26. Reunión matutina
Narra Agustín
Tal vez sea un cursi pero la palabra feliz no logra acercarse a mi estado de animo. Carolina es mi novia. Diablos, es extraño para mí llamarla exactamente "novia". Esa palabra no se encontraba en mi vocabulario hasta ahora.
La última relación aparentemente seria la tuve en la secundaria. Una relación de niñatos sin sentido. El tipo de relaciones que mantenía mientras estaba en la universidad era por necesidad. Ya saben, acostarme con una que otra chica loca solo para satisfacer mi apetito sexual pero hasta ahí. Placer sin compromiso y sin sentimiento alguno.
Ahora que mi mente se encuentra enfocada en ella, todo aquello que disfruté en ese momento de lujuria se ha esfumado. Quiero ser todo para ella como ella lo es todo para mí.
Cada vez me sorprendo por la forma en la que pienso. Pero con solo pensar en Carolina provoca que mi cerebro se renueve e intente sacar lo mejor de mí a pesar de las estupideces que suelo decir.
Por otra parte, una cosa circulaba por mi cabeza. Aún no comprendo como una chica tan hermosa e inteligente como Carolina sea virgen. Es difícil encontrar a alguien como ella en estos tiempos.
Ahora más que nunca me siento agradecido de tener un poco más de derecho con respecto a protegerla. Si tan solo ella le hubiera seguido el juego a Lionel, ya estaría lamentándose por haber perdido su inocencia con alguien que no vale ni un centavo.
Todos esos pensamientos pasaban por mi mente mientras terminaba de ducharme. Por extraño que parezca aún sentía la textura de sus labios en los míos. Como si la huella del beso estuviera sellada en mi boca para jamás borrarse. Algo estúpido y cursi pero así me sentía maldita sea.
Y como olvidar la imagen de Carolina en ese traje de baño color azul como el cielo. Las ganas de recorrer cada centímetro de su cuerpo invadieron mi mente. Pero el deseo se fue cuando comenzamos a divertirnos sanamente. Hasta que la besé.
Perdí el control en ese instante, cada vez que me adentraba a su boca sabía que era el momento justo para decirle que me atraía y estaría dispuesto a tener un noviazgo formal siempre y cuando ella estuviera de acuerdo. Ya imaginaran mi alivio y alegría cuando aceptó intentarlo.
Aún era temprano, cerca de las nueve de la mañana. Unos ruidos en la cocina se lograban escuchar. Me detuve mientras me colocaba la camiseta. La dulce voz de Carolina resonaba en mis oídos haciendo que mi respiración se agitara sin permiso. Ella se encontraba despierta preparando lo que sea que fuera en la cocina.
Sonreí en el momento en el que escuché su risa. Continué de terminar de vestirme diciéndome a mi mismo que calmara mis sentidos.
El Sr. Kopelioff no tarda en llegar de su viaje y dado que no íbamos a decirle nada a nadie sobre nuestro pequeño romance tengo que mantenerme tranquilo y seguro. Así que mientras estemos desayunando tendré que evitar mirar demasiado a Carolina e intentar hacer alguna tontería que ponga en descubierto nuestro piadoso secreto.
Narra Carolina
Me encontraba en la cocina junto con mi mamá y Catalina mientras terminábamos de preparar hotcakes. Estaba feliz por varias cosas. El regreso de mi padre y el hecho de que Agustín era mi novio. Las mariposas en mi estómago han estado constantemente al acecho desde el día de ayer.
Me sentía tranquila y desestresada. Catalina nos platicaba sobre una confusión de nombres que tuvo con una de sus clientas. Y por más que trataba de guardar compostura no pude contenerme.
Su situación que me pareció graciosa causó que me partiera de risa al igual que a mi mamá. Y aunque las tres reíamos al mismo tiempo, mi carcajada era demasiado fuerte que sobresalía del compás.
No dudaba que se escuchara por toda la casa. Los vecinos estarían pensando que soy una loca por reír constantemente tan temprano.
Luego de que las conversaciones se volvieron tranquilas pude enfocarme en terminar de preparar el desayuno. Mi mamá me había avisado que mi papá estaría antes de las diez de la mañana en casa por lo que decidimos darle la bienvenida con un rico desayuno.
Me había duchado y vestido decentemente para la ocasión. Unos jeans negros ajustados, converse blancas y una blusa a juego. Dejé mi cabello húmedo suelto, pero cuando comenzó a secarse noté como se esponjaba como si me hubiera explotado algo en la cara, así al final opte hacerme una coleta alta con una trenza francesa.
Y aquí me tienen, colocando los últimos hotcakes junto con los demás en el enorme plato que se encontraba en la mesa.
―Muy bien, iré a quitarme estos tubos de la cabeza ―avisó mi mamá saliendo rápidamente de la cocina.
Sí, mamá todavía arreglaba su cabello a la antigua.
―Se nota que Ana esta feliz por el regreso de tu papá ―comentó Catalina a la vez que acomodaba varios platos con sus cubiertos en la mesa.
―Lo está. Ha estado acostumbrada con su presencia todo el tiempo y estar sin él por una semana debió haber sido una eternidad ―confirmé.
Mis padres siempre han sido muy unidos. Y como ambos trabajan en la misma compañía pero con oficios diferentes se acostumbraron a verse todos los días tanto en la casa como en la oficina. Así que logro comprender su emoción de su llegada.
Yo en cambio no estoy tan entusiasmada, digo, obviamente estoy feliz de volverlo a ver pero sinceramente me adapté en que la mayoría de las veces se iba de viaje por varios días. Así que su ausencia no era una gran sorpresa para mí.
―Y, ¿Cómo te fue con Agustín anoche? ―preguntó curiosa.
Mi mente se trasladó hasta ayer recordando todo lo sucedido. Una sonrisa se plasmó en mis labios al recordar que somos más que amigos.
―¿Tan bien te fue? ―insistió con sorpresa al verme sonreír como estúpida.
―Me la pasé genial ―respondí mientras colocaba vasos de vidrio sobre la mesa.
―¿Ya te dijo lo que siente por ti?
La miré boquiabierta ¿Cómo lo sabía? Oh esperen... ¿Todo este tiempo supo que Agustín quería decirme que le gustaba? Claro, recuerdo que hubo varias veces en que Catalina trató de hacérmelo saber.
―¿Cómo lo sabe? ―pregunté guardando mis nerviosismo.
―Vamos, Carolina, sé que ya soy mayor pero todavía me acuerdo en como actúan dos personas que se gustan―sonrió guiñándome un ojo.
Bien, por lo menos ya sospecha lo que pasó. Espero que no se los cuente a mis padres. No quisiera tener que convencerlos que lo nuestro sucedió de manera imprevista.
―No diré nada ―terminó diciendo cuando notó mi preocupación.
Respondí con una sonrisa nerviosa justo antes que mi mamá regresara con su cabello arreglado en ligeras ondas y maquillada de forma elegante.
―Me mandó un mensaje diciendo que le falta unas calles para llegar ―dijo moviéndose por la cocina, checando que todo estuviera en su lugar.
En menos de treinta minutos mi padre ya se encontraba en casa. Mi mamá obviamente fue la primera en recibirlo con un intenso abrazo y un beso tierno. La siguiente fui yo abrazándolo como la vez que me despedí de él.
―Me alegro que no te hayas metido en problemas ―me dijo apretando suavemente mi mejilla.
Catalina se dispuso a recibirlo cordialmente con un saludo de mano y palabras de bienvenida.
Mientras veía a mi papá platicar con mi mama di un paso hacia atrás por inercia. Cuando siento que mi cuerpo choca con el de alguien. Miró sobre mi hombro y Agustín me alienta con una sonrisa dulce a la vez que sus manos se colocan sobre mis hombros.
―Cuidado, no te vayas a caer ―me dice mientras se pone a mi lado.
Imaginaba encontrármelo en pijama pero su cabello castaño húmedo brillaba con destello. Llevaba una camiseta negra con la leyenda de The Beatles en el centro. Unos vaqueros desgastados y unos converse negros. Un enorme reloj a juego adornaba su muñeca hecho a la medida.
¿Qué hice para merecer a alguien tan atractivo?
Se acercó a mi padre para estrecharle la mano junto con un abrazo de hombres.
Luego de haberlo felicitado por los comentarios positivos acerca de su proyecto, entramos a la cocina. Cada quién tomó su respectivo asiento para después comenzar a desayunar en familia los deliciosos hotcakes acompañados con leche que las tres damas preparamos.
Mientras mi padre mantenía una conversación con Catalina y mi mamá. Agustín, que se encontraba enfrente de mí se dispuso a enviarme miradas juguetonas.
Y como siempre, el resultado era que mis mejillas enrojecieran. Pero esta vez no me sentía incomoda o fuera de lugar, al contrario, me sentía alagada.
Catalina nos llegó a mirar de reojo pero no decía nada. Nos dedicaba una media sonrisa y continuaba su atención ala conversación de mis padres.
Mis padres salieron de casa luego de haber terminado de desayunar. Y aunque mi papá ya se encontraba de vuelta no significaba que era para descansar. Uno de sus amigos de trabajo lo llamó para terminar unos trámites de papeleo de la oficina. Y como mi mamá iba hacia la misma dirección, se fueron juntos.Catalina se encontraba en alguna parte de la casa, probablemente en su recámara organizando los catálogos que tiene que entregar.
Cuando acabó el desayuno, todos se dispersaron. Me había quedado a recoger la mesa y para mi desgracia no pude entablar una conversación con Agustín.
Me sequé las manos una vez que terminé de lavar los platos. Limpié la mesa rápidamente y guardé los trastes limpios en la cocineta.
Mientras colocaba los vasos en su lugar Agustín entró a la cocina con ambas manos metidas en los bolsillos mirándome con cautela.
―¿Necesitas ayuda? ―preguntó mientras caminaba a paso lento.
―Vienes exactamente cuando terminé ―me quejé a la vez que me giraba para mirarlo.
Me sonrió de forma maliciosa mientras se asomaba por la ventana.
―Tus padres ya se fueron ―comentó.
―Sí ―se giró mirándome de una forma tierna y a la vez sexy. Comencé a sentir que mi cuerpo se derretía cada paso que daba hasta quedar a unos centímetros de mí.
Nada cambiaba. La misma sensación de debilidad llegaba a mi sistema por su cercanía.
En cuestión de segundos nuestros labios se encontraban conectados chocando suavemente. Sus manos rodearon mi cintura mientras que las mía permanecieron en su pecho. El beso se fue haciendo cada vez más intenso e irresistible. Nos devorábamos con delicadeza. Ambos caminamos hacia atrás sin que nuestras bocas se separen. Mi trasero chocó con la encimera de la cocineta impidiéndome retroceder.
El sabor de su boca sabía a menta combinado con pasta de dientes. Mis dedos recorrieron los músculos de sus hombros subiendo hasta su cuello finalizando entre sus cabellos alborotados.
Una de las manos de Agustín subió por mi espalda hasta llegar a mi nuca quedándose en ese lugar para evitar que nuestros labios dejaran de hacer lo suyo mientras que la otra recorría mi cintura y mi cadera. Jadee cuando me atrajo hacia a él. Mi vientre se prendió al sentir su erección y su abdomen tensarse junto al mío.
―Agustín, ¿Podrías llevarme a...? Oh ―ambos nos alejamos bruscamente al ver a Catalina en el umbral de la puerta con sus cejas levantadas mirándonos con sorpresa.
Nuestras respiraciones entrecortadas nos delataban aún más provocando que me sintiera avergonzada y tímida.
―¿Qué necesitas, Madrina? ―preguntó Agustín mirando al suelo mientras se pasaba su pulgar por el labio inferior.
―Necesito que me lleves a entregar estos catálogos por favor ―agitó las revistas que llevaba en la mano.
―Claro ―respondió sacando las llaves de bolsillo.
Nos miró para luego mostrar una pequeña sonrisa a la vez que salía de la cocina.
Estiré mi blusa hacia abajo al notarla un poco levantada. Fui por los platos y comencé a colocarlos en el estante de madera mientras trataba de calmar mi pulso cardíaco.
―Ahorita regreso ―lo escuché decir.
Asentí sin voltearlo a ver. Una de las cosas que me ponen nerviosa es que alguien más me vea besando. No soy como las parejas que se besuquean en medio de la calle como devoradores sin pena alguna.
―Carolina...
Inhalando profundamente lo voltee a ver encontrándomelo a la altura de la puerta con el llavero entre sus dedos.
―Estuvo delicioso ―comentó sonriente.
―Uhm, Catalina y mi mamá me ayudaron a preparar los hotcakes -dije dando crédito.
Sin la ayuda de ellas, el desayuno hubiera sido un desastre y al final hubiéramos ordenado algo preparado.
Pero el ardor en mi rostro apareció al escuchar su respuesta.
―Me refería al beso ―guiñó el ojo sensualmente y salió de la cocina.
_______________
Tarde pero aquí esta el capitulo. Creo que ya les había dicho, ¡necesito vacaciones!
Bueno, nos leemos hasta el jueves.
Buenas noches, ¡las quiero!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top