La verdad
Las piernas le temblaban, Snape notó su ropa parecida a la de él. Pero no le hizo caso, tenía que estar concentrado en lo que le tenía que decir. Quería tratar de llevarse bien con su hijo no importara las consecuencias de ahora. Necesitaba ayudarlo, necesitaba ayudarlo a defenderse.
Caminaban por los castillos, algunos personas dentro de los cuadros aún seguían durmiendo y ya se notaban estudiantes caminando por ahí. Muchos de ellos, a desayunar al gran comedor.
Max no tenía mucha hambre, el nerviosismo se iba invadiendo de él, poco a poco. Cuando llegaron a aquel aula oscura, la clase de pociones. Los dos entraron, el chico se fue a observar su caldero mientras que esperaba que Snape hablara.
—Ya pasaron muchos años, y no sé cómo decirte— Snape decía con su voz quebrantada, pues era difícil y no sabia como Max se lo tomaría—. Bueno te reuní porque, bueno es que... Necesitas mejorar las notas.
El gran silencio se formó. Max de lo nervioso que estaba se volvió furioso. No le gustaban las mentiras, a menos que fueran necesaria. ¿Pero esta lo era? Porque no le decía la verdad y ya. Snape se sentía decepcionado, no podía y siempre que trataba le decía una tontería.
—¿Sabes qué? Me tienes cansado, eres un cobarde. Porque no me dices la verdad—gritó Max, Snape abrió sus ojos como nunca. Un estudiante le estaba hablando de esa forma, su hijo le estaba hablando de esa forma. Max se calmo y volvió a hablar normal. Respiró profundamente—. Sé que eres mi padre, tan difícil era decírmelo.
El chico estaba a punto de llorar, no sabia de que.¿Si de la rabia o de un sentimiento fuerte? Creía haber hecho lo correcto, se canso de esperar.
No volvió a mirar atrás donde se encontraba el sujeto vestido de negro o mejor dicho su padre; quería correr y alejarse lo más rápido posible de él. Corrió, pero algo lo detuvo.... Una mano lo aguantaba, Max se volteó y se encontró con los ojos llorosos de Snape.
El chico se sorprendió, lo había visto sorprendido, enojado y algo dolido. Pero esta vez era muy grave, bajo aquella máscara de seriedad y sin sentimientos. Había un Snape muy lastimado y herido. No se trató de soltar, aquella mirada perdida en el dolor lo hipnotizaba.
—Creí haber hecho lo mejor posible... Fue difícil aquel día alejarte de mí. Estaba solo en este mundo, me quedabas tú. Hice o creía haber hecho lo correcto, no quería abandonarte, pero estaban buscándonos y me querían matar—los sollozos se empezaban a formar. Snape gimió de tanto dolor, Max observaba fijamente al piso, reflexionando e imaginándose todo—. Aquel día te deje en un orfanato, allí recibirías alimento y un hogar lejos de la magia. La magia se puede utilizar para el bien, pero también para el mal. Desde aquel día, siempre... Siempre me quedaba pensando en ti, en tu madre y en una gran amiga Lily.
Tantas preguntas invadían a Max, necesitaba saber,¿qué le había pasado a su madre?¿Quién era Lily? ¿El motivo exacto de su abandono? Y miles más... Su cabeza le daba vuelta, no creía que todo esto le iba a afectar demasiado. Su corazón dio un "click", se le había partido el alma, pensando en lo lastimado que estaba su padre.
—Lo siento— Max quería decirle tantas palabras, pero eso fue lo único que salió.
—No lo sientas, lo siento yo. Lamento haberte dejado solo en el mundo, pero si tú me aceptas. Me gustaría recuperar todo ese tiempo perdido, me gustaría darte el cariño más inmenso del mundo. Me gustaría volver a ser tu padre.
Max lo estaba pensando, quería recuperar todo ese cariño. Ya no se sentiría solo...
No hizo caso, dejó a Snape solo en aquel cuarto y se fue corriendo. Snape no podía aguantar, se quería morir.
Pero todo cambió en segundos, el chico volvió corriendo y saltó donde su padre. Un gran abrazo se había formado, una luz azul salía de cada cuerpo. Algo mágico, y Max lo vio.
Mientras aquellas luz se formó, un rostro joven y muy lindo se vio.
Una mujer de pelo negro, tez blanca y ojos claros se podía observar. Ella sonreía y miró al chico, tirándole un gran beso.
—Vi... Violeta—agregó Snape tragando Saliva.
Aquella imagen desapareció. Max se dio cuenta que era su madre, o eso sentía... Se sentía especial, aquella mujer le traía paz y tranquilidad.
Lástima que un extraño reloj en el aula anunciara que pronto empezaría el horario de clases.
Los dos se quedaron sentados con unas sonrisas. Max sintió algo extraño en su estómago y sentía su corazón latir más rápido que nunca.
Snape, ya no tenía su corazón pálido y oscuro. Sentía su sangre recorrer mejor todo su cuerpo, sentía que podía respirar mejor. Pero algo hizo que parara un poco su felicidad. Aquella profecía de que tanto había tratado de escapar. La profecía del chico que destruiría al niño que sobrevivió.
...
Max caminó más feliz que nunca. Saludaba a todos los chicos y chicas que se encontraban al frente.
Unos chicos de Gryffindor lo miraban extrañados. ¿Pues qué hacía un Slytherin saludando a todos los de Gryffindor y otras casas menos la de ellos?
Max se dirigió a el gran comedor y se sentó con los chicos.
Draco lo observaba muy extrañado debido a su sonrisa exagerada.
—¿Y a ti, qué te pico?
—Me ha pasado algo increíble— se acercó a Draco para que nadie escuchara—. Ya me arreglé con Snape. Él no sabía que yo ya sabía que era su hijo y ahora los arreglamos.
Draco escupió todo el jugo que tenía en su boca, cayendo en la cara de Max.
—¡Qué!
—¡Shhh! Nos van a escuchar.— dijo perdiendo a la sonrisa, todo el jugo de Draco estaba en su cara ahora.
Ya era tarde para eso, una de las chicas de Slytherin lo habían escuchado.
Pansy.
Max la miro y luego se fue dejándolos solo tratado de quitarse todo el líquido pegajoso que tenía. Draco lo miraba con cara de ayúdame, pero Max no entendió. La chica se veía enojada, no sé si estaba celosa.
Que él supiera, Draco no tenía novia y tampoco era novio de él. Para que ella estuviera así.
Max se estaba preparando para sus clases aparte , era sábado. Todos o la mayoría estaban libres, él no. Tenía que adelantar los trabajos de los grados anteriores que él no estaba.
En el camino, se encontró con Hermione.
—Ya encontramos un lugar en donde practicar, nos reuniremos por la tarde en el quinto piso—dijo con emoción y luego miró a los lados que nadie más los escuchara—. Por cierto, avísale a Draco.
Max afirmó con emoción y lo siguió a donde el profesor Flitwick. No había nadie más en la sala, solo el bajo profesor que lo esperaba con emoción.
—Oh, querido Max. Me alegro verte por aquí,¿estás listo para tu clase de encantamiento?
—Si, estoy listo para aprender nuevos hechizos—. Era verdad, quería aprender y conocer lo que de verdad era su mundo.
El profesor le enseñaba varias cosas sobre lo que era encantamiento. Él se sorprendía de lo mucho que Max acertaba y hacia las cosas rápidas.
—Bueno, Max. Aprenderemos a hacer un hechizo llamado Accio.
—¿Y para qué sirve?
—Bueno, este hechizo te ayudará a traer cosas de diferentes parte hacia a ti. Tienes que decir que es lo que deseas o pensarlo y decir el nombre del encantamiento.Es una atracción, pero no sirve para todo. Hay objetos encantados que el hechizo no le traerá ningún efecto— Max pensaba como podía utilizar ese hechizo y luego siguió escuchando al profesor—. Bueno, ahora agita tu varita para arriba y luego bajas y la mueves hacia la izquierda.
Max lo intentó y gritó.
—Accio libro— no especificó cuál y el profesor Flitwick que estaba parado como de costumbre en una montaña de ellos cayó. Todos los libros salieron donde Max.
Mientras iban donde él. Escuchaba una voz que decía" Protego". Aquella voz siniestra que le aparecía.
—Protego— un escudo invisible apareció, mientras todos los libros chocaban en aquella pared...
Flitwick no podía estar más sorprendido. Fue tanto que tomó un pergamino y una pluma y empezó a escribir algo. Con su cara algo asombrada lo siguió donde Max y trató de disimular.
—Es todo por hoy, lo has hecho increíble.
Max no entendía de donde había salido aquel hechizo. No sabia de su existencia y mucho menos como lo había obtenido. Fue pura suerte...
Ya no tenía más clase por el día de hoy. Pero tenía que acabar algunos trabajos que tenía, así que fue a su sala común a hacerlos.
No sabía dónde estaban los chicos ni Draco. Entró a la sala y vio a otros chicos de primero y algunos del último año trabajando.
Los saludó y se unió a ellos. Allí hacia sus trabajos y ensayos y todo lo que tenía que practicar. A veces recibía ayuda de uno que otro alumno mayor que él y aveces ayudaba a los de primer año que estaban más o menos en su nivel.
Mientras guardaba todo, rápido miró su reloj. Marcaban las dos de la tarde. Pronto tendría que estar con los del ejército de Dumbledore.
Cuando se iba a levantar, unas manos le taparon sus ojos.
—Adivina, adivinador..¿quién soy yo?
—¿Uhm, Pansy?
—Uiii, claro que no. Ella es muy odiosa.. Draquito , mi Draco querido— Max sabía quién era solo quería molestar.
—Si, se que eres Sabrina.
Ella le soltó sus brazos y la vio. La chica estaba algo feliz. Mientras le iba a decir algo a ella, Max recordó lo que le prometió a Draco.
—Me tengo que ir—dijo el joven apurado.
—¿Y para dónde?— preguntó con mucha curiosidad.
Max no le podía decir, era algo secreto. Tenía que hacer una excusa. Ella era buena, o eso parecía porque no la conocía muy bien.
—Uhm, para detención con Snape. Y estoy tarde así que adiós.
—Si—sabia que era falso.— Me alegro que se hayan resuelto las cosas entre tú y tu padre.
¿Cómo lo sabía? ¿A caso Draco se lo había dicho?
—¿Cómo sabes eso?— ya le empezaba a dar miedo—. Te lo dijo Draco.
—No. Pero no te preocupes, no le diré a nadie. Tienes mi palabra.
Max no sabia como escapar. Hasta que llegó Draco.
—Hablando del rey de Roma...
—Eh, Max. Ya me dijer...— paró de hablar. Se encontraba al frente Sabrina. Aunque Max todavía tenía curiosidad de por qué no se llevaban tan bien—. Bueno de lo que ya tú sabes. Vámonos.
Los dos chicos se fueron dejando a Sabrina. Corrieron hasta el quinto piso algo ansiosos por ver el lugar y a ver si aprendían algo.
Al llegar, Max conocía ese lugar. Allí fue donde encontró aquella ropa. Al entrar, los demás lo estaban esperando, pero no lucía igual... Estaba preparado con cosas para batallar y practicar, era genial.
—¡Wow!—comentaron los dos chicos de Slytherin.
Los dos estaban listo para aprender y no sabían que estaban en peligro, al menos Max. Mientras más conocimiento tuviera, más fácil fuera de que la profecía se cumpliera.
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