Llegó el segundo día de tormenta y ya todos estaban en el refugio. Estaban todos excepto Fungi quién se quedó dormido sobre el tronco de un árbol. Se despertó de repente en el aire. La tormenta lo cogió y empezó a llevarlo lejos de su querido bosque. Intentó escapar pero de repente vio algo que le asustó mucho: el polvo dorado detrás de él. Sentía como sus poderes desaparecían. Se puso en pánico y empezó a grita socorro mientras no paraba llorar. De repente Marisa apareció para rescatarlo. Volaba con sus alas doradas como un cañón tiró a Fungi hacia abajo quien cayo entre un montón de hojas secas. Cuando despertó, muchos de los habitantes del Bosque Mágico estaban mirándolo con cara de preocupación. Cuando vieron que estaba bien estaban muy aliviados. Entonces Fungi empezó a llorar incontroladamente. Después de unos cinco minutos se calmó un poco y empezó a hablar:

-Lo siento mucho. Os he mentido. Mis poderes me los dio Marisa la mariposa. Me espolvoreo con un polvo dorado. Yo solo quería ser también especial como vosotros. Entonces se me subió mucho a la cabeza. ¡Lo siento!

Todos sintieron pena por Fungi. Lo abrazaron y lo perdonaron.