Bota
Max estaba mareado, sentía como un líquido espeso y muy caliente bajaba de su nariz. Veía borroso, solo vio como Gilderoy se revolcaba por la cama, una luz roja había salido de la nada y se había introducido por sus oídos,hasta que se detuvo y se levantó de su cama.
Este le dio la mano a Max que seguía en el suelo, veía como tres de ellas. No sabía que hacer, le dio la mano a la del medio y lo levantó.
¿Qué acababa de ocurrir?
—¿Max,te sientes bien?—pregunto Lockhart preocupado.
"Di la palabra, Di la".
Max no sabía qué palabra, solo sabía que una extraña corta oración salió de su boca. No era español ni inglés, era extraño.
Lockhart brincó y sintió un extraño dolor en su cabeza...
—Lo recuerdo, lo recuerdo todo—decía sorprendido,—¿Qué has hecho, Max?—le dijo dándoles miles de besos en la frente.
—No-No lo sé—temblaba, estaba preocupado. Sabía que él no había hecho nada, fue aquella extraña voz.
—Lo que sea, estoy completamente agradecido—ya hablaba con una voz más adulta. Lockhart salió corriendo para avisarle a la sanadora.
Max no sabía que iba a contestar, solo decidió correr y tratar de salir del hospital lo antes posible.
"Ahora me vas a ayudar, te unirás a mi".
—Nunca—gritó el joven aguantando su cabeza.
—Te encuentras bien—dijo una señora.
—Si—mintió y la dejo con palabras en la boca.
"No le mientas... No importa, te enseñaré a batallar y acabar con esta linda profecía. Solo tienes que cumplir..."
—¿Max?—la voz se había ido, y Sabrina estaba al frente de él.
Max solo la abrazó y no quería soltarla.
—Ven, cálmate. No sé qué haces por aquí solo...
Max respiraba pesadamente mientras que Sabrina lo sentó en una de las sillas. Esta le sirvió un vaso de agua y lo trató de calmar..
Max observó en un pequeño reloj de una de las oficinas la hora. Se sorprendió al ver lo tarde que era... Su padre no se podía enterar de eso..
—Me tengo que ir, es muy tarde.
—No te preocupes, yo te llevo, cariño.
¿Cariño? Max pensaba. Ella era linda, tal vez sentía algo por ella. Pero no podía concentrarse en noviazgo, tenía que descubrir muchas cosas que le ocultaban.
—Bueno—fue lo único que dijo y se levantó de la silla.
—Enseguida nos vamos, acompáñame a llevar esto a uno de los aulas—sonrío la chica casi igual que un ángel.
El chico afirmó y Max la persiguió.
Entraron a un raro cuarto que nunca el chico había visto. Allí solo había un extraño zapato, era como una bota vieja.
Sabrina la tomó y miro al chico.
—Max, ayúdame con estas botas.
Que el supiera, esas botas no pesaban. Solo lo hizo y al aguantarlas una luz salió de ella, Sabrina soltó las botas . Haciendo que él diera vueltas y que apareciera en un lugar extraño.
Sentía dolor, y tenía miedo al ver que Sabrina no estaba. No sabía que había hecho...
—Donde están los teléfonos cuando lo necesitamos— recordaba Max cuando vivía en el mundo muggle.
Se levantó del suelo y escucho unos extraños ruidos.
Fue en silencio a donde ellos y escuchó.
—Me imagino que ya mi hija le mintió al chico. Tendría que estar por aquí pronto—Max observaba a personas encapuchadas. ¿Y deseaba saber quién era el chico?
No podía ser él, porque no los conocía.
—Pues dile a tu inútil hija que lo necesitamos para ya—la piel del chico se heló. Conocía aquella voz, esa que lo atormentaba.
Decidido fue a la sala donde estaban reunidos.
—El chico tiene que entrenar para matar a...
—¿Para matar a quién?—Max entró enfrentándose al sujeto sin nariz que le puso los pelos de puntas.
Unas risas se escucharon en la sala, Max pensaba en escapar, pero ya no tenía opción. Sentía que algo malo le iba a pasar... Y mas cuando el hombre de piel grisácea se acercaba hacia él.
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