5
Jimin y Hoseok disfrutaron de un encantador sábado en la piscina; sin embargo ambos se retiraron cuando Taehyung apareció con sus amigos y los amigos que antes eran de Hoseok, por supuesto, Jung no querían estar con ellos y se marchó, Jimin le siguió.
—Pareces un pequeño perro faldero, siempre detrás de él —Taehyung detuvo a Jimin—, quédate un rato y convive con nosotros, no he corrido a Hoseok, él se ha ido, tú no tienes que hacerlo.
Jimin se apartó frunciendo el entrecejo.
—Lo siento, este perrito faldero tiene que ir a olerle el trasero a su amo —respondió el mayor molesto por el comentario de Taehyung.
—Espera —Taehyung volvió a detenerle—, no quise insultarte sólo me gustaría que pasaras tiempo con nosotros. No es justo que Hoseok te monopolice.
—No. Gracias, te agradezco lo de anoche, pero prefiero estar con Hoseok.
Subió corriendo por las escaleras con un extraño sentimiento en el pecho. Hoseok ya estaba haciendo la tarea en medio de la cama y meditó que mejor debió quedarse abajo y no estudiando el método científico que tanto odiaba.
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Hoseok miró a su madre acostada a lo largo de la suave cama, se acomodó a su lado y le dio un beso en la frente.
— ¿Ya se han ido los jóvenes? —Preguntó ella—, eran muy ruidosos.
Hoseok le dio de nuevo un beso en la frente a su madre y asintió.
—Cuando regrese de dejar a Jimin en casa ya no había nadie, ¿Te molestaron?
Ella negó. La mujer tenía una mirada apagada y triste. Pocas veces sonreía o salía de su habitación.
—Es sólo que me siento invadida —le dijo al menor, mientras acariciaba el pómulo de su hijo.
Hoseok notaba las ojeras de su madre, cada vez más grandes demostrando lo poco que dormía, su cuerpo delgado y la voz débil, ella había estado ansiosa desde el momento en que Kibum había traído a la mujer y su hijo.
Aquello fue una bajeza, no importaba que tuviera derecho a rehacer su vida, esa no era la forma. Y sabía lo mucho que la presencia de Seolhyung lastimaba a su madre, porque ante todo pronóstico Hoseok sabía, que su mamá seguía amando a Kibum, seguía prendida de ese hombre.
—Eres tan bonito.
Hoseok negó.
—Tú eres bonita yo soy una persona promedio a tu lado.
Su madre le acarició las mejillas abultadas y después el cabello lacio y castaño.
—Tú eres el orgullo de esta casa, no permitas que te arrebaten lo que es tuyo. Lucha Hoseok.
—Gracias mamá —Hoseok sonrió rendido, lo único verdaderamente suyo era él mismo, todo lo que lo rodeaba era de su padre, sólo él se pertenecía, al menos contaba con el apoyo de su madre y el de Jimin; pero jamás se había sentido tan desprotegido como lo hacía desde que ellos habían llegado.
Era como si su suerte pendiera de un hilo.
—Duerme conmigo esta noche —le pidió la mujer y él acepto con gusto, se acurrucó a lado de la mujer, mientras le daba besitos en la frente y le decía lo bonita que era, lo especial que era, que no había otra mujer como ella en el mundo tan especial y con un corazón tan cálido.
—No soy más que una inválida que lo ha perdido todo excepto a ti.
A Hoseok le entraron ganas de llorar, su madre merecía más, el mundo entero y sin embargo no podía valerse por siempre misma en ningún aspecto.
—Eso no es verdad, tú eres la única dueña y señora de esta casa.
Ella sonrió y finalmente cayó dormida, Hoseok soñaba con su madre caminando de nuevo, ellos dos de la mano, él la acompaña de compras y le regañaba cuando buscaba prendas juveniles no acordes a su edad, todo entre sonrisas de verdad, fue feliz; pero cuando despertó nada había cambiado.
Su madre seguía inválida y los invasores abarcando más y más.
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