Capítulo IX. El plan de Katakuri
La sala de entrenamiento, un lugar donde suele estar siempre, escondido de la multitud que me mira o me admira. Cuando no hay nadie, aprovecho los momentos para reflexionar sobre la vida que me espera o me entreno duramente, mejorando cada habilidad de mi Akuma o perfeccionando mi Haki. Me siento orgulloso de haber mejorado el Haki de observación, muy pocos lo han conseguido o eso es lo que me ha contado mamá. Cada vez que pronuncio su nombre, me hace recordar cosas con Len. Si ella descubre que salgo con alguien de la no realeza me pedirá explicaciones o me alejará de ella. No quiero, Len es mi pura felicidad y lo he demostrado anoche y esta misma mañana. Se veía tan tierna debajo mía y durmiendo plácidamente. ¿Quien diría que la chica más ruda del mundo tuviera un corazón de oro?
Dejo de lado las pesas para pensar un poco cómo solucionar el problema. No puedo mentirle a mamá de que realmente es de una familia rica, ella lo descubriría por parte de mis hermanos. Alguien saldrá bocazas y lo tengo que maldecir una y otra vez. ¿Dejarla embarazada? Podría, pero tengo miedo que mamá mate a Len cuando dé luz a mis hijos y que no sirva. Mis dedos están colocados por mi sien, calmando la vena que se asoma provocado por el dolor de cabeza que se avecina. Es mi luz y no puedo perderla de esa manera. No me lo perdonaría por nada del mundo. Junto los párpados mientras apoyo mi espalda en el respaldar del asiento, donde el silencio reina en la sala. Es tan reconfortante en no tener que escuchar a tus hermanos por un momento.
La soledad suele ser mi amiga en algunas ocasiones, diciéndome cosas como que debo preocuparme por mí mismo y de nadie más; pero, desde que llegó Len ahora mis preocupaciones se centran en ella. Quiero cuidarla y protegerla como en los viejos tiempos, y ella hará lo mismo, eso no tengo que dudarlo. Ojalá estuviera aquí y me distrajera un poco, y no es posible porque está trabajando. No estaba de broma cuando le dije que estaría mejor en la tripulación de mamá y la pueda vigilar de cerca. No estaría mal, así verá lo fuerte que es Len. ¡Claro, eso es! Debería decírselo, al fin y al cabo, es conocida como La Quebrantahuesos. No creo que haya ningún problema con eso, puedo decirle a mamá que encontré a alguien bastante fuerte como para estar en nuestra tripulación. Para ser un comandante tengo buenas ideas.
Me levanto decidido ante esa idea, pero antes las puertas se abren dando paso a mis dos mellizos con intención de entrenar. Me vieron dedicándome una sonrisa ya bastante conocida, me van a molestar, eso sin duda. Oven se aproxima y da palmadas leves en mi pecho.
—¿Qué tal ha ido con Len? —me pregunta curioso.
—Hemos oídos que has tenido muchas citas con ella —habla Daifuku.
—Muchas no, pocas —corrijo—. ¿No puedo al menos estar con ella?
—No hemos dicho nada malo. Tan solo queremos saber qué tal te ha ido.
—Bastante bien, no me quejo —cruzo mientras cierro los párpados.
—¿Le dirás a mamá que tienes novia? —Mi piel se eriza cuando escucho aquella pregunta de Oven.
—Si le digo eso, me hará preguntas de si ella es de la realeza y cosas así.
—Recuerda, Oven, es mamá —regaña Daifuku.
—Oh, pero sería una lastima que nuestro hermano mayor no esté con la chica que le gusta.
Sí, le doy la razón a Oven. Sería una lastima que no estuviera con ella, realmente me gusta y no puedo negarlo. Es el sol que ilumina mis mañanas y brilla en medio de la oscuridad que se cierne sobre mí. Tengo que decirle que se una a nuestra tripulación mostrando a mamá que ella es fuerte peleando y no se anda con rodeos. Y tal vez, ella me deja casarme con Len. ¿No sería maravilloso? El destino quiere que sea así y haré todo lo posible porque está en mis manos. Escucho a alguien chasquear los dedos y parpadeo unas cuantas veces.
—¿En qué estás pensando, Katakuri?
—En una idea.
—¿Podemos sabes cuál?
—Ya lo veréis. —Una sonrisa no visible se forma en mis labios mientras encamino hacia la salida dejando a mis hermanos curiosos por mi respuesta.
Son las doce del mediodía y todavía estará en el trabajo atendiendo a los clientes. ¿Estará agotado? Vamos, estamos hablando de Len, una chica enérgica que con un solo insulto ya es capaz de mandarte lejos con su puñetazo. Menos mal que tengo demasiada suerte como para librarme de sus palizas. Mis hermanos no. Recuerdo que Cracker le dijo algo feo y ella con toda la rabia del mundo, le dio tantos golpes que ya perdí la cuenta. Y si lo hago yo, no me pega. «¡No es justo, nii-chan!», esas eran sus palabras no muy contento. Yo solo encogía los hombros con una media sonrisa en mis labios. Hobbit, tsundere... No son insultos, más bien una forma de tratarla con cariño a lo que lo toma mal y ella me la devuelve.
No es tonta y se nota demasiado, no me quiero imaginar cuando tenga hijos con ella. Katakuri, ¿por qué demonios estás pensando en eso ahora? No es tu esposa, es tu ¿pareja? ¿Amante? Madre mía, ayer me acosté con ella y no sé cómo tratarla. Quiero tratarla como mi pareja definitivamente, pero ¿y ella? Vamos, Katakuri, es Len, a ella le gustas incluso ve tu cara y no le da miedo. Deberías estar agradecido de encontrar a alguien como ella, tan gentil y tan ruda al mismo tiempo. Ojalá mamá aceptase mi unión con ella. La gente murmulla cosas sobre mí, cosas de que soy el hombre más fuerte dentro de la tripulación y el hijo más temido de Grand Line. Desde que les di aquellos chicos su paliza, no se atrevieron acercarse más.
Y mejor para mí, no estaría con un humor de perros si los vuelvo a ver. Ya estoy enfrente de las pastelería y lo primero que huelo es el dulce aroma de mis deliciosos donuts. Lo malo es que aquí son pequeños y yo prefiero los grandes que me preparan los chefs. Noto las miradas del barullo cuando entro en la tienda y veo a Len moviéndose de un lado. La pobre no da para más. A ella la veo como una guerrera y no sirviendo comida, aunque debo reconocer que si me alimenta no me quejaría. Se la ve tan adorable de esa forma, no pude evitar sonrojarme un poco y menos mal que tengo la bufanda puesta. Len dirige su mirada hacia donde estoy y me dedica una sonrisa de lo más amplia posible a lo que mi corazón se encoge. Adorable, es la primera palabra que aparece por mi cabeza.
—¿Has venido aquí para pedir unos donuts?
—Yo quería verte y hablar contigo —digo muy seguro de mí mismo.
—¿Y de qué quieres hablar?
—Quiero que dejes el trabajo para que te unas a la tripulación de mamá.
—Katakuri, yo sé que quieres tenerme cerca. —¿Es una forma de reñirme?
—No solo por eso, sino también para que mamá vea lo que eres capaz. —La sigo viendo que se mueve de un lado para otro—. Eres una luchadora nata y a mamá le gustará tenerte.
—Yo no nací como para ser pirata.
—¿Y de enamorarte de uno?
Queda muda al escuchar esa pregunta y se voltea para mirarme. Noto sus mejillas ruborizarse dándome la razón del mundo. ¿Ves? A ella le gusto, eso no debo dudarlo en ningún momento de mi vida. Ladeo la cabeza, esperando alguna respuesta suya.
—Iré al castillo, pero si veo que tu madre no le agrado, olvídate.
—Entonces mi plan B será raptarte. —Eso hizo que riera bajito.
—¿Y escaparnos juntos? —lo dijo bajito para que nadie escuchase.
—No sería una mala idea.
No me importaría tener una pequeña escapada con ella y poder disfrutar del momento. Sentir sus mimos y sus caricias en mi rostro, tocando con sutileza mis colmillos mientras besa las cicatrices de cada mejilla. Adorable no, lo siguiente. Sin embargo, hay muchas miradas por lo que debo ser muy duro con ella a lo que cruzo los brazos, esperando a que Len termine con sus quehaceres. Yo salgo de la tienda sentándome en un banco observando el cielo azul y despejado. Los hommies cantan sin cesar, ya que son libres de hacer lo que quieran y obedecerán a mamá cueste lo que cueste. Noto un leve tocamiento en mi rodilla y veo a Len ya preparada para lo que viene. En serio, es tan pequeña y adorable, parece que lo notó que hasta infló los mofletes molesta.
—No tengo culpa de que seas un grandullón de cinco metros.
—Es que te ves linda así de pequeña. —Me inclino un poco para tenerla más cerca—. Y pueda dominarte cuando quiera.
—Katakuri, si no fueras tan adorable, te hubieras llevado la paliza del siglo. —Amenazas que nunca se cumplen.
No digo nada más, solo me levanto para caminar con ella en dirección al castillo. Qué graciosa que tenga que dar zancadas para seguir mis pasos, yo soy de piernas largas y ella de cortas. Quien diría que Len y yo fuéramos pareja, no definitivamente, pero me gustaría. De repente, noto como algo trepar sobre mí y es ella quien decide sentarse sobre mi hombro teniendo buenas vistas. Bueno, así no la perderé de vista. La gente se sorprende al ver a Len sentada ahí y yo sin decir nada o ni me inmuto. No me molesta para nada, ella de pequeña solía subirse sobre mi espalda como si fuera un caballo y ella una jinete. «Corre como el viento, Katakuri», esas eran sus palabras para que me moviera.
Linda y enérgica es una combinación perfecta para definirla; no obstante, no olvido de su lado tsundere cuando se molesta con algo y quiera liberar toda su ira con cualquier saco ya sea de carne o de madera. Ella no me da miedo cuando se pone así, es más me excita porque es una mujer fuerte e independiente. No necesita que la ayuden a menos que esté en peligro. Recuerdos de nuestra infancia se hace presente, los dos enfrentándonos ante cualquiera que se mete con nosotros y les damos la paliza de su vida. Fueron buenos momentos y me gustaría volver a vivirlos nuevamente. Tener aventuras nuevas con Len y ver lo mucho que ha madurado en cuanto a fuerza e inteligencia.
Llegamos a Whole Cake donde la puerta hommie se abre dando paso a mi camino. Mamá está fuera riendo como nunca viendo a los soldados entrenar y sufrir, pero el silencio llegó cuando me ven llegar con Len. Mis hermanos están sorprendidos de que ella esté en mi hombro y no me haya molestado, hasta tengo la sensación de que mis hermanas pequeñas tienen algo de celo. Len salta desde su posición y sus pies caen a la perfección en el suelo duro y frío, y coloca sus manos a las caderas mirando uno a uno.
—Katakuri, ¿quien es esta chica? —habla mi madre levantándose de su sitio.
—Su nombre es Hirawashi Len, la Quebrantahuesos.
Cuando dije su apodo, todos los caballeros se tensaron que hasta algunos escondieron sus rostros por los yelmos. Creo que la conocen y madre también, sus ojos brillan al ver a la chica.
—¡¿Es cierto eso?! ¡¿Eres la Quebrantahuesos?! ¡¿La chica más fuerte de todo Grand Line?!
—Vaya, parece que los rumores vuelvan. —Espera, ¿mamá ya la conoce?
—No me esperaba tenerte en frente mía y encima Katakuri te trajo hasta mí. —Feliz es lo que se ve en el rostro de mamá—. ¿Deseabas verme?
—En realidad, sí. Su hijo Katakuri vio mi fuerza bruta y me ofreció unirme a su tripulación; sin embargo, necesitaría la aprobación de la verdadera capitana.
—Eso sin duda. Quiero ver si son ciertos esos rumores —comenta con una leve sonrisa en su rostro, volviéndose a sentar sobre su sitio—. Demuestráme esa fuerza tan monstruosa enfrentándote a los caballeros.
Tintineos de temblor es lo que escuchó de los pequeños soldados al escuchar la orden de mamá. Ellos parecen temerla, saben lo que es capaz y es normal. Len está tranquila analizando a sus próximas víctimas mientras una sonrisa temeraria se forma, es una señal de que está emocionada. Dos soldados se acercan a ella con rapidez; no obstante, Len detiene sus lanzas con sus propias manos desnudas y los alza como si fueran simples trapos de usar. Ellos patalean con rabia, queriendo que Len los soltase y pidiendo piedad de que no les haga nada, pero la conozco demasiado y querrá jugar un rato. Mis hermanos mellizos, Cracker y Brûlée lo saben también que hasta escucho como ríen, sintiendo pena por ellos.
Ella los agita como si fueran simples cucarachas que hay que deshacerse y patea a uno de ellos con fuerza, provocando que chocara contra el puro rompiéndolo. El otro está vivo, pero no por mucho tiempo. Un puñetazo es lo que recibe en su cara, destrozando el yelmo y dejando k.o. al pobre hombre. Inútiles, se atrevieron a atacarla y lo han pagado muy caro. Y ni uno más se ha atrevido acercarse más a ella, más bien huyeron despavoridos queriendo salvar sus vidas. Es lo mejor que pueden hacer. Mamá ríe al ver lo ridículo que se ven sus mejores hombres.
—Sin duda alguna, los rumores eran ciertos —comenta con una sonrisa muy amplia—. Me supongo que estarás buscando un sitio para vivir.
—La verdad es que tengo casa, pero no me importaría trabajar con usted.
—¡Entonces decidido! —Se levanta de golpe extendiendo sus brazos hacia el cielo y grita—: ¡Hirawashi Len formarás parte de la tripulación de Big Mom! ¡Debemos celebrarlo con una buena fiesta del té!
Suspiro aliviado de que todo haya salido bien, pero ahora la cosa era como decirle a mamá que quiero casarme con ella.
—¡Y también celebrar la unión de dos parejas! ¡Len te casarás con mi hijo Katakuri por traerte aquí y porque él se merece tener como esposa a alguien como tú!
De lo serio que soy, estoy impactado ante la noticia. Ni hizo falta decirlo. Mi corazón bombea más sangre de lo normal mientras ella y yo nos miramos. El destino lo quiso así, nos unió nuevamente.
Y nos unirá eternamente.
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