41. Olvidando las reglas

Me encontraba en la sala enviando mensajes de texto con Valentina. Cuando le platiqué sobre lo que sucedió ésta mañana, reaccionó con demasiados signos de admiración y letras en mayúsculas. Ella propuso ir a golpear a mi papá con todo gusto para hacerlo entrar en razón pero la calmé diciendo que no era necesario en este momento. 

Luego de que mi mamá nos dijera las noticias, no tuve más que aceptar. La buena fue que se quedaría hasta que comiencen las clases. Lo que me hace recordar que la próxima semana empiezo la universidad. Y la mala fue que teníamos que mantener una distancia considerable con respecto a la demostración de cariño. Con esto me refiero a disminuir el nivel de caricias, abrazos, comentarios dulces y besos inapropiados en la cocina o en algún otro lugar de la casa. 

Está claro que eso no se tomará en cuenta si estamos solos. 

Una de las condiciones que quería mi papá, era que Agustín durmiera en el sofá para mantenerme lejos de él ya que su habitación estaba a un lado de la mía. Casi me da un infarto cuando mi mamá lo mencionó. Eso sería muy cruel. Pero gracias a las palabras de mi madre, logró convencerlo a que eso no sucediera. Aún así, mi papá concluyó diciendo que vigilaría con frecuencia nuestras habitaciones para asegurarse que no estuviéramos en el mismo lugar por mucho tiempo. 

A ese grado de sobreprotección puede llegar mi padre. Tomar el rol de vigilante. 

Según él, quiere evitar que salga embarazada. Si supiera que ni siquiera he pensado sobre eso. Me gustaría decirle que hoy en día existen diferentes maneras de cuidarse pero no creo que eso lo ayude a tranquilizarse. 

A simple vista, sus condiciones no suenan tan severas pero una vez que se pongan en práctica será difícil. 

-¿Qué tanto piensas? -la voz de Agustín despejó mis pensamientos. 

Levanté la vista y lo miré. Se encontraba al otro lado del sofá viendo televisión. Me sentía aliviada y feliz. A pesar de las reglas de mi padre, estaba satisfecha. Lo importante era que Agustín no se iría de la casa. Tengo toda una semana para disfrutar de su presencia. 

-En ti -susurré, dejando el celular a un lado. 

Sonriendo, se levantó y caminó hacia a mí. 

-Espero que sean cosas buenas -guiñó el ojo y se sentó a mi lado. 

-Lo son -contesté con una sonrisa. 

Nuestras miradas se conectaron y en ese momento quise desaparecer lo que se encontraba a mi alrededor. Quería besarlo y sabía que él intentaba contenerse. Respiró profundamente cuando bajó la vista a mí boca. Humedecí mis labios e inmediatamente hizo lo mismo mientras se acercaba. Sus labios comenzaron a rozar con los míos y me preparé para darle entrada. 

-Ustedes no entienden ¿Verdad? -la voz de Catalina rompió la conexión del casi beso. 

Agustín se separó maldiciendo en voz baja mientras se inclinaba hacia atrás. Definitivamente iba a ser difícil dejar de ser afectuosos el uno con el otro. Hice una mueca y tomé mi celular para aparentar estar ocupada. Vi como Catalina negaba con la cabeza con una sonrisa a la vez que entraba a la cocina. 

Agustín se volvió hacia a mí, mirándome divertido. 

-Intentaré controlarme a menos que quiera terminar durmiendo en el jardín -reí y le mandé un beso imaginario lo que provocó que un gruñido saliera de su garganta por no poder recibirlo como debería ser. 

Ahora más que nunca, tenía la necesidad de besarlo. 

La cena fue realmente incómoda. El único ruido que se escuchaba era el sonido de los utensilios que cada integrante de la mesa provocaba al moverlo. Catalina estaba sentada a mí lado y Agustín junto a ella. Enfrente de mí se encontraban mis padres, sus miradas, en especial la de mi padre me ponía nerviosa y de mal humor. Aún no se veía muy contento con Agustín ni conmigo pero creo que intenta aceptarlo a pesar de que no ha aclarado estar de acuerdo con nuestra relación. 

Catalina intentó aligerar la tensión hablando sobre los catálogos que tenía pendientes. Mi madre se unió a la conversación pero mi papá no comentó nada, permaneció en silencio la mayor parte del tiempo. Luego de unos minutos, Agustín terminó su comida y se despidió educadamente antes de desaparecer de la cocina. En ese pequeño lapso, mi papá se aclaró la garganta para iniciar un nuevo tema de qué hablar. 

-¿Cuándo comienzan las clases? 

Era un pregunta muy tonta de su parte. Él más que nadie sabía la fecha exacta. Puedo asegurar que hasta lo tiene escrito en su calendario. No lo dijo sólo para recordarme que pronto estaré en la universidad soportando el estrés escolar sino también lo hizo con la intención de hacerme sentir vulnerable debido a que faltan muy poco días para que tanto Catalina como Agustín regresen a su propia casa. 

Así que para no mostrarle debilidad, lo miré directamente a los ojos para que notara mi seguridad. 

-El próximo lunes -asintió y luego se volvió hacia Catalina. 

-Y ¿Agustín cuándo comienza? Bueno, si es que está estudiando -expresó indiferente.

Fruncí el ceño. Obviamente está estudiando ¿Qué pensaba? ¿Qué Agustín era un vago irresponsable? 

-También el lunes -respondió ella amablemente. 

-¿Qué carrera eligió? -se interesó mi padre, colocando los codos sobre la mesa a la vez que entrelazaba sus dedos.

Sabía que estaba investigando profundamente los intereses de Agustín, pero no entendía por qué lo hacía. Nada más falta que pregunte sobre sus gustos personales. 

Catalina dudó por un momento. Estaba segura que a ella también le parecía un poco extraño que se interesara en él. 

-Administración de empresas, de hecho el siguiente año va a titularse -comentó tranquilamente. 

Bajé el tenedor que estaba por llegar a mi boca, y me giré hacia a ella. ¿Se titulará el próximo año? Pero, es muy rápido...diablos ahora que recuerdo no le he preguntado a Agustín su edad. Pensé que tenía la misma edad que yo. 

-¿Cuántos años tiene? -susurré para que solo Catalina me escuchara pero no lo logré. 

Ella me miró y sonrió. Tal vez encontraba divertido que no supiera su edad. Pero la verdad nunca se me ocurrió saberlo. 

-Veintiuno. 

Tres años de diferencia no son muchos ¿verdad? Me sentí tonta por creer que Agustín tendría dieciocho. Pero no aparentaba la edad que tiene a pesar del cuerpo maduro y su rostro definido. 

-Demasiado mayor para ti ¿no crees? -me dijo mi papá, uniendo sus cejas. 

Rodé los ojos y continúe terminando mi alimento. 

-Ricardo, tu eres mayor que yo por cinco años así que no te quejes -interrumpió mi mamá. 

Sonreí en mi interior. Mi mamá siempre encontraba la manera de defenderme. La amo. 

En vez de contradecirla, optó por no seguir con la conversación. Cuando recogí los platos, mis padres y Catalina empezaron a hablar sobre otras cosas. Salí de la cocina no sin antes escuchar a mi padre decir que cerrara con llave la puerta de mi recámara. 

Al estar en la segunda planta, logré escuchar un sonido que provenía de la habitación de Agustín. Cuando me acerqué disimuladamente a su puerta, me percaté que era una canción de los Guns N' Roses. Su banda favorita. Por lo menos escuchando música podrá autocontrolarse. 

Una vez en mi habitación, aseguré la puerta percibiendo el típico clic del cerrojo. Fui al baño y me lavé los dientes. Salí y me dirigí al armario para desvestirme. Retiré mi blusa quedando en sujetador, estaba por bajar mis jeans cuando una voz grave me detuvo.  

-No te detengas -me giré y Agustín se encontraba sentado en mi cama vestido solo con su pantalón de franela. 

¿Qué diablos...? 

Inmediatamente me cubrí el pecho con los brazos. Sabía que tenía el sujetador pero aún así me sentía descubierta. 

-Cuando entré no estabas ahí ¿Acaso eres un fantasma o algo así? -murmuré un poco nerviosa. 

Se rió y negó con la cabeza. 

-Estaba escondido en ese rincón y cuando comenzaste a desvestirte no pude quedarme quieto y me senté para estar más cómodo -explicó muy quitado de la pena. 

-Lamento decirte que la función terminó -dije mientras me ponía una camiseta encima. 

-Debí haber esperado a que terminaras -hizo un puchero y se recostó en la cama. 

Caminé hacia la pared y apagué la luz para quitarme los jeans y ponerme el short de manera rápida. 

-No sabía que tu edad era veintiuno -comenté, volviendo a encender la luz. 

Se sentó, provocando que los músculos de su abdomen se contrayeran en el acto. 

-Nunca me preguntaste -se justificó mostrando su sonrisa. 

No me considero una entrevistadora como para interrogarlo. Aunque no estaría mal interpretar ese papel. 

-Debes irte -estaba tan embobada con su presencia que olvidé por completo las condiciones que tenemos que cumplir. 

Se puso de pie y dio pasos lentos hacia a mí. 

-No -alzó sus cejas y sonrió con picardía. 

Su actitud no está ayudando. La puerta se encuentra cerrada pero aún así no debo bajar la guardia. Lo esquivé y me crucé de brazos. 

-Estaremos en problemas -dije recargándome en la pared. 

-Cerré mi habitación y puse música para evitar sospechas. No pensarán que estoy aquí -se giró y se acercó a mi espacio. 

Fue astuto pero no podemos estar en mismo lugar por mucho tiempo. Me vuelvo débil a lo que tenga que ver con Agustín. Sus encantos son difíciles de ignorar. 

-Debes sentirte afortunado por ser inteligente -dije divertida. 

Se puso frente a mí y se inclinó hasta que sus labios tocaron la parte sensible de mi oreja. 

-Soy afortunado de tenerte -susurró, dando un pequeño mordisco al lóbulo de mí oreja. 

Me estremecí al sentir como sus cálidos labios viajaban por mi cuello y ascendía hasta mi mandíbula. Lentamente fue subiendo hasta llegar a mis labios y me besó. Cerré los ojos disfrutando de la textura dulce y suave que sus labios me regalaba. Mis brazos rodearon su cuello mientras que una de sus manos acariciaba mi mejilla. En ese momento, me perdí y me olvidé de lo demás. No pensaba y no quería nada más que sus labios en los míos. 

Sus manos se apoderaron de mi cintura y de un movimiento, me levantó haciendo que mis piernas rodearan sus caderas. El beso se profundizó y mi mente cada vez se desvanecía con cada toque de su lengua. Pasé mis dedos sobre su cabello mientras que él gruñía hambriento de más. Rompimos el beso cuando un golpe detrás de la puerta nos interrumpió. 

Abrí los ojos de golpe y Agustín me soltó suavemente hasta que mis pies tocaron el suelo. Con la respiración agitada, lo empujé al cuarto de baño. Sin protestar, se escondió mientras yo me incorporaba, intentando mantener mi respiración estable. 

Abrí la puerta y me encontré con mi mamá. 

-Se me olvidó avisarte que la tía Alicia nos visitará mañana y quiero que la recibas mientras tu padre y yo llegamos de trabajar ¿de acuerdo? 

Abrumada y nerviosa por la interrumpción, me limité a asentir. Se despidió y dejé salir un suspiro cuando cerré la puerta. Segundos después, Agustín apareció con una sonrisa triunfadora en su rostro.

-Tienes que irte -dije, sentándome en la cama. 

Negando con la cabeza, remojó sus labios y se sentó a mi lado.

-¿Puedo quedarme un rato más? -preguntó, mirándome con inocencia.

¿Cómo negarme?   




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Quería decirles que a la historia solo le faltan 5 capítulos para que termine, pero después vienen unos extras así que tendremos historia para un rato mas. 


Especial Navideño 5/?

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