Comienza el cambio
Al día siguiente un mal olor despierta a Demian, ¿el origen? El gato había hecho sus necesidades. Estaba a punto de pegarle al pobre gato, cuando recordó las palabras de Mily "sólo necesita su arenero". Entró en razón, la culpa no era del gato, sino de él, por no haberle puesto arena, limpió la suciedad y fue en busca de tierra para ponerle al gato. Le sirvio unas pocas croquetas y un poco de agua, él también tomó un café y salió con rumbo a la Universidad.
Poco a poco se fue acostumbrando al gato, después de todo no era tan malo, no necesitaba muchos cuidados y cuando Demian llegaba lo recibía con cariño. Él no se daba cuenta, pero también se iba encariñando con el gato, tanto era así, que una noche que olvidó cerrar la ventana el gato se había salido y él no pudo concentrarse en sus estudios hasta que el gato apareció. Después de ello Demian aprendió que el gato podía ir y venir solo sin ningún problema, y lo dejo ser. Eso le evitaba a Demian el problema del arenero pues cada vez que el gato tenia que hacer sus necesidades simplemente se salía.
Cuando Demian volvía el gato siempre estaba ahí, la comida tampoco fue un problema pues donde comen uno... Comen dos, y más si ese otro es un ser que no pesa ni un kilo y come de todo. Eso ayudó a Demian a ya no malpasarse tanto a la hora de comer, pues sino comía por él mismo, buscaba que comer por unos ojitos de canica que le suplicaban. Demian ya no estaba completamente solo, tenia ahora una pequeña compañía, peludo, juguetón y muy cariñoso que comía con él, lo buscaba y le esperaba. Tampoco era como que Demian se desviviera en cariños hacia el gato, al fin de cuentas estamos hablando de Demian, el hombre que no conoce el amor, sencillamente habia aprendido a convivir con el gato y le tenia aprecio. Y de Mily y Eliza no habia vuelto a saber en estos meses, lo cual era lógico pues su rutina era la de siempre, dejándole sólo tiempo para respirar, pero sus esfuerzos por fin iban a rendir frutos, por fin se graduaría de la Universidad y se recibiría como abogado, claro aún le faltaba la tesis y pagar lo restante pero eso lo haría una vez que encontrará un trabajo después de graduarse. Pero seguia preguntándose qué seria de aquellas "damitas" como les decía en su mente.
Mientras tanto las damitas...
—¿Crees que volvamos a ver al señor Demian? —pregunta curiosa Mily de vuelta del preescolar
—No sé, ya han pasado un par de meses y ni siquiera sabemos donde vive —contesta Liz
—¿Crees que este bien el gato?
—No lo sé, ese chico tenia tanta madera para cuidar un gato como yo de madre
—¿Cómo? —Mily no habia podido comprender esa frase
—Quiero decir que no te hagas muchas ilusiones, además tal vez nunca lo volvamos a ver.
—Esta bien —contestó la pequeña resignada
—Ahora, ve lávate las manos que vas a comer —dijo abriendo la puerta del cuarto de aquella vecindad.
Esa tarde transcurrió tranquila Liz y Mily comieron, después de lo cual Liz le ayudo a hacer su tarea a la pequeña, lo cual básicamente era hacer dibujos, rellenar jirafas con bolitas de papel y hacer una que otra plana. Mily quería mucho a Liz y Liz se desvivía por cuidar a Mily, no habia nada que no haría por esa pequeña.
Llego la noche, Liz acostó a Mily y le recordo las normas no podía abrir la puerta a nadie. Aún cuando tenia llaves solo eran para una emergencia, como que algo se estuviera quemando, de ahí en fuera no saldría por absolutamente nada afuera. Mily conocía perfectamente las normas, y era una niña muy obediente, a fuerza de la vida habia madurado mucho pese a su corta edad, por eso siendo una niña de cinco años bien se comportaba como una niña mayor. A Liz, le partía el corazón dejarla todas las noches pero no tenia otra opción, si buscaba algo de día podría descuidarla, y la idea de volver a dejarla a cuidado de alguien más era impensable después de lo que pasó. Además de que no tenía aún los dieciocho, no era mayor de edad, por lo que en teoría nadie podía darle trabajo.
Y jamás se le pasaba por la cabeza volver a ese infierno, del que tanto trabajo le habia costado salir hace dos años, dos años haciéndose cargo sola de Mily, tal vez hubiera sido más fácil que hubiera salido sola, pero eso nunca pasó por su mente, quién sabe que de daño pudieran haberle hecho. Tampoco acudir a servicios de gobierno, porqué de seguro se la quitarían, debido a ello, decidió que a sus quince años, ella se haría cargo de Mily, seria como una madre para ella, le costará, lo que le costará. Y no fue fácil, en estos dos años, pasaron por mucho, pero a fuerza de voluntad y de amor salieron adelante. A Liz no le importaba si ella sufría con tal de que Mily jamás experimentará dolor, desde el inicio fue así, los primeros días donde morían de hambre, Liz le daba lo poco que tenían a Mily, aunque eso significaba no comer nada.
Hubiese querido salir antes de aquel infierno, Liz pensó en hacerlo desde sus doce años, pero después supo de la llegada de Mily y no pudo irse y después la pequeña era muy chiquita para soportar lo que tendrían que pasar, así que tuvo que esperar. Pero a la primer oportunidad huyeron, dejando todo atrás y comenzando una nueva vida solas. Liz le enseñó a Mily a valerse por si sola, no confiar en nadie y sin embargo pese a ser una pequeña muy madura eso de no confiar en nadie le costaba trabajo, siempre veía bondad en las personas pese a que fueran los peores. Por eso Liz sentía tal necesidad de protegerla, por eso tenía que salir a trabajar mientras Mily dormía...
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