37. Sobretodas las cosas

¡E S P E C I A L      N A V I D E Ñ O!


Toda esa alegría y paz que había absorbido durante la noche ya no estaba. Fue sustituido por enojo e intriga. Me pregunté una y otra vez ¿Qué diablos hacía ella aquí a estas horas? Más vale que tenga una buena razón porque sino tendré que volver a recurrir a la violencia para que se vaya. 

Bajando los escalones, llegué hasta Catalina y abrí la puerta completamente. 

-No tienes absolutamente nada que hacer en mi casa -expresé con amargura. 

Ella sonrió como si le diera gracia lo que acaba de decir. Si sigue sonriendo, juro que esta vez le romperé la boca. 

 -Necesito hablar con Agustín -pidió fácilmente mientras retiraba su asqueroso cabello por detrás de su hombro. 

-Nosotras nos vamos -escuché decir a mi mamá. 

Asintiendo, Catalina se alejó de la puerta y caminó en dirección a su recámara. Logré sentir la mano de mi mamá en mi brazo. 

-Vamos Carolina -tiró suavemente de mí. 

¿En serio? Está muy equivocada si piensa que me iré a mi habitación dejando a Agustín con esta zorra. 

Solté bruscamente mi brazo de su agarre y la encaré. 

-Me quedaré aquí -dije con seguridad. 

-Quiere hablar con Agustín, no contigo -alzó sus cejas tratando de mantener una apariencia amable. 

-Carolina puede quedarse, Sra. Kopelioff -intervino Agustín mientras caminaba hacia nosotras. 

Mi mamá lo observó por un momento y luego se volvió hacia a mí. 

-No quiero un escándalo ¿de acuerdo? 

Dicho esto, desapareció de la sala no si antes lanzarme una mirada de advertencia. 

Agustín llegó a mi lado y miró a Angela con el ceño fruncido. 

-¿Qué es lo que quieres? 

-Sabes perfectamente porqué estoy aquí -dijo, observando sus uñas postizas. 

-¿De qué diablos estás hablando? -preguntó Agustín confundido. 

Angela apartó la vista de su manicura y me miró. 

-¿Quieres que lo diga enfrente de Carolina?

Estoy perdiendo la paciencia. Aquí nadie vino a pedir sus servicios. 

-Dilo de una vez -espeté molesta. 

Se rió por lo bajo y se cruzó se brazos. Intento guardar compostura. Pero ver a Angela mirándome con compasión me hace querer vomitar en su cara. 

-Olvidé mi sujetador -soltó las palabras con toda normalidad. 

Me reí sínicamente. 

-¿Qué te hace pensar que está aquí? Tal vez se quedó en el apartamento de Lionel o en alguna otra casa -argumenté con la intensión de hacerla sentir lo que es, una puta. 

-Dejé mi sujetador en tú camioneta -dijo dirigiéndose a Agustín. 

En ese momento sentí una inmensa rabia de ahorcarla para que reaccionara. Pero después, en mi mente se fueron uniendo piezas acerca de ese tiempo en el que Agustín tardó en llegar al evento. 

Pasando la enorme duda que sentía en mi garganta, me giré lentamente hacia a él. 

El rostro de Agustín permanecía inmóvil. Su ceño se iba profundizando tratando de procesar su comentario. La misma sensación que había experimentado el día en el que encontré a Lionel con ella, se instalaron en mi piel. 

-No sé de qué hablas -dijo Agustín entre dientes. 

-¿No me digas que ya no recuerdas cuando estuve dentro de tú camioneta hace unas horas? -la voz de Angela resonaba en mis oídos pero no podía mirarla. Mi atención estaba enfocada en la reacción de Agustín. 

-¿Hace unas horas? -logré decir. Entonces, me di cuenta. -Agustín, habla -exigí al notar su silencio. 

Negando con la cabeza, cerró sus ojos. Cuando los volvió a abrir, miró a Angela con desprecio. 

-¿Por qué haces esto? -espetó con furia mientras que su mandíbula se contraía con fuerza.

-Solo vengo por mi sujetador, eso es todo -se encogió de hombros sin tener dignidad. 

-¿Agustín? -lo llamé esperando su explicación. Respiró profundamente y me miró. En sus ojos podía ver desesperación e impotencia. Una parte de mí estaba convencida que ella mentía, hasta que Agustín habló. 

-Cuando estaba por irme a la fiesta, ella llegó -señaló a Angela con la barbilla- La ignoré y cuando menos pensé ya estaba dentro de la camioneta. 

No estaba preparada para escuchar la conclusión de todo esto. Pero aún así me aferré a ello. 

-¿Y le quitaste el sujetador? -afirmé más que una pregunta. 

Agustín negó con la cabeza repetidamente mientras que un gruñido de ira salía de su boca. 

-Ni siquiera la toqué -expresó con los puños cerrados. 

La risita burlona de Angela me recordó que aún seguía esperando. Quería convencerme que esto no era real. Que ella estaba mintiendo. Con la intriga en mis venas me giré hacia la mesita de la sala. Encima de ella se encontraban las llaves de la suburban. Cuando las tomé, salí de la casa esquivando a Agustín y empujando a Angela. 

-Acabemos con esto -murmuré mientras caminaba. 

Al estar frente a la puerta del copiloto, respiré hondo para prepararme a lo que fuera. Abrí la puerta examinando con detenimiento. 

Justo cuando Agustín llegó a mi lado, mi vista encontró la prenda que Angela exigía. Se encontraba debajo del asiento pasajero. Todo pareció nublarse en ese momento. Las nauseas revolotearon en mi estómago como volcanes en erupción. Parpadee como estúpida para engañar a mi mente de que solo eran imaginaciones mías. Pero el asqueroso sujetador blanco seguía en mi visión. 

-Carolina, tienes que confiar en mí -dijo Agustín pasándose los dedos a través de su cabello. 

Angela se acercó con una mirada triunfadora y una sonrisa satisfecha. No sabía en qué pensar. Confiaba en Agustín, pero no en Angela. Ella pudo haberlo seducido con facilidad. Los hombres son débiles cuando se trata de seducción. ¿Por qué Agustín sería la excepción? Pero la otra mitad de mi cuerpo sabía que él no me haría algo como eso. No lo soportaría.

-Carolina, mírame -las manos de Agustín sujetaron mi rostro con suavidad, obligándome a levantar la vista. 

Mis ojos ardían. Intentaba retener las lágrimas pero la imagen de él acariciando a Angela se formulaba en mi mente impidiéndome pensar con claridad. 

-No pasó nada entre ella y yo, por favor dime que me crees -la voz suplicante de Agustín me derretía el alma. 

Quería decirle que confiaba plenamente en él. Pero ver ese sujetador en su camioneta causó que las palabras se quedaran atrapadas en mi boca. 

Cuando me quedé en silencio, sus manos soltaron mi rostro y las pasó por su cara tratando de calmar su frustración. Pero no ayudó. Su puño golpeó el material de cerámica de la suburban. Gruñó con enojo y desesperación. Luego se inclinó hacia dentro de la camioneta. Cuando se incorporó, observé como sus dedos sujetaban el sostén de Angela como si fuera algo tóxico y repugnante. 

Su acción me ayudó a convencerme que él no se lo había quitado. Pero esa pequeña duda de que algo había sucedido seguía vivo. Lo siguiente que sucedió me tomó por sorpresa. Sin amabilidad alguna, le aventó la prenda a Angela. Ella se sobresaltó tanto que no alcanzó a tomarlo. Molesta, se agachó y cogió su asqueroso sostén. 

-Me imagino que debes estar contenta con lo que lograste, que Carolina creyera en tus mentiras -dijo Agustín con voz áspera y furiosa. 

-No son mentiras, tú y yo tuvimos sexo en tu camio... 

-¡Lárgate! -gritó él mientras su pecho subía y bajaba aceleradamente a través de su esmoquin. 

Angela no siguió contradiciéndolo. Se dignó en subir en su auto e irse sin decir nada. Aunque no había necesidad de decir algo más. Logró el propósito de que mi noche se convirtiera en un nudo de emociones. 

Narra Agustín

Tenía que golpear a alguien. Tenía que descargar esta ira de mi sistema antes de que me consumiera. No podía creer el nivel de mentiras en la que una persona puede llegar. Maldito sea el día en que la llamé para salir con ella. Me arrepiento demasiado de eso. 

No escuchar las palabras de Carolina diciendo que confiaba en mí, me mataba. Poniéndome en su lugar, sé que es difícil creer que no ocurrió nada. Pero era la verdad. Jamás tocaría a Angela o a otra chica ahora que estoy con ella. Tal vez no le he dado demasiadas razones para que crea en mí, pero maldita sea, la amo demasiado que me cuesta mucho darme cuenta de ello. 

¿Cómo pude ser tan estúpido en no darme cuenta que Angela había dejado su estúpido sujetador en mi camioneta? 

Pero ya no tiene caso pensar en un "si hubiera...". Las cosas sucedieron y no hice nada para evitarlo. Al mirar el rostro decepcionado de Carolina, me hizo sentir en la peor persona de este mundo. Lo que menos quería en esta vida era lastimarla. Y aunque ella trate de ocultar las lágrimas, sé que le duele y sé que está confundida. 

Una vez que Angela se fue, Carolina me miró por un momento antes de introducirse a la casa. Gruñendo de rabia cerré la puerta de la camioneta y entré a la casa. 

Al momento en que llegué al segundo piso,escuché la puerta de Carolina cerrarse con fuerza. Quiero ir hasta ella y explicarle el malentendido. Pero le doy su espacio. No quiero presionarla. Dejaré que se calme para que decida si realmente cree en las palabras de Angela o en las mías. 

Luego de quitarme el esmoquin y lavarme los dientes, me recosté en la cama. Intentaba dormir pero no lo logré. No podía conciliar el sueño sabiendo que está probablemente llorando en este momento. Y lo peor de todo, saber que yo causé ese dolor. 

Al pasar la media hora de estar moviéndome de un lado a otro, me levanté de la cama y me dirigí a la habitación de Carolina. 

Cuando estoy frente a su puerta, coloqué la mano en la perilla. Luego de dudar por unos segundos, la giré rogando que ésta no estuviera con llave. Una pequeña sonrisa se formó en mi rostro al percatarme que no tiene seguro. Y sin importarme estar vestido solo con unos boxers negros, entré a su habitación sigilosamente. 

Se encontraba en la cama dándome la espalda. Cerrando la puerta detrás de mí, me acerqué a ella dando pasos silenciosos. 

El vestido había sido retirado de su cuerpo siendo remplazado por un short que le llegaba a la altura de los muslos y una blusa de tirantes. Las ganas de acariciar sus piernas con mis dedos me invadían. Pero logré contenerme. 

¿Qué fue lo que hizo para que me enamorara de ella de está manera? Jamás había sentido sentimientos tan fuertes por alguien desde hace mucho tiempo. 

Actuando de manera cautelosa, me senté en el espacio sobrante de la cama. Al ver que no hace ningún movimiento, me recosté junto a ella. Sintiendo su espalda en mi pecho, levanté mi brazo con lentitud y rodeé su cintura. Luego de unos segundos, sentí como su cuerpo se tensaba. 

Se giró lentamente hasta que quedó completamente frente a mí. Abrió los ojos y me miró. No sabía si hablar o simplemente quedarme callado. No quería arruinar este momento. Cuando abrió sus labios, me estaba preparando mentalmente para escuchar su rechazo. 

-Confío en ti, Agustín -susurró mientras su mano subía hasta mi mejilla. 

Cerré los ojos disfrutando de su tacto y de sus palabras. Solté un suspiro de alivio. Me sentía feliz y completo. Nada importaba ahora más que ella y sus palabras. 

Cuando abrí los ojos, la encontré mirándome con una sonrisa. Devolviéndole el gesto, me incliné hacia a ella y la besé con suavidad. Quería darle entender por medio del beso que solo ella es la que me interesa. 

El beso se fue profundizando y las caricias fueron subiendo de tono. Su piel caliente me excitaba y no quería parar. Pero estábamos en su casa con sus padres durmiendo en la planta baja. Por más que quiera hacerla mía tengo que detenerme. Por el bien de los dos. 

-Carolina, tengo que regresar a mi habitación -murmuré entre sus labios antes de separarme. 

Estaba comenzando a levantarme cuando su mano me detuvo. Miré sobre mi hombro y la observé. Sus labios se encontraban hinchados y sus mejillas sonrojadas. 

-Quédate -sugirió con ternura en voz. 

No tuvo que pedírmelo dos veces. Volví a la cama dejando caer mi brazo nuevamente en su cintura. Me acerqué y ella acurrucó su rostro en mi pecho con su brazo rodeando mi cadera. Cuando se percató que solo llevaba unos boxers, inmediatamente se ruborizó. Sonriendo, deposité un beso en la parte superior de su cabeza y aspirando el rico aroma a frambuesa de su cabello. 

-Buenas noches, Carolina. 

-Descansa, Agustín. 

Tenerla entre mis brazos era la mejor manera de dormir  




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¡Hola! 

Comienza el Especial Navideño. 

A veces se me va el pájaro de que compartimos horarios diferentes. Acá aún es temprano y se que en otros lugares no. 

Espero hayan tenido un buen día. Y aún sigo pensando de cuantos capítulos sera el especial.



Especial Navideño 1/?

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