5.
MIERDA!MIERDA! MIERDA!! Mi cerebro se había tildado en un interminable loop de MIERDAS.
Salí de esa oficina como si me llevara el diablo, dejando a mi paso un ruido infernal por donde pisaban mis tacones. Nunca había pisado de manera que pareciese que quería llegar al piso de abajo agujereando aquel en el que caminaba, pero eso hacía. Me importaba tres pitos si el tal Park estaba mirándome, si su secretaria no podía salir de su estupor o si medio planeta terminaba por pensar que estaba loca.
Me acerqué hacia el ascensor, sintiendo como la furia crecía dentro de mi.
«Aparato hijo de puta. No quiero volver a subirme a uno, nunca jamás» pensé, al tiempo que giraba sobre mis talones para dirigirme a la escalera; no sin antes darle una sonora patada a la puerta.. Prefería bajar esos siete pisos con los zapatos haciéndome llagas, antes que volver a encaramarme en ese monstruo metálico infernal. Voy a tener que convertirme en Spiderman, si quiero subir al piso 23 cada día.
Estaba enojada sí. Furiosa a más no poder. Pero no estaba furiosa con el bendito señor Park por haberme besado. No. Estaba furiosa por haberlo dejado y... porque me gustó. Porque hizo vibrar hasta la última molécula de mi cuerpo, con sólo acercar esos labios pomposos a los míos. Porque mi ropa interior estaba húmeda y mi vagina impaciente. Porque pienso en Seokjin y todo aquello que no se merece que haga.
A medida que descendía por las escaleras, comencé a sentirme descompuesta. Podría haber vomitado ahí nomás, en el primer descanso que encontrara; pero logré contener la sensación de nausea hasta llegar a mi escritorio.
Mi culo cayó pesadamente sobre la silla, mientras el mundo daba vueltas alrededor de mí. ¿Cómo iba a mirar a Jin a la cara, sabiendo que existe en este mundo un hombre capaz de sacarme de mi centro de esa manera? ¿Cómo iba yo a seguir mi vida normalmente, cuando lo único que deseaba es volver a la oficina del tal señor Park y regalarle la mamada de su vida? De verdad... Voy a vomitar.
De repente un rostro familiar se plantó frente a mí,
— Jennie ¿te encuentras bien? Estás más pálida que un muerto...
Charlotte. No sólo es mi amiga, es mi compañera de trabajo. Nuestros escritorios están enfrentados ya que la oficina de su jefe, el vice director, se encuentra allí. Somos las únicas dos extranjeras en todo el edificio. Vaya que tuve suerte.
— JENNIE —repitió.
— ¿Eh?
— Jennie te ves como la mierda. ¿Comiste? Parece que te vas a desmayar.
— No... No comí nada —pensar en comida, estaba haciendo que mi estómago se revolviera todavía mas.
— ¿Quieres comer algo? Podemos ir al primer piso unos minutos. Los jefes están en una junta.
«Al primer piso no voy ni muerta. A partir de ahora le tengo fobia a los ascensores». Pero claro, si quería salir del edificio, no iba a ser tan masoquista como para bajar 23 pisos por escalera.
— No quiero comer, Char... Sólo quiero salir de aquí. Necesito ir a mi casa —respondí, con un hilo de voz.
— Déjame ver que puedo hacer.
Inmediatamente se dirigió hasta su escritorio. Marcó un número que, supongo, era el de su jefe para acto seguido volver a donde me encontraba.
— Sólo espera cinco minutos ¿Si? No te atrevas a desmayarte ahora.
Le dediqué una sonrisa, haciendo un esfuerzo monumental y me quedé tirada en la silla toda despatarrada. Nada propio de mí. En pocos minutos el señor Cheong se acercaba, mirándome con preocupación.
— Señorita Kim, definitivamente no se ve nada bien —dijo, mientras me inspeccionaba de cerca —Señorita Bernard, llévela a su casa por favor. Le doy media hora de descanso.
Inmediatamente Charlotte me ayudó a incorporarme. Tomó nuestros bolsos del perchero de la entrada y nos acercamos hasta el ascensor.
— Al de la izquierda, Charlie, por favor.
— ¿Al fin decidiste cambiar la rutina? Estás rara Jen...
— Ya te explicaré, ahora no.
Charlotte tomó por buena mi palabra y se acercó hacia la izquierda, para pulsar el botón. Conseguimos llegar sanas y salvas hasta la planta baja, sin ningún señor Park metiéndose en mi camino. Suspiré aliviada cuando me senté en el asiento de copiloto del auto de Charlotte, ya sintiéndome un poco mejor. Todo lo que estuvo pasando en los últimos dos días, fue demasiada información para mí. No dijimos palabra en todo el viaje salvo por la despedida, cuando al fin me dejo frente a la puerta de mi casa.
— Jen ¿Cuidate, sí? Si necesitas cualquier cosa me avisas y vendré volando. Bueno... manejando. No sé volar.
— Eres idiota. No te preocupes Char, estaré bien. Sólo necesito darme una ducha y recostarme.
— Okay!!! Por cierto. Dame las llaves de tu coche. Más tarde vengo a dejarlo aquí en la entrada.
— Toma —Rebusqué las llaves en mi bolso y se las arrojé a través de la ventanilla —Gracias Charlie. Eres una maravilla.
— Si. Eso es lo que soy —respondió, sonriendo con autosuficiencia. Luego de tirarme un beso volador, se alejó calle abajo de regreso a la oficina.
Una vez dentro de mi casa, me quité los zapatos y dejé mi bolso sobre el mueble de la entrada. Ya mas aliviada, aunque podía sentir el ardor sobre mis labios luego del beso de aquel hombre castaño que, en sólo dos días, me había volado la mente. Mis neuronas parecían ser capaces de conectar, solamente, para recordar el momento una y otra vez; logrando que a cada repetición me sintiera un poco más culpable.
Decidí subir al primer piso, tomar algo de ropa limpia y darme una ducha. Una ducha fría, para ser exacta. El calor que me había subido al cuerpo al recordar la secuencia, necesitaba de medidas extremas. Una vez enfriada opté por quedarme en la cama, después de todo Jin seguía en el trabajo y no llegaría hasta más tarde.
Debo haberme quedado dormida, porque perdí por completo la noción del tiempo. Para cuando desperté, ni un sólo rayo de sol entraba por la ventana de mi cuarto. Tomé mi celular para ver la hora. 20:00. Había una notificación en mi pantalla, un mensaje de Jin.
Jinie
Jennie, voy a llegar un poco más tarde. Todavía tengo trabajo por terminar.
Jennie
Recién veo tu mensaje... me había dormido. ¿A qué hora llegas?
Jinie
Probablemente a eso de las 23. No me esperes para cenar ¿Sí? Comeré algo por aquí.
Jennie
Ok Jinie. Nos vemos luego entonces...
Y eso fue todo. Ni te quiero, ni nada. Si hubiera sido una conversación cara a cara, probablemente hubiese estado en el ranking de las conversaciones más aburridas de la historia.
— Pffffff —Solté el aire entre mis dientes, al tiempo que mi celular aterrizaba sobre el colchón, rebotando peligrosamente.
¿Qué hago ahora? Me gustaría tanto que alguien estuviera aquí, abrazándome, cuidándome, diciéndome que todo va a estar bien; tal y como estaba hasta que Park apareció.
— Park. Maldito sea —refunfuñé
Quizás sea tiempo de cambiar la terna. Quizás debería intentar ponerle un poco de pasión a este matrimonio, a ver si de esa manera no me siento tentada a caer en los brazos, la silla y el escritorio de ese castaño tan sexy. Decidí que no iba a dejar las cosas así.
Con fuerzas renovadas, después de la ducha y la siesta, bajé a comer algo. Ramen instantáneo, excelente para la figura. Una vez terminada mi saludable cena, me envalentoné un poco y resolví tomar el toro por las astas. Regresé a mi habitación y busqué la ropa más sexy que tenía. Un camisón de encaje rojo que todavía tenía puesto la etiqueta (recordándome que así, como ese, había mas sin estrenar), junto con una tanga del mismo color. Supuse que así, Jinie no se iba a resistir a mis encantos e iba a saciar mi sed de sexo de una vez por todas.
Una vez vestida, volví a mirar la hora. 21:30. Resolví quedarme en la cama leyendo esa novela de Jane Austen que tenía reservada, mientras esperaba. A la hora señalada, sentí la puerta de entrada abrirse. Escuché a Jin abrir el refrigerador y luego de eso... Nada más. Creí que estaba buscando agua y ya subiría, pero los minutos pasaron sin noticias de mi esposo.
Finalmente salí de la cama, para dirigirme al piso de abajo. Me encontré con Jin tirado en el sofá, con una botella de soju en una mano y el control del televisor en la otra. Por lo visto tenía otros planes que, para variar, no concordaban con los míos.
Me acerqué sigilosamente para, cuando estuve detrás de él, rodear su cuello con mis brazos. Jin pegó un respingo al verse sorprendido por mi acción.
— Jinnie, me asustaste.
— Perdón, cariño. Sólo quería saludarte —respondí, susurrando contra su oído.
— ¿Cariño? ¿Que te traes Jinnie? —No sólo sonaba sorprendido, sonaba de alguna manera preocupado.
— Nada...
Solté mi agarre y rodeé el sofá poniéndome frente a sus ojos, que ahora se encontraban abiertos de par en par; claramente confundido. Sin mediar palabra me senté a horcajadas sobre sus piernas, que estaban estiradas sobre la mesa ratona, para luego acercar mis labios hasta el hueco entre su cuello y sus hombros. Comencé a dejar suaves y húmedos besos, haciendo un camino hasta el lóbulo de su oreja para mordisquearla suavemente. Esperaba que mi marido soltara sus posesiones y me tomara de una vez, pero no. Estaba inmóvil, sin soltar el soju ni el control.
— Jinie —volví a susurrar contra su oído —quiero que me hagas el amor.
— Je-Jennie... Es tarde... Estoy muy cansado —respondió, sin siquiera hacer una seña de moverse. Ni siquiera podía sentir su erección bajo mi trasero. No se le había parado ni un milímetro.
Me incorporé un poco para mirarlo a los ojos. Su rostro estaba desencajado como si hubiese visto un fantasma o algo así, cosa que logró hacerme pasar del cachondeo al enojo en tiempo record.
— Jin. ¿Esa es la respuesta que se le da a la mujer que tienes sentada encima de tus piernas, vestida para tí?
— Yo no te lo pedí. Sólo quiero descansar...
— Me estás poniendo las cosas muy difíciles, Kim Seokjin —Me levanté de sus piernas inmediatamente, dispuesta a iniciar mi camino hacia la habitación repleta de frustración y el enojo más violento que haya sentido nunca. Las palabras estaban a punto de salir de mi boca como por un tobogán, pero estaba tratando con todo mi ser de evitarlo.
— ¿De qué cosas estás hablando? —Lo escuché preguntar, a mis espaldas.
— El matrimonio, la vida, todo, Jin. Yo también estoy cansada, que lo sepas —respondí sin más, antes de seguir mi camino.
No quería tener una pelea en ese momento. Preferí dejarlo ahí, con su soju y su televisión. Llegué a mi habitación con las lágrimas comenzando a acumularse detrás de mis ojos. Había aguantado lo más posible el nudo que se me había formado en la garganta, viéndome rechazada. Mientras, finalmente, las gruesas gotas caían libres sobre mis mejillas, me quité toda esa ropa, arrojándola lejos de mí, para ponerme una camiseta extra grande y unas bragas de abuela que de sexy tenían lo que yo de futbolera.
Así me acosté. Llorando a mares mientras me seguía preguntando que hice yo tan malo, para que mi matrimonio estuviera a dos milímetros de irse por el precipicio. Y llorando, también, porque aquel castaño iba a terminar por ganarme si esto seguía así.
Hasta acá el capítulo de hoy!! Y como una lectora viciosa me empuja a continuar con mi manija, le voy a hacer caso mientras me dure la inspiración. Así que este capítulo va dedicado a Valeria, perdón si te agarro con el aburrido. Ya va a venir lo bueno, jóvenes.
Abrazos miles y gracias por leerme!
Noona ♥
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top