11.


16:00

Jin, voy a llegar tarde del trabajo. 

Charlotte y yo saldremos a beber algo,

no me esperes despierto. 

Tienes ramen instantáneo y todavía

queda algo de Kimchi en el refrigerador.

Descansa. Nos vemos mañana. 


Finalmente Jimin decidió comunicarse conmigo primero, preguntándome si me parecía bien ir a su apartamento luego del trabajo. Claramente necesitaba una excusa creíble y que mejor excusa que Charlotte. Seokjin sabe perfectamente que, si estoy con ella, no voy a volver temprano bajo ningún punto de vista. Así era cuando solíamos salir, al menos. 

Por su lado, mi amiga se sigue llevando el tratamiento de indiferencia; aunque más no sea para molestarla y obligarla a escarmentar por meterse en mis asuntos. De algún modo le agradezco que haya tenido la cara para responder por mí, pero eso no lo va a saber. Se ha pasado toda la tarde haciéndome ojitos desde su escritorio, llevándose como recompensa rodadas de ojos y bufidos de fastidio. La farsa deberá continuar al menos hasta mañana, dado que no quiero responder ahora ninguna de las preguntas molestas que debe tener. Sé que le pican los labios por sacarse las ganas de cotorrear pero ese es otro gusto que no le pienso dar en el día de hoy. Probablemente se esté preguntando el por qué de mis labios hinchados, sumada a la rojez que seguramente cubría todo mi rostro al volver de la oficina de Park. Va a tener que esperar. Lo lamento mucho por ella. 

Por algún motivo que desconozco, no estoy nerviosa por lo que va a suceder luego. No sé si es por el intercambio de saliva —furioso— que tuvimos en su oficina. Quizás sea por que sus labios contra los míos se me hicieron familiares, como si hubiesen sido predeterminados para encajar entre sí. O, tal vez, sea simplemente que estoy tan necesitada de sexo y ese hombre —que está mas bueno que el pan— está dispuesto a dármelo aún a sabiendas de mi estado civil. 

La única cosa que me carcome la mente es la ansiedad. Desde que bajé de su oficina no he podido dejar de mirar el reloj en mi escritorio, con la esperanza de que el tiempo pase más rápido si lo amenazo con la mirada. En este momento me gustaría tener una T.A.R.D.I.S cual Dr. Who y huir hacia un futuro en el que me encuentro en mi coche, huyendo a toda velocidad del edificio (y de Charlotte) para ir al encuentro de Park Jimin. 

Ha de ser esta ansiedad, la que me hace palpitar el corazón cómo si quisiera salirse de mi pecho. La anticipación de lo que está a punto de suceder en apenas unas dos horas y el imaginarme como será el maldito Park, debajo de esos trajes ajustados que porta. Me pregunto si tendrá todo el cuerpo tan firme como su espalda y su culo. Supongo que sí. Gracioso sería encontrarme con que va al gimnasio para hacer sólo espalda y glúteos. 

Después de las dos horas agonizantes que acabo de pasar intentando hacer mi trabajo correctamente, so pena de que el señor Cheong se me eche encima como toro embravecido, ya puedo levantar mi trasero de la estúpida silla que me aprisiona. Charlotte intenta cortarme el paso, aunque consigo escapar de ella pasando como atleta corredora de obstáculos y meterme en el ascensor dejándola parada frente a mí con cara de estúpida, en lo que las puertas se cierran inevitablemente frente a su rostro. Le hubiera sacado el dedo medio pero me contengo de hacer tal chiquilinada; aunque lo hice por dentro. 

Es poco decir que llegué corriendo hasta el estacionamiento. Sentí como si flotara sobre el suelo a toda velocidad o me trasladara en una patineta supersónica. No creo haber evitado llamar la atención, después de todo soy el ser humano más parsimonioso que existe en los treinta pisos. Todo aquel que me ha visto salir sabe que arrastro los pies y salgo con la lengua afuera por causa del cansancio pero, hoy, salí como si me llevara arrastrando un tornado. Es imposible que haya pasado desapercibida. 

Una vez dentro de mi auto recibo un mensaje de Jimin, diciendo que me pasaba su ubicación por Google maps. Había salido antes que yo, por lo que ya se encontraba en su apartamento y me estaba esperando allí. Cuando la llave giró dentro del encendido retrocedí para salir del estacionamiento a toda velocidad, sintiéndome Vin Diesel; pero uno necesitadísimo. 

No me tomó mucho tiempo encontrar el edificio en el que vive el maldito Park.  Porque claro, el ladino tenía que vivir justamente en Gangnam-gu. Como no. Recuerdos de salidas familiares y tardes de compras con mis amigas adolescentes se abren ante mí. A veces se me olvida que provengo de una familia rica, ha de ser porque no vivo cómo tal. Desearía volver el tiempo atrás para mandar a la mierda a mi padre, a su herencia y todo lo que eso conlleva. Todavía puedo hacerlo, creo... 

Estaciono mi coche en un espacio libre, justo en la puerta del edificio que se planta ante mí como si fuera la esfinge bíblica. Sólo le falta hacerme preguntas para dejarme pasar. Desconozco el por qué, pero ahora sí que me tiemblan las piernas ante la fachada de esta mole de cemento. Estoy a medio milímetro de acobardarme, pero ya estoy aquí y ya sabemos que una vez en el baile, no hay más remedio que bailar.

Toco el timbre del número de departamento que me escribió, para escuchar en mi oído el sonido del cierre automático que me va a permitir pasar al infierno sin pasajes. Ingreso al ascensor, marco el piso quince y me quedo como una idiota totalmente paralizada, mientras veo  los números iluminarse a medida que voy subiendo. No tardo mucho en llegar a destino, son apenas unos minutos en los que ya no necesito buscar más porque, Jimin, está en la puerta del aparato esperándome.

—Hola Jennie. Estaba ansioso por verte. —dice, sonriendo de oreja a oreja cómo si alguien le hubiera puesto su helado favorito delante de los ojos.

—Hola Se... Jimin. No puedo decir que yo no lo estaba. —respondo, devolviéndole la sonrisa de la misma manera. 

—Sígueme, por favor. 

En ese preciso instante toma mi mano, muy delicadamente, para guiarme hacia su apartamento. Apenas abre la puerta me quedo un poco pasmada. No porque no haya visto un lugar de esas dimensiones antes, he visto más grandes . Lo que realmente me sorprende es la austeridad con la que vive. No más que lo justo y necesario. 

Eso me agrada. El hecho de que no sea una persona ostentosa y que, a pesar de ser rico, mantenga la humildad; me pone en sintonía automáticamente. Nada de adornos caros, nada de tecnología de punta, nada que indique su nivel de vida; salvo por la zona y el tamaño monumental de la estancia en la que me encuentro, rodeada de enormes ventanales por las que se cuelan los últimos rayos de sol. 

Si hubiera más cosas no me habría dado tiempo de asimilarlas porque,  apenas cerrar la puerta, ya está plantado delante de mí; observándome. Honestamente creí que se lanzaría a mis labios inmediatamente, pero no lo hizo. En su lugar, me dedicó una amplia sonrisa que provocó que sus pequeños ojos castaños, desaparecieran tras sus párpados rasgados. 

—Jennie, tengo que saberlo —dijo, cambiando su sonrisa por cierta seriedad en su semblante —¿Estás realmente segura de esto?

—Si, Jimin. Lo estoy. No estaría aquí si no fuera así. 

—Entonces el hecho de que seas casada ya no es un impedimento para ti... 

—No lo es. ¿Va a querer mi consentimiento por escrito, señor Park? —respondí, acercándome un poco más a él. 

Una sonrisa ladina se dibujó en sus labios, al tiempo que terminaba de acortar la distancia entre nosotros. Me tomó por la cintura, rodeándome por completo con sus brazos mientras mis manos se posaban en sus bíceps. Eran delgados, si, pero fuertes y fibrosos bajo mi tacto tal como había imaginado que serían. 

Mis ojos se encontraron con los suyos, chocando con el brillo pícaro que asomaba en sus pupilas. Su mirada se volvió intensa de repente, dándole un aire tan sensual que pude sentir cómo las terminaciones nerviosas de mi sexo enviaban señales de alerta a mi cerebro. 

—Entonces, Jennie... Hoy voy a hacerte sentir como nadie lo ha hecho jamás. Ven conmigo. 

Tomándome de la mano, se encaminó hacia una de las habitaciones ubicadas en los laterales del salón. Al entrar en ella, los últimos rayos de sol colándose a través del ventanal con vista a los rascacielos de la ciudad, iluminaron la blanquecina piel de su rostro. 

La habitación estaba amueblada de manera austera, como el resto del apartamento. Una cama de madera robusta ocupaba el centro del cuarto y dos mesitas de la misma madera se asentaban a cada lado de ésta. El armario empotrado en una de las paredes cubría casi toda la superficie, por lo que supuse que lo que no tenía en muebles; lo tenía en ropa. Las paredes eran blancas, impolutas. Algunos toques de color púrpura, en el acolchado y las cortinas, le daban a la estancia un aire un poco más alegre. 

Jimin cerró la puerta tras de mí, delicadamente. No tan delicada fue la manera en la que se abalanzó sobre mí, aprisionándome contra ella con sus caderas al tiempo que sus manos se enterraban en el cabello de mi nuca. Su boca chocó contra la mía de una manera tan abrupta e intempestiva, que un gemido se me escapó contra sus labios. 

—Sabes tan bien Jennie... Quiero besarte entera. Empezando por aquí.

Sus labios húmedos aterrizaron sobre mi cuello, succionando mi piel suavemente y dejando breves mordidas cada vez que notaba mi respiración agitarse contra su oído. Su lengua recorrió el camino entre mi quijada y mis hombros, una y otra vez, haciendo pequeñas paradas en aquellos lugares donde me estremecía. Allí posicionaba sus labios dejando a la punta de su lengua juguetear contra mi piel, volviéndome loca de deseo.

Mis dedos se enredaron en su cabello castaño, cuando comenzó a desabrochar mi camisa con toda la lentitud posible. Por cada botón, un roce de la yema de sus dedos contra mi piel, me erizaba hasta los vellos de las cejas. Por impulso cerré mis ojos, dejándome arrastrar mientras todas las sensaciones que Jimin me causaba se arremolinaban dentro de mi vientre como un pequeño big-bang. 

Los labios rellenos y tibios de Jimin salieron de mi cuello para comenzar a delinear mi clavícula mientras me retiraba la camisa, dejándola caer al suelo. Continuó bajando sus besos hasta mis pechos dejando un caminito sobre mi piel hasta chocar contra la tela de mi sujetador, lamiendo mis pezones ya erectos sin siquiera molestarse en hacerlo a un lado. Volvió a subir, tomando mi  rostro entre sus manos, para besarme con intensidad. Mi lengua respondió con vida propia invadiendo su cavidad inmediatamente, saboreando cada rincón y buscando la suya con avidez. No tardé mucho en encontrarla. De repente nos encontrábamos en una lucha encarnizada por conquistar territorio ajeno, en medio de chasquidos e hilos de saliva que se formaban entre nuestras bocas cada vez que nos separábamos un milímetro en búsqueda de aire. 

Estiré mis manos hacia él en búsqueda de su camisa, sin detenerme demasiado ante cada botón que se presentaba cual obstáculo. Solo quiero poder acariciar su piel y comprobar con mis propios ojos ese cuerpo que, estoy más que segura, ha de ser tan fibroso como el resto. 

Detuve mis besos para poder verlo, una vez que su camisa aterrizó sobre el suelo junto a la mía. No pude evitar delinear cada uno de sus músculos con la yema de mis dedos, acariciando suavemente sus pectorales y las líneas que se formaban sobre su abdomen. Me quedé embelesada viéndolo, sintiendo su respiración agitarse bajo mi tacto. 

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó, entretenido con la mirada de estúpida que seguramente debía tener en ese momento. 

—Me gusta... Si. —respondí en un suspiro.

—A mí también me gustas, Jennie. Eres preciosa. Tu piel es tan suave y sabe tan bien...

Volvió a apretarse contra mí, dejándome sentir su erección sobre mi vientre. Mi cuerpo respondió enviando un torrente de hormonas a todo mi cuerpo, empapando mi ropa interior de inmediato al sentirlo tan duro sobre la piel de mi estómago desnudo. 

Todavía agarrado a mi cuerpo, comenzó a llevarme hacia atrás lentamente. Cuando mis piernas chocaron contra el borde de la cama me senté sobre el colchón, quedando Jimin parado frente a mí. No fue por mucho tiempo ya que me invitó a recostarme subiendo su cuerpo sobre el mío, colocando sus rodillas a los costados de mis caderas y sosteniéndose con sus brazos a los lados de mi cabeza. 

Nuestros besos desesperados volvieron a hacer acto de presencia. Mis manos se dirigieron a su espalda acariciándola en toda su extensión, mientras mis piernas se abrían cambiando posiciones con las suyas, enredándose en sus caderas para atraerlo más hacia mí; apretando su dureza contra mi sexo. Los labios de Jimin abandonaron mis labios nuevamente sólo para bajar hasta mis pechos, liberando mis pezones de su prisión cuando jaló de mi sujetador hacia abajo dejándolos expuestos. La punta de su lengua comenzó a juguetear con uno de ellos, humedeciéndolo con su saliva, al tiempo que con una de sus manos estimulaba aquel que había quedado desatendido; acariciándolo suavemente con la punta de su dedo índice.

Su boca se cerró sobre mi pecho saboreando y chupando con fervor todo a su paso, arrancándome gemidos cada vez más lastimeros. Todos los músculos de mis partes bajas se tensaban, apretándose cada vez que sus dientes raspaban aquella zona tan sensible de mi anatomía. Aquel dulce dolor en mi bajo vientre, era algo que nunca había experimentado. Que el dolor sea placentero parece incompatible con el concepto que tenemos sobre él; pero mi cuerpo se retorcía de placer cada vez que la lengua de Jimin se mecía, tibia, contra mis senos. 

Aprovechando que mi espalda se arqueaba cada vez que sus labios conectaban con mis pechos, pasó sus manos por detrás de mí para quitarme el sujetador con maestría, dejándolos totalmente descubiertos frente a sus ojos. 

Siguió su camino hacia abajo besando mi estómago, acercándose al cierre de mi pantalón para, por fin, liberarme por completo cuando lo desabrochó y tiró de él junto con mi ropa interior, dejándome completamente desnuda frente a él. Se paró a los pies de la cama para repetir el proceso con sus pantalones de vestir, quitándoselos junto con sus boxers. 

Su erección, ahora fuera por completo, dio un respingo cuando la tela dejó de cubrirla. Tragué en seco cuando noté que su pene era más grueso de lo que había pensado. No tan largo, pero lo suficientemente grueso como para llenarme por completo. Aquello me encendió como hoguera de campamento. La sola idea de tenerlo dentro de mí estaba causando estragos en mi cuerpo que, automáticamente, intentaba pegarse a él como si estuviera imantado. 

Me incorporé sobre la cama para acercarme y tomar sus manos, haciendo que se sentara al borde del colchón. Me senté a horcajadas sobre él colocando mis rodillas a sus costados, aprisionando su erección contra mi estómago mientras volvía a besarlo. Esta vez fue mi lengua la  que recorrió el camino entre su barbilla y su nuez de Adán, dejando una estela brillante de saliva a su paso.

Jimin reptó hacia atrás, conmigo todavía sentada sobre él, hasta colocar su espalda contra la cabecera de la cama. Estiró una de sus manos para abrir el cajón de la mesita y sacó un preservativo de él.

—¿Lo haces tú o lo hago yo? —preguntó, sonriendo mientras sostenía el paquetito plateado frente a mis ojos. 

—Yo lo hago. —respondí, tomándolo. 

Rasgué cuidadosamente la envoltura sosteniéndola entre mis dientes, para luego apretar la punta sobre el glande y desenrollarlo lentamente sobre su extensión. Una vez puesto, elevé mi pelvis hasta el punto en el que su pene quedó alineado con mi sexo. Comencé a bajar sobre él muy despacio, sintiendo como llenaba a la perfección todo el espacio en mi interior. Jimin echó su cabeza hacia atrás soltando un gruñido cuando su pene se metió por completo dentro de mí, apretando mis caderas con sus manos. El contraste entre mi piel caliente y el frío metal de sus anillos me estremeció cuando entraron en contacto, causando una corriente eléctrica que hizo que mis paredes se apretaran de forma involuntaria. 

—Jennie, no hagas eso por favor... 

—¿Qué no haga qué cosa?

—Apretarte así. Si lo haces de nuevo no creo poder aguant... Ahhhh —gimió, cuando apreté con toda la fuerza que podía mi sexo en torno a él, con malicia —Jennie... 

—¿Sí?

—Muévete.

—A la orden, señor Park —respondí mientras, usando mis rodillas para impulsarme, subía mi pelvis para luego bajar con un poco más de ímpetu. 

—Dímelo de nuevo —gruñó contra mi oído. 

—Señor Park... —repetí, al tiempo que volvía a moverme. 

—Me calienta tanto que me digas así... 

—Señor Park... 

Por cada vez que lo nombraba volvía a subir, bajando cada vez con un poco más de intensidad. Sus dedos oprimieron mis caderas cuando mordí su labio inferior con algo de fuerza y su pelvis se impulsó hacia arriba de repente, chocando con un punto en mi interior que me hizo soltar un grito de puro gozo. Podía sentir el orgasmo formándose en mi vientre bajo, a punto de explotar, pero todavía me faltaba algo para completarlo así que llevé una de mis manos hacia mi clítoris, buscando un poco más de estimulación. 

—No, Jennie. Déjame hacerlo —dijo, quitando mi mano del camino colocando la suya en su lugar —Estás tan caliente... Y mojada... 

En el preciso momento en el que su dedo pulgar comenzó a trazar círculos sobre mi punto sensible, aquel orgasmo que parecía inminente se convirtió en inmediato. Mis paredes lo aprisionaron todavía más dejándome sentir como su pene palpitaba dentro de mí, a punto de estallar junto conmigo. Mi cuerpo se rindió al éxtasis entre temblores y jadeos, junto con un grito que fue ahogado por sus labios sobre los míos en el preciso momento que nuestro placer estalló a la vez. Nuestras frentes sudorosas se unieron y un último beso selló el acto impío que acabábamos de cometer. Impío para la sociedad porque, para mí, fue solo el inicio de los mayores placeres que iba a poder experimentar. 


AHHHHHHH DIOS MIOOOOO. Cómo me costó escribir esto. Honestamente, no sé que tal quedó la escenita, pero intenté hacerla lo mejor posible. No me quise gastar todos los recursos ahora, porque va a haber más de ésto y tampoco da para ponerse muy repetitivo. 

¿Alguna opinión respecto a esto? ¿Tienen alguna idea de lo que va a pasar con la maraña que se está armando? Los leo!!!!! 

Nos vemos en la próxima actualización. Un abrazo grande!

Noona ♥

PD: Perdón por la tardanza, pero los exámenes y el trabajo me están robando la vida. Pronto estaré de vacaciones y podré poner mi imaginación a trabajar con un poco más de voluntad. 


Dejo una fotito del Season's greetings 2022 porque no pueden haber salido así de preciosos!!!! Me morí muerta con las fotos. 

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