Capítulo XII. Evolución
Embarazada. Estoy embarazada. Una alegría enorme apareció en mí cuando el médico anunció la noticia. No paro de acariciar mi vientre ya deseando que pase los nueve meses y tenerlo en mis brazos. Y Katakuri estuvo conmigo en la cita y se quedó asombrado de la noticia; pero no ha dicho nada al respecto. No hemos hablado durante el trayecto del mundo de los espejos hacia su casa. Este silencio me es incómodo y tengo la certeza de que no le hizo mucha ilusión; es decir, que él no está preparado para tener un hijo conmigo. En cierto modo ya no hay nada que pueda intervenir en el matrimonio porque voy a darle un hijo, o más bien un nieto a Big Mom. Quisiera decirle algo al respecto y no lo hago por miedo a que me rechace.
Estaría en la misma condición que le pasó a mi madre hace mucho tiempo. Madre soltera cuando de su única hija porque su pareja lo abandonó por no estar preparado. No quiero que me pase lo mismo con Katakuri. Él es demasiado perfecto y yo creo que será un buen padre para el pequeño o la pequeña. Llegamos a su casa y él abre la puerta para entrar como si no hubiera pasado nada. Me adentro con la mirada agachada no saber que hacer realmente. Si quedarme callada o hablar de esto con él. Su mirada destaca que está algo cansado y no querrá hablar del tema. ¡Quiero decirle que esto lo podemos superar juntos y que el pequeño no le mirará como un monstruo! Porque seguro que estará pensando en eso.
Y no. Trago todo mi orgullo y camino en dirección a la cocina para coger alguna tableta de chocolate; sin embargo, noto que soy alzada del suelo y Katakuri me abraza con fuerza ocultado su rostro contra mi pecho. Creo que se ha dado cuenta de lo que está sucediendo. Apoyo las manos en su gran cabeza acariciando con amor y ternura sus cabellos salvajes. El silencio se torna nuevamente, pero acompañado de leves ronroneos por su parte. Se ve tan lindo así. Mi gran y lindo gatito. ¿Cómo voy a enfadarme con él?
—Perdona si no dije nada —habla alzando la cabeza para mirarme. Esos granates que tanto me gustan muestran culpabilidad—. Es que… no supe cómo reaccionar; es decir, somos jóvenes aún y es demasiado pronto. Pero no quiero que pienses que no quiero ser padre, y más si el hijo que tengo es con la persona que más quiero en este mundo. Yo estoy encantado de serlo y mostrarte lo mucho que te quiero. No pienso abandonarte por nada en el mundo. Serás mi esposa, el destino lo quiso así. Y el pequeño que llevarás dentro es una muestra de nuestro amor.
Algo tibio resbala por mis mejillas, como líquido. Las palabras de Katakuri me llenaron tanto que estoy llorando, y no son lágrimas de tristeza. Él me quiere y lo está demostrando ahora. Él no desea dejarme sola al cuidado del pequeño que está en mi vientre. Beso con mucha ternura su frente mientras mis dedos rozan con sutileza sus mejillas, tocando esas costuras que la decoran, bajando lentamente su bufanda para verlo a la cara. Él no sonríe porque parece estar preocupado al verme llorar.
—Katakuri, eres de los más tierno que hay a pesar de que te comportes como un hombre serio y a quien hay que temer —comento mirando sus ojos—. Yo te quiero mucho y verás que el pequeño te querrá tal como eres.
Y una bonita sonrisa aparece en su rostro ocultándolo de nuevo entre mi pecho mientras sigo acariciándolo. Es un grandullón con sentimientos, ocultos ante los ojos de cualquiera. Yo soy la única que los saca, viendo al verdadero Katakuri que tiene escondido; un hombre que sabe amar y cuidar a su familia cueste lo que cueste. Sus manos grandes descansan en mi espalda y en mi trasero, quedándose quieto, disfrutando de este momento tan íntimo entre los dos.
—¿Cuándo será la boda?
—Muy pronto —me dice—. Le comunicaré a mamá que estás embarazada y adelantará la boda.
—No dirá nada, ¿verdad?
—Lo dudo mucho.
Estoy deseando que llegue el momento de ser marido y mujer, y estar con él de por vida. Es uno de los sueños que más quiero que se cumpla. Amar y respetar a este hombre, y que él haga lo mismo.
.
.
.
.
—¡Estás hermosa, Len-chan!
Y llegó el día en que me iba a casar con Katakuri. Llevo un traje de novia de color blanco y largo, mi figura destaca aún más con esta ropa. Me hace ver como una princesa que hay en los cuentos; aunque me veo rara con tanto maquillaje. Mis labios están voluminosos por el pintalabios color carmesí y mi pelo está suelto y ondulado. Definitivamente me veo rara con todo esto. Y estoy algo nerviosa por lo que pueda suceder en la boda. Yo espero que todo salga perfecto y que ninguno de sus hermanos se atreva hace alguna estupidez porque seré la primera en acabar con ellos. Perospero será mi padrino para que me lleve al altar y se lo agradezco, ya no tengo familia. Ahora los únicos que me importan son Katakuri y el pequeño que está en mi vientre. Han pasado solo cinco semanas y ya quiero tenerlo en mis brazos.
Brûlée se está encargando de ponerme el velo con sumo cuidado, le hace mucha ilusión de que me casé con mi hermano. «Tú y él estabais destinados», comentó ella en su momento y tiene razón. El destino nos juntó para estar unidos. Toco con sumo cuidado mi meñique donde se encuentra el hilo rojo, atado al de Katakuri. Él estará vestido con un traje galán que lo hace ver más atractivo que antes. Deberían poner unas escaleras por si tengo que ponerme a su lado, es muy alto el maldito. Y dudo mucho que me bese en público porque Big Mom ha invitado a mucha gente y todos no saben su secreto. Mi corazón no para de latirme con tanta intensidad queriendo ya pisar el altar y casarme cuanto antes.
Y las puertas se abren donde Perospero me espera para ir allí. Es la hora. Me levanto con cuidado en no pisar el traje y Brûlée me entrega el ramo de flores. Estoy temblando como gelatina dudando si lo haré bien o me tropezaré con estos tacones, son cómodos por cierto; pero soy una patosa en caminar con estas cosas. El hermano mayor de todos ellos toma de mi mano guiándome hacia el altar, teniendo cuidado en no tropezar. Vamos Len, relájate, todo va a salir bien y lo sabes perfectamente. Escucho murmullos de los invitados deseando ver a la novia de Katakuri. Y el silencio reina cuando una persona empieza a tocar el órgano dando el inicio de la boda.
Todos los invitados se giran para darme la bienvenida y ahí está mi futuro marido. Está elegante con ese traje negro. Sus ojos granates brillan con más intensidad al verme. Me da un poco de vergüenza que me mire de esa manera que hasta agacho la cabeza, más nervios aún florecen en mí. Mierda, estate tranquila Len, lo harás muy bien. Perospero me deja con Katakuri quien me sigue mirando con ímpetu, de seguro que estoy algo fea.
—Estás hermosa —dice bajito donde pude escucharlo perfectamente. Me ruborizo bastante que hasta una sonrisa se forma en mis labios.
—Tú estás elegante —digo dándole un cumplido.
Veo que se acomoda la bufanda un tanto nervioso y no pude evitar en reír bajito. Y es la verdad, está muy guapo con ese traje; aunque prefiero que tenga algo de cuero, ya que le sienta bien. El cura empieza a dar sus oraciones, todos expectantes a sus palabras. Estoy tan centrada en él que no me percato de que noto una pequeña caricia en mi espalda. ¿Será Katakuri? No, porque él está quieto como una estatua. Oh, ya entiendo. Está utilizando su habilidad para calmarme, se lo agradezco mucho. Al terminar sus oraciones por último dice: «Os declaro marido y mujer. Puedes besar a la novia». Ambos nos miramos mutuamente y él, sin dudarlo, me toma en brazos para estar a la altura de su cabeza. No creo que él quiera que baje su bufanda y le plante un beso ahí.
Mis labios se posan en su frente, una forma de sellar esta unión que tenemos ambos. Todos aplauden y aclaman la boda, que al fin Katakuri y yo seamos más que una simple pareja. Él, como de costumbre, esconde su rostro en mi pecho a lo que río bajito acariciando sus cabellos salvajes. ¿Quién diría que el hombre al que todo el mundo teme y respeta, sea un gato amoroso con su esposa? La fiesta de la ceremonia da su comienzo y todos se acercaban hacia nosotros para felicitarnos, hasta nos traían regalos de tierras lejanas. Que detalles por su parte. Admiro desde mi sitio como todos bailan al son de la música, ojalá pudiera bailar con él; pero la diferencia de tamaño es abrumadora.
Curvo los labios al sentir unos dedos acariciar mi mano y es Katakuri quien necesita algo de cariño. Nuestros falanges juegan entre sí sin la atenta mirada de sus hermanos o de los invitados. En el fondo, Katakuri desea irse de aquí cuanto antes y estar a solas. Con un solo dedo acaricia con mucha lentitud mi muñeca, marcando las venas. No me quiero imaginar cuándo nazca el pequeño, será un padre maravilloso. Cuando al pequeño como comandante que es. Si alguno se atreve a burlarse de mí niño, la paliza que se llevará nunca lo olvidará. Big Mom no para de comer con gusto aquel gran pastel que han hecho los chefs para nosotros; pero no podemos decir nada al respecto. Al menos me trajeron postres de chocolate y poder disfrutarlo como nunca.
Bostezo ya un tanto aburrida y unos brazos me rodean, elevándome desde mi sitio. Mis posaderas se acomodan en el antebrazo de Katakuri, observando que se levanta de su sitio. Creo que también se aburrió y es mejor retirarnos cuanto antes. Brûlée utiliza su habilidad de la fruta del diablo para abrir un portal al mundo de los espejos y él se adentra para ir a su casa. Parece que le gusta llevarme como un bebé. Inflo los mofletes un tanto molesta; sin embargo, mi enfado se desvanece cuando huelo su perfume. Dios, es delicioso, le da ese toque varonil que tiene. Cierro los ojos para disfrutar este aroma tan agradable. En un momento a otro, llegamos a la isla, a nuestra casa. Entramos y lo primero que hace es ir a la habitación.
Creo que tiene ganas de jugar me parece, pienso yo. Se hunde en la cama dejándome sobre las sábanas. Esos ojos que tiene brillan aún más con intensidad, ¿qué estará pasando?
—No me gustaría quitarte el traje de novia —confiesa retirándose la bufanda, donde visualizo que sus mejillas están de color carmesí—. Te ves demasiada hermosa.
—En algún momento me lo tengo que quitar. No soporto estas cosas. —Río bajito.
—Entonces puedo arrancarlo con los dientes, ¿no?
—Todo tuyo, tigre.
Una sonrisa amplia forma mostrando esos colmillos que lo destacan e hinca el diente al vestido para destrozarlo con gusto. ¡Liberación! En serio, el traje hacía apretar mi vientre casi dañando al embrión. Y mira que no me gusta estos vestidos. Vuelve a acomodar la cabeza entre mis pechos y lo mueve un poco, muy a gusto desde esa posición. Es lindo por su parte y estoy algo cansada. Bostezo de nuevo rascándome el ojo y, en cuestión de segundos, me quedé dormida. Solo puede escuchar un «buenas noches», por su parte a lo que sonrío un poco.
.
.
.
.
—¡Qué emoción! ¡Vamos a ver a esa criatura!
Sí, es emocionante. Tengo cita con el médico para ver el estado del pequeño, ya que últimamente estoy notando pequeñas patadas en mi vientre y son demasiadas. Katakuri me acompaña junto con Brûlee, Cracker, Daifuku y Oven. Quieren saber cómo está el pequeño. Al estar embarazada he recibido unos cuantos síntomas, como que soy demasiada sensible y empiezo a llorar, o golpeo con más rabia a alguien quien se atreva a insultar a Katakuri, y mi apetito sexual. Y él no quiere hacerlo por miedo a hacerme daño y al pequeño, y es comprensible. Lo único que puede hacer es calmar mis ansias con un buen sexo oral. Ambos estamos nerviosos por lo que pueda decir el médico. Ya me gustaría saber si es niño o niña.
Estamos en la sala de estar, yo sentada en las piernas de mi esposo mientras acaricia con mimo el vientre. Él no ha sentido las patadas del bebé y le haría mucha ilusión; por eso, últimamente no para de toquetear lo queriendo sentirlo desde que le dije que el pequeño estaba revoltoso. Y las puertas se abren dejándose ver al doctor que me hace señas para entrar. Espero que diga algo bueno cuando inspeccione mi vientre. Empieza a hacerme preguntas como si estoy comiendo bien, he sentido algún síntoma extraño… Preguntas que son fáciles de responder y Katakuri está de testigo. Él es mi guardián, no le gustaría que me pasara nada; aunque sabe que puedo protegerme sola.
Empieza a realizar una ecografía en mi vientre, estremeciéndome con el contacto de esa sustancia en mi piel. La máquina va mostrar cómo está el pequeño. Tengo muchas ganas de verlo, de verdad. Y Katakuri también porque no para de sostenerme la mano. Escucho un sonido de sorpresa por parte del doctor, llamando nuestra atención.
—Interesante.
—¿Anda algo mal, doctor?
—Debo decir que los genes de mamá son espectaculares. —¿Qué quiere decir con eso?—. Fíjese bien. Aquí hay dos cabezas, en vez de una.
Mis ojos se agrandan con sorpresa cuando dijo eso. Miro la imagen y, es verdad, veo dos cabecitas y hasta los dos corazones. ¡Estoy embarazada de dos!
—Desconozco si serán mellizos o gemelos; pero me supongo que será lo primero. —Y su rostro cambia a una de preocupación—. Sin embargo, hay algo que anda mal.
—Malas noticias no. —Escucho a Cracker decir como si se lo esperara.
—Uno es más pequeño que el otro; es decir, el más fuerte le está dejando sin comer a su hermano.
—¿Eso significa que va a morir? —No quiero que muera a causa de eso. Yo quiero tener a ambos en mis brazos y darles todo el cariño del mundo.
—No sabría decirte —se sincera—, pero esperemos que no. Mientras esté relajada y no le de ataques muy fuertes, todo irá bien.
Genial, tengo la sensación de que Katakuri estará vigilándome cada dos por tres para que no haga ninguna locura.
.
.
.
.
—¡Kata! ¡Déjame comerme uno más!
—El médico te ha dicho que debes cuidarte.
Me estoy peleando con él porque no me deja comerme un trozo de chocolate. Él es demasiado alto y yo bajita.
—Hazlo por tus hijos, tienen hambre.
—No, eso se llama antojo.
—¡Katakuri! —Quiero saltar, pero tengo miedo en caerme y golpearme—. Eres cruel. —Hago puchero.
—Yo solo cumplo mi labor de marido.
—Pues tu labor de marido es un asco… ¡Ah!
—¡¿Qué pasó?! —pregunta con la voz alzada y agachándose para estar a mi altura.
—Son los bebés, están dando patadas.
No me dio tiempo de reaccionar porque él, con rapidez, posa la mano en mi vientre. Ya lleva un mes entero intentando sentirlo. Sí, cinco meses llevo de gestación y el pobre aún no sintió las patadas de nuestros niños. Hasta me cuestiona diciendo que no le quieren. Me dan ganas de mimarlo cuando dice esas cosas. Y mi pensamiento se esfuma cuando siento otra patada y es más fuerte que antes. Miro a Katakuri y sus ojos muestran ilusión. Oh cariño, que tierno te ves así. Empiezo a acariciar su rostro mientras él hace lo mismo con mi vientre. Acerca un poco la cara hacia la barriga.
—Hola —saluda a las dos criaturas y otra patada llega. ¡Le ha contestado!—. Papá está aquí y os va a cuidar mucho. —Su voz es suave y concisa a lo que apoya la mejilla ahí, queriendo sentir más aquel contacto.
—Que lindo gatito tengo aquí.
—Me haces tan feliz. No puedo esperar a tenerlos en mis brazos.
—Yo tampoco.
Solo faltan cuatro meses para que nazcan los dos y espero que en el parto no ocurra nada malo. Espero que el más pequeño nazca sano y salvo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top