Prólogo

Misuk.

Apresuré el paso para llegar a tiempo al departamento. La lluvia me tenía empapada y los relámpagos caían como balas estremeciéndome por completo. Suspiré al llegar al primer piso del edificio donde vive mi novio, hacía tres días que no hablábamos, ni siquiera por el celular y a decir verdad ya me tenía preocupada.

Saliendo de la universidad me armé de valor y sin importarme la tormenta que se avecinaba había salido para dirigirme aquí.

Max y yo llevábamos un año como pareja, el cursaba el último año de universidad mientras yo apenas estaba en el tercero.

Suspiré sonoramente cuando terminé de subir las escaleras hasta el noveno piso, el maldito elevador estaba en mantenimiento y nadie podía usarlo. Una mala sensación me recorrió por completo cuando ingresé la llave para abrir la puerta y las manos me comenzaron a temblar, aún empapada y estilando el agua me abrí paso por la pequeña sala y un ruido llamó mi atención. Enseguida comencé a respirar agitada al notar de dónde provenían y cuando quería dirigirme hasta allí las piernas no me respondían, pero aún así obligué a mi cuerpo a moverse. Mis pasos se volvieron temblorosos y mi corazón parecía querer salirse de mi pecho, hasta que estuve frente a la puerta de su habitación. El ruido de algo golpeando la pared se escuchaba más claro junto a ¿gemidos? No podían ser gemidos, no, no. Negué con la cabeza antes de optar por la poca fuerza que me quedaba y abrir la puerta de un solo viaje.

Mi corazón se paralizó al ver la escena frente a mis ojos. Mi maldito novio se estaba follando a un tipa en cuatro, justo en la misma cama donde dormíamos de vez en cuando.

El pecho me dolió horriblemente porque sabía que esto podía pasar pero aún así mi mente no lo quería creer. Mi hermano me lo decía todos los días, él no es bueno, te romperá el corazón y yo de estúpida nunca le creí. El amor me cegó de la manera más horrible posible y ahora sentía como se rompía algo dentro de mí.

Ellos ni siquiera me habían notado. La tipa gemía como loca y las ganas de vomitar se hicieron presente, el asco y la repugnancia me subieron por la garganta y perdí el equilibrio cuando con una mano tumbé el jarrón que estaba al lado de la puerta.

Ambos se despegaron asustados y el desgraciado al que le había entregado mi corazón me miró horrorizado. Solo lo miré con el rostro asqueado, ni siquiera estaba llorando y la mirada que les dediqué a ambos ni siquiera sabía que la podía dar.

Odio. Tanto odio y repudio que justo ahora deseaba que se muriera.

- Misuk- susurró aterrado cubriéndose rápidamente con la sábana-. Cariño, no es lo que parece- dijo con ojos de súplica, estúpido y más estúpida yo por caer en sus garras.

Emití una risa hueca, porque me sentía así, vacía, sin nada y negué ya con una lágrima bajando por mi mejilla y mi cabello todo mojado junto a mi ropa.

Negué de nuevo cuando la realidad me atacó de la peor manera y retrocedí dando dos pasos hacia atrás cuando amagó acercarse.

- Ni se te ocurra acercarte. Me das asco, ¡asco!- levanté la voz sintiendo mi garganta cerrarse y antes que hiciera el intento de seguirme ya me encontraba corriendo. Ni siquiera se de qué forma baje las escaleras sin terminar con un hueso roto. Pero en el momento en el que el frío de la noche me atacó pensé desfallecer. El barrio no era bueno, era conocido por haber gente drogadicta y ladrones, así que con el corazón acelerado de miedo tomé el callejón que me llevaba a la avenida principal.

Estaba todo oscuro de no ser por algunas luces que fallaban de seguro por lo vieja que estaban, ya no estaba lloviendo, por suerte. Pero la oscuridad era suficiente para hacerme encojerme de miedo y para mí desgracia el celular no tenía batería.

Temblé del frío y me abrasé a mi misma dejando que el dolor me absorbiera y una lágrima se deslizó por mi mejilla, luego un sollozo, otro sollozo, hasta que ya no los podía controlar. Comencé a respirar agitada cuando sentí un ruido cerca y cargada de temor, traté de apurar el paso pero un grito me hizo paralizarme por completo. Sonaba a dolor, sufrimiento y era desgarrador. Mis pies se movieron por si solos y entre la oscuridad de un desvío por el lado derecho del el callejón pude ver lo que en mi vida pensé ver.

Ahogué un grito con la mano cuando el hombre vestido de negro completamente apuntó la sien del hombre moribundo y cuando el hombre disparó, un grito salió desde lo más profundo de mi garganta, tan fuerte y estremecedor que temblé en llanto, el hombre se giró y me encogí no pudiendo aguantar los temblores de miedo y frío que experimentaba mi cuerpo.

Retrocedí horrorizada cuando sus ojos oscuros analizaron mi anatomía por completo.

Me van a violar, fue lo único que pude pensar cuando me escaneó y me maldecí por haber tomado este callejón. Ahora estaba horrorizada, con el corazón roto y peor aún, sin batería. Si algo me pasaba nadie lo sabría.

No podía verlo por completo. La gorra y el cubrebocas cubrían su cara casi por completo y lucía joven, muy joven. Estaba vestido de negro en su totalidad y el arma que cargaba en su mano derecha me hizo mirarlo tan asustada como una gacela a punto de ser devorada.

Pero ni siquiera se movió, solo me miró, ojos negros cargandos de ira, maldad, pero en el fondo había otra cosa, algo que no sabía cómo describir. Algo que hacía que mi dolorido corazón volviera a latir desenfrenado y lo peor es que no podía dejar de mirarlo a los ojos. Era como si un imán me atrayera a él.

Sin medir siquiera la distancia el caminó hasta quedar a pocos metros de mí y lo que más me sorprendió fue que guardó su arma en la parte trasera de la espalda baja.

Pestañé varias veces cuando volvió a centrar su vista en mí y cuando habló no dudé dos veces en hacer lo que decía.

- Te doy cinco segundos para irte. Porque si te atrapo, no vivirás para contarlo- su voz, su maldita voz sonó como un canto de sirena y me aturdió -. Cinco, cuatro, tres, dos, uno.

Salí del trance comenzando a correr por mi vida, ni siquiera sabía de dónde había sacado las fuerzas. El celular se me había caído de la mano y justo ahora me importaba más mi vida que el puto teléfono.

El frío golpeaba mi cuerpo y agradecí ver las luces de el reparto dónde vivía.

Respiré agitada quemando mis pulmones con el frío aire cuando me detuve frente a la carretera. Sentía que perdía mis fuerzas y esa voz, esa maldita voz se repetía en mi cabeza como un disco rayado. Las lágrimas regresaron a mis ojos cuando los recuerdos de lo pasado en las dos últimas horas me atormentaron.

Sentía que alguien me abservaba a lo lejos y temblé de nuevo, ya no sabía si por frío, impotencia, miedo u otra cosa.

-¿Misuk?- sentí una voz conocida seguida de pasos apresurados, no lo pensé mucho y me lancé a los brazos de mi hermano sin pensarlo-. Dios, ¿que te ha pasado? Estás helada, rosas la hipotermia.

Expresó todo tan rápidamente que sentía que me mareaba.

- Yo, yo, he roto con Max- las palabras salieron con tanto dolor de mi que rasparon mi garganta.

- Tranquila, todo estará bien- aseguró envolviéndome en sus brazos.

Eso espero, porque ya nada está bien.

Y lo peor, el hilo rojo ya había hecho de las suyas.

[•••]

Prólogo extenso porque de aquí parte el libro.

Algunas imágenes Wattpad las eliminó, de allí que no carguen.

Gracias por leer.

Ahora si las dejo con la intriga y pido paciencia porque ahora sí entra en la etapa de Próximamente.

Cuando vaya a comenzar a publicar avisaré por adelantado porque para ello ya Unholy debe de haber acabado o entrado a la recta final, ya que no pienso alargarla a los más de 40 y más capítulos.

Voten por el prólogo y por este nuevo proyecto que será sobre todo una aventura inolvidable.

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