El reencuentro
Al siguiente día, Demian salió en busca de trabajo, después de unas cuántas entrevistas y dejar solicitudes y papeles en varios lados con la esperanza de que en alguno lo aceptaran o por lo menos considerarán contratarlo, regresó a casa un poco más temprano de lo normal, al ir cruzando la calle una pequeña vocesita lo llamo.
— ¡Demian! —corría Mily hacía él y como de costumbre Liz detrás de ella
—Hola Mily, ¿cómo estás? —contesta Demian de forma muy formal y seria (no era de los que demostraban sentimientos)
—¡Qué gusto me da verte! —dice Mily mientras corre a abrazarlo, tomando a Demian por sorpresa
—Mily, no incomodes al señor Demian
—No hay problema —dice Demian mientras se agacha para ver a Mily —. Sólo te pido que no me digas señor, por lo que veo soy sólo un par de años mayor que tú, puedes tutearme
—Gracias —la respuesta de Demian dejo sin palabras a Liz
—Demian, ¿Cómo está el gatito? —Mily como siempre preocupada por el gato
—Esta bien, sigue vivo —dice Demian
—¿Podemos ir a verlo? —preguntó Mily con ojos suplicantes
—¡Mily! —dijo Liz a sus espaldas apenada
—Claro, pueden venir, claro si tu mamá está de acuerdo —en verdad le intrigada saber que eran estas dos damitas
—Mily es mi hermana —contestó al instante Liz, mientras Mily no comprendía el comentario
—Liz, podemos ir —dijo Mily suplicante
—Mily, es hora de la comida, tengo que hacerte algo que comer
—No se preocupen, podemos cocinar algo en mi casa —dijo Demian, recordando que también tenía hambre
—Sólo si me dejas cocinar —dijo Liz
—Esta bien —contesto Demian encogiéndose de hombros —. De todos modos soy un desastre en la cocina
Por fin, Demian sonreía y las chicas se contagiaron, Mily tomo la mano de Liz, pero también la de Demian, lo cual de nuevo tomo por sorpresa a éste, pero la dejo ser. Mily era una pequeña muy alegre, iba saltando y riendo por cualquier cosa, Demian sólo se limitaba a observarla, le impresionaba que tantas cosas la hicieran sonreír, pero se decía a sí mismo que era porque aún estaba muy pequeña y no conocía la maldad del mundo.
Llegaron a casa, después de hacer unas cuantas compras para la comida, y el gato no estaba. Demian no tenía asientos, más que una silla y una pequeña mesa, nunca vio necesario conseguir nada mas salvó eso, su cama y una pequeña estufa de dos hornillas, al fin nunca tenía invitados, hoy se arrepentía de ello. Liz le dijo que no se preocupara, Liz puso manos a la obra y comenzó a cocinar mientras Mily platicaba con Demian, Liz sólo se limitaba a observar.
—Y dime Demian, ¿vives solo? —dijo Mily
—Si, vivo solo
—¿Y tus papás? —preguntó de forma inocente Mily
—No tengo
—Todos tenemos papá y mamá, no nacemos de un huevo —demasiado astuta la pequeña, cuando Liz la iba a reprender, Demian contestó
—Me abandonaron de bebé
—Lo siento mucho — lo abrazó, esta pequeña daba amor siempre
—No hay problema, no me importa —sonrió ante el gesto
—¿Y estudias o trabajas? —continuó Mily con su interrogatorio
—Ninguna de las dos, acabo de terminar mis estudios y busco trabajo
—¿A qué te dedicas?
—Soy abogado, defiendo a las personas
—¡Gato! —gritó Mily sobresaltando a todos, incluyendo al gato que entraba por la ventana
—Creo que ahora comenzará a interrogar al gato —dijo con ironía Demian mientras se acercaba a Liz y a la comida, tenía hambre y el guiso olía exquisito
—Aún no, aún no termino —dijo Mily seria —. ¿Cómo se llama el gato? —sonrió Demian, pues creyó que haría una pregunta más personal
—Se llama gato —dijo serio
—Eso es un título, como decirte señor —dijo Mily mientras colmaba de caricias al gato
—En primera no soy señor, no estoy viejo ni casado —en verdad le molestaba ese título —. Y en segunda, así le digo al gato
—Pero ese no es un nombre, debes ponerle un nombre
—No soy bueno con eso, ponle un nombre tú mejor
—Esta bien —se quedó pensativa la pequeña, por fin guardaba silencio.
Acercaron la mesa a la cama, Demian estaba incómodo por los inconvenientes de no tener donde sentarlas, pero pronto todo rastro de vergüenza se difuminó, al ver que ellas estaban comiendo felices, la comida estaba muy rica, Demian no recordaba cuando había disfrutado de tan buen guisado.
Después de comer, Mily ayudo a recoger los platos y ayudo a lavarlos, era interesante ver a una pequeña tan asendosa.
—Ya sé como se llamará el gato —dijo Mily alegre —Jerry
—¿Cómo Tom y Jerry? —preguntó su hermana
—Pero, ¿acaso no era Tom el gato? —dijo el hombre
—Sí, pero de ahí lo original, él se llamará Jerry —el gato maullo
—Creo que le gusta —los tres rieron
—Mily, hora de despedirse, ya le hemos quitado el tiempo a Demian
—No, por mí no hay problema, pueden quedarse más tiempo. —En verdad comenzaba a disfrutar la compañía
—Gracias pero en verdad tenemos que irnos
—Liz tiene que ir a trabajar —dijo Mily
—¿A estás horas? —ya era tarde, el reloj marcaba las seis de la tarde —¿De qué trabajas? —preguntó intrigado Demian
—Trabajo en un bar, de mesera —contestó Liz un poco apenada
—Esta bien —quiso Demian preguntar más pero no lo hizo
—Bueno, nos despedimos, gracias por permitirle a mi hermana ver al gato —corrigió —a Jerry
—No es nada, de hecho me fue muy bien, gracias por la comida, no sé hace cuanto no comía tan bien —dijo Demian —. Pueden venir cuando gusten
—Muchas gracias —dijo Mily abrazándolo, Demian comenzaba a acostumbrarse a esos pequeños y sorpresivos abrazos. Quiso acompañarlas a su casa, pero ellas se negaron, así que tuvo que resignarse.
Esa noche, el gato tenía un nombre y Demian una sonrisa en su rostro.
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