CokeWorth

Chicos corriendo, el lodo salpicando en su sucia ropa como era de costumbre.

Siempre era así en Cokeworth , Inglaterra.
En aquel sitio donde todas las casas eran iguales, todas hechas de ladrillos,ventanas grises y casi no visibles en la oscuridad.

Aquel lugar estaba todo abandonado, aunque vivían varias personas. Todos se conocían, o al menos casi todos.

Dentro de toda la suciedad se podía observar un joven, la cual todos conocían como huérfanito. Él vivía en una de las casas de allí, especialmente en la parte que se le llamaba La Hilandera.

Era una de las casas más siniestras y aterradoras, pero para él era normal. Eso era lo único que tenia por el momento. Luego de haberse escapado de un orfanato, porque decían que era muy desordenado e ingenioso llegó allí.

Max había despertado de aquella suciedad. La poca comida que se había llevado semanas atrás del orfanato se le estaba agotando.

Su barriga hacía ruidos extraños anunciándole que tenía que comer algo, pero él sabía que si quería sobrevivir tenía que hacer lo mejor posible por no comerse todo el alimento escaso.

Dentro de aquella choza vacía, se puso una camiseta sucia y se dirigió a toda prisa hacia su balcón. Para observar a los otros niños jugar y ver si alguien estaba apunto de tirar la comida a la basura.

Como era de saber , vio a una vieja señora a punto de botarla. No entendía como aquello era posible, mucha gente moría de hambre y él era una de ellas.

En un abrir y cerrar de ojos el joven corrió como nunca, mientras iba a toda brisa pasando la neblina y viendo borroso gracias a ella ,estaba a punto de alcanzarla... Hasta que unos niños del barrio lo detuvieron.

Eran cuatro de ellos. Estaban todos como si nunca se hubieran bañado. Con la ropa toda manchada de lodo.

—¿A dónde vas huérfanito?— preguntó un niño sucio y mocoso. Max, no le hacía caso. Al contrario, se enojo porque por culpa de ellos la señora había tirado toda la comida.—Contesta.

—No te tengo que dar ninguna explicación y como vuelvas a llamarme Huérfanito te la vas a ver conmigo. Soy Max.—Decía enojado, su cara hervía de la furia. Ahora tenía que seguir buscado o esperar hasta más tarde.

—Como digas niño, te dejamos. Tenemos que prepararnos , nosotros mañana espesaremos escuela y sí, vamos a la escuela. Porque tenemos padres que nos pagan la educación. ¿Y tú, vas?—le dijo otro de los chicos que acompañaba a líder mocoso. Max los ignoró.—¿O espera, no tienes padres ?—todos reían.

Max le golpeó la cara haciendo que este empezará a botar mucha sangre. Los otros chicos se sorprendieron y se asustaron un poco hasta que el líder habló.
—Te vamos a matar.

El chico estaba enojado y Max no tenía opción tenía que correr. Eran cuatro contra uno. No les dejo ni que hablaran , arrancó como pudo y corrió por toda la calle. No podía ver muy bien dónde estaban las casas localizadas. Se había perdido, llevaba solamente dos semanas y no conocía todo muy bien, pero eso no lo detuvo.

Corría a toda prisa, observaba como varios adultos lo observaban de una manera extraña. Sabían que algo malo iba a ocurrir, pero no les importo. Claro, no era hijo de ninguno de ellos, así que no era su responsabilidad.

Ya empezaba a cansarse y respiraba pesadamente. No quería mirar atrás, al final de la Hilandera pudo ver una casa tenía que meterse allí porque si no moriría.

Pasó un río sucio y luego otras casas abandonadas con farolas destruidas. El ambiente se estaba volviendo tenso, una neblina espesa no lo dejaba observar su alrededor con claridad.

—Allí está, no se detengan—ordenó el líder.

Max aceleró el paso, respiró como pudo y siguió la marcha. No le quedaba nada, la casa estaba a solo pasos, pudo ver como aquel hogar tenía una gran chimenea. Rápido entró y los otros chicos lo miraron aterrorizados.

—Olvídense de él. Ahí vive el sujeto raro.—dijo uno de los niños que no había hablado nunca mientras corrían de vuelta.

Max no comprendía lo que ocurría , era igual que la otras casas muy descuidadas. Ya adentro, cerró con cuidado la puerta y contemplo su alrededor en busca de vida. Al voltearse se encontró con muchas estanterías repletas de libros, algo estaba mal en aquel lugar. Libros muy raros que nunca había visto en su vida, se tenía que ir, pero todos esos libros extraños le llamaban la curiosidad.

Mirando cada libro pudo ver uno que decía : "Adivino tu edad".

Max lo tomó y lo observó. Al abrirlo pudo ver como el libro decía: Tienes 15 años. Un consejo, siempre ten cuidado, y no te metas en donde no debes porque grandes cosas descubrirás.

Él no entendía—Santa virgen, tiene que ser una broma o coincidencia—dijo mientras buscaba pruebas que no consiguió.
Le pareció curioso el libro. Había descubierto su edad, no sabia como, pero se lo tenía que llevar.

Al tomarlo, otro de los libros se cayó. Uno grande y pesado haciendo un gran ruido.

"¡Tack!"

—¿Quién está ahí? —Una voz seca y gruesa se escuchó. Max le dio miedo, estaba atrapado y no podía salir. Rápido desesperadamente buscaba por donde esconderse, un escalofrío recorrió su espina dorsal un gran baúl estaba cerca de él, lo abrió y se escondió.

Respiraba fuertemente y trataba de calmarse. Tenía miedo, escuchaba pasos cerca de él. El baúl tenía pequeños orificios por donde podía respirar y ver.

Miró por uno de ellos y lo vio. Un hombre de tez pálida, pelo negro grasiento y ropa oscura. Vestía algo extraño para un lugar como Cokeworth. 

El adulto se alejó y Max estaba aliviado, cuando iba a abrirlo y salir de allí. Se escucharon los pasos de nuevo, esta vez el hombre se había llevado el baúl con él adentro.

Max no sabía a dónde iba. Solo sabía que estaba en apuros, el hambre lo mataba sintiéndose débil y no podía saber a que destino iba a llegar esta vez, pero le daba igual, no tenía padre y ahora podía hacer lo que quisiera. Bueno, si salía de ese enredo.

"¡truuuun!" Había empezado a llover y los rayos caían en el barrio.

Se podía escuchar el ruido de las ruedas que el baúl llevaba. Era extraño, solamente este la empujó a un lugar que olía a carbón quemado.

Max se empezaba a asustar , ¿qué pasaba si el señor sabía que estaba ahí y lo quería matar? Estaba esperando el momento perfecto para salir y el hombre pálido habló.

—A la mansión de los Malfoys.— un pequeño ruido se formó y Max vio como una luz verde salía.

¿Quiénes eran los Malfoys? ¿Abra tomado un taxis? No lo sabia, pero era muy rápido porque se pudo escuchar una voz.

—Bienvenido Severus. ¿Subo tus pertenencias?

—Hola Malfoy.—dijo fríamente. La cual Max le dio gracias, qué tipo tam aborrecido.—Claro.

—Tú, ven acá . Lleva esta maleta al cuarto de visitas.— Max trataba de mirar por los orificios a ver mejor al señor que ordenaba. No quería moverse por sea caso que no lo descubrieran. Al ver, lo vio, un hombre bastante alto, con un pelo rubio largo y ojos grisáceos.—Lo siento Severus, perdí a mi elfo doméstico, Dobby, años atrás por culpa del estupido Potter, pero pronto nos vengaremos. Ven sígueme.

Max quería escuchar más , pero no pudo. Sintió como si algo estuviera cargando el baúl...

Pasaron varios segundo y notó como el baúl caía al suelo. Miró por los pequeños hoyos a ver quién tenía tanta fuerza y su corazón se detuvo por varios segundos. ¿Qué era aquella cosa?

La puerta se cerró luego de que Max viera aquel monstruo. Tenía que coger un poco de aire y abrió la maleta donde estaba.Al ver , estaba en un cuarto muy lujoso. Y lo más que le impresionó fue toda la comida que había en un plato servido en una pequeña mesa bañada en oro.

Se quedó pensando en aquella criatura enana, el hambre lo llamaba y eso era más importante olvidando aquello. Tal vez era alguien disfrazado, lo más probable o solo estaba alucinando por el hambre.

El chico abrió los ojos y sintió como su boca estaba lista para devorar todo aquello. Comió lo más rápido que pudo y luego de varios minutos se sintió satisfecho. ¡Que alivio!

Sentía que ese era el momento para salir de aquel lugar y volver a donde vivía a CokeWorth. Abrió la puerta lentamente y al mirar el pasillo este era muy largo, vio más de veinte puertas . ¿Enserio era una mansión? ¿Qué  el supiera , no había ninguna mansión cerca de CokeWorth para haber llegado tan rápido?

Iba a salir cuando escuchó una voz de un joven.

—Mamá, en serio no quiero hacerlo. No quiero hacerle daño a nadie. No quiero convertirme en mortifago.— decía entre sollozos.

—Te entiendo Draco, cariño, yo tampoco quiero que te conviertas en eso. Pero no podemos escapar, moriremos.

—¿Severus a llegado?

Max sabía que aquel hombre pálido se llamaba Severus lo había escuchado. Y suponía que el cuarto en el que él estaba era de él.

Trato de esconderse como pudo en uno de los armarios. Lo abrió lentamente y trató de cerrarlo, pero este se quedó medio abierto.

En la pequeña sombra de la oscuridad que quedaba en el armario se quedó arrodillado esperando a que lo descubrieran. Pudo ver a un chico rubio, más o menos de su edad tratando de buscar a alguien. Se empezaba a dirigir al armario, al tocar aquella manecilla y tratar de ver. Su madre lo llamó.

—Draco, Severus esta en la sala de reunión.— el joven rubio, Draco, se había ido corriendo de la emoción afuera , cerrando la puerta.

Max tenía suerte ya se había librado de varias en un día. Él solo quería volver a su pequeño hogar. A pesar de que pasara hambre y no tuviera a nadie con quien demostrar su amor, quería volver.

A veces pensaba en sus padres. ¿Dónde estaban? ¿Si estaban vivos? ¿Y por qué lo abandonaron?

Solamente deseaba que estuvieran bien, aunque antes no pensaba igual. Les tenía un rencor inmenso. Pero el tiempo empezó a cerrar sus heridas.

...

El tiempo había pasado y Max intentó salir de nuevo por aquel pasillo. Pasó por varias puertas y estaba perdido.

Se dirigió lentamente a uno de los cuartos donde se podía esconder. Y abrió uno muy grande. Este estaba decorado de verde y plateado. Tenía una grandes serpientes y unas escobas. Varios póster de unos equipos tal vez deportivos estaban en la pared.

Max observó el cuarto y todo. Busco en cada uno de los rincones cosas para tal vez llevarse. No lo iban a notar, se veían millonarios. Le gustaba bastante, además, necesitaba una ropa más limpia y la que había allí le servía.

Rápido tomo unos pantalones negros y una camisa verde que había con una serpiente.

Este la vio y veía que decía "Slytherin".

¿Qué era un Slytherin?, suponía que era un tipo de serpiente.

Se la midió y le quedaba perfecta , se miró al espejo y se peinó su cabello negro. Guardó su ropa en un pequeño bulto que había allí y se lo llevó. En la cama observó una pequeña libreta.

Este no pudo aguantar la curiosidad y la empezó a leer.

"No quiero ser malo, ¿por qué me obligan?"

"Ya pronto empezamos Hogwarts, tengo que ser tan hostil y creído".

"Dicen que el señor tenebroso volvió, ¿tendré que ser mortifago?".

"¿Por qué mi padre es tan malo? A caso los Potter le hicieron algo para que no pueda hablar con él".

"Quisiera olvidar mi pasado, pero no quiero aplicar el hechizo Obliviate".

Max se sintió algo triste, no entendía varias de las palabras, eso no le impidió para sentir aquel dolor. Vio más adelante y era el diario de Draco. El adolescente que había visto hace minutos atrás.

El chico estaba sufriendo muy fuerte. Max tal vez lo podía ayudar, pero no podía. Era un desconocido y si lo descubrían en casa ajena, peor.

Se quedó por varios minutos leyendo todo el diario y luego volvió a caminar por los pasillos esperando que nadie se diera cuenta.

Tenía tantas dudas para aclarar, el niño era algo fantasioso porque para querer hacerse hechizos para olvidar, a menos que fuera metafóricamente.

Max pudo ver por fin unas escaleras. Pero había personas allí abajo, al menos se escuchaban voces.

—¿Qué hago?—susurraba nerviosamente. La casa era muy grande y habían más de tres personas.

Bajó las escaleras color plata y rápido se escondió detrás de un mueble. Había parece guardias afuera porque se escuchaban susurros.

En una gran puerta pudo escuchar como un grupo de personas charlaban.

—¿Qué haremos ahora cuando se den cuenta que nuestro señor tenebroso a vuelto?— comentó una voz no reconocida .

¿A quién le decían señor tenebroso, a el gobernante de la ciudad?

—Acabaremos con Harry Potter, como se supone. Y mi Draco nos ayudará.—agregó aquella voz que conocía de un tal Malfoy.

—Sí.—dijo el chico como si no pudiese hablar.

La puerta se abrió y el joven había salido.

Max trató de esconderse, Draco lo pudo ver a tiempo.

Su corazón latía más rápido todavía y vio como el joven se dirigía a donde él.

Iba a ser el final de su vida. Eran unos mafiosos que querían matar a otro mafioso llamado Harry Potter, al menos eso pensaba el chico Max. Esperando su muerte.

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