Capítulo Cinco.
"Pude estar viendo a cualquier
otro, pero dejaba de hacerlo
para verlo a él"
~Olive Santana.
Farley
Llámenme patético o lo que quieran, pero ya había pasado una semana y seguía pensando en ése día, en Olive y ése beso.
Si de algo estaba seguro era de tres cosas.
Primero, la clase de inglés se había convertido en mi favorita. Segundo, le pediría ayuda a Livie más seguido sin importar si sepa las respuestas o no. Y tercero, no sólo había sido un gran día si no también una gran semana, Olive había pasado de Camilo en varias ocasiones.
A medida que bajaba las escaleras varios de los chicos del instituto me saludaban y otros sólo me miraban mal, lo cual era gracioso.
Cómo lo ves, habían muchos idiotas que sólo me odiaban o me miraban mal por el simple hecho de ser... ¿Yo? O muy probablemente porque eran urgidos y necesitados de atención -como ya saben quién- y el que me llevará bien y tuviera confianza con muchas de las chicas -en plan de amigos- les cabreaba.
Bien dicen que un león nunca se deja intimidar por nada, ni por nadie. Eso sólo es otra prueba de que ellos actúan como un par de gatitos.
En otros términos, como críos.
Seguí mi camino hasta la clase que me tocaba en esa hora y que para mi mala suerte, no estaba con Liv.
Pero, nada me costaba darme una vuelta por el aula donde se supone debía estar viendo su clase, además me quedaba de camino a la mía, no pasaba nada.
Antes de pasar junto a la ventana y captar su atención me aseguré de estar bien peinado e impecable.
Perfecto.
Apenas di un paso y observé a través del cristal de la ventana mi sonrisa se borró de golpe.
Ahí estaba, ella de espaldas a mi dirección pero estaba seguro de que era ella y por supuesto, a su lado estaba el capullo de Camilo, que sí se percató de mi presencia y tomó un mechón del cabello de Olive para juguetear con el enrrollandolo en su dedo,se acercó más a ella y esbozaba una sonrisa de superioridad cada que me veía de soslayo.
Intenté disimular que sólo estaba ahí para verla, aunque cualquiera pudo haberlo notado. Cualquiera menos ella.
Seguí caminando como si sólo estuviera pasando por allí, casualmente. Y ni siquiera hasta el último momento Olivé despegó sus ojos de su cuaderno.
Entre a mi clase y por lo menos, no tendría que estresarme aún más resolviendo ejercicios o escuchando hablar de la guerra por dos horas seguidas.
El profesor prefirió organizar un partido de soccer en ése momento y fui el primero en anotarse, porque en serio me urgía una distracción.
Salí al campo junto a los demás chicos y ahí lo solté todo, mi frustración, la rabia y todo lo que sentía. Sobretodo esas heridas emocionales, que se convirtieron en físicas por mis caídas, tropezones, patadas y demás.
Intenté con todas mis fuerzas desconectar de todo y sólo lo logré concentrándome a fondo en el partido, sumiendome por completo en el. Tanto así que perdí las cuenta de las horas que llevábamos ahí y para cuando lo noté, ya había sonado la campana.
Me coloqué mi camisa lo más rápido que pude, tomé mis cosas y salí corriendo de vuelta al aula en la que estaba Olive.
Necesitaba hablar con ella, no podía retrasar esto más.
Cuando llegué me encontré con su profesora cerrando la puerta del aula, mientras salía con sus cosas en mano. Logré frenar antes de estrellarme contra ella, eso no evitó que me mirará mal.
-Olive, ¿Ya se ha ido?-dije con el poco aire que quedaba en mis pulmones.
-Sí, pero si te apresuras la alcanzas en la salida.
-Está bien, gracias.
Salí corriendo nuevamente en dirección a la salida, esquivando a diestra y siniestra todos los alumnos que estaban retirándose a esa hora.
Apenas estuve en la calle frente al instituto busqué a Olive entre la muchedumbre, pero no la hallé.
¿Dónde se habrá metido?
-¿Buscas a tu damisela?-voltee apenas escuché la irritante voz-No te preocupes, su hermano ha venido por ella en el auto y se ha marchado.
Sólo le di una mirada asesina y me dispuse a regresar a casa, pero me detuvo.
»-Pero tranquilo, me he encargado personalmente de despedirla como se lo merece-se acercó a mi rostro y siguió hablando-le abrí la puerta del coche, saludé a mi cuñado, un abrazo para ella y un tierno besito.
«Ignóralo, ignóralo, ignóralo».
No paraba de repetir en mi mente.
»-Y una maravilla de besos, ya entiendo porque te gustan tanto, Farley.
Ni siquiera pude contenerlo. Mi puño salió volando directo a su rostro, pero una mano se interpuso en su camino y detuvo mi puño.
Levanté mis ojos buscando al portador de aquella mano y me encontré con mi mejor amigo, Carlos. Él sólo negó con la cabeza.
-Vamos, amigo.-hizo un ademán con su cabeza-Él no lo vale.
Su mirada me lo dijo todo y sí, tenía razón. Asentí y seguí mi camino a casa junto a él.
Y en cuanto a Camilo, cuando me vió dejarlo tirado ahí, siguió réplicando intentando ganar una reacción de mi parte, pero no la obtuvo.
Y si ya estaba teniendo un gran día de mierda, fue mucho peor cuando llegué a casa.
-¡Abuela, ya llegué!
-¡Que bueno, hijo! ¡Mira lo que tengo aquí!-me mostró varios papeles emocionada.
Los leí y mi semblante fue decayendo a peor y peor a medida que iba leyendo una y otra palabra. Arrugue mi rostro y le devolví sus papeles.
-¿Y eso qué?
Claro que ya sabía de qué se trataba.
-Ya está todo listo, ya tenemos fecha. Estoy muy contenta, ya pronto todos...
-Todos, excepto yo.-interrumpí.
-Farley, ya hablamos sobre eso.
-Sí abuela, ya hablamos de eso y te dije que no contarán conmigo.
-Y yo no te estoy pidiendo tu aprobación, cielo. Es una decisión tomada y ya está.
-¡Pero yo te estoy pidiendo que tomes mi opinión en cuenta! ¡Joder, abuela!-exploté-¡Sé que soy un crío, pero piensa también en lo que me hará bien!
-¡Farley! ¡Basta ya!-dió un golpe a la mesa-Yo no soy ni tú madre, ni tu padre. Me preocupo por ti y porque sé lo que es bueno para ti es que hago todo esto.
-Abuela, no iré a ningún lado. Mi vida está aquí.
-Cielo, apenas lleguen nuestros pasaportes nos iremos, así que ve haciéndote la idea.
Sin más me dejó solo en la sala y se marchó a su habitación. Tomé los papeles que seguían encima de la mesa y me concentré en uno de ellos en específico.
Decía mi nombre al lado del número de un vuelo con destino a Córdoba, Argentina.
Dejé los papeles una vez más encima de la mesa y entré a mi habitación para darme una ducha y cambiarme.
Ni aunque me obligarán me iría de aquí, apenas llegué hace casi tres años. Ya tengo una vida aquí, están mis amigos, vecinos, el instituto, conozco todo de aquí, parte de la familia y también está Olive, no puedo dejarla y ya.
Simplemente me negaba por completo a irme de aquí.
Salí de la ducha y me vestí, cambié mis libros, me peiné y luego calce mis zapatos, al salir de mi habitación me encontré con la abuela en la cocina.
-Tu almuerzo está servido.
-No tengo apetito-dije seco-Adios, voy tarde.
-Que te vaya bien, cariño.
Asentí y salí de casa para dirigirme al instituto.
No es que la abuela fuera mala conmigo, era todo lo contrario, solo quería lo mejor para todos y ella no me dejaría aferrarme a algo incierto.
Además hoy había sido un mal día, sencillo. No era buen momento para hablar del tema de la mudanza.
Después de caminar un poco, llegué al instituto y apenas estuve en los asientos del patio, como de costumbre ahí estaba Olive y el resto de los chicos.
Mientras algunos bromeaban y hablaban, Olive estaba sumergida en su cuaderno escribiendo rápidamente. Saludé a todos los demás y luego me senté a su lado.
-Hola. ¿Cómo va todo?
Ella seguía con sus ojos en lo que sea que escribía.
-Hola. Todo bien ¿Y tú? ¿Qué tal a ido hoy?
Suspiré viendo el cielo.
-La verdad es que he tenido días mejores.
Dejó de escribir y me miró.
-¿Está todo bien? ¿Qué ha pasado?
-Nada importante, no te preocupes.
-¿Seguro? Podemos hablar, si quieres.
-No pasa nada, tranquila.-acaricié una de sus mejillas y sonrió un poco-Mejor sigue en lo tuyo, por cierto, ¿Qué es?
-Esto... Es la tarea de literatura, no había encontrado el momento para hacerla, pero casi termino-continuó escribiendo.
-¿Y qué mejor momento que...-revisé la hora en mi reloj-20 minutos antes de entrar a clase, a que sí?
-Tu sí sabes.
Ambos reímos.
Siempre lo decía, pero cada vez que pasaba el rato con Olive sentía que el tiempo era más lento, e incluso a veces cuando la miraba sonreír, hablar, estudiar o reír como lo estaba haciendo justo ahora, sentía que todo pasaba en cámara lenta.
Por eso siempre tomaba en cuenta cada detalle de ella, como se arruga su nariz cuando ríe, como se relajan sus cejas, cierra sus ojos y cubre su sonrisa -que es preciosa- con su mano derecha.
-¿Podemos hablar?-me atreví a preguntar.
Fue aminorando el sonido de su risa hasta regalarme una dulce sonrisa.
-Por supuesto.-escribió una palabra más y cerró su cuaderno para dirigir su atención a mí-Te quería contar algo.
Oh...
-Ehm, sí. Cuéntame.
-Hoy volví a hablar con Camilo, las cosas están mejor entre nosotros dos.
Tienes que estar bromeando.
-¿Mejor? ¿A qué te refieres con mejor?
-Se disculpó por todo lo de antes y... -una sonrisa boba se asomó en su rostro.
-¿Y...? Anda, cuenta ya.-bromeé chocando nuestros brazos.
-Bueno, es que me dijo que había actuado de esa forma porque... Porque pues, estaba celoso.
Mentalmente estaba pronunciando todas las malas palabras que conocía e incluyendo insultos dirigidos a Camilo. Y no, no sólo se trataba de mis sentimientos por Olive, se trataba de que él estaba jugando con ella.
Eso no era nada más que una vil mentira.
Y no es porque Olive no sea atractiva, o no pueda gustarle a alguien como Camilo. De hecho, era todo lo contrario, él jamás la merecería.
Ni siquiera yo la merecía, pero yo sería incapaz de mentirle acerca de mis sentimientos por ella con la intención de lastimarla y sólo por querer tener la atención de alguien.
-Vaya... Eso es, wow.
-Yo tampoco lo creía.
-No, no es eso. Es sólo que no me esperaba que Camilo fuera una persona tan... Abierta en cuanto a sus sentimientos.
-Supongo que sólo es así conmigo.
Se encogió de hombros y yo asentí dudoso.
-¡Hey, Farley!
Gire al escuchar el llamado de mi nombre. Carlos estaba a una pequeña distancia haciendo señas para que me acercara.
-Tengo que irme, hablamos luego, hermosa.
Dejé un beso en su mejilla y me apresure a alcanzar a Carlos.
Quería muchísimo a Olive. Mierda, sentía de todo por ella, pero era mi amiga y ella sólo podía verme así, como un amigo.
Yo me había hecho ilusiones e historias en mi cabeza y aunque sabía que podía hacerla feliz y tratarla como se lo merece. También sabía que sus ojos ya estaban puestos en Camilo.
Y si ella tenía una oportunidad con él, aunque fuera mínima y aunque él no me diera buena espina, la apoyaría. Dejaría de lado mis sentimientos y lo haría, porque es lo que un buen amigo haría.
Así que, aunque me doliera o me cabreara, debía aceptarlo.
"No me gusta, no me gusta".
"Sólo soy su amigo, sólo soy su amigo".
Olive
A veces podía ser demasiado ingenua.
En serio, muchísimo.
Pero en este caso no sería lo suficiente como para darme cuenta que a Farley se lo llevaba el diablo.
Es decir, estaba cabreado.
Daba igual que insista en que todo está bien, en que no pasa nada, en que no queria hablar de su día. Lo conocía, era uno de mis mejores amigos y sabía que algo le pasaba.
-¿Qué hay, Liv? -Mara se lanzó a mi lado.
-Nada, solo estaba terminando mi tarea, recién Farley se va y ahora llegaste tú.
-¿Con que Farley, eh?-me codeó-O mejor conocido como "tu primer beso".
Hizo un cartel con sus manos en el aire.
-Estas chiflada, déjalo ya-reí.
-¡Buaj! Es que son una monada y si me lo permites, demasiado shippeables. ¿Puedo hacerlo?
-Tengo una mejor idea-apunté-¿Qué tal si tú y Diego? Ahí hay mucha química.
-¿Sabes qué?-se puso de pie en un brinco-Mejor vayamos a dar una vuelta, escuché que la profesora tendrá retraso.
La imité y colgué mi brazo del suyo.
-Entonces, no se diga más. ¡A por el paseo!
Ambas reímos mientras nos echamos a andar por los pasillos del instituto.
A medida que caminábamos entre los pasillos, ojeabamos en los salones que estaban ya en clase, sobretodo en el área de primaria, nos gustaba recordar nuestros tiempos en esos mismos salones, viendo las mismas clases y hasta incluso, con los mismos docentes.
Después de pasar frente a los baños, la biblioteca, dirección y el patio central del instituto -y saludar a todo el que conociéramos- seguimos nuestro camino por el área de los bebederos de agua, pero apenas dimos vuelta a la esquina para tomar ése camino, algo nos detuvo.
Más bien, alguien.
-¡Te crees la gran cosa y sólo eres un pordiosero que está demás aquí!
Un círculo de estudiantes y compañeros de clase, rodeaba a las dos personas que se encontraban en una fuerte discusión y por lo que reconocí, una de esas voces era la de Jairo.
-Uhh, ¿Hay pelea?-Mara intentaba subirse de puntitas para ver algo, pero su poca estatura no se lo permitía.
-Mejor nos vamos, no vaya a ser que nos involucren en algo así, ya luego nos enteramos.
-Sí, tienes razón.
Dispuestas a irnos, dimos un paso pero me detuve al escuchar la siguiente voz.
-¿Y? ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de un pordiosero cómo yo?
Ay no, ay no, ay no.
Mara y yo compartimos miradas. Ella con un brillo de emoción y malicia en sus ojos y los míos llenos de preocupación y miedo.
-Dime que no es quién creo que es.
-¿Qué ése no es Farley?-dijo emocionada.
-Esto no puede estar pasando.
Cómo pude comencé a abrirme paso entre el tumulto de adolescentes que esperaban por quién diera el primer golpe.
-Por favor, Farley ve a buscar a tu mamita la cocinera, sólo para eso sirven ambos, para lamerle las suelas a los que de verdad importan.
Apenas llegué al frente alcancé a ver cómo Farley no aguantaba más y se lanzó encima de Jairo acestandole un buen gancho derecho en su mejilla y de ahí, todo se volvió un descontrol.
Todos gritaban, apoyaban y animaban la pelea, mientras yo me las arreglaba para salir de ahí a parar todo el escándalo y fue gracias al empujón de alguien que casi termino en medio de toda la pelea con un buen golpe quién sabe dónde.
Divisé a Diego que también intentaba pararlo todo con ayuda de otros chicos y entre todos logramos separarlos, pero para nuestra mala suerte nuestra profesora de literatura justo llegaba y logró presenciar todo.
-¡Todos a sus clases ahora!
El pasillo quedó limpio en menos de un minuto, quedando únicamente ella, Farley, Carlos, Jairo, William, Diego y yo.
-Farley, Jairo, Carlos y William, síganme a la oficina del director, por favor.
William y Carlos se encargaron de mantener a sus amigos alejados el uno del otro y también de calmarlos. Mientras Diego y yo los seguíamos detrás.
Veía como Farley estaba rojo, respiraba rápido y casi temblaba de la ira que lo llenaba.
-Farley, cálmate. Todo estará bien, yo intentaré hablar con la profesora y explicarle las cosas.
Se limitó a mirarme y asentir.
-Habla con mi abuela, por favor-dijo hastiado.
-Claro, claro. Sí, está bien.
Fue lo último que pude pronunciar antes de que entrarán a la oficina junto a la profesora.
-Liv vamos, no podemos hacer nada más aquí-dijo Diego a mi lado.
-Debo hablar con Rosas, debo explicarle lo que sucedió.
Y justo la profesora salió de la oficina.
-Olive, Diego, vamos a clase.
-No, profesora Rosas, permítame un momento con usted.
Ella miró a Diego y este se marchó dejándonos solas, dejo salir todo el aire y me indicó que continuará.
»Farley no tuvo la culpa de nada, sólo escúcheme, por favor...
-Eso lo sé, Olive.
-¿Lo sabe?-asintió-¿Y por qué los trajo a detención?
-Porque quiera o no, es una falta y cada una tiene consecuencias, estas son las consecuencias.
-Pero es que Jairo se la pasa atosigandolo siempre. Y soy testigo de eso.
-Sé que es así, pero no han podido resolver sus diferencias de manera sana y lo mejor es que lo hagan de este modo, que haya un intermediario que les permita exponer sus problemáticas a ambos y les castigue por igual.
Agaché un poco el rostro y asentí.
»Ahora, vamos a clase, ya estamos muy retrasadas.
-No, soy presidenta de mi clase, puedo quedarme aquí hasta que el problema se haya solucionado e incluso puedo dar mi testimonio.
-Sí, puedes hacerlo, pero no sirve de nada, ellos no saldrán de ahí hasta un buen rato.
-No importa, esperaré.
-Perderás la clase. Farley no querría eso.
-Esto se trata de lo que yo quiero hacer-dije severa-Y lo que quiero hacer es quedarme aquí hasta que salga.
-Bien, como quieras, entonces haré como que no te vi.
Me guiñó un ojo y se marchó batiendo sus caderas en la falda de tubo que solía usar siempre.
Yo no dejaba de ver la puerta de la oficina del director, esperando que alguien saliera o que pudiera conseguir algo de información.
-Ella tiene razón.
Giré al reconocer la voz de Camilo, detrás de mí este se encontraba apoyado de una pared mientras me veía con una sonrisa de orgullo o suficiencia.
-¿De qué hablas?-dije confundida.
-Rosas, tiene razón. No tienes nada que hacer aquí, es mejor que estés en clase.
-Te equivocas, Farley está allá dentro y no me iré de aquí hasta que él salga.
-¡Ay por Dios, Olive! ¿Qué acaso no notaste cómo te trato?-dijo acercándose a mí-Farley no quiere saber nada de ti, te quiere lejos de él.
-Eso no es cierto y si así lo fuera, él me lo diría.
Rodo los ojos y me ignoró.
-Como sea. ¿Qué tal si vienes conmigo y damos una vuelta? Ya que no estarás en clases, podemos aprovechar e ir por ahí.
Tomó un mechón de mi cabello y le dió vuelta en uno de sus dedos. Casi lo miré asqueada, tenía que estar de coña. Con una de mis manos alejé la suya de mi y puse una distancia prudente entre nosotros, pues empezaba a incomodarme.
-No, ya te dije que me quedaré con Farley.
-Él no lo vale.
-Tú no lo vales-dije molesta apuntandolo-Prefiero perder mis clases aquí esperando a Farley que irme contigo a quién sabe dónde.
Hizo una mueca de molestia y dejo salir una risa sarcástica.
-Lo que sea.
Y se marchó dejándome sola. Giré volviendo a concentrar mi atención en la oficina del director, cruzada de brazos dejé salir todo el aire de mis pulmones y me deslicé en la pared hasta sentarme en el suelo del pasillo.
Podría venir Rosas, Camilo, Diego, mi papá o hasta el mismísimo director, y no me iría al menos que lo quisiera. Daba igual quien fuera.
Pude estar viendo a cualquier otro, pero dejaba de hacerlo para verlo a él. Pude estar haciendo mil y un cosas, pero dejaba todo a un lado para apoyarlo a él.
Farley lo merecía.
-¿Olive?-gire al escuchar mi nombre.
-Señora Pilar, que bueno que esté aquí.
Me apresuré a levantarme y sacudir mi ropa para acercarme a su lugar.
-Sí, me han llamado. ¿Qué pasó con Farley?-su mirada llena de preocupación me conmovió-¿Se metió en problemas?
-Verá, lo que pasó es que...
-Mamá, ¿Dónde está Farley?
Dos señores más llegaron, uno de ellos era moreno y con el cabello canoso, quizás era su abuelo. Pero el otro era de tez blanca y con barba, se veía más joven. ¿Sería su papá?
-Continúa linda-me indicó Pilar.
-Es que se metió en una pelea, pero no fue su culpa, sólo se estaba defendiendo, luego llegó una profesora y lo vió todo, y se lo llevaron a la oficina del director. Siguen ahí.
-Está bien, entraré entonces. Gracias por quedarte, linda.
Sonrió y no me quedó de otra más que devolver la sonrisa como pude. La verdad, no estaba de tantos ánimos, pero la abuela de Farley siempre había sido un amor conmigo y le tenía muchísimo cariño.
Apenas se adentró en la oficina el hombre de tez blanca se acercó a mi.
-Hola, mucho gusto, me llamo Reinaldo, soy el tío de Farley-extendió su mano y la acepte cordial.
-Mucho gusto, yo soy Olive, amiga de Farley.
-Entiendo. Olive, mi intención no es interrogarte ni mucho menos faltarte al respeto, sólo quisiera saber si me pudieras contar el motivo de la pelea.
La verdad era un señor extremadamente educado, cortés y amable, pero también se le notaba ser de esa clase de tíos que son los mejores.
No dudé ni un segundo en contarle todo lo que había sucedido, todo lo que dijeron, el porqué de la pelea y la reacción de Farley. Y como era de esperarse, pude notar como su piel blanca enrojecía de la rabia, su ceño se frunció notoriamente e incluso su respiración se había acelerado un poco más.
Y no lo juzgaba, yo me pondría peor que él o Farley si alguien llegaba a hablar o siquiera mencionar a mi mamá.
Al cabo de unos minutos en que esperábamos en silencio la llegada de la señora Pilar con alguna novedad al menos, lo que recibimos fue lo contrario, de aquella oficina no salió nada más, ni nada menos que el director.
Y para mí mala suerte, lo primero que hizo fue reconocerme.
-Olive.
-Señor Director.
-Por favor, retirese a clase, usted no tiene nada que hacer aquí.
Casi abrí mi boca ofendida, pero me contuve.
-Se me permite estar aquí, soy presidenta de mi clase y testigo del conflicto entre mis dos compañeros.
-De igual forma le estoy indicando que se retire, no es requerida en este protocolo.
-No hay problema, igual no me iré hasta que vea el conflicto resuelto de manera justa-me crucé de brazos.
El director mantuvo su mirada puesta en mí y luego la dirigió a los dos hombres que esperaban unos pocos metros más allá de nosotros, hizo una seña indicándome acercarme y nos alejamos un poco para conversar con privacidad.
-Olive, debes ir a clases-pidió en un susurro.
-Sabe que no me moveré de aquí hasta que Farley salga de ahí-le imité.
-Mira, lo sé ¿Vale? Y sé que te importa y quieres mucho a Farley, cómo él a ti, los he visto y sé que son buenos amigos, y sí, es lindo tu gesto...
-Entonces no se diga más, aquí me quedo.
-No, no, no Olive.-agito sus manos negándose a la idea-Me veré en la labor de sancionarte si no me obedeces.
Me crucé de brazos sin despegarle la mirada, repose todo mi peso en una pared detrás de mí, asegurándole que daba igual lo que hiciera, no me movería de ahí.
»Bueno, mi plan B se acaba de ir al caño, así que mejor seré sincero-levanté una de mis cejas y él suspiró-Reyes no quiere que estés aquí.
No, eso no podía ser.
-Claro que no-arrugue mi ceño.
-¿Qué ganaría con mentirte?
-Pero, pero...
Estaba demasiado descolocada como para poder articular alguna palabra o al menos pensar en otra excusa que me mantuviera ahí, pero no había nada, estaba en blanco.
Aunque, en realidad, lo único que se repetía en mi mente era el "Reyes, no te quiere aquí".
¿Por qué Farley no me querría cerca? ¿Tengo la culpa de algo? ¿Y si Farley no dijo eso? ¿Él lo diría? No, no lo haría, él no es así.
-Insisto en que la mejor idea es...-intenté decir pero me calle al recordar las palabras de Camilo.
«"Farley no quiere saber nada de ti, te quiere lejos de él"».
»-Sí, que me retire.
Acabé diciendo y él director asintió, no sin antes asegurarme que me mantendría informada y ayudaría a Farley en todo lo que pudiera, pues el caso no lo llevaría él.
Regresaba a mi clase cabizbaja, pensando en todo lo que me habían dicho, pero sobretodo en Farley.
Quizás sólo si lo dijo fue por impulso, porque aún no logra calmarse y sigue cabreado, lo entiendo. Sí, estoy segura de que fue eso.
Aún me quedaba una hora y treinta minutos en la clase de literatura, los aprovecharía y copiaría toda la clase y de las asignaturas que restaban por el día para que Farley no se las perdiera, le explicaría y también le prestaría mis apuntes.
Sí, eso haría.
Y como lo dije, pasé toda la tarde copiando, escuchando y prestando atención a todas y cada una de las clases, aunque en ocasiones mis ojos se desviaban a la puerta del salón esperando por alguien, o por la ventana intentaba ver algo en el directorio.
Hasta que en nuestra hora de descanso lo ví. Bajo corriendo las escaleras y entró a nuestra aula, yo estaba en la otra punta del pasillo pero me apresuré a alcanzarlo, esquivando a diestra y siniestra toda la bola de adolescentes que se atravesaban en mi camino.
Tan sólo me faltaban unos pocos pasos para llegar al salón y lo ví salir apresurado dirigiéndose a unos pocos metros dónde le esperaba su familia.
-¡Eh! ¡Farley!
Nunca había sido buena para gritar, pero mi llamado fue lo suficientemente fuerte como para que me escuchará y se detuviera de golpe, sin volverse a mí.
-¿Qué ha pasado? ¿Ha salido todo bien? ¿Qué te han dicho?
Él seguía sin girarse, por lo que alternaba mi vista de él a su familia que también lo miraban esperando por él. Vi como su cuerpo estaba tenso y sus manos hechas puños.
-¿Farley?-intenté acercarme y cuando estuve a punto de tocar su hombro, giró.
-Me han suspendido por algunos días. Nos vemos luego, esperan por mí.
Dijo con voz neutra, volvió con su familia y todos se marcharon.
Me hubiera encantado preguntarle más acerca de todo el problema, pero me abstuve de hacerlo al notar su semblante. No sólo lucía decaído, sino triste y molesto, eso me había dejado atontada.
¿Qué habría pasado?
¥
Olive, Olive, Olive... *suspira*.
Bueno, ¿Qué le vamos a hacer verdad?
Sé que estarán diciendo "Este Farley es agresivo y violento" pero no, Farley solo actúa de esta manera y tiene estas reacciones cuando se meten con las personas que le importan, entonces bueno.
Bueno, no tengo nada más que decir aparte que a veces me dan ganas de estrangularlos a los dos, pero ni modo, así son.
No sé olviden de votar y comentar, nos vemos el próximo sabadito. Cuídense mucho, los amo y besitos en el siempre sucio.<333
~Jai.
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