primero que hice al llegar, fue checar que la caja de arena estuviera limpia y así estaba. Sin tener mucho qué hacer, nos sentamos en el sofá y vimos Two and a half Men lo que restó de la tarde. 

Mientras veíamos televisión, Agustín recibió una llamada de Catalina. Me alegró demasiado escuchar su voz. Conversé con ella por un rato y también lo hice con Alex y Carlos, quienes estaban ansiosos de verme. Propuse quesería genial que nos visitaran mañana, dado que mis padres también estarían presentes. 

Cuando anocheció, ya estaba lista para divertirme está noche. Decidí usar un vestido azul coral ajustado. Alisé mi cabello y dejé que los mechones cayeran por mis hombros. Apliqué una capa moderada de maquillaje, rímel en las pestañas, delineador y un gloss rojo. Terminé el atuendo con unos tacones negros. No eran tan altos así que no tenía problema a la hora de caminar. 

Cuando tomé mi bolso, sonó el celular. Era un mensaje de Valentina, diciendo que ya estaba con los demás en el NuvoClub. También recalcó que el lugar había quedado espectacular luego de la remodelación. 

―Agustín, ya están todos esperándonos en el antro ―avisé, guardando el celular. 

Percibí su perfume al momento en que me volví hacia a él. Llevaba puesto unos vaqueros claros con una camiseta oscura de cuello "V". No dejaba de sorprenderme cada vez que lo veía. Estaba tan sexy que hubiera preferido quedarnos está noche en el departamento, en nuestra habitación pero no se puede todo en la vida. 

Fue entonces que me di cuenta que no se había movido, estaba de pie, mirándome. El brillo que había en sus ojos expresaban que estaba pensando lo mismo que yo. 

Esa idea era más tentadora en este momento. 

―Ese vestido, Carolina. Diablos, me estás causando una erección ―dijo, inspeccionándome de arriba a abajo. 

―Es bueno saber que el vestido es el causante de eso ―comenté divertida, colgándome la bolsa en un hombro. 

―Sabes a lo que me refiero ―gruñó y se acercó, rodeando sus brazos en mi cintura―. ¿Podemos quedarnos unos minutos más? ―Reí y coloqué los brazos alrededor de su cuello. 

―¿Qué haremos en esos minutos más? ―pregunté inocentemente. 

―Muchas cosas ―susurró antes de que el celular de Agustín, comenzará a sonar. 

Suspiró y atendió la llamada. No me asombró que nos interrumpieran, estaba acostumbrada a eso. Menos aún cuando Bobi hizo su aparición y se apoderó de la cama, acurrucándose para una larga siesta. 

―Ruggero ya está allá y dice que si no llegamos en diez minutos, vendrán a patearme las bolas ―dijo, al momento en que colgó. 

―No dejaremos que eso pase porque después no podrás hacer lo tuyo ―rió y nos despedimos de Bobi, quien nos ignoró por completo.

Narra Agustín 

Desde el momento en que llegamos, nos reunimos en una de las mejores mesas, como Michael prometió. El lugar estaba repleto de gente por lo que tenía que estar atento a cualquier tipo que quisiera acercar a Carolina. Pasaron las horas y no podía sentirme más satisfecho por estar a lado de ella y de mis amigos luego de haber tenido una semana estresante. Conversamos en grupo y bebimos con moderación a la vez que reíamos por las tonterías que Jorge decía. 

Estaba cuidando de que Carolina no se excediera pero dejé de controlarla cuando Valentina y Lisa se la llevaron a la pista. La visión no era muy buena pero si suficiente para saber si alguien intentaba tocarla. 

Hasta que comenzó a sonar la canción de Wiggle de Jason Derulo, me fue imposible no acercarme a ella cuando  hizo un movimiento con sus caderas que me ponía loco. Alejé a los que impedían mi paso y logré llegar a Carolina. Estaba de espaldas y aproveché su postura para abrazarla por detrás. Se sobresaltó por un instante pero cuando miró sobre su hombro, sonrió. 

―Hola, Agustín ―su voz estaba distorsionada y sus ojos desorbitados. 

No era buena señal. 

―¿Estás ebria? ―pregunté, obteniendo como respuesta una risita que duró por varios segundos. Sí, lo estaba.

―Valentina ¿Cuántos tragos de Vodka tomó? ―grité por el ruido de la música. Se encogió de hombros y rió junto con Carolina. 

Eran dos. 

En ese momento apareció Michael y negó con la cabeza cuando Valentina comenzó a coquetearle de una forma que no solía hacerlo. 

―Es hora de irnos ―dije, sujetando a Carolina de la cintura, mientras se tambaleaba. 

―No quiero ―me empujó y me dio la espalda para continuar bailando. 

―No estoy preguntando ―comenté, volviéndola hacia a mí pero siguió rehusándose hasta que cayó de rodillas. 

Diablos. 

La levanté pero comenzó a chillar como una niña. Mi paciencia se estaba esfumando. Suspiré mientras la sacaba de la pista. Forcejeó y no tuve más que cargarla como un saco de papas. Sin importarme las miradas de los demás, salí del antro. Esta vez, se había excedido. 

―Voy a vomitar ―la escuché decir. Gruñendo, la bajé hasta que tocó el suelo y sonrió. 

―Já, te mentí ―dijo, para luego intentar correr de nuevo al antro. 

―Mierda ―suspiré y me restregué la cara, mientras iba por ella. 

La larga noche que me esperaba.   





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¡Hola!

Primero: Capitulo dedicado a una persona genial, te adoro española silviaclandestina 

Segundo: Como avise ayer en mi muro he aquí un mini maratón. 

Tercero: Estaba pensando que para que me conocieran más, podríamos hacer un preguntas y respuestas. Así que pueden dejar sus preguntas en los comentarios, pueden ser de lo que quieran y la cantidad de preguntas que deseen. 

Mini maratón 1/3

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