Capítulo VI. Confianza

Me siento feliz de haber hablado con Katakuri y que me explicara lo sucedido. ¡Pero me dio rabia no verle su rostro! Me quedé con las ganas. Formo un puchero en mis labios queriendo volver a verlo. Pero bueno tendré que esperar en el momento justo. Ahora mismo estoy trabajando atendiendo a los clientes para que no les falte nada. Tendré que mirar ropa nueva, porque la que tengo está desfasado de moda, aunque no me quejo. Suspiro como chica enamorada que soy y, sin darme cuenta, empiezo a derramar el té fuera de la taza. ¡Mierda! Menos mal que no me quemé y que no me haya visto la jefa.

Quiero chocolate. Se me apetece comer una. Y no puedo comerme una aquí en mi trabajo. ¿Ni pagándolo? Se me antoja uno. Ojalá un angelito apareciese y me trajese una buena tableta de chocolate. Es que llevo semanas sin comerlo. ¡Len eso es imperdonable, joder! Coloco los brazos en una base de apoyo, para apoyar la barbilla en ellos. Estoy aburrida no hay nada que hacer. Se ve que por la tarde no hay mucha clientela. Quiero irme, ya esto no es divertido. Pero necesito dinero para sobrevivir. ¡¿Qué hago?! Quiero morirme aquí y ahora.

Y un olor se impregna en mi olfato a lo que abro los ojos encontrándome una tableta de chocolate y bien grande. Elevo la mirada y ahí estaba él, ofreciéndome un exquisito dulce. Oh Dios, quiero abrazarlo, pero a lo mejor siente vergüenza ante la mirada de todos.

—Pensé que te gustaría probar de nuevo el chocolate de Totto Land.

—¡Sabes de sobra que sí! —grito emocionada y, sin previo aviso, le doy una gran mordida—. Chocolate. —Saboreo el momento, mi paladar degusta el chocolate y con ese toque de azúcar.

—Vi que te aburrías.

—¿Me estás espiando?

—A lo mejor este sitio no es lo mejor para ti —dice sin dejar de mirarme mientras evita mi pregunta—. Tal vez estar en la tripulación de mamá es viable.

Me detengo en seco analizando las palabras de Katakuri. Le miro con un rostro analítico, descifrándolo. Hay gente que no puede leer lo que hay detrás de los ojos de Katakuri, pero yo soy capaz de desnudarlo con la mirada.

—¿Eso es una forma de decirme que quieres estar cerca mía?

Y él, con la vergüenza del mundo, desvía la mirada y creo que está rojo. Oh Katakuri, te conozco demasiado y eso que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. Además, creo que está yendo muy rápido. Qué lindo se ve. Le arrebato el chocolate de sus manos para seguir comiendo; sin embargo, mi deleite se esfuma cuando noto a mi jefa mirarme no muy contenta. Y su rostro cambia al darse cuenta de que está Katakuri. Ella hace una reverencia a modo de disculpas a lo que él acepta. Parece que me está dejando marcharme antes. ¡Oh, por los santos Dioses, quiero abrazarlo! Me ha salvado de mi aburrimiento.

Él me espera fuera mientras me cambio de ropa para ir más cómoda. ¿Te imaginas estar con él en la tripulación? Sería muy gracioso, no quitaría el ojo de encima mientras yo le doy una paliza tremenda a un enemigo por faltar el respeto. ¿Sabéis? Tengo ganas de desahogarme con cualquier cosa. Un saco de boxeo me vendría bien. O un árbol, pero creo que eso es imposible ya que todos son hommies. Una lastima, la verdad. Aunque si hubiera uno que me tocase la moral pues lo reventaría sin pensarlo. A golpes o a patadas, le dejaré que escoja. Salgo de la dulcería estirando mis brazos hacia el cielo, casi tocándolo, y observo a Katakuri en una posición bastante relajada. ¿Hoy podré ver su rostro? Esa es una duda existencial. Ojalá que sí y que me deje o me cabrearé con él.

Parece estar muy concentrado con los ojos cerrados sin hacer ningún momento. Esboza una amplia sonrisa teniendo una gran idea. Hacía tiempo que no lo hacía y quería ver si es lo bastante fuerte. De un movimiento rápido, salto para propinarle un puñetazo en su rostro, pero su cabeza desaparece dejándome impresionada. ¿Qué fue eso? Poso los pies en el suelo y con los párpados bien abiertos analizo que su cabeza se esparció como si fuera ¿mochi? Y vuelve a su posición de antes, pero con los ojos semi-cerrados, mirándome.

—¿Cómo lo has...?

—Es un misterio. —Todo de ti lo es, Katakuri.

—¿Y desde cuándo eres poseedor de una fruta del diablo?

—Desde hace mucho.

—¿Me voy a llevar otra grata sorpresa?

—Quizá. —Encoge sus hombros no dando mayor importancia.

Realmente ha cambiado un poco. Un hombre misterioso que guarda secretos que nadie sabe. Y yo quiero conocerlos y conocer más a fondo al Katakuri que conocí hace mucho tiempo. Se separa de la pared para emprender su camino a lo cual le sigo, pasos ligeros y silenciosos mientras los de él hacen el sonido metálico de sus botas como si fuera un oficial. Esas ropas oscuras de cuero le sientan de maravilla. Le hace ver un chico malo. Esbozo una pequeña y tierna sonrisa hacia el grandullón viendo lo concentrado que está en llegar a su siguiente destino. Qué por cierto, desconozco a donde irá. Ojalá pudiera leer su mente, pero debo ya tengo suficiente con mi fuerza bruta.

Creo que me está dando una vuelta por toda la capital. Y lo agradezco, así puedo mirar qué es lo que ha cambiado. Las casas son más grandes de lo normal. Seguramente es debido por los ataques que tiene Big Mom cuando nadie le da lo que ofrece ella. Espero que no haya golpeado en ningún momento a Katakuri. Esa mujer es peligrosa. Rapta a hombres para tener más hijos y luego les ordena a éstos que los maten. Yo sí tengo esposo no lo haría ni le enseñaría a mis hijos a usar la fuerza bruta hasta que lo vean necesario. Iba a decirle algo, pero recibo una piedra en mi sien quejándome de dolor. ¿Quién diantres me lo ha tirado? Busco al responsable y me encuentro a un niño pequeño muy asustadizo, pidiéndome disculpas.

Me enternece. Le revuelvo el pelo para que estuviese tranquilo y le digo: «Ten cuidado la próxima vez, ¿sí?», y el niño asiente corriendo a dónde están sus amigos. Al voltearme, me encuentro a Katakuri con una mirada curiosa ante mi acto. ¿Se ha sorprendido? Qué se acostumbre, no suelo ser la tsundere que él conoce, también tengo buen corazón para aquello que lo veo adorable. ¿O está pensando en otra cosa? No lo sé, sus ojos brillan con intensidad que antes. ¿Qué diablos estás pensando, grandullón?

—Ey Katakuri, ¿quién es tu novia? —Y ambos nos paramos al escuchar la voz de un hombre que nos dobla la edad a ambos.

—Parece muy bonita.

—¿Por qué no nos las prestas? —Una vena crece en mi sien, pero yo sonrío con naturalidad.

—Lo siento, pero no voy a ir con unos tipos como ustedes —respondo con algo de educación, volviendo a mi caminata.

—Que pena porque seguro que te lo pasarás muy bien conmigo.

—Ignóralo, Katakuri —le digo viendo que mira con mala cara al tipo.

—Déjala, es fea de cojones.

Me detengo en seco al oír eso. Y de buenas a primeras, con rapidez, golpeo el rostro del tipo haciendo que volara por lo aires y se estampe contra la pared, provocando que hiciera un gran agujero. Sus compañeros están con la boca abierta y luego me miran con miedo.

—¡Vuelve a llamarme fea y te aseguro que mi golpe será mortal que hasta puedes quedarte sin cerebro!

—Es... ¡Es la Quebrantahuesos! —Vaya, y yo que pensaba que se han olvidado de mí.

—¡Corred!

—Veo que ninguno se ha olvidado de ti —me comenta Katakuri muy tranquilo.

—¡Mejor! ¡Así verán que no me he muerto aún! —Estoy echando humo por todos lados, queriendo golpear aún más a esos imbéciles.

—Yo creo que nadie puede contigo.

—Excepto tú qué me has esquivado.

—Porque fue fácil predecirlo.

—¿Ahora te dedicas a la magia negra? —pregunto con la ceja alzada.

—No estaría mal.

Cada vez que hablamos sus respuestas son cortas. Bueno, no tengo más opción que conformarme y no quejarme más. Él sigue con su rumbo y yo le sigo mientras observo y pienso. Katakuri se ha vuelto más reservado de lo normal mientras que yo sigo siendo igual, pero ya más adulta. Y él un hombre que oculta cualquier cosa de su vida. Yo solo quiero ver esa sonrisa que me gusta de él. Es que me estoy imaginando la forma de su mandíbula, cuadrada dando ese toque varonil. ¡Len pareces una puta enamoradiza! Cómo me dan ganas de abofetearme a mí misma por tener esos pensamientos tan cursis. Y él probablemente se reiría de ello.

Me doy cuenta que estamos yendo al bosque, saliendo de la ciudad. ¿Me quiere llevar a un sitio oscuro? Qué atrevido eres, Katakuri. No pensaba que fuera ser un verdadero pervertido. Pero cambio de idea al darme cuenta donde estamos. Es el lago donde solíamos estar cuando éramos unos críos. No ha cambiado absolutamente nada. Corro para acercarme al borde y luego sentarme en la tierra fértil admirando el paisaje. Los recuerdos empiezan avivarse en mi mente, como si hubiera sido ayer. Katakuri se sienta a mi lado también admirando el sitio. Solo escucho los pájaros cantar y algún que otro hommie por los alrededor. El viento juguetea con mi fleco mientras cierro los ojos disfrutando de esta maravilla.

—Que recuerdos, ¿verdad? —suspiro abrazando mis piernas.

—Mucho.

—¿Te acuerdas esos momentos de críos? Es como si hubiera pasado ayer mismo.

—¡Vamos, Katakuri! —grité con todas mis fuerzas tirando a un joven chico.

—¡Te he dicho que no quiero bañarme!

—Solo es un baño. —Río al ver que él se resistía.

—No me voy a bañar. Te recuerdo que soy un niño y tú una niña.

—¿Y que tiene que ver?

El rostro de Katakuri se torna rojo cuando pregunté eso. No supe a lo que se refería. Se suponía que aún éramos niños inocentes que sólo están creciendo y aprendiendo. Yo lo ignoré completamente quitándome toda la ropa menos las bragas y me tiré al agua. Recuerdo que estaba bien fría, pero fresquita para matar el calor que hacía en ese momento.

—¡Está fresquita, Katakuri! —le digo emocionada viendo que él desvía la mirada avergonzado—. Venga, no seas bobo.

A veces ponía muecas de fastidio como que le doy la razón hasta que se rindió . Se quitó la ropa quedándose en boxers y se metió en el agua, despacio, teniendo mucho cuidado. Pero yo de atrevida le salpiqué con el agua a lo que parpadeó unas cuantas veces. Sonrío con una risa malvada hasta que chillé cuando él hizo lo mismo. Empecé a huir para que no me atrapara, nadando con prisa, pero él era mucho mayor y estaba entrenado ya. Y de repente, me atrapó como un tiburón.

—¡No vale!

—¡Tú te lo has buscado! Ahora te haré cosquillas por ello.

—¡No!

No recuerdo cuánto tiempo estuvimos en el agua, pero sé que era la hora salir de ahí ya que nuestra piel estaba arrugada. Se notaba en nuestros dedos que hasta me los tocaba. Katakuri estaba acostado en el suelo fértil dejando que el sol le diese calor y secara su piel. Yo estaba a su lado contemplándolo, admirando lo mono que se veía. Sin aguantarlo, lo abracé a lo que él no se quejó, le gustaba que hiciera ese gesto. Ya estaba acostumbrado a mi presencia. Un rubor apareció en mis mejillas queriendo hacer algo que a lo mejor podría molestarse.

Me acerqué a su rostro e implanté un beso en sus labios, notando esos colmillos. Y él se incorporó de inmediato con un rostro rojo como el tomate y me miró queriendo una explicación.

—¡¿Por qué has hecho eso?! —cuestionó nervioso.

No sabía si era buena idea o que. Me encogí en mi sitio juntando los dedos a modo de timidez—. Lo hice porque me gustas —dije con sinceridad—. ¿Yo a ti te gusto, Katakuri?

No recibí respuesta por su parte, solo se quedó callado ante mi pregunta. Pero su rostro aún sigue con ese tono que le hacía ver adorable. Esbocé una sonrisa ya sabiendo la respuesta, pero le daré tiempo para que me lo diga. Era un niño orgulloso.

Qué bonitos recuerdos la verdad y creo que él también los está recordando. Esa pose que tiene da entender que aún sigue siendo aquel niño orgulloso. Grande y con orgullo, un guerrero perfecto para cualquier momento. ¿Sabéis? Recordar esos momentos entré con algo de calor y me dan ganas de darme un buen baño. ¿Él se atreverá? Lo dudo, hay hommies alrededor y no querrá quitarse la bufanda. Dichosa y maldita prenda, ¿por qué debiste existir? Me levanto de mi sitio para acercarme un poco más a la orilla ante la atenta mirada de Katakuri. Apoyo las manos al bordillo de mi camisa y me lo voy quitando, mostrando mi vientre bien trabajado en estos últimos años.

—¿Qué estás haciendo? —escucho preguntar Katakuri con un tono de ¿nerviosismo?

—Me voy a bañar.

—Sabes perfectamente que ya no eres una niña, ¿verdad? —Se inclina hacia delante incómodo—. Cualquier hombre aprovecharía para verte.

—Y tú eres un hombre y estás aprovechando la ocasión —le corrijo con la lengua fuera juguetona.

Estoy a punto de quitármelo, no obstante, algo me detiene y observo que mis manos están rodeadas de ¿mochi? Con qué esta es tu habilidad, ¿eh? Hago fuerza, pero es imposible. Entonces hace que me gire y me atrae hacia él. Su mirada indica que no le parecía buena idea de lo que estoy haciendo.

—Katakuri, por favor, ¿no me digas que te da vergüenza ver a una mujer desnuda?

—No me da vergüenza. —Suelta sin dejar de apartar sus ojos en mí—. Solo que no me gustaría que alguien te viese.

—El único que me va a ver eres tú —le rectifico.

—Y prefiero que sea en otro sitio que no sea en un sitio abierto.

—¿Te das cuenta que te estás delatando a ti mismo, Katakuri? —¡Qué lindo!

—Prefiero ser sincero. —Repito: ¡qué lindo!

Me libera de su mochi para luego crear como una especie de casa alrededor nuestro para que nadie mirase. ¿Qué intenciones tienes, Katakuri? Me supongo que querrá verme ya desnuda, ¡qué atrevido! Agarra mis manos para guiarlas hacia la bufanda. ¿Es lo que yo pienso que haga? Mi corazón bombea con bastante fuerza por el nerviosismo que recorre por todo mi cuerpo. Lentamente voy bajando aquella prenda, viendo esas suturas hasta que finalmente lo veo. Dejo de respirar al ver una mandíbula perfecta y esos colmillos han crecido bastante. ¡Se ve jodidamente atractivo! ¡Es un sexy gato!

Mi cara está ardiendo, debo estar roja y él lo ha notado a lo que desvía la mirada sonrojado. Mis dedos tocan con sutileza sus colmillos y la cicatriz que recorre por cada mejilla, y él suspira cerrando los párpados. Hacía tiempo que no tocaba esa parte que destacaba en él.

—Te lo tuve que recompensar por lo sucedido de ayer —dice donde sus ojos granates vuelven a mí.

—Ese maldito hommie estropeó la ocasión.

—Lo sé —ronronea ante mis caricias dejándose tocar y mimar por ellas.

Quiero besarlo, pero aún es pronto para hacerlo. Aún estamos empezando desde cero y no quiero que esto vaya muy rápido. Apoyo la frente en la suya haciendo que nuestros ojos estén en contacto. Es mágico lo que estamos viviendo ahora. La cercanía del otro es agradable, y no quiero separarme de él. Con su gran mano, se atreve a acariciar mi rostro con su pulgar y sus ojos destellan aún más que antes. Eres tan mono que no te das cuenta de ello, Katakuri. Una sonrisa se dibuja en mis labios y él me imita.

—Gracias por volver a confiar en mí.

—Gracias por darme una segunda oportunidad.

Creo que, sin ninguna duda, estamos destinados a estar juntos, aunque él lo niegue. Yo esperaré hasta que él se aclare y declare sus sentimientos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top