6. Traidor
Por estar formulando demasiadas preguntas en mi cabeza, comencé a marearme. Tal vez el whisky estaba haciéndome efecto o estaba siendo demasiado paranoica. Quería seguir interrogando a Lionel sobre Agustín, pero las muecas que hizo cuando le pregunté por él, me dio a entender no quería tocar el tema.
―¿Me has extrañado? ―preguntó de repente. La nostalgia se instaló en mi sistema al recordar las horas que pasábamos en su rancho cabalgando, alimentando los pocos animales que tenía, acompañado de las conversaciones sin sentido. Tenía que verlo a escondidas ya que mi papá me prohibió sus visitas a la casa, sin darle la oportunidad de conocerlo. Dejé salir un suspiro.
―Claro que sí ―dije, con una sonrisa. Acercó su silla y me tomó de las manos.
―Todos estos meses sin verte fueron una tortura ―susurró ásperamente, mandando un estremecimiento en mi espina dorsal.
Miré su rostro y sus ojos observaban mis labios con atención. Su mirada se intensificó cuando los humedecí. Se inclinó hacia a mí, sentí su respiración mientras percibía su perfume. Mi pulso se aceleró al darme cuenta que estaba por besarlo. Cerré los ojos, sintiendo sus labios rozar con los míos, cuando fuimos interrumpidos por un aclaramiento de garganta.
Valentina, ahora no. Ella siempre intervenía en momentos inoportunos.
Levanté la vista y parpadeé varias veces, asegurándome de la persona que estaba frente a nosotros. Estaba viendo visiones o lo estaba imaginando. Pasaron unos segundos y confirmé que no me estaba volviendo loca, realmente era Agustín. Estaba cruzado de brazos, mirándonos con el ceño fruncido.
―Es hora de irnos ―dijo de mala manera.
¿Cuál era su problema? Pudo haber elegido otro momento para interrumpir, pero obviamente estuvo esperando la situación perfecta para amargarme la noche.
―¿No puedes esperar unos minutos? ―imploré, entre dientes. No quería alterarme.
―No, a menos que quieras irte caminando de regreso a casa ―espetó, retándome con la mirada.
―Puedo llevarla ―intervino Lionel, poniéndose de pie.
―De ninguna manera ―exclamó Agustín, sacudiendo la cabeza.
―Si tienes mucha prisa, puedes irte. Lionel puede llevarme a casa ―propuse, levantándome de mi lugar.
―Viniste conmigo y te irás conmigo ―afirmó, mirando de reojo a Lionel.
Una parte de mí, quería revelarse y hacer un berrinche. Pero causaría una escena en medio del lugar no iba a dar un espectáculo.
―Está bien ―asentí, soltando un suspiro.
―Te espero afuera ―dijo, despidiéndose de Lionel con una sonrisa triunfadora y salió del club.
―¿Estás segura de irte? ―preguntó desilusionado.
―Sí, ya es tarde ―asintió tranquilamente y me besó en la mejilla.
―Te llamo luego ―terminó diciendo. Después de que le pedí que no era necesario acompañarme al exterior, me despedí de Valentina y salí del lugar, respirando el aire fresco de la noche.
Durante el trayecto a casa, permanecimos en silencio. Me miraba de reojo y no sabía si estaba molesto. Aunque nosé por qué me preocupaba su estado de ánimo, no tenía importancia estresarme por eso.
―No puedo creer que estabas a punto de besar a ese tipo ―lo escuché decir, con amargura.
―No es algo que te importe ―respondí irritada, mientras veía por la ventanilla.
―¿Tanta confianza le tienes que le ibas a permitir llevarte a casa? ―cuestionó, ignorando mi ofensa.
―Sí ―contesté, de la manera más cortante que pude.
―Si te hubiera dejado con él, ya estarías en su cama en éste momento ―me volví hacia a él, frunciendo el ceño, ¿Cómo se atrevía a insultarme?
―No soy tan fácil como la chica oxígenada con la que estabas ―solté, sin haber procesado la interpretación de mi comentario. La suburban se detuvo detrás de la camioneta de mis padres, avisándome que habíamos llegado. Retiré el cinturón y apagó el motor para luego mirarme, arqueando una ceja.
―¿Estás celosa? ―sonrió con arrogancia.
Rodeé los ojos y bajé de la camioneta, dirigiéndome a la puerta. No estaba celosa, no me sentía de esa manera, había confundido lo que había dicho. Mientras buscaba las llaves de la casa en mi bolso, escuché una risita de Agustín. Lo miré y suspiré, fastidiada por ver esa sonrisa, que me hacía querer golpearlo.
―¿Qué te causa gracia? ―pregunté, sacando el llavero.
―Me disculpo por adelantado ―dijo un poco dolido. Negué con la cabeza ante su idiotez. Las disculpas se decían cuando algo malo iba a pasar, así que ¿Qué podría suceder para que necesitara su perdón?
Al introducirnos a casa, me percaté que la luz de la sala estaba encendida y no era buena señal. Una vez ahí, mis padres y Catalina estaban sentados en el sofá. Nos miraron, como si llevaran horas esperando nuestro regreso. Bien, esto no era para nada bueno. El ambiente se volvió tenso a nuestro alrededor. Catalina se despidió cordialmente antes de retirarse. Mi papá estaba cruzado de brazos, mirándome acusadoramente y se levantó.
―¿Dónde estabas? ―su pregunta me tomó totalmente por sorpresa. Había tenido permiso en salir, Agustín me lo dijo. Solamente que hubiera mentido,... ay no. Que no sea lo que estoy pensando.
―¿A qué te refieres? ―dije, después de unos segundos de silencio.
―¿Por qué saliste de la casa sin permiso? ―el enfado seguía presente en su voz.
―Pero... ―en ese instante, confirmé mis sospechas. Me volví y miré a Agustín―. Me habías dicho que ellos me habían dejado salir ―se me quedó viendo por unos segundos, intentando buscar una respuesta. Respiró profundamente y miró a papá.
―Ella dijo que ustedes le habían dado permiso ―me congelé al escucharlo. Abrí la boca, sin articular alguna palabra ante lo asombrada que estaba.
―No es tu culpa, Agustín ―comentó mamá, ajustando la cinta de su bata―. Terminaremos ésta conversación en horas adecuadas.
―Esto no se va a volver a repetir, Carolina ―advirtió papá, antes de que ambos salieran de la sala.
La rabia comenzaba a fluir por mi cuerpo, tenía tantas palabras que decir pero seguía desconcertada. Apreté los dientes, conteniendo mi enojo. Levanté la barbilla, evitando mostrar debilidad y caminé hacia las escaleras. Antes de subir el primer escalón, me giré hacia a él, quién continuaba mirándome sin ninguna expresión.
―Traidor ―susurré con desprecio y me dirigí a la habitación.
___________
¡Hola! ¿Como están?
Quiero conocerl@s comenten sus edades o lo que quieran.
¡Saludos!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top