DCAO
Los dos chicos caminaron con mucha curiosidad. Estaban un poco nervioso, Draco pensaba que ya era hora de ser mortifago, Max pensaba que ya era hora de que le dijera él mismo que era su padre.
La oficina de Snape estaba muy cerca, pues estaban en las mazmorras. Al llegar, entró Snape y luego Draco. Max iba a entrar hasta que una mano le sujetó su túnica.
—¡Hey!—al voltearse se encontró con una señora vestida de rosa. Max tragó saliva, sabía que estaba en aprietos.
—Con que faltando a los castigos, vas a aprender.— Max trataba de hablar pero ella no lo dejaba. Hacía como si estuviera hablando con una pared.
El chico se estaba molestando, él no tenía la culpa... Trató de alejarse y entrar a la oficina de Snape, pero Umbridge le aguanta la túnica y lo empujó donde ella. Él no le pegaba a las mujeres, solo que esta parecía una bruja despiadada, bueno lo era. Aunque él se refería a una de esas de los cuentos, que eran bien malas. Así mismo...
—Suélteme.— en ese momento salió Snape viendo la escena.
—Profesora Umbridge, ¿qué hace por aquí?— comentó en su tono serio y frío.
—Eso a usted no le importa.—respondió con su risita.
—Pues sí, el castigo del joven ahora lo tiene conmigo. Dumbledore me lo ha notificado. —Snape mintió mientras le guiñaba un ojo al chico para que supiera que era de embuste. Max hizo una pequeña sonrisa. Snape sintió su sangre bombear de la emoción. Pues creía que Max no lo odiaba del todo.
Había logrado que su hijo le sonriera. No se había sentido tan mal.
—Esto no se va a quedar así.—Umbridge se fue enojada por toda la mazmorra.
—Gracias.— respondió el chico mirando a su padre.
—No hay de qué. Ahora entra...
Snape y Max entraron, Draco esperaba cómodamente en una silla con sus piernas en el escritorio. Cuando llegaron, las bajó.
—Ya era hora, me iba a dormir ya aquí. ¿Para qué nos buscaste tan tarde? ¿Hicimos algo malo?
Severus respiró profundamente. Necesitaba desahogarse, necesitaba ya ser libre. Severus puso una cara de tristeza, no podía ser egoísta. No podía solo pensar en él.
Los chicos notaron la cara de aquel hombre con el corazón roto.Se miraron muy extrañados. Draco nunca había visto esa parte de Snape.
—¿Te sientes bien?— preguntó Max. Eso hizo que Snape sonriera. ¿En serio su hijo se preocupaba por él? ¿O solo era para tratar de que cambiara la cara?
—Obviamente no se siente bien.—le respondió Draco haciendo unas muecas de que era obvio.
—Sí.—Severus hizo una pausa.—Solamente les tenía que decir algo muy importante.—los corazones de los chicos estaban latiendo muy fuerte. Draco pensaba que le iba a hablar sobre su trabajo de mortifago y Max pensaba que por fin le iba a decir que era su padre... Cada vez estaban más seguro de sus teorías.
Snape los miró fijamente, pero era un cobarde. ¿Por qué no se atrevía hablar? Sentía su estómago revolcar, se sentía muy mal, solo lo tenía que esconder como siempre. Abrió su boca y volvió a tener esa mirada fría y penetrante.
—Solo les quería decir que no se metan en problemas.—hubo un silencio en la sala.
—¿En serio era para eso? Estoy cansado, me voy a dormir. —Draco se fue diciendo miles de cosa y Max se quedó observándolo.
La mirada de Max, incomodó un poco a Snape. Podía tener el mismo rostro dolido que él.
—Se nota que no eres tan valiente como pareces.—Max le dijo enojado y se marchó.
Mientras corría para alcanzar a Draco, pensaba en lo que le dijo a su verdadero padre. Solamente quería que le dijera la verdad, se sintió un poco cruel por haberle dicho eso... Solo quería que le dijera que era su padre, no importara porque no lo pudo cuidar antes o las consecuencias. Él lucharía con su padre para quitar cada obstáculo.
Pero la realidad no era así, estaba algo solo en el mundo. Ahora empezaba a tener algunos amigos y eso le alegraba.
Snape se quedó allí parada como estatua. Las lágrimas bajaban por su piel pálida, no quería pensar que aquellas palabras fueran para él. Tenía la voz de Max con aquella frase retumbándole. ¿Por qué se lo había dicho? Solo lo olvidó, aunque sabía que aquellas palabras tenían mucha razón.
Sentía un dolor inmenso que quería disimular como los demás, pero había llegado al borde. Su lado sensible había regresado.
Max pudo alcanzar a Draco justo entrenando a la sala común.
—Vámonos a dormir, nos llamaron para esa estupidez.—comentó Draco a Max.
—Sigue tú, yo voy ya mismo.— Draco lo miró extrañado, pero lo siguió.
Max se quedaba metido en sus pensamientos. No solo era eso, también tenía que adelantar los trabajos por esos días que había faltado.
Estuvo de trabajo en trabajo hasta que por fin acabó a las una de la mañana. Así mismo se dirigió muy cansado hacia su cuarto.
Crabbe y Goyle roncaban como locos, Draco dormía como un angelito. Max no pudo resistir sonreír por eso. Que triste era que te eligieran la vida, que te obligaran a ser alguien que no deseas por el honor, que fueras condenado a algo antes de nacer.
Max se cambió de ropa y se acostó. Ningún pensamiento le quiso pasar por su mente, pues el cansancio le ganó.
...
Los días en Hogwarts pasaban muy rápidos, Max odiaba cada vez más a Umbridge. Ella era una diabla, era muy mala con todos y no sabia enseñar.
Draco y Max algunas veces se pasaban juntos, los dos eran de Slytherin, no creía que su padre lo regañara por estar con uno de su casa.
Max y Snape solo se veían en clase, Severus estuvo evitando a su hijo luego de aquello. Lo pensó varias veces y no podía dejar aquella promesa. Ahora era como cualquier estudiante normal, ¿o no? Estaba en en nivel de Harry Potter. Le hablaba muy frío e aveces le hacía tratos injustos.
Max sabía que era por lo de aquella noche. Habían días que quería disculparse, pero no se animaba. Sabía que lo que había hecho era cruel y doloroso. A él también le dolía, saber que conseguiste a tu padre por fin luego de catorce a quince años atrás y que él lo supiera y no hiciera nada era fuerte.
Era un día no tan normal para algunos, pues irían a Hogsmeade. Y Max estaba emocionado, no sabía lo que era, además había escuchado sobre una reunión secreta formada por Harry, Ron y Hermione sobre aprender Defensa contra las artes oscuras. Eso era perfecto para Max...
Luego de que le dieran los permisos, y Max descubriera que tenía un permiso firmado sin tener a nadie, habían llegado, por fin lo vio. Había visto ese lugar desde lejos. Las casas tenían sus techos repletos de nieve, tenían un ambiente tan relajado a pesar de tantos magos estudiantes que habían recorriendo las tiendas y lugares emocionados.
Los chicos caminaban de tienda en tienda. Max vio como dos gemelos pelirrojo le hacían una broma a uno de tez oscura. Vio a unas chicas de Ravenclaw comprando unas grandes galletas de chocolate mientras sostenían unos libros muy interesantes.
Todos la estaban pasando muy bien allá.
Aunque Max no tuviera nada que comprar o mejor dicho, no tuviera galeones ni sickles. Su amigo Draco, sí. Él le compraba varias cosas para que fuera probando. Max se sorprendió de lo que todos esos dulces podían hacer.
—Vengan, creo que es por aquí.—se pudo escuchar. Un grupo de amigos de Gryffindor susurraban. Max vio a uno que se lo había encontrado varias veces a escondidas, Neville. Él ha sido su tutor el último mes en la clase de herbología.
Max lo persiguió para ir en busca de aquella genial iniciativa. Lo siguió solo, mientras Draco se quedaba con sus dos guarda espaldas gorilas, pero este notó la ausencia de su amigo.
Parecía que el lugar no había nadie y era un lugar algo sucio. Max iba a entrar cuando una mano lo aguanto.
—¿Qué haces? —Max brincó del susto. Su amigo Draco se encontraba al lado de él.
—Tengo que ir a esta reunión, puedes venir si quieres. Es para aprender DCAO.—un silencio grande se formó, Draco se puso serio y habló.
—Me estás tomando el pelo. Yo no quiero tomar clases ahora de defensas contra las artes oscuras cuando estamos en Hogsmade. Además yo sé más que cualquier estudiante que esté allí adentro sobre cómo hacer hechizos.—Max miró a su amigo, no tan extrañado por su reacción.
—Pues si es así, acompáñame.
Max abrió la puerta, y se sorprendieron todos los presentes allí , excepto Harry, Ron y Hermione que lo sabían, al ver a un Slytherin solo, Max. Pero la abrieron más aún cuando entró Draco. Harry y Draco se miraron entre sí. Y Max no tenía un buen presentimiento. Creía que iba a terminar todo mal por su culpa.
—¿Qué?—preguntó Draco asombrado a Max. No sabía que Harry era el tutor.
Los dos estaban asombrados y muy pálidos.
La adrenalina se estaba subiendo en aquel cuarto sucio, y las miradas de disgusto entre compañeros también.
Cosas malas podían ocurrir ahora, solo en este instante...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top