21

Jimin.

Me tomé un tiempo antes de bajarme del auto, era temprano, bastante temprano, apenas se veía la claridad del alba, respiré profundo y apreté el ramo de flores blancas entre las manos, el camino de grava sonó bajo mis zapatos y respiré profundo cuando llegué a dónde quería.

Hacía tiempo que no venía, el único que sabía de este lugar era yo y así quería que continuara. Me agaché y un nudo me retorció la garganta y bajó por mi estómago, sentí ganas de vomitar, rabia, dolor y unos enormes deseos de ver sangre correr llenaron mis pensamientos.

Las manos me temblaron cuando solté el ramo a un lado y limpié las hojas que cubrían la lápida, los ojos me ardieron cuando observé el tallado en el cemento.

Park Hanna.

Quité hasta la última hoja y coloqué el ramo, miré hacia arriba y los rayos del sol ya comenzaban a aparecer tornando el cielo de colores tenues.

—Estoy aquí — susurré mirando su nombre y los ojos me ardieron—. Perdóname por no venir antes.

Mi voz se quebró con lo último y respiré profundo tratando de calmar todas las emociones que estaba sintiendo.

—Estos últimos meses no han sido los mejores, pero aún así, trato de no pensar tanto y hacer más. Siento que me volveré loco si no los hago pagar. Se que no hubieses querido eso. Pero en mi cabeza aún está tu recuerdo y mientras viva ellos pagarán, uno a uno.

Apreté los puños con fuerza y tensé la mandíbula. En mi cabeza se reprodujo el recuerdo de su muerte y fue un maldito golpe que me hizo recordar que ese bastardo del diablo aún estaba vivo.

Acaricié su nombre tallado con los dedos.

—No quiero seguir viviendo así, realmente deseo olvidar, pero simplemente no puedo. Fueron tantas cosas y a la vez tan pocas, imaginé tantas veces como hubiera sido ese pequeño o pequeña si hubiera nacido, tu panza, tu sonrisa. Hasta el punto de casi volverme loco, de dejar de ser aquel Park Jimin dulce que conocías, hasta ser un maldito monstruo sin corazón y ahora tengo una espina clavada en el pecho, tengo miedo Hanna, miedo de dejarte ir para siempre — hice una pausa y mis ojos se cerraron soltando las lágrimas retenidas desde un inicio. Mi cabeza de trasladó hacia otra persona y todo mi cuerpo colapsó, esos ojos volvieron, esa mirada, ese odio que siento cuando la veo llorar, todo tan latente, esa mirada cálida, ese cuerpo. Me sentí flotar y abrí los ojos encontrando mi triste realidad —. Y no quiero que eso pase, no quiero volver a pasar por lo mismo para luego terminar así. ¡Y no puedo evitarlo!

Tiré de mis cabellos con fuerza. Realmente quería dejar de pensar en Misuk. No quería volver a recordar su rostro, nada de ella y no podía. Era una tortura latente en el pecho y en la cabeza.

Me tomé la cabeza con ambas manos y miré con ojos dolorosos hacia adelante.

—Quisiera regresar el tiempo y nunca haberla conocido, nunca, ni cuando adolecente. Nunca, pero al mismo tiempo siento miedo de mis propias decisiones y eso realmente desaparece de mi cabeza, y solo pienso en ella y nada más.

Mi corazón latió con fuerza ante mis propias palabras, aquel dolor que sentí cuando llegué aquí se desvaneció como polvo en el viento y respiré en calma.

—Por eso he venido, porque quiero liberar esta carga del pasado. Quiero que ellos paguen por lo que hicieron, pero quiero ser libre, quiero volver a ser yo, aquel que soñaba y que ahora tiene pesadillas, aquel que miraba con ojos cálidos y que ahora mira con ojos despiadados. Quiero rehacer mi vida Hanna, quiero tomar lo que me corresponde, aunque eso signifique quedarme solo, tengo que aprender a mirar por mi bienestar, como hacía antes. Quiero volver a sentir. Quiero aceptar lo que siento. Si hago las cosas bien no tiene porqué volverse a repetir la historia.

Me pasé las manos por la cara. Miré con calma, calma que nunca había sentido cuando miré esa tumba.

—Te amo Hanna, fuiste la primera mujer que amé, te prometo que nunca  te voy a olvidar, nunca. Gracias porque contigo construí tantos recuerdos, que sé que jamás olvidaré. Pero ya es momento de pasar página, de que esta herida cierre. Hasta pronto.

Me levanté de allí y miré la tumba que fuera mi calvario, mi peor recuerdo y sonreí de labios cerrados mientras me limpiaba las mejillas. Estaba decidido, ahora me enfocaría en cerrar mis heridas y voltear la página, hacia un mejor futuro.

Sin miedo a mis emociones.

(...)

El camino en la autopista nunca se había sentido tan liviano, mi cabeza dejó de pensar y mi pecho se infló de tranquilidad, cosa que pocas veces sentía, mientras conducía adentrándome a Gangnam.

Recordé mis propias palabras y no creí haber dicho todo eso. Esperaba que si algún día volvía a enamorarme no fuera tan malo.

Ahora solo quería seguir sintiendo esta libertad por más tiempo. Todo el que pudiera.

Estacioné frente al enorme edificio. Entregué mis llaves al custodio y le di la orden de llevar el auto al estacionamiento. Caminé con las manos en los bolsillos del pantalón pasando por las puertas de la recepción. La chica se me quedó mirando y saludó con una reverencia, pasé por su lado y la observé desde su puesto como me miraba embobada. Traté de no bufar ante su poco disimulo y caminé hasta el ascensor desocupado. Presioné la planta presidencial y observé como la chica seguía mirando mi dirección aún cuando un señor la regañaba.

Salí del ascensor y observé la puerta de enfrente. Toqué la puerta y al segundo. Una mujer salió con un plumero en la mano e hizo una larga reverencia.

—¿Jungkook está?— pregunté y asintió, observé al mencionado bajar por las escaleras desde la entrada mientras se acomodaba el traje.

—¿Qué haces aquí?

—Necesito hablar con Misuk, ahora.

—Ella no está, salió temprano, hoy retoma la universidad.

Caí en cuenta de que me había demorado mucho en el cementerio y en la carretera.

—De acuerdo.

Sabía que Jungkook estaba enojado conmigo y tenía motivos, sabía lo importante que era su hermana y lo mucho que la protegía, pero también sabía el destino que ambos compartíamos y que no podía evitarlo.

—Jimin— me llamó cuando iba a ingresar al elevador —. Yo, realmente no quiero que mi hermana salga lastimada, es por eso que tomé la decisión no meterme en los asuntos de ninguno.

—¿Eso que significa?

— Que dejaré de meterme entre ustedes, al final, ella sola ha decidido su futuro y yo no soy nadie para cambiarlo.

Caminó hacia mí mientras guardaba su celular en el bolsillo interno del saco.

—De todas formas, será por poco tiempo. Ella quedará libre y podrá hacer lo que quiera con su vida.

—Ojalá no sea demasiado tarde— palmeó mi hombro y entró al ascensor junto conmigo— vamos, te acompaño.

Murmuró y solté una corta risa silenciosa. Observé a Jeon en silencio mientras se ajustaba el reloj y no pude evitar hablar.

—Hoy he ido a la tumba de Hanna.

Lo veo mirarme enseguida mientras frunce el ceño.

—¿Te sientes bien? Mira que no puedes desquitarte conmigo, hay cámaras — señaló las esquinas donde pequeñas luces parpadeaban en rojo.

—No pienso matar a nadie por rabia, solo, me siento mejor ahora.

—¿Has tomado alguna decisión? Digo, te veo tan calmado que asusta y tristemente no eres tan calmado cuando hablamos de ella.

Niego, me es imposible dejar de pensar en todo lo que salió de mi boca en ese lugar y mis palabras se repiten como un disco rayado en mi cabeza. Tengo que pasarme una mano por el cuello para aliviar la tensión que se acumula allí y tomar una bocanada de aire.

—Está bien si no quieres hablar— las puertas se abren y lo detengo tomándolo del hombro.

—Hablaremos con calma en el camino — le digo y miro a la chica de recepción —. ¿La conoces?— asiente.

—Se llama Kira, y no es coreana. ¿Te interesa?

Casi hago una mueca frente a la cara de la pobre chica. Por Dios, solo quiero saber de que manera hago para que deje de babear por mí. Y principalmente no deseo involucrarme con una japonesa, no me van los rollos con esas, se creen que por un revolcón ya te vas a casar con ellas; lo digo por experiencia.

—En lo absoluto, es más, estaba pensando en como la asusto para que deje de mirarme tanto. Me asquea.

—Vale, yo lo hago por tí.

Casi suelto espuma por la nariz cuando observo el falso coqueteo de Jungkook con la chica y como la llamada Kira, se sonroja constantemente hasta parecer un tomate, eso me recuerda a alguien y no puedo evitar pensar en Misuk y su carita angelical. Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando Jeon llega y me indica que camine detrás de él.

—Problema resuelto— informa y me recuerda a nuestras épocas de entrenamiento. Cuando hablaba como un sargento y no puedo evitar recordar el incidente en el invernadero de la mansión.

Ese día teníamos entrenamiento con armas de bajo calibre, recuerdo que mi padre me había regalado un cuchillo de punta jorobada, recuerdo que me había dicho que eran los mejores a la hora de degollar una garganta, que cortaban la yugular a la primera y recuerdo también que Jungkook se había aparecido con una niña de mejillas sonrojadas y que me había dicho  que era su hermanita pequeña. Recuerdo que la niña se escondió detrás de él y se negaba a mirarme asustada y lo único que decía desde la espalda de Jungkook, era que los niños no jugaban con esas cosas, refiriéndose al cuchillo. Yo ya era un adolescente y ella a duras penas tendría si acaso díez años.

Recuerdo que para que se calmara le dije que había un invernadero en la parte trasera de la mansión y que habían muchas mariposas.

¿Hablas en serio?

—Claro, si sigues ese camino te lleva hasta una habitación con vista libre, llamada invernadero — yo no sabía en ese entonces describir el invernadero porque nunca lo visitaba, pero ella se emocionó tanto que salió de detrás de su hermano para tomarme de la mano y obligarme a ir con ella hasta allá.

Cada vez que teníamos entrenamiento Jungkook a escondidas de sus padres la traía, a veces incluso entre semana luego de que ella saliera de la escuela.

Yo le temía un poco a las mariposas que rondaban el lugar, porque no eran ciertamente más que bichos raros, pero ella se emocionaba tanto que olvidaba mi miedo y las dejaba posarse en mis brazos.

Recuerdo que mientras Jungkook entrenaba con Woosik, nuestro entrenador en ese entonces, yo pasaba los ratos junto aquella niña.

Ella nunca me dijo su nombre, y yo preferí ponerle Mariposita, por su clara afición a esos insectos.

Así pasaron algunos meses hasta que los Jeon descubrieron que Jungkook siempre se llevaba consigo a su hermanita pequeña y que ella se relacionaba conmigo y nunca la volví a ver. Hasta ese día en el callejón, y no quise asustarla, pero ese ya no era el adolescente que ella conoció y ella tampoco era la niña que conocí.

Habíamos cambiado tanto, y ya no había marcha atrás. Ahora sabía su nombre, pero aún ese apodo seguía latente en mi cabeza y nuestro reencuentro después de tantos años no había sido el mejor.

—¿Decías algo?— salgo del trance abandonando mis viejos recuerdos y lo miro, tengo que enfocar la vista porque aún me siento distraído.

—Nada, te noto distraído y...— el tono de su celular interrumpe lo que iba a decirme y contesta.

—¿Quién habla? —frunce el ceño—, si soy yo, ya okey, te recuerdo— ahora soy yo quien frunce el ceño sin entender—¿Qué cosas? ¡¿cómo?! Si si, voy para allá.

—¿Pasa algo?— la pregunta sale sola de mi boca y respira agitado y se que se está calmando para no hacer una locura.

—Es... el maldito ex de Misuk que está esperciendo rumores por la universidad sobre ella y, una amiga me llamó para decirme que se estaban peleando y que el casi la golpea.

Termina respirando estrecortado y un tic nervioso aparece en mi ojo. Tenía que hacerlo matado, si lo hubiera hecho ahora no estaría pasando todo eso.

La rabia se arremolina en mí y me veo arrancándole las llaves de mi auto al custodio y manejando lo más rápido que puedo mientras el volante sufre toda la ira que llevo dentro.

Llamo a unos de mis contactos y lo pongo al tanto de la situación aún cuando la rabia habla por mí. Se que Jungkook me sigue, pero es en lo menos que pienso. Quiero reventarlo con mis puños, arrancarle la cabeza, sacarle el corazón y luego lanzarlo al mar para que se lo coman los tiburones.

El pensamiento es retorcido, pero es en lo único que pienso cuando aparco y camino furioso. Jeon se me adelanta y cuando lo sigo llego hasta una escena que me hace paralizarme. Las palabras que Misuk le dice calan en mí y mis ojos se pegan a la escena aún cuando su puño se estrella contra su rostro.

Respiro como si el golpe lo hubiera recibido yo y solo veo en cámara lenta, como Jeon se lanza de lleno contra esa maldita escoria y lo golpea, siendo detenido por los guardias de seguridad que se llevan a la persona que quiero matar arduamente y es cuando la voz del director habla que reacciono.

Estoy paralizado y solo puedo sentir el latir apresurado de mi corazón contra mi caja torácica. Los oídos me pitan y ni siquiera se cuando Jungkook la abraza y reacciono saliendo del trance. Respiro varias veces y los veo separarse sientiéndome excluído de la escena. Pero aún cuando me voy a girar sus ojos llegan a mí y mi respiración se detiene, sus ojitos llorosos no dejan de mirarme y mi estómago se hace un nudo.

Jungkook dice algo más no le presto atención y en lo único que puedo pensar es en ella y en lo cerca que la tengo. Solo deseo acabar con esa ansiedad palpable en el aire. En ese miedo visible en sus ojos y la siento temblar, su aliento fino chocando contra mi cara.

—¿Q-qué haces?

Su voz sale en un hilo apenas y observo su rostro, sus ojos, su pómulo colorado y su labio partido, y mi mandíbula se aprieta tomándola por las caderas.

Solo pienso en algo y es lo que voy a hacer a continuación.

—Te voy a besar, Misuk— mi boca apenas choca con la de ella y sus manos aprietan la tela de mi traje mientras mis labios se cierran sobre su boca. Temo lastimarla, pero eso se va al demonio cuando suspira y lo hago. Beso, profundo y ardiente atrapando su boca, aprieto su labio inferior entre los míos y succiono extasiado. Ella abre la boca siguiéndome el beso que se vuelve frenético y mi lengua entra, mi garganta quema cuando ella jadea y nuestras lenguas chocan. Mis manos suben hasta su cintura y sus brazos se enrollan en mi cuello.

El sabor metálico se hace presente en mi boca cuando nos separamos y mi respiración agitada es la prueba de lo que hicimos.

Un carraspeo nos llama la atención y es cuando aterrizo y caigo en cuanta de lo que acabo de hacer. Mi corazón parece querer salirse y no es para menos.

—Lamento interrumpir, pero tenemos un asunto serio que discutir.

Y sé que la he cagado frente al director de la institución y que esto dentro de poco llegará a oídos de mi padre y ya no habrá vuelta atrás en nada.

En absolutamente nada.


[•••]

Quería partir el capítulo a la mitad pero me arrepentí. Es largo y estoy súper emocionada con lo acontecido.

Quería proponerles algo y es que a continuación y en este mismo capítulos he hecho un pequeño apartado donde podrán preguntarme lo que quieran saber de mí, yes, yo. Ya sea gustos, información personal, lo que quieran y también si quieren saber algo respecto al libro.

Dejen aquí las preguntas y estaré respondiendolas en los mismos comentarios →

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