Maldito multijugos

Aquel humo se acercaba cada vez más a la ventana. Estaba a punto de entrar, cuando Voldemort la cierra. Aquella cosa chocó muy fuerte contra el concreto.

—Ahora que espere—le dijo a Max.

Max seguía tratando de desatarse.

Nagini, la serpiente de Voldemort, se acercaba al chico, un temor invadió completamente a Max.. Irónicamente le tenía miedo a las serpientes sin importarle que ese fuera su escudo de la casa..

Max sintió una extraña sensación, y escuchó como la serpiente le hablaba.

Sintió como su corazón le salía por la boca, ¿cómo era posible? La serpiente le decía cosas extrañas en un lenguaje que poco a poco fue entendiendo.

Este empezó a escucharla y Voldemort miraba sorprendido, luego puso una cara de satisfacción.

—Vamos Nagini—se marcharon dejando al joven solo de nuevo.

Por otro lado,  había llegado Snape en aquel humo negro, había chocado con la ventana y yacía en el suelo con un poco de dolor en su cintura. Con un solo movimiento de varita, se la arregló.

La marca le dolía demasiado, no sabía qué hacer. Estaba muy desesperado, pero iba a hacer lo que sea por su hijo.

Entró por una de las entradas secretas y se encontró con las personas correctas.. La orden de fénix se encontraba escondida a punto de atacar.

Snape se acercó a ellos y todos estaban felices, o la mayoría, porque estuviese allí para ayudarlos.

Los chicos seguían aguantados, hasta que un destello grande de luz apareció, se encontraba varias caras conocidas listo para la ayuda.

Cada uno de los jóvenes estaban siendo salvados, entre batallas y batallas, Sabrina escapó.

Dirigiéndose a la guarida secreta de Voldemort.

Al entrar,  Max gritó y pudo deshacerse de aquel hechizo. Se podía mover, se estiró como pudo.

— Sabrina, ¿qué haces aquí?—comentó rápido respirando pesado—Necesitas salir de este lugar. Es muy peligroso.

—No te preocupes, vengo a salvarte—le sonrió dándole un pequeño beso en los labios de Max. Este se sonrojó—Primero, necesito uno de tus cabellos.

Max no entendía, solo sentía una atracción hacia la chica, lo tenía hipnotizado. Este solo asintió y se lo arrancó, un pequeño bello negro había sido arrancando de la cabeza de Max. Este se lo entregó y Sabrina lo introdujo en un pequeño frasco. Esta sacó otro que tenía y se lo dio a Max.

Max, la observaba con atención y con una cara de qué rayos ella hacía con un pelo de él...

—Necesitamos tomarnos estos, nos pondremos invisibles...

Max no sabía si creerle, pero con la magia se podía hacer casi todo, por no decir todo...,—No se. No sé ni qué hay ahí adentro.

Ella solo puso una cara triste mirándolo como si fuera un pequeño cachorrito. Cada vez más, atraía como un imán al chico.

Este se lo empezó a tomar...

Siento un extraño escalofrío y vio cómo empezó a encoger. Luego miró sus manos, hasta así verse completo. Era ahora Sabrina.

—¿Qué me haz hecho?

—Mi deber—sonrío maliciosamente—Lo siento cariño, la profecía tiene que seguir.

—Me traicionaste...— respiro enojado, sintió un dolor inmenso, aquella persona le había puesto tanta confianza. Max recordó lo que le había dicho Draco al respecto.—Todo este tiempo me traicionaste.

Max con toda su furia sacó su varita. Cuando estaba a punto de atacar, vio como otra varita lo apuntaba.

Se dio vuelta y se consiguió a Snape.

—Ni te atrevas a atacar a mi hijo..

—Pero yo soy tu hijo.. Oh, espera— se dio cuenta que ya no era él— Maldito multijugos...

—No le creas papá, me quiere hacer daño..,—comentó Sabrina imitando la voz correctamente, pareciera que había usado un hechizo de voz.

Snape estaba confundido, no sabía qué hacer. Hasta que la puerta de la habitación se abrió.

—Te estaba esperando, querido Severus...

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