26. Protección denegada

All my life I read between the lines

Held on too tight

You know I tried

But in the end it left me paralyzed

It's alright

Goodbye, goodbye

Goodbye - Cage The Elephant

—¿Qué?

Nado en una marea de incertidumbre sin rumbo mientras observo con dureza al hombre que acaba de romper mi corazón.

Esta vez, creo que de forma determinante.

No encuentro ningún hueco de justificaciones que pueda hacernos volver a empezar. Pero, más allá de todo raciocinio, lo único que quiero es gritar y golpearlo, llorar y estremecerme. Un poder que desconozco me hace mantener la calma simulando fortaleza.

Sus ojitos de cachorro no me quitan el disgusto de lo que acabo de escuchar.

—Acabamos de desbandar el primer ataque terrorista de una célula que venimos estudiando hace meses. Las cosas se pondrán muy feas, y tienen nuestros rostros para encontrarnos y torturarnos. Te necesito a mi lado, Pame. Tu vida y la mía corren peligro ahora.

La paciencia no resiste otra de sus acotaciones.

—¡Cierra la boca, animal! ¡¿Cómo pudiste?! —grito y el avión de pasajeros se gira para observarme. Entiendo entonces que el resto no tiene por qué seguir sufriendo, y que, por más que duela demasiado, no les daré otro drama del que preocuparse.

No termino de interpretar lo que me sucede al escuchar este exceso de información dinamitada. Tampoco tengo claro como de repente mi vida dio otro giro de ciento ochenta grados, y de no tener razones para aferrarme a ella ahora tengo a Martín rogándome que me quede a su lado. Lo único que quizás asoma como afirmación concreta es que no puedo sacarme de encima la sensación de profundo desagrado por la manipulación constante del hombre de los mil vuelos.

Quiero creerle, pero no puedo.

—Te he dado una segunda oportunidad aun cuando cualquiera me hubiera recomendado no hacerlo. Disfruté a tu lado, sonreímos y gozamos, e incluso hicimos el amor, ¿y ni así pudiste ser capaz de decirme la verdad? —Alejo mis manos de las suyas en señal de rechazo—. ¿Cómo puedo ahora confiar en tu sinceridad si lo único que has hecho este tiempo es manipularme? ¿Por qué habría de seguirte a cualquier lugar?

—Tienes toda la razón del mundo, Pame. —Martín asimila mi rechazo y mantiene una distancia respetuosa entre el espacio que nos separa—. No te pido que me acompañes para rehacer los pedacitos de lo que podríamos haber sido, te lo pido para salvar tu vida. Soy la mejor opción que tienes.

Me es imposible no hundirme en el silencio antes de propinarle una respuesta. Estoy aterrada, con el shock encima, y de no tener nada en la mente por la mera rendición de mi vida estrepitosa me encuentro con un Martín de la CIA, un supuesto terrorista, tres muertos y... es demasiado.

Solo soy una jodida azafata quebrada.

—A este punto no estoy tan segura si vale la pena arriesgar todo por mi vida. No lo merezco —digo asqueada por recurrir nuevamente a esta versión acabada de mi persona.

—Tú lo vales. Tú lo mereces. Tú deberías tener todo Pame... y yo tengo la culpa por haberte arrastrado hasta este punto. Debería haberme negado... debería haberte alejado de aquí tan pronto empecé a sentir cosas por ti, pero se sentía demasiado bien tenerte ahí...

Resoplo.

—Sí, claro que deberías haberte negado. Enamorarte de mí puso en peligro a muchos inocentes, ¿verdad? ¿Se sintió bien jugar conmigo todo este tiempo, manejarme cómo marioneta?

No tengo muy claro por qué, pero ahora mismo soy un mix de emociones. Paso del shock al enojo, del miedo a la desazón, de la tristeza a la incertidumbre en un conjunto de pasadizos mentales que terminan, la mayoría, en conclusiones negativas con todo lo que tenga que ver con Martín. El angelito de mi hombro ya no tiene fuerzas para seguir defendiéndolo, aun cuando parece que mis palabras desalmadas poquito a poquito lo están quebrando.

—No se trata de eso, Pame... Es que por no prestar suficiente atención he cometido errores, tú no eres culpable de nada...

No sé en qué fase estoy. Pero ahora quiero retribuirle un poquito de todo mi dolor.

—¿Te sentiste bien cuando me dijiste que no podías ser mi droga y me dejaste colgada en Miami sin saber nada de ti por días? ¿Te sentiste bien con tus frases solemnes y tu jueguito de chapado a la antigua para usarme a gusto? ¡¿Para qué mierda me necesitabas a mí, una azafata de porquería?!

El hombre de los mil vuelos recalcula agachando la cabeza. Que sienta vergüenza ajena, que sufra por haberme lastimado. Ya no me importa que haya salvado mi vida o la de cientos de pasajeros. No puedo pasar desapercibido el hecho de que me tomó por estúpida todo este tiempo.

—Me encargaron que te reclutara como un informante inconsciente. Necesitaba que hicieras cosas por mí sin que lo supieras. Quienes me mandaron a hacer esto sabían que no bastaba con un par de polvos y ya, sabían que debía enamorarte en el proceso.

Su sinceridad me abruma de forma inesperada. En vez de funcionar como estímulo para desbandarme, está alimentando una furia interior que creía que ya no tenía. No puedo negar que volver a sentir es como un caudal de humanidad renovada, pero aún así es aterrador como soy incapaz de controlar las emociones que transitan con aleatoriedad sin chequear lo que se llevan por delante.

No debo mentirme. Voy por la carretera a doscientos kilómetros por hora sin cinturón. Tarde o temprano, el subidón de adrenalina se estrolará contra la rutinaria tranquilidad de los pensamientos oscuros y volveré al estado previo de este ataque terrorista y las revelaciones de Martín.

—¿Por qué yo? ¿Por qué tenías que venir a darme esperanzas otra vez? ¿Por qué no pudiste dejarme cómo estaba en la perfección de mi vida aburrida?

—La ruta que haces con toda tu tripulación es la misma que vienen usando los extremistas hace un tiempo. Te investigamos a ti y a todos tus colegas y... eras la presa más fácil.

Sé que no quiere decirlo con mala intención, porque a pesar de todo considero que su flechazo por mí es verdadero, o al menos eso me obligo a pensar. No obstante, la elección de palabras es malísima y termina enervándome en sobremanera.

—Desde que te conocí me convencí de que habías llegado como señal divina para salvarme de una adultez sin objetivos ni sueños, pero ahora... ahora solo deseo no haberte conocido. Quiero que desaparezcas. —Carraspeo mi garganta antes de darle una conclusión a mi punto—. Te odio.

Martín se propone contestar, pero el altavoz del piloto interrumpe nuestro intercambio de ruptura, que indica que estamos próximos al aterrizaje y que todos deben colocarse en posición.

Alejo al hombre de los mil vuelos empujándolo desde el pecho hacia la pared y me doy media vuelta, lista para hacer como que aquí no pasó nada y que cada uno podrá seguir con su vida a gusto.

—Pamela...

—No quiero saber más de ti.

Estoy de espaldas a ya más de un metro y puedo escuchar como resopla entristecido.

—Cuando te conocí tuve miedo de mirarte, cuando te miré tuve miedo de quererte, y ahora que te quiero tengo miedo de perderte. No eres solo una misión, Pame. Por favor, ven conmigo.

Me giro una última vez para propinarle lo que yo entiendo es nuestra despedida:

—Ya es muy tarde para las palabras de galán de película. Adiós, Martín Velasco.

Comienzo a caminar erguida y solemne, por más rota que esté por dentro. Cuando ya me convenzo de que no va a contestar, oigo el hilo de voz casi quebrado del hombre de los mil vuelos que busca quedarse con el último comentario:

—No importa cuanto quieras alejarme, no importa si ni siquiera quieres volver a dirigirme la palabra. —La pausa dramática que hace para volver a respirar hace que me frene en medio de las filas de pasajeros para oír lo que tiene para decir—. Voy a protegerte aunque sea lo último que haga. 

¡Ayer fue mi cumpleaños! Espero hayan disfrutado este capítulo tanto como ustedes, mis queridos lectores, que me hicieron tan feliz en este 1 de mayo.

1. ¿Les gusta festejar sus cumpleaños?

2. ¿Sienten penita por Martín o quieren golpearlo?

Gracias por tanto. En serio. Las sorpresas y los mensajes de cariño y amor que me dejaron me llenan el corazón de una materia inexplicable. Son un motor que supera límites. Los adoro.

Santeeh les manda un fuerte abrazo (/)/

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top