10.
Park POV
Apenas la vi entrar por la puerta y reparé en su figura, noté que —por primera vez desde que la volví a ver— no lleva una de esas faldas de tubo. No es que me esté quejando de nada. Las faldas le quedan de muerte, pero esos pantalones acentúan su cintura y sus caderas de una manera que me descoloca las neuronas.
Parece haberse sorprendido cuando vio a Yoongi junto a mí, pero más parece haberse sorprendido cuando el idiota comenzó a decir aquellas cosas. En cuanto a mí, me da igual que lo haga; aunque a Jennie parece no haberle gustado una mierda su comentario. De hecho, parece que no le gustó una mierda Yoongi. Tuve que darme vuelta un momento al escucharla decir "Señor Mier...", porque se me iba a escapar la carcajada más exagerada de la historia. Creo que con ese pequeño furcio, dejó demostrado que Yoongs no es de su agrado.
Ya me estaba empezando a desesperar que mi querido amigo no se decidiera a irse. En este preciso momento tengo aquella oportunidad de oro que estaba buscando, para tener a Jennie a mi merced; por eso, cuando decidió retirarse de mi oficina finalmente, casi huye de mis labios un gran suspiro de alivio. Si lo acompañaba hasta la puerta, ya podía dar por comenzado mi improvisado plan.
Al salir Yoongi simplemente eché el cerrojo, dejando que el sonido inundara el silencio de la habitación en la que nos encontramos. Creo haberla visto por el rabillo del ojo, dar un pequeño respingo en su sitio cuando escuchó aquel "click". Al darme vuelta para observarla mejor, bendije esos pantalones. Su trasero se ve muchísimo mejor, más redondo, más levantado, más apetecible. En mi mente se sucedieron cuarenta imágenes en tándem, de todo lo que me gustaría hacer con él; comenzando por darle un pequeño mordisco. Si es que esa carne es de exportación... Podría asegurar que el culo le ha crecido un poco durante estos años.
Desde mi posición puedo apreciar lo tenso que está su cuerpo, tan tenso que pareciera intentar meter su cabeza entre sus hombros para esconderse. Pero, lo lamento Jennie; eso no va a poder ser. A medida que comienzo a acercarme a su posición, noto que le flaquean un poco las piernas. No pierde la compostura por nada del mundo ya que, inmediatamente después, vuelve a colocarse firme cual soldado del palacio de Buckingham.
Juro que quiero reírme de su actitud. Me resulta adorable que una mujer como ella, todavía tenga ese tipo de reacciones. Toda ella me resulta adorable, además de tremendamente atrayente. Desde que la conocí, hace tantos años atrás, no encontré una mujer que despertara lo que ella despierta en mí. Lujuria y deseo, al tiempo que necesidad por abrazarla, protegerla y mimarla. Jennie siempre ha sacado lo mejor y lo peor de mí. Agradezco que no me reconozca. Si así lo hiciese, probablemente no estaría teniendo la oportunidad de ponerla tan nerviosa como la pongo.
Tengo que confesar que me calienta soberanamente ver como intenta disimular los pequeños temblores de su cuerpo a cada paso que doy. El bulto que se está empezando a formar en mis pantalones, sin siquiera haberla tocado, opina exactamente igual que yo. Quisiera que mi amiguito se controle un poco, en este traje pegado mi erección va a ser indisimulable; pero parece que mi cuerpo no quiere obedecer a mi cerebro. Aunque de todos modos, mi cabeza está ocupada imaginando todo lo que podría hacerle en este momento. No creo que ese tipo de imágenes colabore con nada.
Una vez me coloco detrás de ella, sus temblores se hacen más evidentes; por mucho que intente disimularlos. Desde aquí me llega el aroma avainillado de su perfume. Me pregunto si sabe tan bien como huele, porque mis fosas nasales están aspirando todo lo que pueden de su aroma aun a esta distancia. Opto por repetir mi acción de la semana pasada, pasando mis brazos alrededor de su cintura, enredando mis dedos en su vientre para pegarla un poco más a mí; aunque no lo suficiente como para que sienta que ya estoy duro como una roca. No quiero espantarla, mucho menos causar que se aleje de mí.
Su cuerpo se tensa todavía más bajo mi tacto. Está paralizada. No se mueve ni un ápice de su posición, pero tampoco relaja sus músculos, dejándome entrever lo nerviosa que se encuentra. Su mente debe estar igual que la mía. Dándole órdenes a su cuerpo que, este, se niega a llevar a cabo. Llevo mis labios cerca de su oído izquierdo, dejando un suave beso sobre su lóbulo que causa un estremecimiento en todo su ser. Puede que haya pensado que no iba a notarlo pero, así de cerca como me encuentro, ese pequeño estertor me puso a cien por hora.
— Señorita Kim... —Odio decirle así, a sabiendas que ese es el apellido de su esposo. Sólo recordarlo me da náuseas. —Me alegra mucho haber recibido ese mensaje suyo la otra noche.
Otro escalofrío la recorre entera, cuando mi aliento choca contra su canal auditivo. La tibieza de mi aliento surte el efecto deseado y, para este momento, puedo asegurar que está tan caliente como yo. Jennie sigue sin decir palabra, supongo que tendré que intentar que se relaje un poco.
— Jennie... —Esta vez, su nombre sale de mis labios en una exhalación —No te asustes. No voy a hacerte daño, ni nada que tu no quieras que haga.
Mis palabras parecen haber funcionado, porque sus hombros se destensan de repente acompañados de un imperceptible suspiro. Mis dedos enredados sobre su vientre son testigos de cómo su respiración comienza a agitarse, dándome la señal que necesitaba para avanzar un poco más. Esta vez, humedezco un poco mis labios pasando mi lengua sobre ellos para, luego, dejar un húmedo beso sobre su cuello. Jennie se retuerce un poco bajo mi toque. Sé que le gusta lo que acabo de hacer, por lo que repito mis besos algunas veces más, recorriendo todo su cuello hasta sus hombros. Definitivamente, sabe tan bien como huele... Automáticamente, su cuerpo comienza a pegarse un poco más al mío; rozando su trasero contra mi erección de un modo tan obsceno, que juro que podría acabar aquí mismo.
Suelto mis manos de su vientre, sólo para tomarla por los hombros y girarla hacia mí. Me muero de ganas de volver a besar esos rojizos y redondeados labios, que martirizan mi mente desde hace tantos días (aunque debería decir años). Sos orbes azules se oscurecen y sus pupilas se dilatan, al hacer contacto con los míos. A pesar de no soltar palabra, sé los sucios pensamientos que pasan por su cabeza en este preciso instante. Los ojos son el espejo del alma, dicen, y los de Jennie me están expresando su deseo de una forma tan clara, que ya no puedo evitar mis impulsos.
Así, sin más, la tomo por la mandíbula para acercarla más a mí y la beso. La beso despacio, moviendo mis labios sobre los suyos con toda la paciencia de la que soy capaz; dándole espacio para que se acostumbre a la idea de lo que está a punto de suceder. Jennie me responde sorprendiéndome cuando, de repente, toma mi labio inferior entre los suyos para succionarlo con delicadeza. Definitivamente esta mujer me va a llevar al manicomio. Si supiera todo el tiempo que he tenido que esperar para esto, sería incapaz de comprender el nivel de autocontrol que estoy —literalmente— obligándome a tener.
Mi cerebro me está pidiendo que siga despacio, aunque mi pene no concuerda con él porque, en estos momentos, está saltando dentro de mis boxers rogando que le preste atención; por lo que no sé cuanto tiempo más voy a poder ignorarlo si nos seguimos besando así. Menos que menos cuando la lengua de Jennie pide paso, pretendiendo meterse dentro de mi boca; lamiendo mi labio inferior con la punta de su lengua tan suavemente, que creo que ahora soy yo el que tiene escalofríos. No sé en que momento decidió que era una genial idea seguirme el juego, pero la verdad es que me alegro.
Jennie POV
En un principio me preocupé, porque sabía para donde iba la situación. No pude evitar ceder en el preciso momento en el que habló de esa manera tan sensual, casi ronroneante, contra mi oído. Que no me asuste, dice. Lo último que estoy es asustada. En estos momentos lo que estoy es caliente como motor de camión y ese hombre, enfundado en aquel traje pegadísimo al cuerpo, no me ayuda para nada. Aunque bien podría, si decido seguirle el juego y dejarlo hacer.
Probablemente crea que no me he dado cuenta de que su erección está a punto de traspasarle los pantalones pero, después de haberme rozado "incidentalmente" contra él, es imposible que no lo notara. En lugar de sentirme cohibida, me siento poderosa. Este hombre, con toda esa guapería que carga, está así por mí y yo no estoy por la labor de dejarlo pasar.
En el momento que me enfrenta a sus ojos castaños, no creo necesitar palabras para expresar lo que siento ahora mismo. La lujuria en mis ojos, puede leerse como libro abierto. Se que lo nota, porque inmediatamente después de escrutar mi mirada unos segundos, clava sus esponjosos labios sobre los míos. Estoy intentando no comerle la boca de manera salvaje, pero es que no colabora... Me inclino por darle una leve señal de que quiero aumentar la intensidad dándole una leve lamida de, punta a punta, a su labio inferior. Lo entiende inmediatamente, por lo visto.
Se separa de mí sólo unos instantes para volver a mirarme, en búsqueda de confirmación y, sin mediar palabra, ataca mis labios con desesperación. Me toma por la nuca, para acercarme más a él y yo me dejo. De hecho, paso mis brazos a través de su cintura para poder sentir su espalda dejando caer al suelo la estúpida carpeta en el proceso. Aún debajo del saco y la camisa, puedo sentir sus firmes músculos tensarse. Es inexplicable el impulso que siento por tocarle el culo. No soy ciega; tiene el culo más bonito y respingón que haya visto. Mis impulsos se ven satisfechos cuando mis manos aprietan sus nalgas, comprobando la teoría de que ese trasero está tan firme como su espalda. Se me escapa una sonrisa contra sus labios, cuando se ve sorprendido por mi repentino toqueteo. Pero es que no he podido evitarlo.
A estas alturas me he olvidado de que estoy en su oficina. Me he olvidado de que debería estar trabajando y me he olvidado del mundo a mi alrededor porque este hombre, acaba de consumir hasta la última neurona sana que me quedaba en el preciso momento que su lengua se cuela con destreza dentro de mi boca, en búsqueda de la mía. No comprendo en qué momento este beso se convirtió en el intercambio de saliva más obsceno que haya vivenciado. Los chasquidos de nuestras bocas, nuestra saliva produciéndose a borbotones y nuestras lenguas luchando por la supremacía, están haciendo que mis bragas se inunden de manera nunca antes vista.
Parece que el universo escuchó mi pedido de oxígeno, ya estaba temiendo morir de una hipoxia cerebral ante este besuqueo furioso. Por lo menos, en mi epitafio iba a decir que morí feliz. El bendito teléfono de su oficina comenzó a sonar insistentemente, recordándome de repente adónde estoy.
— Señor Park... —Consigo musitar, con su rostro todavía casi pegado al mío.
— Mi nombre es Jimin, Jennie —responde, mientras apoya su frente contra la mía, dejándome un poco más de espacio para tomar todo el aire que necesito ahora mismo.
Jimin... Me suena de algo, no se de qué. Pero en fin. Mi nivel de bloqueo neuronal es tan grande, que acabo de notar que estaba a punto de cogerme a un tipo del que ni siquiera había preguntado el nombre. Hasta los modales me ha hecho perder.
— Creo que debería atender el teléfono...
— Que esperen —Dice, resuelto a seguir en lo que estábamos intentando besarme nuevamente, cosa que mis manos le impidieron.
— En realidad... Estaba pensando... —Pensando es una manera de decir, porque en realidad acabo de perder toda capacidad de sinapsis, pero no puedo continuar con esto aquí dentro — Pensaba que deberíamos vernos fuera de la oficina.
Esa oración salió de mi cerebro a mi boca como por un tobogán. Necesito sentir a este hombre, si, pero ahora que recobré un poco mis sentidos entiendo que este no es el momento. Si lo voy a hacer quisiera hacerlo bien.
— ¿Eso es lo que quieres? Porque yo tenía otros planes... —Dice, señalando el bulto entre sus piernas, que supongo a estas alturas debe ser una tortura para él.
— Creo que podemos esperar unas horas más, señor Park.
— Jimin. Jennie, por favor.
— Perdón, es la costumbre —respondo, mientras intento poner un poco más de distancia antes de que se me vaya el juicio si sigo mirando lo hinchados que están sus labios, a causa del bestial besuqueo— ¿Tu no quieres, Jimin?
— No sé que parte de mi cuerpo te está diciendo que no quiero. Quiero. Aquí y ahora si me dejaras. Pero está bien... Dije que no iba a hacer nada que no quisieras, así que esperaré.
— ¿Está bien si nos vemos luego del trabajo? —Acabo de tirar a la mierda mi sesión con la doctora Yi. Eso puede esperar. Mi salud sexual es más importante que la mental, en este momento.
— Si, Jennie. Por supuesto —Dice, sonriendo de una manera que podría identificar como amarga.
La decepción en sus ojos es notable, pero espero que no crea ni por un minuto que no estuve a punto de permitir que me coja sobre su escritorio porque si lo estuve. Mi cerebro decidió despertarse en el momento menos indicado, eso es todo.
— Te enviaré un mensaje luego... Ahora si me permite... Señor Park —dije, retomando las formalidades— debo volver al trabajo.
Antes de salir por la puerta, tomé un poco de coraje para girarme hacia él y dejarle un beso en los labios. Su mirada se volvió a iluminar, cuando se dio cuenta de que estaba hablando en serio.
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No me maten!!!! No me golpeen!!!
Perdón pero acá la cosa se está poniendo quenchi. Menos mal que dejé de escribir porque, encima, por estos lados está haciendo 35 grados a la sombra e imaginar estas situaciones para poder escribirlas no colabora :P
Espero que les haya gustado el capítulo. Vamos pisando un poco el acelerador ya...
Tengo que ser honesta, escribir este tipo de escenas es SUPER DIFICIL. Todavía no se como voy a encarar la escena completa así que espero que me tengan un poquito de paciencia.
Por otro lado: Soy Argentina, por lo cual intento escribir en el neutro más neutro posible para que todos puedan entenderme sin problemas pero... En lo que a sexo se refiere tenemos nuestro propio léxico como todo el mundo. Si leen COJER o similares: Definitivamente no estoy hablando de agarrar nada, estoy hablando de hacer el sin respeto.
Me dejo de hablar estupideces!
Un abrazote.
Noona ♥
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