18. Mi calor, tu calor, nuestro calor

Let's drift away in fits of pleasure

You're a beautiful design

(Say you need me, face your fears)

(Say my name, yeah, I'm right here)

Harden the Paint - Foster the People

Su afirmación me deja colapsada en una galaxia de pensamientos infinitos. Si hay algo que no esperaba de este día, es que terminara con nuestra primera vez.

Me niego a creerlo.

—¿Qué haces? ¿Tienes calor? —pregunto infantil, porque lo único que falta es que haya entendido mal su propuesta y solamente quería sacarse la ropa para no sé, irse a nadar por un caudal de agua inexistente que no estoy viendo.

—Quiero tu calor.

Me sonrojo decidida.

Me lanzo a la boca de Martín para que no le quede ninguna duda de que estoy tan dispuesta como él a que me haga el amor. Rememoro internamente las mil y una situaciones en donde me imaginé que esto pasaría, y sin dudas el capó de un auto viendo el atardecer a unos metros del Centro Espacial Kennedy es de las últimas opciones de mi imaginación.

Admiro la capacidad que ambos tenemos para hacer de cada uno de nuestros besos algo único. No sé si será esa misma energía y vigorosidad que mostramos todo el día juntos, pero hoy más que nunca estamos avasallados por la pasión y el deseo. Encandilamos nuestros labios con una fiereza abrumadora. Nos movemos rápido, como si fuéramos uno solo.

Acaricio todo su rostro perfecto mientras le quito los anteojos y los lanzo por los aires. El hace lo mismo con su saco, que vuela a la polvorienta tierra de nuestros costados. Me monto sobre sus piernas y le tomo el cabello toda ensimismada por el flujo que se me despierta en todo el cuerpo.

Arranco su camisa botón a botón y por primera vez toco ese cuerpo que hasta ahora solo había conocido por fotografía. La musculatura de su pecho está incluso mucho más tonificada de lo que había previsto en mi mente perversa. Dejo caer mis manos por sus pectorales y los llevo a ese excitante six pack de abdominales que vuelve loca a cualquier mujer. Voy por cada uno de sus cuadraditos perfectos respirando agitada, porque a este punto ya estoy por las nubes.

Martín no se queda atrás. Tan pronto me monto sobre sus piernas y continuamos besándonos, baja sus suaves palmas por mi cuello y mi espalda hasta llegar a las primeras curvas de mi trasero, sin dudas el mejor atributo que me define. Aprieta ambas nalgas con fuerza y palpa todas las inmediaciones del contorno como si quisiera hacer una especie de reconocimiento por el área. Sentir su roce tan cerca de mi área principal de placer solo me hace estallar aun más de locura y anhelo por el combo completo que sé que el hombre de los mil vuelos está por darme.

Echo a Martín para atrás. Quiero que se recueste y me deje a mí hacer el trabajo. Me saco mi camiseta y el corpiño sin su ayuda y le dejo el mejor primer plano de mis tetas que puedo darle. Él aprovecha para manosearlas. Mis pezones, en tanto, se erizan de la combinación entre la fría brisa que corre por la ciudad y el calor de nuestros cuerpos exacerbados.

Empiezo ahora a bajar mi boca de sus labios hacia su cuello, su pecho, su abdomen tonificado hasta llegar al pantalón. Noto que sus zapatos ya están en el suelo y que no recuerdo cómo ni cuándo se los ha sacado. Aprovecho para entonces bajar el cierre y sacarle la prenda inferior tan despacio que hace que él se muerda el labio. Avanzo por sus calzones Hugo Boss y por primera vez percibo el bulto que se esconde bajo ese bóxer de primera calidad. Se los quito con la misma delicadeza y lentitud que el pantalón. Si hay algo que soy en experta es en dar placer sin necesidad de tirarme sobre el miembro de nadie.

Cuando ya no queda más que hacer y tampoco puedo resistir la tentación, me dispongo a dedicarle a Martín la mejor felación de toda mi vida. Hago todo lo que puedo por jugar con su cipote de respetable tamaño al mismo tiempo que me encargo de comprobar que lo está disfrutando como nunca. Sus expresiones faciales dislocadas por el placer me dan la pauta de que estoy haciendo un excelentísimo trabajo.

No existe nada ni nadie más. Solo él y yo.

Después de darle todo tipo de usos a mi lengua y mis manos, no soporto un segundo más sin quitarme el short y la ropa interior. Martín está demasiado extasiado como para moverse, y conmigo arriba es incapaz de atinar a ordenar la situación que ahora depende enteramente de mí.

—¿No quieres que busque un condón? —pregunta jadeando cuando ya me dispongo a meter su salchicha en mi argolla, como diría Luján en una de sus interminables comparaciones.

El placer es en lo único que me permito pensar.

—No. Solo hazme tuya —respondo y le dejo el pie para que ahora él haga lo que quiera conmigo. Estoy rendida a todo lo que representa Martín Velasco y quiero que me dé todo lo que tiene para volverme loca.

Martín vuelve a sentarse sobre el capó y me abraza mientras empieza a penetrarme. Se siente bien tenerlo dentro mío y tengo la mente en blanco de tanto deleite. El hombre de los mil vuelos demuestra por qué no decepciona en ninguno de los aspectos de su vida y toma el control. Nos retorcemos en todas las posiciones que a él se le ocurren y yo solo a atino a girarme, gemir y besar su boca cuando me concentro en esos ojos del cielo.

Cuando él acaba pegando pequeños gritos de placer con la voz ronca, me doy cuenta que instantáneamente se va a mi clítoris a terminar lo que ha empezado. No me dejará con las ganas del orgasmo como hacen todos los hombres sin reparo. Él está en el detalle, en cada uno de ellos.

Volvemos a jadear como dos locos cuando se me concede el sueño de que sea él quien me otorgue el punto clímax que cualquier mujer quiere tener en una relación sexual. Seguimos sobre el capó del auto y ya el sol asoma sus últimos rayos de luz.

A nosotros no nos importa. Nos quedamos abrazados en el escenario más atípico dándonos calor y recuperando el aliento después del sexo más intenso que al menos yo tuve nunca.

Ambos sonreímos.

—¿Puedo pedirte algo? —dice con el tono sensual que jamás le sienta mal.

—Haré lo que quieras.

Ups.

1. Inserten una palabra para describir este fugaz pero intenso capítulo.

2. Inserten dos palabras para definir como estuvo su semana.

3. Inserten tres palabras para contarme cuáles son las cosas que los hacen más felices.

Me voy a retirar lentamente porque este capítulo es todo lo que nunca pensé que escribiría (y que espero no tener que repetir pronto xD). En fin, la hipotenusa.

Santeeh les manda un fuerte abrazo (/)/

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