27. Consecuencias
Luego de haberme quedado como idiota en la cocina por minutos, despabilé y me dirigí a mi habitación. Mi mente se encontraba estancada en el beso de hace unos momentos.
Sonreí al recordar las raras y placenteras sensaciones cuando su boca exploraba la mía. Esto era diferente. Con tan solo escuchar su voz o sentir sus caricias me estremece de una manera profunda y positiva. Con cada toque me eleva a una altura que ni yo misma puedo descifrar.
Una vez en mi recámara, tomé el celular de la comoda. Me senté en el borde de la cama y llamé a Valentina. Los siguientes minutos parecen eternos. Luego de haberle contado absolutamente todo. Se pone a gritar de alegría y me habla demasiado rápido a través del teléfono haciéndome sentir con nauseas.
No deja de felicitarme y chillar como una fan obsesiva diciéndome que ya era hora de que Agustín admitiera su interés en mí.
Le conté sobre la decisión que tomamos acerca de no contarles a mis padres sobre lo nuestro. Aunque Catalina ya confirmó su duda en el momento en que nos vio en la cocina.
Pero sinceramente no tengo problema con que lo sepa. En el fondo ella sabe que es necesario que esperemos antes de dar a conocer nuestro noviazgo.
Terminando la conversación con Valentina y quedar aturdida por sus palabras de afecto me dispuse a escuchar música.
Salí de mi habitación con los audífonos puestos y comencé a caminar por el pasillo. Tarareaba y mis pies se movían al ritmo de la canción mientras me dirigía a bajar las escaleras.
Cuando crucé por la habitación de Agustín, mis fosas nasales aspiraron el suave aroma de su perfume. Y a pesar deque no se encontraba en casa. El aroma masculino estaba impregnado. El mismo perfume embriagante que percibí cuando lo estaba besando.
No me había dado cuenta que su puerta estaba abierta hasta en este momento que me encuentro de pie a un paso de entrar a su recámara.
Como no tenía nada interesante que hacer, me adentré en su cuarto para que mi olfato se invadiera completamente con su aroma. Todo permanecía en su lugar. Excepto de unas cuantas caratulas de videojuegos que se encontraban regadas disimuladamente sobre el suelo.
Mi vista recorrió cada punto de su habitación hasta que se fijo en la cama.
¿En serio Carolina? ¿De todos los muebles y objetos que se encuentran tenías que enfocarte en la cama? Sucia y pervertida.
Me imaginé su cuerpo recostado mirándome con esa intensidad que hace que mi sangre deje de circular por mis venas. Me imaginé estar acurrucada en su pecho hablando por horas. Su fuerte brazo rodeando mi cintura mientras duerme.
Deja de pensar relatos de libros y sal de la habitación, ahora. ¡No tienes nada que hacer aquí!
La música resonaba en mis oídos pero aún así mi subconsiente me decía a gritos que dejara de actuar como una tonta enamorada.
Alejando esos pensamientos cursis, giré sobre mis talones para regresar al pasillo. Me detuve en medio camino al ver un peluche junto a la cama. No era un objeto sexual o algo por el estilo.
Acercándome con cautela me di cuenta que era mi peluche. El unicornio que había ganado en el parque de diversiones. Recordé que esa noche fue interrumpida cuando Lionel se encontraba afuera de mi casa.
Había olvidado por completo mi premio desde ese día. Pero él lo conservó. Me sentí un poco ofendida porque no se dignó a regresarlo pero dejando atrás mi lado infantil, sé que en su momento lo hizo como venganza por haberle dicho que se ganaría un beso y simplemente me encargué de que fallara su último tiro.
Mis manos sujetaban el peluche mientras recordaba esa escena. Parecía un poco cursi ver un unicornio en la habitación de un chico. Pero eso me hizo pensar que lo conservó como recuerdo de nuestra salida.
Y ahora que me pongo a reflexionar, ese fue el día en el que Agustín me invitó a salir por primera vez. Salí de mi ensueño cuando escuché un ruido que provenía de la puerta principal.
Con mis manos temblando de nervios coloqué el peluche sobre el suelo donde anteriormente se encontraba. Caminé a paso rápido hacia la puerta. Estaba cien por ciento segura que lograría llegar a mi cuarto aparentando haber estado allí.
Toda satisfacción desapareció cuando mi pie dio un paso en falso al tropezar con el otro causando que cayera hacia el frente. El celular salió disparado al piso junto con los auriculares y mi cara no fue golpeada directamente por el suelo gracias a que las palmas de mis manos tocaron el piso al momento de la caída.
Mierda. Que me caiga un rayo en este instante y me desaparezca en un abrir y cerrar de ojos.
Sí, como si eso fuera posible.
Escuché los pasos por el pasillo y suspiré como señal de derrota.
―¿Qué haces ahí tirada? ―escuché su voz.
Levanté lentamente la cabeza con mis mejillas ardiendo. Agustín se encontraba en el umbral de la habitación cruzado de brazos mirándome divertido.
―Quise saludar al suelo ―me justifiqué sarcásticamente.
―¿Y por qué no lo hiciste con el de tu habitación? ―preguntó, siguiéndome la corriente.
Pensé que estaba molesto pero cuando lo volví a ver mantenía una sonrisa arrogante. Rodando los ojos me giré hasta quedar recostada sobre mi espalda con mi vista al techo.
―El tuyo parece más cómodo ―dije poniendo mis manos sobre mi estómago.
Estaba actuando como una gran inmadura hablando del suelo. Pero eso podría ayudar en disminuir el embarazoso momento ¿no?
Agustín se agachó para recoger mi celular y se sentó a mi lado.
―¿Estabas esperándome? ―preguntó seductoramente.
Lo miré observando su hermoso rostro. Diablos, si. Estaba esperando a que llegara. Fuimos interrumpidos en la cocina y eso me tiene muy inquieta.
―Sí ―contesté perdiéndome en sus ojos marrones.
Su respuesta fue una risa amigable y tentadora. Se puso de pie estirando su brazo con la palma de su mano abierta.
―Vamos, levántate ―dijo sonriendo.
Mi mano se unió a la suya a la vez que me entregaba en celular. Me levanté hasta quedar frente a él con nuestros dedos conectados. Me miró intensamente mientras su mano libre acariciaba mi mejilla.
―Tenemos algo pendiente ―expresó divertido.
―¿Sobre qué? ―dije alzando las cejas.
Sonrió coquetamente y luego me besó. Mi mano dejó caer el celular de nuevo para que mis brazos pudieran rodear su cuello y atraerlo hacia a mi. Sus manos rodearon mi cintura al momento en que nuestras bocas se unieron.
La temperatura comenzó a subir a nuestro alrededor mientras el beso se profundizaba. Caminamos hacia la cama lentamente sin dejar de besarnos. Dejé de retroceder cuando mis piernas se toparon con la base de ésta.
Agustín comenzó a dejarme caer suavemente y poniéndose encima de mí. Nuestras caricias y besos se pusieron intensos hasta que el sonido de un celular empezó a sonar.
Estábamos dispuestos a ignorar el ruido y seguir con lo nuestro. Pero el celular no dejaba de sonar. Cansada detener que soportar ese sonidito molesto dejé de besarlo. Agustín maldecía a en voz baja mientras tomaba su celular del bolsillo aún sin moverse de su lugar.
―¿Qué pasa Ruggero?...Estoy ocupado....¿No puedes esperar?... ―frunció el ceño―. Bien...¿Estás seguro que fue él?....voy para allá.
Guardó de nuevo su celular y se puso de pie.
―Tengo que salir ―se disculpó de forma molesta.
―Está bien ―dije con decepción.
En cuanto me puse de pie me dio un beso rápido. Quería preguntar a donde iba pero no quise parecer una entrometida. No sé si fue la expresión de mi cara o el suspiro que dejé salir que causó que Agustín explicara su salida.
―Iré a al bar con Ruggero, mi amigo, tiene algo urgente que decirme ―dijo, arrepentido.
Asintiendo con una media sonrisa, recogí el celular del suelo y salimos juntos de su habitación acompañándome ala mía.
―Te veo luego ―depositó un beso en mi mejilla y se dirigió a bajar las escaleras.
Una vez que escuché la puerta de la entrada cerrarse. Entré a mi habitación y me dispuse a seguir escuchando música.
Me encontraba en la sala junto con Catalina viendo un programa de televisión sobre un debate acerca del aborto. Catalina estaba atenta en cada cosa que decían.
Mis dedos jugueteaban con mi celular que tenía sobre mi regazo. Estaba preocupada como una madre esperando a su hijo en la madrugada. Eran las nueve y media de la noche y Agustín aún no llegaba desde la tarde. Intenté llamarlo varias veces pero me mandaba a buzón de voz lo que me ponía más nerviosa.
Mis padres se encontraban en la cocina terminando de cenar. Catalina y yo terminamos antes y decidimos matar el tiempo viendo televisión.
Me preguntó por Agustín y me limité a decir que había salido con Ruggero. A ella no le pareció extraño. Me dijo que él es su amigo desde la secundaria y que no tenía de que preocuparme.
Sus palabras me calmaron por un momento, pero entre más transcurrían las horas, más inquieta estaba.
Exactamente cuando el reloj marcaba cinco minutos para las diez escuché el motor inconfundible de la suburban. Sentí un alivio inmenso al ver que ya estaba de regreso. Esperé pacientemente hasta que la puerta se abrió.
Al instante que apareció en la sala escuché un grito ahogado por parte de Catalina. Giré mi cabeza hacia la entrada de la sala.
Ruggero estaba a lado de Agustín ayudándolo a ponerse de pie. Llevé una mano en mi boca al ver su rostro. Estaba hecho un desastre. Un ojo morado, su ceja sangrando, una herida pronunciada en su labio inferior y sus mejillas raspadas. Sangre seca se encontraba en su cuello dándole un aspecto irreconocible y espeluznante.
Agustín rodeaba su estómago con su brazo a la vez que hacía una mueca controlando el dolor.
―Hola, Carolina ―dijo mostrando una sonrisa torcida.
Es bastante obvio que Agustín fue golpeado de una manera brutal. Y por su aspecto, me atrevo a afirmar que más de una persona le hizo esto.
________________
¡H O L A!
No quería dejarlas sin capitulo. Son las 9:05 pm, tengo un inmenso sueño y creo que me quedare hasta la madrugada haciendo tareas. ¿Quien me acompaña?
Por cierto, en estos días me han estado preguntando que redes sociales tengo. Y solo tengo Twitter que es agus_grn, por si me quieren seguir.
Importante: Quizás vuelva a actualizar hasta el próximo fin de semana. No se desesperen la semana pasara rápido.
Gracias por sus hermosos mensajes y comentarios. ¡Las Quiero!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top