¿Mas castigos?

—¿Qué hacen estos Slytherin aquí?—comentó un chico de Gryffindor.

—Déjenlos, ellos también quieren aprender.—dijo una chica asiática que Max no conocía.— O eso espero.— susurró.

Los dos chicos no se sentían cómodos, Draco y Harry por otra parte seguían mirándose.

—Mejor me voy, no me siento bien.—Draco le dijo a Max que seguía mirando al suelo con tantas personas mirándolo.

—No, no se tienen que ir. Pueden quedarse, siempre y cuando quieran aprender y no rompan las reglas.— Harry conocía muy bien a Max, estos últimos meses se estaban conociendo, pero Draco era su enemigo. No confiaba mucho en él. ¿Y si quería hacerles daño, y los delataba con Umbridge? Harry sabía que el director era Dumbledore, pero últimamente Dolores estaba siéndose  a cargo de la escuela y ponía tantas y tantas reglas que casi no podían ni respirar.

Max sonrió y Draco no estaba tan seguro, solamente lo hacía por su amigo. Ambos aceptaron y le explicaron las reglas, ya que habían llegado tarde a la reunión general.

Hermione fue la que le explicó, no se sentía tan cómoda y menos con Draco un chico que le había llamado de muchas formas no muy buenas. Pues en el pasado no se habían llevado muy bien con el Slytherin. Aunque por Max hicieron lo mejor posible para dejar sus diferencias.

Solo quedaban minutos, la chica respiró hondo y les contó sobre dónde practicar en un futuro—Todavía no hemos conseguido un lugar en donde practicar—le dijo Hermione a los dos chicos de Slytherin.—Les estaremos avisando en cuanto sepamos.

Todos los chicos salieron de dos en dos hasta de tres. No querían mandar sospechas, aunque habían unas personas extrañas en el lugar.

Max estaba tan feliz, Draco estaba cambiando para el bien. Y él sabía algo de que su amigo se convertiría en mortifago, él no sabía muy bien lo que era, pero lo iba a descubrir y estaba seguro que no era nada bueno.

Luego de aquella reunión, todos los chicos disfrutaban de Hogsmeade, sus tiendas y el gran lugar mágico hacía olvidar los exámenes y todo mal que causaba la escuela.

Los gemelos Weasley seguían en la tienda de bromas Zonko. Mirando con atención todos los productos que habían. Neville estaba viendo algunos productos para herbología y el trío de oro se encontraba tomándose otra cerveza de mantequilla.

Max dejó que Draco se fuera con sus otros amigos y se quedó solo. Aveces disfrutaba esos momentos, pero en ocasiones era peligroso porque se ponía a pensar en su padre. Se sentía muy dolido y aveces se sentía culpable por todo lo que le había dicho. Necesitaba descubrir más sobre su pasado, necesitaba saber que su padre le dijera la verdad. Era algo casi imposible, pero no se podía rendir ahora.

Max no se rendía fácilmente. Obtenía todo lo que quería si se lo proponía. Se levantó de una pequeña silla que había y se dirigió con los demás de vuelta a Hogwarts.

En el camino, sintió un dolor muy fuerte, ese que le daba de vez en cuando en situaciones extrañas. Se sentía mareado y sentía un ardor recorrer su cara. Sabía que algo extraño iba a ocurrir pronto.

Al instante, una chica apareció de su misma casa. La había visto antes, el primer día de Hogwarts. La joven tenía el pelo ligeramente rizado color castaño, delgada y con una estatura de acuerdo a su edad.

Esta se quedó observando al chico, ya que este seguía con una cara de dolor. Mientras ella se acercaba más a él, más dolor sentía.

—Eh, te sientes bien— la chica le dijo mientras lo seguía observando algo nerviosa por lo que le pasaba.

Max afirmó. El dolor paso poco a poco bajando de intensidad lentamente, pero ya lo podía controlar.

—Ven, te ayudo. Por cierto, soy Sabrina Burke.—¿Burke? Max pensaba en ese apellido, lo había escuchado en su sala común. Max se presentó y se dejó ayudar. La chica lo llevó a la sala común donde allí lo siguió al lado de los de su año.

Max con un poco de dolor aguantó lo más que pudo, respiro hondamente y esperó a que la chica se fuera. Para luego seguirlo al gran comedor.

...

—Por fin llegaste, siempre tarde. ¿Qué extraño, no?— Pansy, la chica de su mismo curso decía mirando a Draco. Este la ignoró, mientras trataba de comerse algo. Estaba metido profundamente en sus pensamientos. Ahora no estaba tan seguro de sí seguir en el ejército de Dumbledore. ¿Qué pensaría su padre? De seguro lo mandaba a otra escuela de magia y hechicería.

Esta era una de las cosas de que su padre no se iba a enterar.

Max miraba a su amigo, pero lo quería dejar tranquilo. Quería que reflexionara y pensara que era lo mejor para él. Solamente quería ayudarlo. Si Draco no quería, no podía hacer nada más.

La cena había finalizado, todos o la mayoría habían comido demasiado. Max se fue a finalizar sus tareas y después buscaba una forma de cómo sacarle información a Dumbledore de él. Pensaba y pensaba y no llegaba a nada.

Seguía en uno de los sillones viendo el lago, y veía como cada chico se iba yendo a dormir. Era la media noche cuando la chica, Sabrina, bajó a la sala. Max yacía acostado en un sillón negro muy fino.

—¿Eh, Max?—el chico despertó bruscamente. Luego se dio cuenta que era la pequeña chica de Slytherin que lo había ayudado.

—¿Si?—comentó bostezando.

—Yo sé como ayudarte a conseguir la verdad—Max abrió sus ojos sorprendido. Trató de disimular, pero no pudo. ¿De qué ella hablaba? ¿Qué cosas sabía sobre él?

—¿De-de qué hablas?—preguntó temblando. La chica puso una cara seria y se quedó mirando—.Oh, no. No te preocupes, eres muy pequeña para meterte en problemas.

—No me llames pequeña. Soy muy inteligente para que lo supieras y puedes usar poción multijugo convirtiéndote en Snape.—le gritó a Max. Sabrina había cambiado su cara de niña buena a una de demonio, del enojo. Algo raro, como si no fuera ella por un momento.

Max seguía asustado, pero luego lo pensó. La chica tenía razón, como no lo había pensado antes... Este la abrazó y subió para su cuarto. Max había leído anteriormente de esa poción, algo complicada.

Mientras subía las escaleras, su ánimo bajó. ¿Cómo se hacía una poción de esas? No le podía pedir ayuda a Snape porque se iba a dar cuenta, por otra parte estaban algo peleados.Y además sospecharía tanto que lo podían capturar. Pensó por un momento y luego se dio cuenta que tenía a Hermione. Ella lo podía ayudar, era la mejor en clase. De las más inteligentes que él había conocido.

Ya sabía a quién acudir el día siguiente o ese mismo día. Ya que era de madrugada, estaba apunto de llegar a su cuarto cuando Draco lo sorprendió por detrás.

—¿Qué hacías hablando con Sabrina?—susurró.

—Nada, me estaba ayudando en algo. ¿Algún problema?

Draco se acercó a su oído y le susurró algo sobre ella. Su familia a veces iba a la casa de los Malfoy. Eso no era una buena señal. Aunque ella le dio una buena idea para ayudarlo.

Draco le advirtió y Max aceptó no pasarse mas con ella. Los dos chicos se fueron a sus camas y se durmieron. Mañana iba a hacer un día de muchas clases y cosas que hacer.

Los pensamientos de Draco le afectaban al igual los del chico. Tenían que sacar aquellos demonios de sus cabezas, sino, acabarían con ellos.

...

—Despierta, llegaremos tarde—Max decía nervioso a Draco.

Trataba de despertarlo al igual que trataba de despertar a Crabbe y Goyle. No parecía funcionar, e iban para la peor clase de todas, Defensa contra las artes oscuras. Max solamente en todos estos meses había aprendido como diez hechizos, pero no fue gracias a ella. Fue a su libro y sus amigos. Los minutos pasaban y por fin tuvo resultados.

Había tomado su varita y había hecho el hechizo Sonurus. Convirtiendo la varita mágica en un micrófono. Los tres chicos brincaron del susto. Max no pudo aguantar la risa y bajó. Los tres chicos de Slytherin se estaban cambiando.

Max estaba abajo caminando de lado a lado esperándolos. Hasta que por fin bajaron, corrían por los pasillos sin mirar atrás mientras peleaban con el chico por haberlos levantado de aquella forma. La puerta se estaba cerrando cuando Max puso su mano y entraron.

Los cuatros jóvenes ingresaron al salón mientras todos los miraban. Hermione miró a Max como si supiera que algo malo iba a pasar.

—Veo que llegas tarde—Umbridge miraba con su sonrisita estupida a Max, además no había regañado a los otros tres solo a él—. Te has escapado estos meses de mi, pero ya estoy cansada de que hagas las cosas incorrectas, cariño. Nosotros los de Slytherin no somos así, así que un castigo hoy no te vendría mal.

Ella se quedó observándolo, además tenía muchas cosas para hoy. Tenía que descubrir lo de su padre, los chicos le dirían donde se iban a reunir para lo del E.D. Y miles de trabajos pendientes... No quería tener su fin de semana tan ocupado.

Max la miró con asco y está solo le sonreía. Luego se volteó donde Harry y Ron que estaban un poco más al lado de él. Y ellos lo único que pudieron hacer es poner una cara triste.

La clase paso y seguían leyendo los capítulos de aquel libro barato. Todos se fueron a el gran comedor a cenar, Max fue en busca de Hermione para que lo ayudara con la poción multijugo.

Mientras comía, la chica se dirigía a la mesa de Gryffindor un poco cansada. Tenía miles de libros en cima y los dejo a su lado.

Max rápido se levantó de su mesa y fue corriendo donde ella.

—Max, ¿qué haces aquí? Van a sospechar, dimos unas reglas.

—No es sobre eso. Necesito ayuda para hacer una poción multijugos— ella se quedó observándolo sorprendido, pues no tenía los materiales ahora ni tiempo—. ¿Crees que me puedas ayudar?

Hermione puso una sonrisa débil.—Max, me gustaría ayudarte. Pero no tengo tiempo, tenemos que prepararnos para los timos. Yo no te puedo ayudar, pero conozco a dos que si—hizo una pausa y luego señaló a dos pelirrojos—. Fred y George.

Hermione rápido llevó a Max donde ellos. Estos dos sonreían.

La chica le contó lo que necesitaba y luego los gemelos le dijeron que se fuera agradeciéndole.

—Gracias Hermione, por conseguirnos personas para nuestro negocio—Fred le agradeció.

—Si, ahora sí nos disculpas. Estamos en negocio, así que fuera, adiós— agregó George.

Max vio como los dos se lo llevaron para un lugar donde pudieran estar solos.

—Chicos, no tengo mucho tiempo. Tampoco tengo galeones. En cuanto los consiga se los doy, pero necesito ayuda urgente.

Fred y George se miraron y sonrieron. Sabían lo que tenían que hacer, además le gustaban ayudar a hacer algunas bromas.

—De los galeones no te preocupes. Vamos a probar nuestra propia poción multijugos contigo— George sacó un pequeño cofre con un líquido extraño.

—Espero que funcione. Lo único que tienes que hacer, es buscar un cabello de la persona en la cual te quieres transformar.¿Por cierto, quién es?—Fred le dijo con curiosidad.

—Snape.

A los dos chicos se le formaron una luz en sus ojos.—Genial, te quieres ir al extremo. Suerte con esa.

—Pero si te descubren, no le digas de dónde sacaste la poción—George le guiño.

—Gracias chico. Por cierto, si funciona, le recomendaré esto a todos los de mi casa. Es lo mínimo que puedo hacer.

La campana sonó y se dirigieron a transformaciones, allí Mcgonagall los llenó de tarea y cosas que debían practicar, así siguió con historia de la magia, el profesor Binns estuvo una hora hablándole sobre la prohibición de dragones y lo ilegal que era tenerlos en casa. Así que les mandó a hacer un ensayo de cinco páginas de lo que habían aprendido.

Tantos trabajos que al fin habían llegado a la última clase, los estudiantes de quinto se dirigieron a la mazmorra. Si, a tomar pociones. Ese era el momento clave para seguir el plan.

Todos entraron a aquel aula oscura. Los calderos estaban puesto listos para preparar una poción. Max tenía su caldero que lo había comprado con Snape y que en serio era muy bueno, listo allí.

Hermione se fue con Harry y Max con Ron. Los chicos trataban de hacer la poción. Max miraba la imagen del libro y no se parecía a nada.

Mientras Snape trataba de humillar a Harry como siempre, este alzó su mano como cualquier otro chico y le preguntó cómo estaba la suya.

Ron temblaba, no estaba tan seguro de estar al lado de Max en ese preciso momento.

Snape se acercó lentamente al caldero que ya estaba frío al igual que la horrible mezcla y Max movió su varita disimuladamente haciendo que la poción brincara y cayera en la cara del profesor. Todos reían o la mayoría.

—Lo lamento, la poción esta loca. Déjame ayudarte—Max tomó un paño, y se lo puso en la cara, luego disimuladamente le arrancó un pelo de su grasienta cabellera—. Tienes hasta en los pelos, repruébeme si deseas. La próxima lo trataré de hacer mejor.

Severus sin expresión, bueno si, estaba furioso. Lo miró y mando a todos libres, era lo mejor, un viernes con la última hora libre. Los chicos salieron gritando de la emoción y Max por lo menos trató de limpiar el desastre. Tomaba un paño mojada y limpiaba cada mezcla.

Snape rápido tomó su varita y con un movimiento limpió todo. Max no había pensado en eso, todavía no estaba tan acostumbrado a usar la magia para todo.

—Eh, gracias. Lo siento mucho, me tengo que ir— se había disculpado de eso, pero todavía no tenía el valor de disculparse de lo de aquel día. Corrió como pudo sin escuchar a Snape, iba para su sala común... Hasta que recordó lo de su castigo. Así que fue lentamente y cansado para el aula de Defensa contra las artes oscuras.

Allí tocó la puerta y lo invitaron a pasar. Habían muchos platos con gatitos moviéndose. Umbridge tomaba un té mientras lo llamo para que se sentara. Ponía una cara angelical, angelicalmente de sapo para Max y se levantó.

Mientras se levantaba, Max se sentaba. Ella empezó a dar varias vueltas al rededor de él.

—Tendrás que escribirme lo siguiente."Un chico de Slytherin no debe meterse en problemas"— A Max le molestó eso, él no se metía en problema. Pero ahora sí no quería otro problema y afirmó.

Max iba a sacar su pluma y tinta hasta que ella lo detuvo.

—No cariño, usaras esta— ella le había dado una pluma muy extraña—. Por cierto, ya me han preguntado, no necesita tinta.

¿Cuántos otros más habían estado en castigo? Conocía a Harry, pero a nadie más.

Este empezó a escribir y en segundos, soltó la pluma. Su mano se empezó a poner roja y sintió casi como la sangre le salía.

Umbridge lo miraba con una cara casi de asombro. Ella sabía que iba a pasar, pero Max no podía seguir aguantando. Eso no se podía hacer, los profesores no podían torturar de esta forma a un estudiante.

Max aguantó el dolor y la llamó.

—Eh, querida profesora. ¿Cómo se escribe esta palabra?— ella se acercó y en ese instante, Max aguantó su mano y le dio su lápiz torturador. Lo movió de lado a lado. Mientras que el garabato se le empezaba a marcar a la mala profesora. Esta gritaba de dolor y Max estaba apunto de salir corriendo de allí.

Pero la puerta se cerró y un dolor le empezó a recorrer, con la palabra. "Crucio".

Solo estaba revolcándose en el piso.

Mientras escuchaba que él era el elegido. Él era el de la profecía, aquella voz le empezaba a hablar de nuevo. ¿Pero saldría vivo de aquel dolor?

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Ya elegí el personaje , tuvo una pequeña parte ahora en la historia y muy pronto tendrá más. Pronto habrán varios concursos en lo que pueden participar , bueno si quieren. Y si se les ocurre otras ideas para concursos de esta historia coméntenlo o me lo dicen en privado.

Suerte a la ganadora, todos hicieron un buen trabajo con sus personajes, estaba difícil de decidir. Al final lo hice. Gracias por sus votos y comentarios, además de los 900 views tan rápidos. Son geniales..

Saludos desde la sala común de Hufflepuff.

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