Capítulo II. Siempre con Katakuri
Un nuevo día llega y con una sonrisa de oreja a oreja. Ayer hice un nuevo amigo y se llama Katakuri. ¿No es maravilloso, mamá? Ojalá me estuvieras viendo ahora y ver a tu querida hija hacerse amiga de alguien a quien se considera un monstruo. A mí me gusta su rostro, es un lindo gatito. Me sonrojo al pensar en cómo comía ayer, era tan lindo. Me pongo a hacer el desayuno con muchas ganas de volverle a ver y creo que él también. Lo que si no me gusta es que me llame hobbit. Yo entiendo que sea pequeña aún, pero seré super grande como una montaña. Entonces a ver quién es el hobbit.
Río con solo pensarlo mientras desayuno con tranquilidad. No tengo prisa alguna, pero estoy ansiosa. Estoy emocionada de querer ver al gatito. Como esos niños lo insulten se llevarán la mejor paliza de su vida. Muerdo con furia con solo pensar en ello. Que rico me quedó el sándwich. Si él lo probase le gustará mucho. He mejorado mis dotes de cocina y eso que solo tengo diez años. Miro al mueble donde está la foto de mi madre en el portarretrato. Ojalá estuviera aquí y me diese todo el apoyo del mundo. La echo mucho de menos. Su muerte no fue agradable. Ella se puso mala de una enfermedad desconocida para los doctores.
«Lo que para ti es horrendo, para mí es hermoso», son sus últimas palabras antes de morir y me llegaron al corazón. Yo nací con una fuerza sobrehumana pudiendo levantar objetos pesados y golpear con bestialidad a la gente. Y Katakuri lo vio y no parece importarle mucho. Pero su rostro reflejó impresión y se alegró mucho de que le haya defendido de esos matones. ¡Parezco una niña tonta enamorada! No me va ese tipo de cosas, da mucho asco. Saco la lengua no gustándome mucho la idea. Pero no dudaría en besar su mejilla o tocar esas cicatrices. ¡Es que se ve muy mono! Empiezo a cantar sin darme cuenta y ladeo la cabeza de un lado para otro muy feliz.
Miro la hora del reloj y creo que es mejor irse y buscarle. Me supongo que estará en su escondite favorito. Río pensando en darle alguna grata sorpresa a lo que corro a la salida, sin olvidarme de las llaves de casa y me dirijo al muelle. Es el primer amigo que tengo en mucho tiempo y no quiero fallarle. El viento sopla en mi cara refrescándome demasiado, dándome todas las fuerzas posibles para llegar hasta allí. No pasó mucho tiempo hasta llegar al escondite de Katakuri, pero para mí sorpresa no está. Me pongo triste al saber que no le iba a volver a ver. ¿Y si está en casa de su mamá? Mis ojos se dirigen en el gran castillo teniendo esa corazonada. Sonrío ampliamente y troto hacia el hogar del gatito para abrazarle y pedirle que juegue conmigo.
—¡Katakuri! —griro con todas mis fuerzas para que me escuchase.
No tardo ni diez minutos en llegar al sitio y me asombro mucho por ver lo grande que era. No me imaginé que fuese majestuosa desde la cercanía. Veo que la puerta está abierta, así que aprovecho la ocasión para entrar adentro pidiendo permiso a la hommie que custodia la entrada. Mis ojos brillan con tan intensidad al ver una fuente de chocolate delante de mis narices. Lo reconozco, me encanta ese dulce. No dudo en ningún momento y me dirijo allí, subiéndome al bordillo y coger aquel líquido en mis manos. ¡Dios que delicia! Es tan dulce. ¡Me encanta! ¡Me atiborraría de ello por siempre!
Tengo los dedos manchados, pero me da igual. Yo quiero seguir comiendo como niña que soy. Mi cara estará llena de chocolate a lo que extiendo mi lengua para llegar a zonas que pueda alcanzar. Chocolate. Delicioso chocolate. Si fuera una persona me casaría con él. Oh, chocolate, dulce chocolate. ¿Qué haría yo sin ti?
—Oye, ¿cómo has entrado aquí?
Y me detengo, cuando escucho la voz de un niño un tanto desconocido para mí. Me doy la vuelta y me encuentro a un chico con la lengua sacada y mirándome mal. ¿Quién es?
—No deberías estar aquí. Si mamá te ve, te llevarás una buena bronca.
Detengo mis movimientos para bajarme del bordillo sin dejar de mirar al chico—. Vine para ver a Katakuri. —El chico de la lengua rara me mira impresionado.
—¿Y por qué deseas ver a mi hermano?
—¿Es tu hermano? —Asiente el chico a lo que yo esbozo una sonrisa amplia—. Soy su amiga —digo y él simplemente ríe, yo sin entender nada.
—Katakuri no tiene amigos. Le conozco demasiado. —Él cruza los brazos a lo que me enfado.
—¡Tiene uno! ¡Y esa soy yo!
—No me hagas reír, niña.
Me dan ganas de golpear a ese idiota diciéndome que Katakuri no tiene amigos. Me acerco a él, apretando los puños con rabia mientras que un aura aparece a mi alrededor. Pude ver cómo sus ojos se agrandan mostrando miedo e inseguridad, hasta comienza a caminar para atrás. Te aseguro que es un malnacido al decir que él y yo no somos amigos. Estoy a punto de golpearle hasta que escuché cierta voz muy conocida para mí:
—Len, ¿qué haces aquí?
Mi enfado se esfuma al ver a Katakuri con cara de sorpresa. Yo solo vuelvo a sonreír y corro hacia a él para abrazarlo.
—¡Katakuri! —Estoy casi; sin embargo, él como es grande me detiene con su mano. Yo le miro confusa.
—No me abraces estando manchada. Mamá se enfadará si me ve con las ropas sucias.
—¡Jo! Al menos darte un besito de saludo. —Hago puchero y veo como se pone rojo.
—¡No quiero un beso tuyo! —me grita a lo que río inocente.
—¿De que la conoces, Katakuri? —Oh, se me olvidó aquel niño que, supuestamente, es el hermano de él.
—Es una amiga mía, me defendió de unos abusones.
—Con razón esos aires de bruja psicópata.
—¡¿Qué me has llamado?! —le gruño cuando le escuché decir eso—. ¡Cavaré tu propia tumba como vuelvas a decir eso!
Lo iba a golpear, pero siento la mano de Katakuri detenerme. Y, automáticamente, me calmo para sonreírle nuevamente, no sin antes escucharle decir a ese tipo: «Tsundere». Una vena en la sien crece sin cesar. Te aseguro que si no estuviera aquí el gatito, lo golpearía a muerte. Katakuri palmea mi cabeza unas cuantas veces a lo que me sonrojo un poco. ¡Oh, mira esa sonrisa! Me gusta mucho. Quiero abrazarlo, pero, como dice él, estoy manchada.
Hace un gesto de que le siga a lo que obedezco y me lleva a una especie de grifo donde sale agua. Abre la llave para que yo aproveche en lavarme las manos y la boca. Está fría el agua, pero está fresca. Y una sonrisa traviesa sale de mis labios. Con el agua misma, mojo a Katakuri cogiéndole de sorpresa. Su mirada muestra sorpresa y sus ojos dan un toque de iluminosidad. Y de repente, hace lo mismo conmigo. Chillo y río a lo que huyo de él, pero sigue intentando mojarme todo lo que puede a modo de venganza. Jolín, no puedo acercarme a él porque tiene la ayuda del agua. Su sonrisa muestra que ha ganado, que esta victoria es suya.
Inflo los mofletes muy molesta ante esa actitud de ganador. Me dan ganas de golpearle por ese idiotez, pero no lo hago porque es mi amigo. Le perdono porque fui yo quien empezó todo esto. Ahora que estoy limpia, corro hacia él para abrazarle con todas mis fuerzas. Y él no cae ante mi brutalidad, algo que agradezco mucho ya que, como dije, tengo mucha fuerza y puedo hacerle daño. Siento una mano suya acariciar mis cabellos a lo que yo suspiro despacio.
—Katakuri, no me dijiste que tienes novia.
Alzo la cabeza para ver quién ha hablado y son otros niños que tiene una sonrisa de burla a Katakuri. ¿Novia? Eso es muy pronto, ¿no?
—¡No es mi novia! —grita apartándose un poco de mí.
—Oh, vamos, si te ves muy cariñosa con ella. ¿Tú qué dices, Oven?
—Cierto, Daifuku.
—Meteos en vuestros asuntos —gruñe Katakuri muy molesto del comportamiento de esos dos.
No me gusta que le molesten. Empujo un poco al chico para encarar a esos dos a lo que me miran curiosos—. No os metáis con él. ¿No podemos ni siquiera ser amigos?
—Si que podéis, pero me divierte ver a mi hermano estar con una niña —habla el chico rubio llamado Daifuku.
—Y muy guapa por cierto. Tienes suerte nii-chan —dice el chico llamado Oven.
—¿Nii-chan? ¿Eres su hermano mayor?
—Son mis hermanos mellizos.
—Pues no se parecen mucho a ti —confieso mirando a los tres casi al mismo tiempo. Y sonrío con dulzura, abrazando de nuevo a Katakuri—. Pero tú eres el más lindo, eres un gatito.
—¡No soy un gatito!
Me da igual lo que diga, para mí lo es. El más lindo de todos. Mi oreja está muy cerca de su corazón que bombea sin cesar, mostrando nerviosismo. Cómo me gusta molestarlo a mi manera, pero sin ser agresiva. Oh, lo recordé.
—Katakuri, ¿quieres jugar conmigo? —pregunto con ojitos de cordero degollado.
—¿Y por qué quieres que juegue contigo? —Por el tono de voz que emplea parece que no le agrada la idea.
—Porque somos amigos.
—Ya tengo edad suficiente como para jugar a juegos de niños.
Yo no me inmuto en mi sitio, parpadeando, reflexionando ante las palabras de Katakuri. Él no me mira en absoluto porque está muy conforme con lo que ha dicho. Yo le veo una tontería. Él es un niño como yo, aunque tenga mentalidad de un adulto. Y no quiero quedarme aburrida. Así que, sin más dilación, sujeto su muñeca con fuerza y comienzo a arrastrarlo ante la sorpresa del chico. Los otros miran impresionados de que esté llevando a Katakuri y él intente zafarse de mí, pero no puede porque estoy empleando la fuerza.
Y siento que se rinde porque sabe que esta vez gano yo, por lo que río muy satisfecha. Camino con él hacia la salida y comenzamos a recorrer por la ciudad. Aún estoy pensando a dónde ir para que podamos jugar juntos sin que nadie nos moleste. Me detengo un poco, mirando a mi alrededor, buscando algún punto. Hasta que una idea se me cruza en la cabeza. Lo guío hasta llegar a las afueras, donde hay una pradera llena de flores y al fondo se visualiza una gran cueva. Es mi lugar secreto cada vez que estoy triste e intento reconfortarme de alguna manera.
Al entrar en aquel agujero, suelto la muñeca de Katakuri para sentarme en el tronco y mirarlo. Su rostro refleja curiosidad en el sitio a lo que me mira.
—¿Por qué me trajiste aquí?
—Porque quería que conocieras mi rincón favorito.
—¿No es demasiado pronto? —Él se adentra un poco más para ponerse en el otro tronco.
—Para mí no. Yo quiero que mi primer amigo conozca mi sitio —digo recogiendo mis piernas—. Este lugar lo ha sido desde que mi madre murió.
El silencio se hace presente en la cueva. No parece que ninguno de los dos quiere hablar o tal vez Katakuri no le interesa saber mis cosas—. No quiero ser brusco, pero ¿qué le pasó? —Me impresiono cuando realiza esa pregunta.
—Enfermó. No hubo manera de curarla.
—Lo siento mucho.
—No importa.
Él no tiene culpa de nada realmente. Lo desconocía. Yo sólo intento ser la niña feliz que mamá desea ver. Cierro los ojos dejando que los rayos del sol llenen mi rostro. Puedo sentir la mirada de Katakuri en mí, una forma de sentir curiosidad hacia mi persona. Escucho como se levanta de su sitio para fisgonear un poco el ambiente, hasta podría decir que ha bostezado, una forma de decir que está aburrido. Y no le culpo. No tengo nada que ofrecerle, salvo mi compañía. Siento una leves palmadas en mi cabeza a lo que alzó la cabeza para mirarlo. Él sostiene esa sonrisa que me gusta a lo que le dedicó yo también.
Me levanto y veo que él sale de la cueva para estirar los brazos. Deberá estar cansado creo yo. Y tengo la oportunidad de abrazarlo con todas mis fuerzas por detrás. Me encanta darle ese toque de cariño, mostrándole que no está solo. Qué hay alguien que le dará todo el amor que quisiese. Él no se inmuta, se deja abrazar, algo que me alegra mucho. Fue un segundo paso para estar cerca de Katakuri.
Los días y las semanas pasan y me paso la vida persiguiendo al niño. Él intenta a veces huir de mí, pero al final no tiene más elección que estar conmigo. No paro de jugar con él. Me divierto mucho estando con él. Es mi amigo y le estoy queriendo mucho. Pero parece que él ignora ese sentimiento. Y me da igual. Me conformo con darles besitos en la mejilla cuando quiera. Me gusta que se ponga colorado cada vez que hago ese gesto. Se ve muy adorable. Parece que le agrada mi compañía.
Sus hermanos, a veces, son molestados por esos idiotas. Yo les defiendo con uñas y dientes si es necesario. Con eso conseguía que Oven, Daifuku, Cracker y Brûlée sean mis amigos, sobre todo la última que es menor que yo. Parece que tiene un gran afecto hacia Katakuri por ser el hermano mayor. Y por mis grandes gestos él se acercaba más a mí, hasta incluso se pone más nervioso de lo habitual. ¿Por qué será?
—Katakuri, ¿por qué te pones así cada vez que estoy cerca tuya? —pregunto mientras él se atraganta al tener una gran cantidad de donuts en su boca.
—¡Yo no me pongo nervioso!
—Mentiroso.
—¡Yo no miento! —Y con rapidez, beso su mejilla notando esa cicatriz que recorre en ella—. ¡Y no vuelvas hacer eso!
—¡Te has puesto nervioso! —Río divertida al ver que está rojo como un tomate.
—¡Deja de decir tonterías, hobbit!
—¡Tonto!
—¡Hobbit!
—¡Tonto!
Aunque nos insultamos, la verdad es que una forma de cariño que tenemos de decir las cosas. Luego reímos como niños que somos. A veces, después de la comilona, me pongo en su hombro para quedarme dormida algo que él se deja. La verdad es que estoy bien cómoda con él y si le das un plus de sus caricias en mis cabellos, aún más. Me recuerda a mi mamá cada vez que duermo. A lo mejor es por eso que me gusta estar cerca de él, todo me recuerda a ella. ¿Me enviaste un ángel de la guardia para que me cuidara y que yo le pueda proteger, mamá? Sí, es así, estoy muy feliz.
Quiero estar a su lado siempre. Katakuri es un niño muy seguro de sí mismo, pero por cada tontería que hago se pone nervioso y se sonroja mucho. También es fuerte y le importa poco que los niños le insulten, se defiende muy bien y no dudará en patearles el trasero a cada uno. Sí, es como yo, pero en versión niño.
Últimamente, cuando estoy con él, siento cosas en el estómago, como si tuviera mariposas. ¿Él me está comenzando a gustar? Todavía soy una niña, pero me agrada su compañía y su forma de ver las cosas. Mis ojos se iluminan cada vez que le veo y me abraza como muestra de cariño. Una vez, yo sentí curiosidad y rocé mis dedos por debajo de su barbilla. Y mis mejillas se encendieron cuando escuché a Katakuri ronronear como un felino. ¡Es un gato! ¡Es un adorable gatito! Yo no pude evitar en llamarlo todo el día así a lo que él grita para que parase. En el fondo, le gusta que lo diga y no quiere reconocerlo. Todo iba de maravilla en estos meses con él.
Pero un día todo cambió e hiciera que me arrepintiera.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top