Capítulo Uno.
"Que el destino nos encuentre
en todas las vidas".
~Danis Vega.
Olive Santana.
Di un paso dentro del aula de clases y lo ví sentado en el mismo lugar de siempre viendo su móvil tranquilo.
Con el tiempo nos habíamos convertido en muy buenos amigos. Lo quería muchísimo, él significaba tantas cosas para mí y me sorprendía a diario el impacto que causó en mi vida desde su llegada.
Ya había pasado un año y medio desde él día que nos conocimos y seguía siendo el mismo chico de baja estatura, brackets en sus dientes, un carisma y personalidad atrayente y sin contar lo bromista y coqueto que era siempre.
-Farley, tenemos que hablar-dije tomando asiento en una silla frente a su lugar.
Estaba emocionada, feliz e ilusionada, pero también enojada, triste y bajoneada. Sólo era un gran manojo de emociones revueltas que no me decidía por cuál expresar en concreto.
-Claro. ¿Qué pasa?-dejó lo que estaba haciendo y me dedicó toda su atención.
Cogí aire y lo solté, él se mantuvo atento con una sonrisa en su rostro. Siempre era así.
-Somos amigos y me cuesta mucho abrir mis sentimientos después de muchas cosas que me han pasado, entonces sólo quiero que escuches lo que quiero decir ¿Vale?
-¿Vale?-dijo algo dudoso.
-Me gusta alguien-sus ojos brillaron y se abrieron un tanto expectantes-¡Pero no puedes decirle a nadie!
-No lo haré, lo prometo-levantó una de sus manos sellando la promesa, luego su sonrisa se amplió-¿Quién es el afortunado?
Sonreí. Aunque no podía verme sabía que estaba sonrojada y con los ojitos brillosos. Ya me había visto en el espejo cuando pensaba en él.
-Te lo describiré un poco-asintió-Es más bajo que yo, es mi amigo, lo conocí en el primer año de secundaria-su sonrisa se ensanchó- y usa brackets. Adivina.
-Es difícil-seguía sonriendo y yo también.
-Bueno, una pista más obvia...-pensé-¡Ya sé! Es de la otra clase-me miró ceñudo.
-¿Vale...? Ahora estoy más confundido que antes.
-¡Bobo!-reí y me acerqué un poco más, apoyando mi brazo en su mesa quedando ambos a centímetros de distancia.
Los ojos marrones de Farley viajaban por cada centímetro de mi rostro evaluandolo, mientras que mis ojos sólo seguían el movimiento de los suyos. Aún con mi sonrisa en el rostro y él desconcertado por mí cercanía.
»-Me gusta Camilo-sus cejas se levantaron y asintió repetidas veces.
-¿Camilo Vera?-asentí entusiasta-¿El de la otra clase?
-Sí, sí, es que es tan lindo y...
Y me tomé los próximos minutos antes de entrar a clases para hablarle de Camilo, de lo mucho que me gustaba, de todo lo que me gustaba de él y de todo lo que estaba sintiendo.
-Entonces Camilo, eh-sonrió un poco y me ruborice.
-Sí, pero ya no le digas a nadie.
-No lo haré, es sólo que...
La puerta de nuestro salón abriéndose de golpe nos asustó haciéndome retroceder para tomar distancia, quizás era un profesor y nos ganaríamos un buen regaño, pues lo malinterpretarían todo, debido a que en nuestro colegio no estaban permitidas las relaciones entre estudiantes.
Cosa que a nadie le importaba, pues todos tenían sus rollos en el colegio.
-¡Farley, amigo! ¡Aquí estás!-Devin pareció notar mi presencia y sonrió angelical-¡Ay perdonen! ¿Interrumpí cierto? Cerraré la puerta nuevamente y los dejaré a solas-se giro de regreso a la puerta, pero antes de salir se volvió a nosotros-Me aseguraré que nadie los moleste.
-Devin, espera-Farley se puso de pie y lo llamó-Ya hablamos-lo miré ceñuda pero él no lo notó, ni siquiera me estaba viendo-Iré contigo-se volvió a mí-Nos vemos al rato.
-Pero Farley...-intenté protestar.
-Iré rápido, adiós-dejó un rápido beso en mi frente y se marchó.
-¡No llegues tarde a la clase!-grité y levantó su pulgar de forma positiva.
¥
Aunque la mayoría de las veces Farley tomaba asiento a mi lado en cada clase, también era habitual que se sentara con Carlos, que era su mejor amigo y con quién estaba siempre en los descansos.
Ése día había elegido sentarse junto a él y otro par de chicos con los que sí se llevaba bien. Pues sí, resultaba ser que en nuestra clase, todos estaban divididos por grupos.
Estaban las odiosas que no eran populares, pero les gustaba creer que sí. Los populares "por los que todas se morían" pero en realidad no era así. Los frikis -yo no había inventado los apodos-. Las matonas y las que sólo eran amigas de los de un grado más alto. Y por último, nosotros los simples mortales.
Sí, yo hacía parte del grupo de la gente "normal" que no elegía ningún bando, sólo éramos agradables.
En mi grupo estaba mi mejor amiga Mara Jiménez, Yineth Torres, Martina Mejía, Danna Ortega y Ximena Montés. Y de los chicos, obviamente Farley, Diego Ureña, Valentín Saldívar, Pedro Correa y en ocasiones, Santiago Cueva.
Y aunque nos sentabamos todos juntos y por eso era "mi grupo", solía compartir más con Mara, Ximena y Danna. Y de los chicos con Farley, Diego, y me llevaba muy bien con Santiago.
Esa tarde había estado relativamente normal, nada fuera de lo común, excepto por lo algo distante que estaba Farley de mí, me evitaba, esquivaba e ignoraba de una forma monumental. Por lo que no pudimos continuar con nuestra conversación ése viernes y tuve que esperar a la semana siguiente verlo nuevamente en clases el lunes.
Permanecía en mi habitación recostada sobre mi cama apoyando ambas manos sobre una de mis almohadas favoritas y mi mentón sobre éstas, mientras solo pensaba en Camilo y en lo mucho que me gustaba, incluso se me escapaban un par de suspiros de tonta enamorada.
Camilo Reyes, había sido uno de los nuevos estudiantes del primer año de secundaria y no era la única detrás de él, pues Ana y Bianca -dos chicas que iban en mi clase- estaban coladisímas por él. Claro, que una de ellas era su ex y la otra era de sus mejores amigas.
Y bueno, yo... Pues nos llevamos bien, siempre bromeábamos y nos texteábamos, era muy lindo conmigo.
Camilo era bajo de estatura, delgado y usaba brackets, al igual que Farley. Y sí, aunque tenían ciertas características en las que coincidían, eran personas completamente distintas.
Farley tenía el cabello chocolate y un estilo de raya al lado, ojos grandes y pronunciados de café claro, y el rasgo que más destacaba de él eran sus gruesos y rosados labios. Ni siquiera yo tenía labios tan bonitos.
Y Camilo, era rubio con una gran melena de lado, tenía hoyuelos, su piel se veía suave y sus ojos eran saltones y de color negro. Su rostro era muy tierno.
Y no es que fuera especialmente atractivo, pero yo era de fijarme en la personalidad.
Oculte mi rostro en la almohada, mientras sonreía y gritaba, sintiendo todas las mariposas revolotear en mi estómago y hasta subir por mi garganta, generando esas rositas bobas que se escapaban de mi garganta.
¥
-Por favor, limpiate la baba.
Dijo Mara que estaba sentada a mi lado, mientras veía a Camilo pasar de camino a su clase, iba llegando tarde y por eso, no se dió cuenta de nuestra o de mí, presencia.
-¿Se nota que me gusta mucho?-reí.
-¡Por Dios! ¡Te lo estabas comiendo con los ojos!-me regaño.
-¡Ay, por favor! ¡Claro que no!
-¿A quién se comían con los ojos, pícaronas?
Apareció Farley enganchando su brazo a mi hombro, lo que le resultaba fácil ya que él estaba de pie y yo sentada. Sí, era más alta que él.
Lo miré sonriente y él me devolvió la mirada y la misma sonrisa. Pero luego nos interrumpió Carlos, quién llegó para llevárselo a ayudarlo en algo, quién sabe qué.
-Vuelvo luego-dejó un beso en mi frente después de darle una rápida caricia a mi cabello e irse tras su amigo.
-¿Y Farley qué?-Mara me obligó a quitar mis ojos de la espalda del moreno, gracias a su pregunta.
-¿Qué pasa con él?-fruncí el ceño.
-Sé que es tu amigo, pero hace un mes me dijiste que te sentías atraída por él-me miró expectante.
La verdad sí había sentido atracción por Farley, y lo noté un día en clase. Él estaba sentado relajado sobre una de las mesas, mientras hablaba con Danna y Yineth. Recuerdo verlo durante demasiado tiempo y permitirme detallarlo con cuidado, verlo reír hizo que una sonrisa se asomara en mis labios.
Farley era demasiado lindo, tanto como persona, como físicamente. Que él llegará a despertar esas sensaciones en mí, me hizo muy feliz, pues de todos los chicos con los que podría haber elegido estar, él siempre sería la mejor opción. Era atento, cariñoso, amistoso, bromista, sincero y sobretodo, tenía un corazón tan puro y tan bueno.
Era de sus mejores y más atrayentes virtudes.
Aunque me resultaba atractivo y me hubiera encantado salir con él, no lo hice. Me obligué a mí misma a dejar de sentir ésas pequeñas cosas por él, porque semanas antes me había confesado quién le gustaba y era Martina.
Martina Mejía era de las chicas más hermosas de toda la secundaria, todos en cada año querían estar con ella o al menos, por una vez llegaron a sentirse atraídos por ella, pero ella era muy narcisista y rechazaba o sólo se burlaba de todos. Sin embargo, eso no le quitaba belleza física en los ojos de los chicos y yo, definitivamente, no competiría contra eso.
A ver, no es que fuera exactamente fea, pero sí era patética. Era un tanto nerd y demasiado aplicada en las clases, todas las clases. También era algo infantil, a veces era rara, súper tímida y reservada, y evitaba los problemas a toda costa, por eso aguantaba o ignoraba las burlas o "bromas" que solían hacerme mis compañeros.
-Ya no me pasa nada-encarnó una de sus cejas.
-¿Segura?
-¡Buen día, chicos! Pueden ir entrando al aula, por favor-la profesora nos interrumpió.
Mientras íbamos entrando, como solíamos hacer dos columnas separadas en varones y hembras, cuando fue mi turno de entrar también lo fue para Farley.
No pude evitar girarme y echarle un ojo mientras nos dirigíamos a nuestros lugares. Él me sonrió, contagiandome al instante, para luego guiñarme un ojo y lanzarme un beso desde lo lejos, rodé los ojos y tomé asiento en mi lugar.
Ése día también había decidido sentarse junto a Danna y a Martina. Y yo dónde normalmente lo hacía, rodeada de Ximena y Mara, pero aún así el asiento a mi lado se mantenía vacío.
El asiento que solía tomar Farley.
Cada vez que se sentaba junto a mí charlabamos, reíamos, me molestaba, me abrazaba o coqueteaba conmigo en broma, también le gustaba quitarme las ligas de mi cabello cada que lo llevaba atado en una coleta y cuando llevaba dos trenzas o algún tipo de trenza la agitaba como si fuera la correa de un caballo.
En ocasiones, cuando no tenía nada que hacer pegaba mi cara a la mesa y me desconectaba del lugar fundiendome en mis pensamientos, él siempre llegaba y se acercaba a mí, para asegurarse que todo estuviera bien y si no lo estaba, se encargaba de hacerme sonreír con sus ocurrencias.
Cuando algunos de los pesados "populares" chicos de nuestra clase se metían conmigo, él me defendía. Él siempre se atrevía y yo me callaba.
Él movimiento en el asiento a mi lado me sacó de mis pensamientos. Y ahí estaba, Farley sentado.
-¿Entonces? ¿Qué dices?-preguntó.
-¿De qué? ¿Qué haces aquí? Creí que te sentarías con Martina-sus cejas se levantaron.
-La profesora dió la instrucción de que formen parejas y te acabo de preguntar si podemos ir juntos. ¿En serio no escuchaste nada?
Negué.
»-Vaya. Eso es raro, la chica más atenta a cada clase está perdida en su mente, me pregunto en qué piensas tanto-me miró suspicaz.
-En alguien.
-Ya lo suponía-rodó los ojos-¿Entonces? ¿Serás mi pareja?-mis cejas se levantaron.
-Pero yo creí que te gustaba alguien más-dije coqueta y me miró con una gran sonrisa.
-Puede ser que haya cambiado de opinión-se acercó peligrosamente y yo reí desviando la mirada.
-¿Entonces...?-regresé mis ojos a él.
-¿Entonces? ¿Serás mi pareja o no?-me observaba manteniendo la misma sonrisa.
Me gustaba la forma en que me miraba Farley. Siempre lo había hecho así, era una forma tan única y especial de mirar; era como si toda su atención estuviera en ti, pero de la forma en que observaba cada una de tus facciones, cada pequeña mancha en tu rostro.
-Si no tengo más opción.-suspiré cansada y me miró ofendido-Bromeo, por mí está bien.
-Perfecto, tendré la mejor de las calificaciones.
Negué repetidas veces, mientras él reía, se calló cuando compartimos una mirada durante un minuto y luego ambos soltamos a reír.
Esa mañana estuvimos juntos todas las horas de esa clase haciendo el trabajo en parejas. Y aunque la mayoría de el fue mi parte, Farley también tuvo sus pequeños aportes después de que le explicará un poco el tema y él logrará comprenderlo.
En varias clases Farley solía tener problemas para entender y debido a ser una de las mejores estudiantes del aula, se me permitía ser tutora o apoyar a algunos de ellos cuando lo necesitarán. Y uno de ellos era Farley.
A veces me hacía sonrojar debido a su forma tan especial de mirarme. Lo bueno, era que siempre me prestaba toda su atención y lograba entender a la perfección.
Pero, a pesar de todo, se notaba algo distraído y aunque estuviera lo suficientemente concentrada en nuestro trabajo de grupo, también él me importaba tanto como para dejar lo que estaba haciendo e interesarme por él.
-Hey-posó sus ojos sobre mí-¿Está todo bien?-apenas pudo sonreír.
-Sí, está todo bien.
-¿Pasa algo? ¿Es algo en tu casa? ¿O tienes algún problema con...?-negó interrumpiendo me.
-Tranquila, no pasa nada.
Intenté replicar y seguir indagando para lograr saber que le pasaba, porque estaba más que claro que algo le pasaba.
-Chicos, les quedan quince minutos, dense prisa, por favor.
Anunció nuestra profesora frente al pizarrón blanco, haciéndome volver mi atención a la hoja de preguntas frente a mí y luego pasé mis ojos a Farley.
-¿Ves? No hay tiempo.
-Esta conversación no ha acabado-me acerqué un poco a él.
-Por mí no hay problema-se encogió de hombros, recomponiendo se en la silla.
-Bien-dije.
-Perfecto-siguió él con su estúpido e irritante tono relajado.
Levanté uno de mis dedos dispuesta a regañarlo, pero tomó mis dedos entre sus manos y me jaló hacia él.
Nuestros rostros quedaron a centímetros y aunque se asomaba un ápice de sonrisa en sus mejillas, volvió a escudriñarme con sus ojos, de esa forma que me gustaba.
Mis orbes no podían separarse de los suyos y aunque el momento parecía ser eterno, parecía que sólo fuésemos nosotros dos en el planeta, o que ambos fuésemos uno sólo.
El sonido de alguien aclarándose la garganta nos separó de golpe, levanté mis ojos y me encontré con nuestra profesora, que nos miraba a ambos con una ceja levantada.
-¿Tengo que reportar esto?-se cruzó de brazos.
-No, no señorita Guzmán, somos mejores amigos, aquí no pasa nada-Farley hizo su mejor intento por convencerla.
-Reyes, eso lo dicen todos-rodó los ojos-Como sea, su trabajo-se dirigió a mí, mientras extendía su mano.
-Eh, déjeme poner nuestros nombres y lo entrego-me observó con duda.
-Bien, pero no tardes.
Aún bajo la atenta mirada de Farley terminé de anotar un par de cosas que faltaban en nuestra hoja, lo más rápido que pude y luego me acerqué a entregarlo a la par de Farley.
-Entonces...-comenzó diciendo.
-¿Entonces...?-extendí la "s" más de lo normal.
-¿Camilo, eh?-casi se me despega la cabeza del cuello, por la rapidez al voltear.
-Pensé que no lo mencionarias.
La profesora pasó a nuestro lado y nos dió una mirada suspicaz de reojo, para luego indicarnos cerrar el aula cuando fuéramos de salida, pues el resto de nuestros compañeros se habían marchado.
-Que estupidez-murmuró Farley después de rodar los ojos, refiriéndose en la actitud de nuestra profesora.
Me limité a reír por lo bajo, mientras guardaba mis cosas en la mochila. Farley dió un paso al frente, logrando captar mi atención.
-Deberías decírselo.
-¿El qué?
-A Vera-levanté una de mis cejas-Que te gusta.
Si había algo que tenía Farley, es que siempre me animaba a tomar riesgos, cuando yo era una persona que no se salía de su zona de confort. Me gustaba NO arriesgarme, vivir tranquila y me iba por lo seguro.
Y estaba segura que mis sentimientos no eran correspondidos.
-¿Qué? Obvio no lo haré.
-¿Por qué?-se encogió de hombros como si no importara-¿Qué pierdes?
-Ahm.. ¿Mi dignidad? Por ejemplo.
Suspiro y negó.
-Es tu decisión-levantó ambas manos en señal de rendición-Por cierto, deberías considerar más la idea de tomar riesgos.
-Lo hago.
-Claro que no.
-Igualmente, no tiene sentido arriesgarse.
-¿Bromeas?-dijo algo ofendido-Tomar riesgos es parte de la vida, Olive. Que feo es quedarse con el sin sabor de "¿Qué hubiera pasado si...? O el "¿Y si...?". Cuando puedes contar una historia de allí, sea cuál sea el resultado, bueno o malo, son experiencias y algo aprendes o de algo te servirá.
Una de las comisuras de mis labios se elevó, regalandole una pequeña y sincera sonrisa.
-Gracias-me lancé a sus brazos y lo abracé-¿Qué haría sin ti?
-A veces, me preguntó lo mismo-susurro correspondiendo el abrazo, mientras acariciaba mi cabello con una de sus manos.
Me separé de golpe y lo tomé por los hombros, mientras lo veía fijamente con los ojos abiertos. Probablemente, por la sorpresa de mi acción, él también me miraba de la misma forma.
-Tengo una idea-dije lentamente mientras zarandeaba su cuerpo con cada palabra que decía.
-Temo por mi vida-suspiró-Tengo la sospecha de que esa idea me incluye.
-Sí-hizo una cara de trauma-Pero no es nada malo.
-Tengo miedo-lo miré mal.
-Sólo, te vas a hacer amigo de Camilo y le hablarás de mí lo más que puedas.
-¿Qué? Ni siquiera nos hablamos, tú al menos sí.
-Sí, pero yo no puedo hacer que se fije en mí y que me vea con otros ojos que no sean los de un amigo, tú sí. Ya sabes, código de hombres y...
-Sí puedes.
-¿Qué?
-Que sí puedes-seguía sin entender-Olive, eres capaz de eso y mucho más, sólo tienes que dejar de limitarte.
-Pero los demás dicen que...
-Hey, escúchame-tomó mi rostro entre sus manos-No dejes que los demás te limiten o creen límites en tu cabeza que no existen. Tú eres grandiosa, simplemente eres mucho para este mundo-coloco un mechón de cabello tras mi oreja-Y espero que te des cuenta de eso.
Sonreí dulcemente y él me imitó, luego se acercó a mí y dejó un suave beso en mi mejilla, casi como una caricia y se alejó.
-Bueno, nos vemos más al rato, intentaré ayudarte-dijo antes de perderse por la puerta
-Nos vemos-agité mi mano aunque ya no había alcanzado a verme.
Solté todo el aire que estaba conteniendo y continúe guardando mis cosas.
Farley tenía razón, debía dejar de hacerle caso a los fantasmas del pasado y los comentarios que hacían de mí en los pasillos, eran cosas que sólo no me definían como persona.
No dejaría que los demás intentarán crear o contar mí historia, al fin y al cabo, era mía. Debía ser yo quién la contará, quién la escribiera y sobre todo, como yo quisiera.
• ° • ° • ° • ° • ° • °
Nota de autora:
Díganme, por favor, que no soy la única que ya se lanzó y sin paracaídas por Farley.
Bueno, llevo tiempo desaparecida porque pasaron muchas cositas, lo importante es que ya volví y uno de los proyectos que tanto avancé en este tiempo es este. De verdad, espero que les guste tanto como a mí, porque es una historia muy importante para mí y le tengo un cariño especial.
Ahora, disfruten de la historia. Los amo mucho, cuídense y besos en la cola.<33
~Jai.
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